|
|
||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Introducción Fue por 1980, cuando era estudiante de la carrera de Antropología Social, en la Universidad Autónoma de Nuevo León, tuvimos el primer contacto con zonas de arte rupestre de la entidad, en este caso fue la zona de Cueva Ahumada y Los Fierro, ambas en el Municipio de García. Bajo la guía del maestro William Breen Murray fue nuestra primera visita a los espacios rupestres en Coahuila y Nuevo León. Tenía 17 años y hemos de aceptar que desde hace tiempo se quedó grabada en nuestra mente esas imágenes gráfico rupestres. Al paso del tiempo nos dedicamos a la investigación social y posteriormente a una carrera dentro del periodismo en medios impresos, televisivos y radiales en Monterrey, Nuevo León. Dentro de las labores que se realizamos dentro del área del periodismo tuvimos la oportunidad de recorrer algunas comunidades en el área rural de Nuevo León donde se daba a conocer las condiciones de pobreza y como sobrevive la gente en esos lugares. Alejado de la investigación de las pandillas juveniles y la subcultura que gira alrededor de la música colombiana en Monterrey, a causa de las condiciones de inseguridad que azotaban a los barrios y colonias de Monterrey, nos dimos a la tarea de recorrer aquellos espacios donde los antiguos grupos de cazadores recolectores dejaron huella de su existencia en la roca.
A menudo al pasar por las crestas rocosas nos percatamos de la existencia de petrograbados y pinturas rupestres y con frecuencia publicábamos crónicas y reportajes acerca de los vestigios arqueológicos, que por cierto eran bastante bien recibidos por parte de la audiencia. Fue a principios del 2007 que nos dimos a la tarea de comenzar a recopilar un acervo fotográfico de zonas con pinturas rupestres y petroglifos en la región limítrofe de Nuevo León y Coahuila. Las salidas a estos lugares se hicieron frecuentes y en las visitas tuvimos la oportunidad de contactar a Rufino Rodríguez Garza, cronista y explorador radicado en Saltillo, Coahuila, originario de Los Ramones, Nuevo León. Tras una serie de salidas algunos sitios en los municipios de Mina y Ramos Arizpe, para julio de ese mismo año tuvimos la oportunidad de visitar un punto conocido como “Fraustro”, en el ejido que lleva el mismo nombre y que se ubica muy cerca de la carretera 57 México-Piedras Negras en el municipio de Ramos Arizpe, Coahuila. Acudimos a ese espacio, dada la insistencia de Rufino Rodríguez, quien con frecuencia comentaba la existencia de cornamentas de borrego cimarrón en un sitio ubicado en el interior de una serie de cañones y lomas, rodeados por una sierra muy alta. Recordamos bastante bien esa primera visita pues se trataba de la temporada de verano y la temperatura superaba los 40 grados. A partir de esa visita tomamos la determinación de llevar a cabo un trabajo que documente la presencia del óvido en esta región de México.
Actualmente el borrego cimarrón es una de las piezas más cotizadas por los cazadores profesionales por lo que lleva implícita una carga simbólica muy fuerte que convierte al cazador que logre obtener una pieza de este mamífero como un auténtico campeón.
De esta manera y bajo la lógica de la sobrevivencia, cazar un borrego cimarrón para los antiguos grupos de cazadores prehistóricos era una especie de trofeo que le dotaba un status importante. No olvidemos que este animal ocupaba un espacio significativo en su dieta y ciertas partes del borrego eran de mucha utilidad pues eran usadas en la vestimenta y seguramente su cornamenta fue un implemento importante en sus rituales religiosos. El Rey de las montañas El borrego cimarrón desapareció de las sierras de Nuevo León y Coahuila no obstante en las rocas las manifestaciones gráfico rupestres son la prueba de su existencia. Este trabajo bien puede servir como un documento para alentar a las personas interesadas en introducir al cimarrón en su hábitat ancestral que son las sierras ubicadas al oriente de Coahuila y al poniente de Nuevo León. Ya es tiempo de volver a ver al borrego escalando las crestas rocosas en las amplias serranías de Ramos Arizpe en Coahuila y Mina y García en Nuevo León.
