Compendio documental del Parque Arqueológico de Facatativá. Insumo para su interpretación integral

Diego Martínez Celis ciudadanomartinez@yahoo.com
Álvaro Botiva Contreras botivacontrerasalvaro@gmail.com

 

Presentación

En este artículo se presenta por primera vez al público el compendio documental resultado de la fase 1 del Programa Integral de Interpetación del Parque Arqueológico de Facatativá que inició en el año 2011 la Secretaría de Cultura y Juventud de la Alcaldía Municipal de Facatativá, como repuesta a las responsabilidades adquiridas ante el Ministerio de Cultura al asumir la administración del Parque a través de un contrato de comodato firmado en el año 2009. Sin embargo, a la fecha (marzo de 2013), la fase 2 del programa sigue sin ejecutarse debido a los cambios en la administración municipal y en últimas a la reiterada improvisación y falta de planeación de la que históricamente ha adolecido este importante y sinigual espacio del patrimonio arqueológico y rupestre de la Sabana de Bogotá, el departamento de Cundinamarca y del país en general.

Se transcriben aquí apartes de la introducción del documento –de 198 páginas y con 338 imágenes entre transcripciones, ilustraciones, gráficos, mapas y fotografías –, el cual puede consultarse en su totalidad desde la ventana que aparece al final de este artículo o directamente desde este link: http://issuu.com/rupestreweb/docs/compendio_parque_arqueologico_de_facatativa

Se agradece y reconoce el aporte y la participación de Luisa Fernanda Aguirre (Secretaria de Cultura y Juventud 2008-2011), Hellen Quiroga (restauradora), Andrés Olivos Lombana (historiador), Sandra Mendoza Lafaurie (historiadora - museóloga), Rosa María Rubiano (profesora), Pedro Arguello García (antropólogo), al entonces grupo de vigias de patrimonio cultural de Facatativá coordinado por la profesora Gissela Guzmán, y a los diversos miembros de la comunidad de Facatativá que estuvieron atentos a las jormadas de socialización de este documento que se realizaron durante el año 2011.

 

Introducción

En las inmediaciones de Facatativá a muy corta distancia del poblado, se encuentran las llamadas “piedras de Tunja”, condenadas a desaparecer muy pronto si la autoridad a quien corresponde no se preocupa por impedir el destrozo que en ellas hacen a diario el taladro, y la pica de los canteros.

Y sin embargo estas piedras deberían ser miradas con interés y cuidadas con esmero, pues aparte de la agreste belleza del sitio, ellas fueron testigo de acontecimientos importantes para el país.

En efecto estas breñas presenciaron el fín de una dinastia y la ruina de un pueblo. Aquí existió una fortaleza de los chibchas, según lo cuentan los historiadores de la época. En este lugar estuvo Jiménez de Quesada con parte de su ejército en persecución del Bogotá, y aquí pereció trágicamente Tisquesusa, a quien un soldado hirió sin conocerlo, en medio del tumulto del combate.

Las piedras son imponentes por su magnitud y pintorescas por su forma y colocación en medio de la ladera. Algunas hay que encierran recintos amurallados y estrechos pasadizos, como obra de cíclopes; en otras se abren amplias concavidades a guisa de cavernas; otra ostenta todavía jeroglíficos chibchas, que al ser decifrados vendrían a traducirse quizá en piadosa leyenda u oración fúnebre escrita por algún jeque en honor del último de sus reyes.

“Las piedras de Tunja, tan interesantes en nuestra historia por su estrecha relación con el periodo chibcha”.
Dibujo de Moreno Otero, 1912

También debió ser este paraje adoratorio indígena. Sabido es que los chibchas adoraban a sus dioses entre las rocas, entre las selvas y a orilla de las corrientes de agua. Aseguran los cronistas que este lugar estuvo cubierto de arbolado y hay una fuente que al existir en tierra griega habría figurado con honor entre las deidades menores de su mitología. Es un arroyuelo que penetra calladamente bajo un enorme bloque abovedado, se explaya en remanso y aparece al lado opuesto en forma de cascada.

En este terreno debería contruirse un parque para adorno de la ciudad y de la sabana entera, donde pudieramos conservar de una manera adecuada y artística lo poco que aún nos queda del pueblo chibcha, el tercero por su cultura y adelanto, entre las naciones indígenas de América.

