Perú


Aqomachay: Arte rupestre de Congalla, Huancavelica (Perú)

Arturo Ruiz Estrada aruizestrada@yahoo.com Instituto de Investigaciones Histórico Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.

 

RESUMEN

Los estudios de arte rupestre en la región peruana de Huancavelica son todavía escasos, pero se tiene noticia sobre la existencia de importantes centros arqueológicos todavía no investigados. En razón a esta realidad, ofrecemos en esta oportunidad el registro de un abrigo rocoso donde se aprecia una escena de caza de camélido sudamericano de grandes dimensiones. El abrigo se localiza en las proximidades al pueblo de Carcosi, distrito de Congalla, provincia de Angaraes, región de Huancavelica. La escena está pintada de rojo y no se aprecia que haya existido superposición alguna y por sus características generales tiene relación con las pinturas de la sierra central peruana involucrada ésta en  la tradición naturalista de los Andes Centrales. Se postula que el arte rupestre que motiva este informe corresponde, desde el punto de vista cronológico, al período Precerámico.  

 

INTRODUCCIÓN

La actual provincia de Angaraes, en la región de Huancavelica, es una zona todavía no estudiada desde el punto de vista arqueológico, pero contiene, sin embargo, un sitio interesante con arte rupestre, el cual manifiesta la ocupación de sus territorios desde tiempos bastante antiguos. Recientemente hemos verificado que existe en Angaraes algunos restos arqueológicos preincaicos muy destruidos, todos ubicados al sur de Lircay, capital de la provincia. Se trata de vestigios localizados en el distrito de Congalla, los cuales demuestran que hubo allí ocupaciones humanas en los diferentes períodos de la prehistoria andina. Pero es uno de los pueblos de Congalla donde existe una cueva con arte rupestre denominada Aqomachay, en las partes altas de la región de Huancavelica.

Angaraes en tiempos pre hispánicos fue la sede de un sector del grupo humano conocido como Angara de origen preincaico que ocupó buena parte de la actual región de Huancavelica. De estos antiguos pobladores quedan las obras de su creatividad como testimonio del desarrollo de su  vida y sus  costumbres, cuyo impacto requiere ser esclarecido para  el mejor conocimiento de la historia regional y nacional. Se afirmó también que para aproximarnos a la comprensión sobre la visión del mundo de las sociedades antiguas existen dos vías o caminos. Uno es el estudio del arte rupestre y el otro los estudios de los entierros humanos (Kaulicke 1994: 207).Teniendo en cuenta esta circunstancia consideramos la necesidad de acumular evidencias y datos  orientados a esos propósitos.  Además, esperamos que la lectura del contenido de este informe pueda servir a los propios pobladores del interior del Perú, quienes deben ser los primeros defensores de su patrimonio histórico en riesgo de perderse. Por tal razón, ofrecemos en esta oportunidad nuestras apreciaciones sobre la cavidad rocosa de Aqomachay en cuya pared interior se plasmó una escena rupestre salida del arte concebido por un milenario huancavelicano de Carcosi en el distrito de Congalla.  

 

UBICACIÓN Y CONTEXTO GEOGRÁFICO

Aqomachay se localiza en el anexo de Carcosi, distrito de Congalla, de la provincia de Angaraes en la región de Huancavelica, Perú (Fig. 1). Ocupa un sector geográfico de la margen derecha del río Urubamba. Este rio viene a ser el lindero que separa las provincias de Acobamba y Angaraes. Congalla, abarca una extensión superficial de 215.64 Km.2 y por estar en una zona entre la región Quechua y Suni la temperatura varía entre 5° y 15° en tanto que las alturas sobre el nivel del mar fluctúan entre los 3000 a 5000 metros Su precipitación pluvial anual varía entre 400-800 m.m/año, siendo la humedad relativa promedio 59%. La topografía del terreno es bastante accidentada existiendo quebradas profundas y cumbres elevadas pero cuyas laderas y el fondo del valle son aprovechadas para la agricultura y el pastoreo. Esta condición geográfica, expresada en variados pisos ecológicos con su respectiva flora y fauna conserva similar naturaleza desde por lo menos unos 8 a 10 mil años. Se observa en su territorio varios afloramientos de tobas volcánicas que antiguamente fueron utilizadas para construir cavidades funerarias. Desde la ciudad de Lima se accede al sitio, por la carretera central que conduce hasta la ciudad de Huancayo de donde se prosigue hasta la de Huancavelica para luego continuar hasta Lircay y, finalmente, arribar al pueblo de Carcosi. De este pueblo debe continuarse a pie  por  un estrecho sendero de herradura con dirección al Oeste para llegar al sitio de Aqomachay.