Esparcidas en los abrigos y paredes rocosas del noreste de México la figura del cimarrón es la prueba de la presencia de este mamífero en una amplia zona de la región limítrofe del sur del estado de Coahuila con el poniente de Nuevo León. El borrego cimarrón se convirtió en una parte elemental en la vida de los antiguos grupos de cazadores recolectores y seguramente estaba relacionado con cierto tipo de culto totémico, incorporado a conteos astronómicos y un culto lunar como sucedía en las tribus de los estados mexicanos del noroeste de México. La evidencia arqueológica indica que esta especie habitaba en lugares sumamente accidentados en las montañas del extremo oriental del gran desierto chihuahuense. Extinto a principios de la década de los cuarenta del siglo pasado, su existencia ha quedado tatuada en los frontones pétreos. Aunque generalmente se asocia al cimarrón a los estados mexicanos de Baja California, Baja California Sur, Sonora y Chihuahua, también habitó esta parte del noreste de México. Hoy en día el borrego ya no corre por las laderas accidentadas de los cerros y no hay grupos de cazadores que corran tras ellos, cuando menos, es muy importante documentar su existencia en la línea de tiempo. La finalidad del trabajo Por muchas razones este trabajo no pretende revivir fantasmas, más bien busca dar a conocer la existencia en la región de estos animales cuya presencia se ha perdido en el tiempo, de igual forma de los autores de estas magníficas manifestaciones rupestres. El objetivo de este artículo es retomar el trabajo de algunos especialistas como es el caso como William Breen Murray quien se percató de la presencia del borrego cimarrón hace 30 años en el corazón de la zona serrana de Mina, Nuevo León, en el sitio San Bernabé, este trabajo, aparece publicado en el libro Expresión y Memoria de Carlos Viramontes publicado en 1999. El espacio donde se encuentran las representaciones de los óvidos descritas por Breen Murray se encuentra entre dos crestas donde abundan charcos de agua producto de los escurrimientos de las montañas circundantes. Actualmente el panorama de este mamífero ha cambiado radicalmente, gracias al esfuerzo de muchas personas que buscan devolver al animal a su hábitat milenario; de hecho ha sido reintroducido en algunas zonas de Coahuila y Nuevo León donde ya se encontraba extinto. Es de vital importancia tomar en cuenta aquellos puntos dónde ha quedado la prueba de la existencia del óvido, a través de la gráfica rupestre, ya que en estas zonas históricamente los trazos demuestran que fue el hábitat del cimarrón. Los pobladores originales sabían perfectamente los secretos del medio circundante y conocían el paso de las estaciones, con ello los tiempos de recolección y la época ideal para la caza. Resulta paradójico que sólo queden como prueba de su existencia los petroglifos de las cornamentas, y que en este caso, tanto los autores de las pictografías y los borregos cimarrones ya se encuentren extintos en esta región de México. Es por lo tanto de suma importancia el hecho de recuperar la memoria perdida en la roca. Por el número de sitios y representaciones grafico rupestres, inferimos que el borrego era una de las especies cazadas por los integrantes de las tribus antiguas. Se podría decir que eran todos unos expertos en el arte de la caza de este animal. Población a la baja Las poblaciones de borrego cimarrón han sido drásticamente afectadas durante el presente siglo. Se ha calculado que antes de la llegada de los españoles existían en Norteamérica entre 1.5 y 2 millones de borregos. En 1978 se calculó que sobrevivían entre quince y veinte mil en toda el área de distribución. Esta cifra parece ser excesivamente pesimista, aunque es evidente que la reducción en números es muy drástica. Las principales causas del exceso de mortalidad parecen ser la cacería ilegal y el contacto con ganado con quien compite y le transmite enfermedades. (Lee, 2000).
El género Ovis apareció en Asia en el periodo Plio-Pleistoceno hace 1,8 - 2,4 millones de años (Kordos 2000). Con el descubrimiento de fósiles de ovinos salvajes en el sur del continente europeo, correspondientes a la mitad del periodo Pleistoceno, indican la existencia de muflones en Eurasia desde hace cientos de miles de años. Restos óseo del Ovis ammon antiqua (Argali), muestran que hace 440.000 años el hombre ya cazaba ovinos silvestres. (Rivals 2006).