Imagínese lo que sería este recinto rodeado de árboles y protejido por una estacada estilo chibcha, con su prado natural esmaltado de flores y sombreado por bosquecillos de gaques, salvios y arrayanes; sus fuentes y cascadas saltando por entre musgos y helechales; aquí y a la gavias pintadas de rojo; en otra parte un gran pabellón que representara un bohío como los que vió Quesada en el valle de los alcázares, contrucción que podría servir para museo, y diseminadas por todo el paraje, entre plazoletas bordeadas de vegetación, estatuas de piedra que recordaran a los héroes y a los dioses chibchas.

Si esta idea se llevara a cabo, tendriamos verdaderamente un parque magnífico, un lugar de estudio a la par que de solaz y esparcimiento, digno de cualquier país civilizado, a donde acudiéramos con placer atraidos por doble incentivo: la belleza del paisaje y la poesía de la leyenda”.

José Miguel Rosales,
Semanario Ilustrado El Gráfico,
Abril 27 de 1912

A cien años de haberse escrito la nota de José Miguel Rosales (1912), publicada en el Semanario Ilustrado El Gráfico (transcrita en el recuadro de arriba), vale hacer una reflexión sobre algunos de sus visionarios apuntes.

En aquella época el terreno de las entonces llamadas “piedras de Tunja” hacía parte de varias fincas privadas, sin embargo ya era considerado un lugar significativo, asociado con muchas historias y leyendas que daban cuenta del pasado prehispánico de la región y que habia que protejer pues se encontraba en peligro por la explotación de sus piedras para labores de cantería.

Desde aquella época, e incluso mucho antes (p. ej. durante la comisión corográfica entre 1850-1859) sus grandes bloques pétreos llamaron la atención de viajeros y científicos. La pátina de la historia y la tradición oral fueron además dotando este lugar de significación cultural al asociarse con la existencia de tesoros indígenas, leyendas del diablo o la tragedia de la invasión española y el final deceso de Tisquesusa, el último gran zipa de la sabana.

Con el pasar del siglo XX, de manera muy lenta pero sin pausa, se logró que este predio fuera adquirido por el gobierno nacional y finalmente constituido como uno de los Parques Arqueológicos Nacionales (junto con el Alto de los Ídolos, San Agustín, Tierradentro y Teyuna), principalmente por la riqueza que representan sus más de 60 murales con pinturas rupestres.

Desafortunadamente, la vocación inicial del parque, como lugar de reconocimiento y protección de este patrimonio arqueológico, se fue desvirtuando hasta convertirse en un sitio de recreación activa donde miles de personas lo aprovechaban, especialmente, para actividades al aire libre y la realización de asados, piquetes o el tradicional “paseo de olla”. Estas prácticas, producto de erradas administraciones (Colcultura, CAR, ICANH, Ministerio de Cultura) que no respetaron la naturaleza y función original del parque, llevaron finalmente al grave deterioro de la mayor parte de su arte rupestre.

Hoy día, el Parque está a cargo de la administración municipal de Facatativá, quien con la participación activa de varios sectores de la comunidad, esta retomando el manejo del parque tendiendo hacia su vocación original, esto es, la consolidación de un lugar para la contemplación, el disfrute y contacto con la naturaleza y la práctica de actividades culturales más acordes con su entorno natural y más concientes de su valor como verdadero lugar del patrimonio natural, cultural y arqueológico, no solo de Facatativá sino de toda la Nación.

Aunque muchas de las versiones o explicaciones que se han dado (y se siguen dando) sobre este sitio, referentes, por ejemplo, a la caprichosa formación y disposición de sus piedras, a los posibles autores de sus pinturas rupestres, o a su calidad como escenario de ritos y asiento de la cultura muisca y de sus líderes en un pasado remoto, parecen corresponder más a imaginarios que a verdaderos hechos históricos –dada su difícil comprobación–, este lugar se constituye hoy día (tal como lo imaginó Rosales en 1912) en un poderoso referente e hito en que es posible disfrutar e interpretar –de manera vivencial y con un saldo pedagógico– el pasado natural y cultural de la región, o como diria el mismo Rosales: acudir con placer atraidos por su doble incentivo: “la belleza del paisaje y la poesía de la leyenda”.