Fig.1. Localización del abrigo rocoso de Aqomachay, y otros sitios con arte rupestre en la región de Huancavelica-Perú.


PROCEDIMIENTO DEL ESTUDIO            

Nuestra aproximación al estudio de Aqomachay se produjo a consecuencia de haber sido invitado por el profesor Manuel León Chuquiyauri con la finalidad de diagnosticar algunos vestigios arqueológicos del distrito de Congalla. Para dicho efecto exploramos los lugares más cercanos entre los cuales identificamos el sitio de Accomachay. En este lugar hicimos observaciones sobre el contexto ambiental que lo enmarca para luego centrarnos en analizar in situ las características del arte rupestre a simple vista. Tomamos las medidas respectivas, tanto del abrigo como de la figura central, y, de igual manera, lo registramos con fotos. En ningún caso hemos recogido muestras de pintura ni de material arqueológico alguno. Por ello, una tarea pendiente requiere estudios más detenidos para identificar el material empleado en las representaciones rupestres y algunos elementos asociados que apoyen a definir su antigüedad.

 

ANTECEDENTES            

Para la región de Huancavelica se dieron  a conocer algunos lugares con muestras de arte rupestre pero aún carecemos de informaciones sobre el sitio de Aqomachay. Cuevas con pinturas de la misma región que pueden tener relación con las del presente informe son escasas. Una de los primeras estuvo referida a los abrigos de Waraqu Machay de donde se informó la presencia de dibujos de camélidos (Chaud y Rios 1978).

Hace más de una década publicamos nuestras apreciaciones sobre las pinturas de Quillmachay con algunos comentarios acerca de las pinturas de Pomacancha, ambos  de la provincia de Acobamba en la región de Huancavelica (Ruiz Estrada 2000). Posteriormente, los arqueólogos Julio Valdez y  Ernesto Cavalcanti  dieron algunas referencias sobre el arte rupestre de Pomacancha, sitio localizado en  la provincia antes citada (Valdez y Cavalcanti 2003). A ello se añadió las apreciaciones sobre el mismo sitio  por parte de los arqueólogos Ismael Pérez y Freddy Ferrúa(Pérez y Ferrúa 2004:41). Hace más de una década el arqueólogo John Rick ofreció un aporte en relación a la necesidad de acumular informaciones, reflexionar adecuadamente sobre ellas y señalar las perspectivas del arte rupestre de la sierra central del Perú, cuyos derroteros se deben tener en cuenta en los estudios del arte parietal (Rick 2000). Por otro lado, los pocos antecedentes del arte rupestre producido en la región de Huancavelica se refleja en un primer inventario en el cual sólo se consignó tres sitios (Ravines 1986).Otro inventario posterior señaló la presencia de  nueve lugares  con arte rupestre (Hostnig 2003). Es decir, no existe todavía un panorama completo del acervo rupestre de la región de Huancavelica. Esta situación nos motiva entonces a incrementar y documentar nuevos sitios que contribuyan en el futuro hacia una mejor comprensión del arte rupestre de la región de Huancavelica y de la sierra central peruana.

 

CONGALLA

El pueblo de Congalla, en cuyos territorios se localiza el abrigo de Aqomachay, tuvo ocupación humana desde tiempos preincaicos, situación que se evidencia por los restos arqueológicos existentes al entorno de esa comarca. Así lo evidencia los sitios como Chaupiranra, un cementerio en los roquedales adyacentes al lado Oeste y los restos de cimientos de antiguas edificaciones circulares que se observan en la colina de San Cristóbal al este de la misma población (Fig. 2). Los restos más visibles actualmente corresponden a la antigua sociedad Angara que floreció entre los siglos X al XV después de Cristo. En tiempos coloniales cuando los españoles ocuparon los territorios de Angaraes establecieron allí una reducción para el control de los nativos y la bautizaron con el nombre de San Pedro de Congalla, Aun en esa época estaba poblada por un grupo de nativos angaraes y otro de mitmas, como rezago de la política incaica de traslados compulsivos, los cuales subsisten hasta el presente con el nombre de dos barrios como el de angarapajcha y  el de  chancapajcha. Estos barrios aluden, en primer lugar,  a los propios nativos Angaraes y, en segundo lugar, a los extranjeros Chancas trasladados por los incas desde la zona de Andahuaylas. De acuerdo a las  informaciones publicada por Marcos Jiménez de la Espada, durante la Colonia, Congalla estuvo integrada a la doctrina de Julcamarca dentro de la provincia de Angaraes (Jiménez de la Espada 1881: 143). Entre los anexos de Congalla figura actualmente el pueblo menor de Carcosi (Fig. 3), localizado hacia el sector  sur del distrito, lugar donde se ubica  la cueva de Aqomachay con pinturas rupestres.