Actualmente se pueden encontrar borregos en casi todos los continentes pero el área natural del género Ovis se remite a Asia y Norteamérica y se divide en cinco especies: Argalí (Ovis ammon), muflón oriental – Urial (Ovis orientalis), Muflón siberiano (Ovis nivicola), muflón de Dall (Ovis dalli) y borrego cimarrón (Ovis canadensis). (Lee, 1989). A continuación llevaremos a cabo un recorrido en el tiempo donde analizaremos la ruta del borrego cimarrón desde Eurasia hasta el Continente Americano trazando una línea de espacio y tiempo hasta llegar al Noroeste de México y termina con la extinción de este mamífero en Coahuila y Nuevo León Los resultados apoyan un origen asiático del género Ovis, seguida de una migración a América del Norte a través del noreste de Asia, pasando por el estrecho de Bering. Las derivaciones muestran que la evolución del género Ovis es un ejemplo notable de acontecimientos de diferenciación en eventos sucesivos que ocurren a lo largo de las rutas de migración desde un área ancestral.
Fue entonces que en algún momento que el hombre temprano en América comenzó a identificar y reverenciar a los animales que habitaban la vastedad del inmenso territorio, especialmente aquellos que valoraban y les eran de mucha utilidad como el borrego de donde obtenían alimento y elaboraban ropa. Es fácil inferir que las tribus arcaicas mantuvieron una estrecha relación con el borrego cimarrón, al grado de inmortalizarlo con imágenes grabadas pintadas en los acantilados, cuevas, paredes y rocas. Borrego Cimarrón en México En nuestro país se encuentran tres del todas las subespecies del Ovis canadensis véase la anterior figura. Se calcula, de acuerdo a Lee que el número máximo de ejemplares alcanzado por la especie fue de aproximadamente 2 millones; actualmente las poblaciones actuales ocupan un 4% del área de distribución histórica y se estima una población de 25,000 ejemplares, de los cuales 6,000 se encuentran en México y el resto en los Estados Unidos (INE 2000, 17). En México se encuentran tres de las siete subespecies reconocidas, corresponden a la variedad del desierto: O. C.Cremnobates o cimarrón café en Baja California; O. C. Weemsi o cimarrón rojo en Baja California Sur; y O. C. Mexicana o cimarrón gris en Sonora.
Existen incluso evidencias (restos óseos) de la presencia de estos animales en Tula, Hidalgo lo cual supone que existió un intercambio de productos de muy alto valor entre pobladores del centro y norte de nuestro país. (Valadez Azúa, 2003), solo por comentar, el punto geográfico más cercano con evidencia de borrego cimarrón en el poniente de Nuevo León y el sur de Coahuila.
El culto al borrego cimarrón y con ellos el simbolismo añadido, se remonta desde la llegada del hombre primitivo a América, y es muy probable que haya sido una de las presas perseguida por el hombre cuando paso de Asia al continente americano. Considerado seguramente como una deidad, el hecho se ve reflejado en los petroglifos y las pinturas rupestres que abundan en algunos puntos del sur de los Estados Unidos y noroeste de México. La ruta milenaria del borrego cimarrón Los especialistas han llegado a la unánime conclusión sobre el origen de los primeros americanos cuyos ancestros salieron del norte de Asia y entraron en el Nuevo Mundo. Su llegada debió ocurrir de forma accidental, caminando tras los animales que les servían de sustento. El culto del borrego cimarrón se encuentra difundido a lo largo de la geografía de América del Norte donde investigadores han documentado su coexistencia con los grupos humanos. A continuación se presenta este cuadro de Alberto Tapia Landeros donde resume la asociación Homo Ovis a través del tiempo.
Tapia Landero llevo a cabo una revisión de la literatura sobre la investigación de la gráfica rupestre del borrego cimarrón y enumera la cantidad de sitios con pictografías del óvido en la geografía de Norteamérica.
Los datos del cuadro anterior corresponden a investigaciones realizadas hasta 1980 contenidas en el libro The Desert Bighorn Gale Monson, mismos que fueron retomados por María Teresa Uriarte en su libro Pintura Rupestre en Baja California y citados por Tapia Landeros, 1997(Monson 1997).