Recreación ideal del Parque Arqueológico de Facatativá. Se proyecta como un espacio para el aprovechamiento cultural, pedagógico y turístico, a través de la interpretación patrimonial por medio de visitas dirigidas por guías debidamente capacitados, o autoguiadas mediante el apoyo de paneles informativos; en medio de un entorno natural bien preservado, con mínimas adecuaciones de infraestructura (sendero y vallas) y con las rocas excentas de enrejados o barreras que impidan apreciar las pinturas rupestres. Diego Martínez C. 2011

 

Hacia la interpretación integral del Parque Arqueológico de Facatativá

En 2009 a través de un comodato, el Ministerio de Cultura cedió la administración del Parque Arqueológico Piedras del Tunjo a la Alcaldía de Facatativá. Desde ese momento la administración ha realizado una serie de actividades en pro de la recuperación del parque y del patrimonio inserto en él, así como en desarrollar actividades encaminadas a fortalecer la educación patrimonial a través del grupo de vigías del patrimonio.

A pesar de la realización de estas actividades, el programa educativo que a la vez sirve para fortalecer la actividad turística, presenta una serie de problemas cuya principal causa es la variedad de visiones y versiones que existen y que se imparten al visitante acerca del parque y del patrimonio concentrado en él (cómo se formaron las piedras, qué significan sus pinturas, qué hacian allí los muiscas, etc.), todas estas sin correponder con información de fuentes documentales debidamente sustentadas.

A esto hay que sumarle que cada grupo de guianza (vigías del patrimonio, informadores turísticos de la Secretaría de Desarrollo y otros), reinterpreta estas versiones haciendo aún mas confuso su discurso, y generando desinformación en los visitantes.

Teniendo en cuenta el interés que ha mostrado la Alcaldía a través de dos de sus secretarías (Cultura y Desarrollo Económico) en generar estrategias para la recuperación y uso adecuado del parque, se presenta este documento como insumo inicial del “Programa Integral de Interpretación del Parque Arqueológico Piedras del Tunjo” (propuesto por Diego Martínez Celis, Álvaro Botiva Contreras y Sandra Mendoza Lafaurie) que propone una serie de actividades que no sólo permitirán la conservación de este y su patrimonio, sino propiciar su valoración a través de la educación patrimonial y su reconocimiento como un espacio para la práctica del turismo cultural y ecológico con saldo pedagógico y como lugar de la memoria donde se potencia la identidad y el reconocimiento social de la Nación pluriétnica y multicultural que representa la Colombia de hoy.

Este programa comprende básicamente 2 fases las cuales tienen una serie de actividades que permiten apoyar los compromisos adquiridos por la Alcaldía de Facatativá a través del Comodato firmado con el Ministerio de Cultura (2009), las metas del Plan de Desarrollo y las recomendaciones del Plan de Manejo del Parque (ICANH, 2005) :

Fase 1 (ya ejeutada)
• Compilación documental sobre el Parque Arquelógico de Facatativá
• Elaboración de guiones curatoriales para su interpretación y guianza

Fase 2 (por ejecutarse)
• Diseño, elaboración y montaje de elementos (vallas y plegable) para el Sendero de Interpretación del Parque Arqueológico y las Estaciones de Interpertación de la cultura muisca.
• Implementación y talleres para socializar el programa de interpetación.


La compilación documental

De acuerdo con la Carta para la Interpretación y Presentación de Sitios de Patrimonio Cultural, (ICOMOS, 2008) los programas de interpretación de un sitio patrimonial entre otras actividades deben:

1. “Mostrar un abanico de la información existente, oral y escrita, basada en evidencias materiales, tradiciones y significados atribuidos al sitio patrimonial. Las fuentes de información se deben documentar, archivar y hacer accesibles al público”.

2. “Basarse en investigaciones bien documentadas, de tipo multidisciplinar, del sitio patrimonial y su entorno. También debe reconocer que la interpretación significativa incluye necesariamente la reflexión sobre hipótesis históricas alternativas, tradiciones e historias locales”.

3. “Donde la tradición oral o los recuerdos de personajes históricos sean una importante fuente de información sobre el sitio, los programas interpretativos deben incorporar estos testimonios orales, bien sea de forma indirecta, a través de las facilidades de los equipos y servicios interpretativos, o directa, a través de la participación activa de miembros de la comunidad local, así como de los intérpretes del sitio”.

Teniendo en cuenta estas directrices se presenta esta compilación con el fin de proporcionar a los diferentes actores involucrados en el manejo, promoción, educación, divulgación y guianza del Parque Arqueológico de Facatativá (personal administrativo, vigias de patrimonio, guías, profesores, estudiantes, etc.) las bases documentales necesarias para una adecuada interpetación y como un referente de primera mano donde se puedan introducir al gran acervo bibliográfico y documental sobre el Parque Arqueológico de Facatativá.

