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La primera referencia a este apartado lugar la
proporcionó el prof. Carlos Cárdenas Villarreal allá por los años
noventas del siglo pasado. Tan pronto como pude y en compañía de mi
esposa Gilda, me dirigí al sitio. Mi señora se quedó en una loma que
corre de sur a norte, (buscando una sombra), perpendicular a la boca del
cañón y como a 400 metros de la entrada al sitio.
Empecé a caminar y lo único que encontré fueron
grabados antiguos y vandalismo moderno. El cañón es pedregoso, con mucho
tasajillo y maleza que dificultan el tránsito.
En aquella ocasión tomé nota y fotos de algunos
grabados, tanto antiguos como coloniales, donde los mismos, están
representados por cruces bizantinas, dos de las cuáles tienen
pedestales, 4 escalones, mismos que en el cristianismo simbolizan cada
uno de los cuatro evangelistas.
Como antes mencioné, mi esposa se quedó en la
loma
atravesada, buscando sombra y mientras pudo se dedicó a
explorar el frentón, localizando petroglifos muy interesantes, pero
también las pinturas que me había comentado el profesor Cárdenas y que
según él se encontraban en el interior del cañón.
Infiero que la advocación de los grabados y
pinturas del cañón es evidentemente chamánica, donde se realizarían
ritos detránsito y de cacería. El sitio es apartado y sin vestigios de
agua. El aguaje más cercano se localiza a unos 4 kilómetros donde se
puede encontrar el vital líquido, pues el arroyo de Patos tiene algunos
manantiales y en algunas partes se conserva el agua por largas
temporadas.
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De lo difícil del cañón puede dar cuenta el
amigo José Guadalupe Robledo y su hijo Arturo que en una ocasión
tuvieron el valor de acompañarme.
La fauna representada es poca, sólo las astas de
venado cola blanca y en una sola ocasión un venado completo, en
posición dinámica, y donde se le destacaron sus atributos sexuales.
También tendremos que destacar la presencia de
ATLATLS grabados, navajas enmangadas y puntas de proyectiles. Aquí se
pueden observar diferentes antigüedades, detalle que nos lo proporciona
la pátina del grabado. Ya en alguna ocasión comentamos que llegaban
algunos grupos y dejaban sus mensajes, pero después se iban y llegaban
otros grupos y también grababan y en algunas ocasiones se encimaban
sobre mensajes antiguos, a esto los arqueólogos le llaman palimsestos.
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La presencia de los nativos, puede datar de
algunos milenios, pues los dibujos están completamente mimetizados con
el color de la roca.
El vandalismo ha sido permanente y va desde
recuerdos amorosos, recuerdos de pastores y vaqueros y paseantes
ocasionales, religiosos, pornográficos, y antiguos donde los nativos
grabaron el ganado traído por los europeos, tal es el caso de caballos y
vacas. Vale la pena destacar que en el libro de la Doctora Solveig
Turpin, (
El arte indígena en Coahuila, U.A. de C., Esc.
De Ciencias Sociales, Saltillo, Coahuila, México, 2010.) en la página
108, en un dibujo claramente colonial, la autora confunde una vaca con
un venado. Lo menciono porque este dibujo corresponde a lo encontrado en
este cañón. Se trata de una vaca y un pastor. El dibujo fue hecho por
los indios donde al personaje lo vistieron con sombrero, a la usanza
española. En el caso de la vaca no se trata del
estilo rayos X
sino de una vaca ¡pinta!
También pudimos observar una buena cantidad de fierros de herrar.
Algunos se repiten en otras localidades de la región con todo y que haya
algunos kilómetros de distancia.
En cuanto a la fauna representada, aparte del venado completo, de las
astas, también se grabaron las pisadas o huellas de este cérvido.
Aquí, como en todos estos valles, los dibujos rupestres son de un gran
valor estético y podemos ver pinturas, signos, marcas, señales, astros,
plantas y figuras antropomorfas.
Los dibujos van desde la época prehispánica, la colonia y la época actual. Las figuras que podemos disfrutar corresponden al
imaginario
colectivo de las antiguas culturas del desierto coahuilense.
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De aquellos
gallardos bárbaros
aún sabemos poco. Hay temas que desconocemos, por ejemplo su música y
sus instrumentos. Sabemos que periódicamente se reunían diferentes
grupos para el intercambio de mercancías, pero también para celebrar
enlaces matrimoniales, como también tenemos noticias de sus fiestas y
mitotes.
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Pero ¿con qué instrumentos acompañaban aquellos bailes? Creemos que con
tambores y flautas, es decir percusiones y vientos. Los tambores
sencillos, a los que se les golpeaba monótonamente para ayudar en sus
danzas. Es posible que otro instrumento musical fuera la flauta, fácil
de construir y de utilizar. En dos sitios de General Cepeda, el
compañero José Gpe. Flores Ventura y yo, localizamos un tablero en el
que se aprecia un ser humano que al parecer utiliza una flauta. De ser
así será una de las pocas evidencias arqueológicas de esta actividad
universal: la música.
Todo lo anterior viene a relación porque al cañón de Eslabones, le
podemos asignar una vocación de culto y de chamanes. De este cañón
seguiremos escribiendo pues quedan muchos motivos por describir y
analizar. El cañón de Eslabones, en la sierra Pinta, tiene aún muchos
mensajes que no están totalmente descifrados. Aquí hay evidencias
antiguas pero también elementos que nos recuerdan el encuentro con los
invasores. Las armas de fuego, el fierro, los caballos, las epidemias
traídas del viejo continente y la cruz, fueron partícipes del
aniquilamiento de nuestros antepasados. En futuras colaboraciones
hablaremos de las pinturas, los grabados astronómicos, sus cuentas
calendáricas y su lítica.
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2014