Para el caso de Nuevo León y Coahuila, hasta ahora se han documentado 29 sitios con gráfica rupestre de borrego cimarrón en los municipios de Ramos Arizpe, Mina y García. Aunque hay aclarar que su número puede aumentar debido a que todavía hay lugares por documentar, especialmente en puntos de Coahuila en los municipios de General Cepeda, Castaños, Parras, Ocampo y Cuatro Ciénegas, en cambio para Nuevo León se estima que puedan existir manifestaciones del óvido en Lampazos, Bustamante, Sabinas Hidalgo y Villaldama, entre otras localidades más. El Borrego Cimarrón en la gráfica rupestre de Nuevo León y Coahuila La primera referencia que se tiene de la presencia de esta especie, en las manifestaciones gráfico rupestres en el Noreste de México, se remonta a los trabajos de William Breen Murray, el trabajo de Murray aparece en el libro “Expresión y Memoria. (Viramontes, 1999) Estas investigaciones se llevaron a cabo hacia finales de los años setentas y principios de los años ochenta y fue en el sitio llamado San Bernabé, ubicado muy cerca del Cerro de la Popa, en Mina, Nuevo León. Desafortunadamente hoy en día este sitio está prohibido al paso de la gente debido a que en este lugar se ubica un confinamiento de desechos tóxicos, (Rimsa), por lo el acceso ha quedado restringido, triste destino a este sitio emblemático en la investigación del arte rupestre en el noreste de México.
Las investigaciones de William Breen Murray y el acervo fotográfico que posee del lugar quedan como testimonio del sitio enclaustrado en los cañones y crestas rocosas de Mina, Nuevo León. (Murray 1999) Pocas son las personas que han investigado a detalle la presencia del cimarrón en el noreste mexicano, los esfuerzos de Rufino Rodríguez; José Flores Ventura y Ariel Colín, radicados en la ciudad de Saltillo, Coahuila, han documentado más de una docena de puntos con gráfica rupestre del óvido. Alejandro Arizpe y José Armando Martínez han visitado sitios con presencia grafica rupestre de este mamífero; el primero agrónomo y el segundo ingeniero mecánico, ambos poseen un colección fotográfica bastante amplia de los trazos de los antiguos pobladores de Nuevo León y Coahuila. Antonio Cárdenas Hinojosa ha fotografiado infinidad de sitios donde se encuentran vestigios de borrego en Mina, Nuevo León. Alejandro Espinoza, biólogo de profesión e investigador de la empresa Cementos Mexicanos (Cemex), se ha dado a la tarea de recorrer algunos puntos del oriente de Coahuila y el poniente de Nuevo León en busca de sitios arqueológicos con manifestaciones rupestres de cornamentas de borrego con la finalidad de implementar un programa de reintroducción de los cimarrones a su antiguo hábitat natural. La región donde se encuentran los motivos rupestres
asociados al borrego cimarrón se localiza en las serranías del oriente de
Ramos Arizpe en Coahuila y en la zona poniente de Mina y García en Nuevo León,
se trata de una porción de la Sierra Madre Oriental cuya orografía se
caracterizada por barrancos y lomeríos con pendientes bastante escarpadas.
Nuevo León 1. San
Bernabé Coahuila 1. Fraustro En por lo menos en 29 sitios hay evidencias de la presencia del borrego cimarrón en los estados de Nuevo León y Coahuila. Una amplia zona que corresponde al extremo sur oriental del Desierto Chihuahuense delimitada por la Sierra Madre Oriental y que marca el ascenso hacía la altiplanicie mexicana. En los puntos con grafica rupestre literalmente se pueden apreciar todo tipo de formas y la conformación orográfica seguramente hacía de los sitio puntos ideales para la cacería especialmente aquella derivada de la acción grupal. Las tribus de cazadores recolectores que plasmaron en la roca las manifestaciones de rupestres de borrego cimarrón es muy probable que hayan vivido por miles de años teniendo una forma de vida semi-nómada, denominada nucleación cíclica, (Turpin, 2002) donde se trasladaban de un lugar a otro plasmando en la roca los elementos de su cosmología. Pensamiento religioso donde detallaron fielmente la fauna, la flora, la tecnología usada en la cacería y la forma de medir el tiempo, entre otros motivos más.