Fig. 2. Pueblo de Congalla, provincia de Angaraes, región de Huancavelica. Al lado izquierdo se observa la colina de San Cristóbal con algunos restos de cimientos prehispánicos de piedra.

Fig. 3. Pueblo Menor de Carcosi en cuyas cumbres se localiza el abrigo rocoso de Aqomachay.

Los pobladores modernos de Congalla tienen como actividad principal de su vida cotidiana el aprovechamiento de las  tierras agrícolas con sembríos de maíz en las partes bajas y fundamentalmente papas hacia las partes altas. También pastan, en pequeña escala, ganado vacuno y ovino como, asimismo, la llama y la alpaca. La producción de sus cultivos y ganado está dedicada principalmente al autoconsumo.

DATOS ETNOGRÁFICOS

Debemos añadir que en la década del 90, Congalla y Carcosi, por ser áreas prácticamente de frontera con los pueblos de Huanta y Ayacucho y debido a la exclusión en que vivían –y viven todavía- se vieron involucrados en los conflictos sociales promovidos por  la subversión armada contra el gobierno peruano. La guerra interna produjo una secuela de muerte, migración, desarticulación de organizaciones e instituciones públicas y destrucción de equipos locales. Recién a partir del año 1993, después de la captura de los líderes del partido Sendero Luminoso, se inicia la reconstrucción de los pueblos iniciándose el proceso de retorno de muchos pobladores.

Un aspecto también interesante es la singularidad de sus costumbres folklóricas entre las que destaca la danza de las tijeras en la cual participan  diestros bailarines que acompañan sus festividades religiosas. Llama igualmente nuestra atención, la escenificación del “topa-abuelo”, costumbre  consistente en la competencia anual entre los barrios tradicionales, cuyos jóvenes representantes acuden a la plaza central donde se enfrentan ataviados con ropas gruesas y un tronco sujetado al pecho para topar vigorosamente hasta la caída de uno ellos. Es un verdadero enfrentamiento a manera de los gladiadores romanos como reflejo, tal vez, de los conflictos inter étnicos de tiempos incaicos cuando grupos extraños fueron impuestos por el gobierno del Cusco en los territorios de las comunidades originarias.

Otra costumbre local  denominada “Vigahuantuy”  se efectúa en el mes de setiembre, tiempo en el cual los pobladores trasladan en competencia troncos o vigas desde el fondo del valle hasta el pueblo. Participan en este evento los ayllus de la parte baja (Uray) y de la parte alta (Hanan). Del primero, se presentan los ayllus Chancayllu, Conchucoayllu, Huarasayllu y Maqtoayllu. Del segundo, acuden los ayllus de Jircan, Rupas, Huanachín y Hanan huayllas. Es un festival de cantos y esfuerzo colectivo que provee de madera para la comunidad, pero también refleja la presencia de los ayllus nativos y foráneos de tiempos prehispánicos y, al mismo tiempo, expresión atávica del sistema laboral por la mejor productividad de origen milenario. 

 

AQOMACHAY

Se trata de un cobertizo rocoso abierto en una toba volcánica, localizado al pie de los conglomerados rocosos que integran las cumbres de Aqomachay próximos al pueblo actual de Carcosi, distrito de Congalla. Unos matorrales y algunos bloques sueltos preceden la entrada al sitio y lo cubren en cierta manera de la visibilidad externa (Fig. 4). En las proximidades aparecen algunos terrenos de cultivo y peñolerías con restos de cementerios preincaicos. El nombre del lugar obedece a la naturaleza suave de los conglomerados rocosos, hecho  que permite desgastarlos sin mucha dificultad. En el idioma quechua, que todavía se habla en estos lugares, el término “Aqomachay” significa “cueva de arena”. Durante la exploración de la cueva no encontramos materiales líticos ni cerámicas en el piso. El Abrigo tiene en la boca un ancho de 16 metros, con una extensión de 5.30 metros y una altura de 3.50 metros. El acceso a este sitio se realiza por un camino angosto que parte del pueblo de Carcosi.