Aunque extensa, esta compilación no pretende ser completa ni representa la única y última palabra que da cuenta de la signifcación de este particular e importante lugar del patrimonio cultural y natural colombiano; dejamos a consideración de los lectores los contenidos de esta compilación, que esperamos ilustre, amplíe o incite a profundizar en el conocimiento sobre los diversos aspectos y elementos significativos contenidos en el Parque: su contexto geográfico, su historia natural, las investigaciones arqueológicas que dan cuenta de los primeros pobladores de la sabana de Bogotá, las crónicas sobre los muiscas recopiladas por los españoles, la memoria visual que representan las trancripciones que sobre sus pinturas se han hecho en más de 150 años, o las diversas versiones de investigadores, la tradición oral y las significaciones que representan para los actuales habitantes de Facatativá, visitantes y comunidades indígenas, o autoreconocidas como tales, que acuden a este lugar motivados por los valores paisajísticos, naturales, históricos, científicos e incluso espirituales que este encierra.

 

Sinopsis

Este compendio consta de 9 capítulos que, en paralelo con una línea de tiempo geológico y cultural para la Sabana de Bogotá, intentan mostrar el panorama actual del conocimiento sobre aspectos relacionados con el territorio y diversos elementos naturales y culturales contenidos en el Parque Arqueológico de Facatativá, a partir de estudios en geología, biología, medioambiente, historia, arqueología, arte rupestre y tradición oral entre otros. Al final de cada capítulo se encuentra un listado con la bibliografía referida.

1. El lugar de las piedras. El contexto regional

El Parque Arqueológico de Facatativá está localizado en el municipio de Facatativá, en el departamento de Cundinamarca en el extremo noroccidental de la sabana de Bogotá y comprende aproximadamente 27 hectáreas donde se pueden encontrar abrigos rocosos, pintura rupestre y paisajes con gran riqueza visual y medioambiental. Se encuentra a una altura de 2.600 metros sobre el nivel del mar, ubicado a 1.150 metros al nordeste de la plaza de Facatativá (en el límite noroccidental del casco urbano) y a 40 km de Bogotá.

2. Marcando el territorio. Las piedras pintadas

Más que el carácter medioambiental o la imponencia de los grandes bloques y abrigos rocosos presentes en el Parque Arqueológico de Facatativá, es la existencia de cientos de pinturas rupestres de origen prehispánico lo que le ha otorgado una especial significación cultural a este espacio como importante referente del pasado aborigen de la región. En este capítulo se introduce al concepto de arte rupestre que, junto con las piedras en que se halla inscrito, su entorno paisajístico y su memoria asociada (historia y tradición oral), constituyen el conjunto indivisible de elementos del patrimonio cultural municipal y nacional representados en este lugar.

3. Facatativá, “al final de la llanura”. El origen de las piedras y su entorno

La ubicación y aparentemente caprichosa disposición y forma de la grandes piedras presentes en el Parque Arqueológico de Facatativá han sido por siglos motivo de aprovechamiento, admiración, asombro, cuestionamiento, contemplación o disfrute. En este capítulo se reseñan los resultados de investigaciones en geografía, geología, biología y medioambiente que dan cuenta del porqué de la ubicación y forma de estas piedras en este sector de la sabana de Bogotá (“al final de la llanura”), pero sobre todo, del contexto geográfico y medioambiental que posibilitó que estos espacios fueran habitados y signados por el ser humano desde algún momento de los últimos 12.000 años.

4. Al abrigo de las piedras. Los primeros pobladores

Con el mejoramiento de las condiciones climáticas en la sabana de Bogotá, hace aproximadamente 12.000 años, se inicia el poblamiento humano en esta región. Además de los ricos y diversos recursos naturales, el paisaje ofrecía a estos grupos humanos un abrigo a la sombra de las grandes piedras, como las presentes en el Parque Arqueológico de Facatativá, desde donde fue posible iniciar la apropiación y aprovechamiento del territorio mediante la caza, la recolección y posteriormente la agricultura. En este capítulo se reseñan las principales investigaciones arqueológicas que han dado cuenta del paso del hombre por la Sabana de Bogotá, con especial énfasis en su franco noroccidental y en particular en la región de Facatativá. Esto desde el denominado periodo precerámico, pasando por el perido“Herrera”, hasta el establecimiento de los grupos de habla chibcha también conocidos como muiscas.