Fig. 4. Abrigo rocoso de Aqomachay en cuya pared central se conserva la escena de la caza de un camélido de gran tamaño. Fue pintada con un pigmento de color rojo.

LAS PINTURAS       

Lo que observamos en Aqomachay es una figura que ocupa la parte  central de la cueva, además de otras ya borrosas a los lados. Dicha figura destaca por ser la representación de un gran camélido de cuerpo voluminoso que se nota desde el exterior de la cavidad rocosa. Solo está delineado, sin relleno alguno en el cuerpo. Se distingue la cabeza, el cuello, las orejas, el cuerpo alargado, las patas delanteras  y las traseras manchadas. El delineado del vientre es más grueso que las líneas que enmarcan el resto  del cuerpo. Es prácticamente la silueta de un camélido de perfil en movimiento cuyas cuatro patas se encuentran diseñadas en actitud de correr. Delante de la parte inferior del cuello se observan algunas manchas que sugieren la figura de un motivo antropomorfo. Pero también una pequeña figura incompleta, la cual porta lo que sería una lanza dirigida al gran camélido. Una línea más o menos circular le envuelve la cabeza. Junto a las patas traseras se observa un bulto que parece el diseño de un pequeño animal (Figs. 5 y 6). El gran camélido mide 2.16 metros de largo con una altura de 0.72 m. El pigmento utilizado en toda la figura es de color rojo aplicado directamente sobre el soporte rocoso. No se observan superposiciones ni figuras de otro color.

Fig. 5. Detalle de la imagen de un camélido de gran tamaño en el abrigo rocoso de Aqomachay. Tiene 2.16 m. de largo por 0.72 m. de altura.

Fig. 6. Escena de caza de un camélido en el abrigo rocoso de Aqomachay. Calco de la fotografía tomada in situ que muestra a un personaje con una lanza que acomete al animal. Pero el círculo que envuelve la cabeza podría indicar también que se lo está enlazando.

De acuerdo a varias manchas a los lados de la gran figura podemos afirmar que hubo otros diseños pero que actualmente se encuentran borrosos. Algunos pobladores de la zona afirman que se veían motivos humanos, pero reiteramos que ya no hemos distinguido la presencia de tales diseños. Lo que sí resulta evidente, es que hubo figuras a todo lo largo de la pared de la cueva, pero posiblemente el fácil acceso a las pinturas contribuyó a su  destrucción.  

 

DISCUSION Y CONSIDERACIONES GENERALES 

Los rasgos que revela la figura identificada, por el color y el tamaño que ostenta, confirman ser una auténtica muestra de arte rupestre antiguo en la zona. Se trata de la representación de un camélido, es decir, de una llama o tal vez un guanaco porque estos herbívoros constituían la fauna atractiva para los arcaicos habitantes  de la época de los cazadores y recolectores andinos. Quienes habitaron por la zona de Aqomachay y su entorno plasmaron a un animal que frecuentaba los pastizales y ríos de la región, tal como las sociedades de otras partes del mundo, las cuales   representaron también animales de su ambiente como toros, osos, bisontes, antílopes, elefantes, caballos, por ejemplo, en los casos de Europa, Asia,  Africa u Oceanía.

A juzgar por la observación realizada, en el estado actual de las pinturas, se trata de una escena de caza de un camélido por parte un individuo con una lanza, pero la línea circular que envuelve la cabeza podría indicar que también se lo esté enlazando. Si solo hubo un diseño antropomorfo puede tratarse de la representación de una caza individual y el hecho de que el personaje con la lanza esté bastante próximo a la presa indica que la caza se ejecutaba a un camélido aún salvaje. Tal como actualmente se encuentra la escena rupestre, no nos permite argumentar, por ahora, otras interpretaciones al respecto.   Debemos tener en cuenta que la representación rupestre de camélidos de grandes dimensiones como el de Aqomachay aparece como un indicador de las preocupaciones de las sociedades que existieron en tiempos del Precerámico andino, una de cuyas actividades principales en su vida, tenía como interés supremo la captura de grandes herbívoros como los camélidos aún silvestres. Así lo conceptuaron también investigadores de otras áreas de los andes sudamericanos para el caso de las figuras de camélidos, habiéndose expresado que: “Las representaciones de camélidos pertenecen a los motivos más frecuentes en el arte rupestre andino, ya desde tiempos muy tempranos, debido a su importancia económica y ritual”. (Strecker y Taboada 2007:364).

Cabe destacar  el gran tamaño  mostrado por el camélido de Aqomachay de Carcosi, pues entre  los sitios con figuras de camélidos que aparecen en la sierra central del Perú, es también uno de los más grandes. De acuerdo al tamaño que tiene, con más de 2 metros de largo, es posible considerarlo vinculado a similares muestras rupestres del altiplano de Junín, Pasco  y la sierra de Lima. Aunque los del santuario de Huayllay en la región de Pasco alcanzan mayores dimensiones que el de Aqomachay, como, por ejemplo, el camélido de Vicuñapintasha I que tiene 2.65 m. de largo (Maita Agurto 2005). Aunque no tan grandes pero sí figuras de camélidos voluminosos son aquellos reportados por Rainer Hostnig para la zona de Apurimac (Hostnig 2011), los cuales tienen relación con  la muestra pictórica de Aqomachay y los ejemplos de Junín, Pasco y Lima. Por esta circunstancia se afirmó que este tipo de figuras puede constituir una tradición pues:”Un ejemplo son las figuras de camélidos en Junín y Lima, muchas veces miden uno o dos metros de largo-algo que desconozco en otras zonas. Es muy probable que este representa una tradición limitada en vez de una diferencia cronológica” (Rick 2000:15). Las dimensiones que  presentan estos camélidos andinos nos  recuerdan, al mismo tiempo, el tamaño que exhiben las figuras de las famosas cuevas de Altamira en España, donde los motivos de bisontes, caballos y jabalís, también alcanzan similares dimensiones.

El hecho de que el camélido de Aqomachay se encuentre solo delineado, lo diferencia de otros camélidos de la sierra central que tienen más bien el cuerpo relleno de pintura o de otras figuras menores. Pero tiene relación con aquellas figuras silueteadas de la misma región  central peruana tal como se observa, por ejemplo, en Huayllay (Maita Agurto 2005) y en Junín y Lima ( Rick 1983 :Fig.54) Matos y Rick 1978:49, Fig. 7; Rick 2000: 17, Fig 3 y 4 diseño del lado izquierdo) o el camélido de Cuchipinta en Junín, ilustrado por Peter Kaulicke (Kaulicke 1994:210). Pero en los casos ilustrados por Matos y Rick en la fig. 7 como en la Fig. 4 tanto los camélidos silueteados como los de cuerpo relleno aparecen asociados, lo que estaría indicando contemporaneidad en ambos estilos. Y en todo caso, creemos también, que ambas modalidades están expresando diferente información pero dentro del mismo tiempo en que fueron realizadas. Pensamos, por consiguiente, que son contemporáneas. Debemos agregar, por otro lado, que el arte de Aqomachay, por su color y tamaño, debe estar relacionado con algunas muestras que aparecen en la región de Huancavelica como las pinturas de Quilqacha en distrito de Vilca (Chau y Rios 1978), también con el centro rupestre de Tongos localizado en la provincia de Tayacaja donde existen camélidos pintados de gran tamaño (Hostnig 2003:140) e, igualmente, con los camélidos plasmados en la cueva de Quillamachay de la provincia de Acobamba (Ruiz 2000). En resumen, de acuerdo a las característica del camélido de Agomachay y los similares ejemplos aquí citados, en cuanto a su tamaño, volumen, color y con ser éstos de mayores dimensiones que las pinturas de Toquepala o las del área de Lauricocha, consideramos que debe estar involucrado, desde el punto de vista estilístico en la categoría denominada  naturalista de los andes centrales de acuerdo a la clasificación hecha hace algunos años para este tipo de representaciones rupestres (Guffroy 1999).