5. El tiempo de las piedras míticas. Los muiscas

Los grupos indígenas que encontraron los españoles durante su invasión a mediados del siglo XVI a lo que hoy es la sabana de Bogotá tenían un amplio control sobre este territorio. Algunas fuentes resaltan la importancia de Facatativá como escenario del aniquilamiento de su máximo líder el zipa Tisquesusa. Sin embargo no hay suficientes pruebas para asegurar que esta región y en específico el sector de las piedras del Parque Arqueológico, haya sido un lugar de especial significación ni que allí se hubiera asentado el “cercado del zipa”. Igualmente estos grupos negaron ante los los cronistas ser los artifices de las pinturas rupestres, de las que sin embargo guardaban especial significación al relacionarlas con su pasado mítico y con sus deidades. En este capítulo se expone un panorama general sobre los muiscas a partir de las primeras cronicas que registraron los españoles.

6. El silencio de las piedras. El dominio de la espada y de la cruz

Durante la colonia, el establecimiento español impuso a los indígenas muiscas de la sabana de Bogotá un nuevo orden que permeó todos los ámbitos de su cultura. La reducción y congregación en pueblos de indios, la adaptación a nuevos modelos políticos y de producción y la conversión a la religión católica, por medio de la espada y de la cruz, terminó por modificar, desvirtuar o anular su tradicional sistema de creencias. Los espacios que pudieron ser escenario de rituales o tener algún tipo de significación simbólica o religiosa para los indígenas, de acuerdo a su particular cosmovisión, fueron satanizados por los españoles y considerados como lugares de idolatría que debían ser evitados o destruidos. De esta manera surgieron imaginarios, como los mitos y las leyendas, por medio de las cuales se intentó relacionar los sitios con arte rupestre rupestre con la presencia del diablo (como encarnación del mal), o que estos fueron producto de sus obras, tergiversándose, interrumpiéndose y perdiéndose para siempre el sentido y significado original del mensaje plasmado sobre las piedras.

7. El redescubrimiento de las piedras. La reivindicación del pasado indígena

A partir de la independencia, los criollos empezaron a buscar maneras de legitimar el gobierno de la naciente República, para ello intentaron reivindicar el pasado indígena a través del “descubrimiento” de sus “monumentos” o “reliquias” del pasado, entre ellos el arte rupestre. De esta manera se inicia, a mediados del siglo XIX, su investigación científica y académica que no ha cesado hasta hoy día. En este capítulo se presentan algunas de estas investigaciones, mediante las cuales se ha intentado dar cuenta de la cantidad y características de las pinturas plasmadas en las piedras del Parque Arqueológico y ofrecer explicación a su posible sentido, función y significación; hipótesis que, aunque sugerentes, deben ser interpretadas como versiones particulares (de cada investigador y de cada momento histórico en que fueron formuladas) pues no han podido ser comprobadas y deben aún ser revisadas y discutidas antes de ser consideradas como verdades irrefutables.

8. Tradición oral y memoria visual. Visiones, versiones y resignificaciones

Además de la extensa bibliografía que viajeros, investigadores y académicos han escrito sobre el Parque Arqueológico y su arte rupestre, existen también otra gran cantidad de versiones, no menos válidas, que dan cuenta de su historia y significación; estas reposan en la memoria que guardan y cuentan los habitantes de Facatativá, en especial sus adultos mayores, quienes han sido testigos de primera del acontecer del Parque. De igual manera, en los últimos años se han dado a conocer las versiones y resignificaciones que dan a este lugar algunas comunidades indígenas (y otras que han venido autoreconociéndose como tales), que suman nuevas formas de interpretarlo atribuyéndole incluso connotaciones espirituales. Todas estas maneras de ver son importantes porque aportan a la valoración, y por ende a la preservación, de este importante espacio del patrimonio cultural de Colombia como país pluriétnico y multicultural.

9. Las piedras como memoria. Historia del Parque Arqueológico de Facatativá

La historia del Parque Arqueológico de Facatativá se remonta a 1889: más de un siglo de un largo y difícil peregrinar salpicado de discursos, decretos, leyes, promesas, frustraciones… y finalmente de esperanzas y realizaciones. En este capítulo se describe la manera como este lugar se constituyó en lo que hoy representa: un sinigual espacio del patrimonio cultural, arqueológico y natural, no solo de los facatativeños sino de toda la Nación colombiana, el cual, a pesar de su delicado estado de conservación, merece rescatarse, preservarse y divulgarse para el conocimiento y disfrute de la población actual y de las futuras generaciones.


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Cómo citar este artículo:

Martínez Celis, Diego y Botiva Contreras, Álvaro. Compendio documental del Parque Arqueológico de Facatativá. Insumo para su interpretación integral
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/compendiofacatativa.html

2013


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