Como no distinguimos restos de actividades de cacería o desechos de uso doméstico en el piso y vestíbulo de la cueva de Aqomachay, sugiere entonces que no hubo aquí una permanencia humana prolongada. Probablemente quienes acudían a ella, debieron ser peregrinos que vivían en otras cuevas de la región pero llegaban a ella para efectuar prácticas de carácter mágico-religiosas destinadas a propiciar la caza. Si comparamos esta situación con las cuevas de la región de Junín estudiadas por John Rick tendríamos que considerar a la de Aqomachay en la categoría, no de un campamento base, sino de un campamento secundario donde justamente no se realizó una actividad de subsistencia  intensa, como lo prueba la carencia restos de uso doméstico en la superficie del sitio. El contexto geográfico en el que se encuentra la cueva, rodeada de laderas no muy agrestes como  de cumbres tampoco demasiado elevadas, que desciende a ríos y riachuelos de aguas constantes fueron factores significativos al poblamiento humano y proliferación de fauna nativa. Ese ambiente propicia hasta hoy la existencia de pastos disponibles para el sostenimiento de ese ganado nativo, que debió haber favorecido la presencia de buena cantidad de camélidos andinos en tiempos antiguos. Estas condiciones constituyeron factores importantes para que los arcaicos moradores de dicho espacio dejaran su mensaje en el arte rupestre de Aqomachay. Y plasmaron la figura del camélido porque este animal, según varios estudios realizados fue objeto de primordial interés para varias sociedades andinas en las diversas etapas de su historia. El estudio sobre los camélidos sudamericanos realizado por el arqueólogo Duccio Bonavia  abunda en la temática de estos animales y su presencia a través del desarrollo de la civilización andina, desde tiempos bastante antiguos hasta tiempos incaicos e incluso  republicanos (Bonavía 1996). Son numerosos los hallazgos de camélidos sea en pinturas rupestres, representaciones escultóricas y otros materiales o en tumbas de diversas sociedades de los Andes Centrales como, por citar unos ejemplos, en el caso de Chiribaya en la costa sur del Perú (Lozada, Gordon y Buikstra 2004) o en el Norte Chico, zona donde se han identificado incluso cementerios de llamas (Leyva Velasco 2009). La importancia de este animal en la subsistencia y la religión andina fue y es aún ostensible.

Aún cuando todavía comprobamos que son escasas las evidencias de sitios con arte rupestre en la región de Huancavelica, la mayoría  no bien estudiados,  es imposible asignar una fecha absoluta para el caso de Aqomachay. Esta situación ya se había advertido cuando John Rick  trató del arte rupestre de la sierra peruana cuando afirmó que: “Es muy difícil poner un marco de tiempo y espacio alrededor del arte rupestre. Es todavía temprano hacer divisiones culturales rígidas para este arte, debido que aún tenemos muestras muy pequeñas y alejadas para el estudio” (Rick 2000:15). Pero podemos intentar aproximarnos a dar un fechado relativo  considerando algunas referencias ofrecidas anteriormente para sitios con similares expresiones rupestres. Así para el caso de Quilcacha se opinó que este podría estar fechado entre los 7000 y los 2000 años a.C (Chaud y Rios 1978:580). También se ha considerado que el arte rupestre naturalista de los andes centrales podría hacer sido realizado entre los 4000 y los 2000 años antes de Cristo (Guffroy 1999:50). Es posible entonces que Aqomachay podamos situarla, de modo general, en tiempos del Precerámico andino, cuando aún se practicaba la  caza y la recolecta y los grupos humanos no habían descubierto la cerámica y vivían en refugios rocosos o habitaciones precarias. Desde allí articulaban estrategias de caza o rituales que desconocemos, para procurar la eficacia en  la obtención de recursos especialmente de los mayores mamíferos andinos como en efecto son los camélidos sudamericanos en sus diversas especies.

Como una conclusión final de este informe debemos expresar que el arte rupestre de Aqomachay constituye una evidencia más del patrimonio pictórico de los ancestrales habitantes de la región peruana de Huancavelica. Su conservación merece la atención de los pobladores y autoridades actuales, por cuanto representa un hito importante en la historia y la estética regional nativa.

 

AGRADECIMIENTOS

Al profesor Manuel León Chuquiyauri por su apoyo e interés orientado a conocer el pasado prehispánico del distrito de Congalla y al antropólogo Ever Soca Jorge por su ayuda en los trabajos de campo. Con ellos  exploramos la cueva de Aqomachay y otros restos arqueológicos del distrito de Congalla, como también  del pueblo menor de Carcosi en la provincia de Angaraes (Huancavelica).

Todas las fotos y dibujo son del autor del presente artículo.

 

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Ruiz Estrada, Arturo. Aqomachay: Arte rupestre de Congalla, Huancavelica (Perú).
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/aqomachay.html

2012

 

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