Tomando en cuenta la costumbre de plasmar tanto la cornamenta del borrego y las astas del venado en los motivos rupestres es posible afirmar que está práctica bien se puede tratar de un culto específico a los cuernos y las astas, una creencia que se remonta a lo largo de milenios en esta región, cuya antigüedad puede alcanzar desde los siete mil años hasta el 1500 de nuestra era. Con la llegada de los españoles, el destino no fue nada halagador para los borregos cimarrones ya que venían arrastrando presiones por parte del cambio climático y con el arribo del ganado ovino encontraron mayor coacción por lo que se refugiaron en lugares de difícil acceso, huyendo de sus antiguos terrenos para resguardarse y sobrevivir en lo más recóndito de la Sierra Madre Oriental. Divinidad Milenaria El culto a la cornamenta fue una creencia muy extendida en la región donde habitó el cimarrón y como elemento religioso estuvo arraigado en los antiguos parajes de Nuevo León y Coahuila y obedece tal vez a la importancia que tenía este animal en sus costumbres ancestrales ya que al ser muy escurridizo seguramente era visto como un trofeo para los antiguos grupos. Cazar un borrego dotaba a los antiguos cazadores de un status superior y que para llegar a cazarlo recurrirán a ciertos rituales para ser favorecidos, por lo que deducimos que los grabados en gran medida eran una especie de plegaria para el buen resultado de las jornadas de caza.
Estilísticamente hablando se pueden catalogar 7 estilos diferentes de plasmar la cornamenta en la roca en el Noreste de México. Los estilos corresponden específicamente al nombre de los sitios donde fueron imprimidas las manifestaciones del óvido. Hay que señalar que son pocas las representaciones del cuerpo completo del borrego, solamente existe una y se encontró en el Cañón de Eslabones y retrata al mamífero saltando, tal vez escapando de una cacería pues se le observa en actitud dinámica en franca huida del cazador.
La otra manifestación especial de cornamenta de borrego cimarrón le encontramos en el sitio Chiquhuitillos, el punto más lejano dónde se ubican manifestaciones de este mamífero, se trata de una pintura y se encuentra en lo alto de una loma, justo al lado de la de un antropomorfo qué tiene figura de un chamán, que aparentemente se encuentra en trance y que posee pies de oso.
Salvo estas dos manifestaciones, hasta ahora, la mayor parte de los motivos rupestres del borrego plasman específicamente la cornamenta y las huellas. El lugar con las mayores manifestaciones del óvido en el Noreste de México es Ojo Frío y su área cercana en Nuevo León, Otros puntos de esta entidad, como Cañada El Marrón y la serranía cercana a Los Gemelos, en Mina, tienen un considerable número de grabados con estas representaciones. En Coahuila corresponde a los sitios de Fraustro y Cañón de Eslabones en Ramos Arizpe. En su conjunto la zona borreguera con mayor cantidad de manifestaciones de borrego cimarrón, en ambos estados es el conjunto de serranías circulares, un territorio cerrado de lomas altas y bajas, que solamente tiene cuatro accesos, Ojo Frío, Cañón del Marrón, El Delgado y Boca de Potrerillos. En estos lugares hace miles de años había un ecosistema completamente distinto al que hay ahora pues se trataba de lugares con bastante humedad.
A continuación se analizan a detalle los 7 estilos de grabados de borrego cimarrón en el área de estudio:
Espacios de caza En su conjunto, para Nuevo León y Coahuila, los espacios con gráfica de borrego cimarrón podríamos decir fueron áreas que seguramente estuvieron dedicadas a la cacería y por consiguiente los antiguos artistas prehistóricos elaboraron una serie de trazos con la finalidad de “favorecer” al cazador, por lo que artefactos como los atlatls, las puntas de proyectil, semiotizaban las piedras en lugares especiales donde la presa estaba al alcance del cazador.
Vale la pena insistir que en este tipo de acción intervenía tanto el elemento religioso, pues por un lado, a través de los petroglifos o pinturas rupestres, donde pedían a las deidades que le fuera bien en la jornada de cacería ya que ello dependía la existencia del grupo donde una buena caza significa bastante alimento.
Por otro lado el conocimiento ancestral provocó que los antiguos grupos de cazadores se convirtieran en expertos en la sobrevivencia y para lograrlo tenían que valerse de todo. Leticia González Arratia ha comentado que en la existencia cotidiana de los grupos de cazadores recolectores nada sucede al azar y que todo obedece a una causa. Traslapando la afirmación anterior es muy probable que la certeza en la cacería en mucho se debiera al ancestral conocimiento acumulado, lo que convertía a los miembros de las tribus en expertos de su medio ambiente circundante.
Los motivos rupestres que predominan en la mayoría de los sitos asociados al borrego cimarrón se relacionan con la cacería y en algunos casos a cuestiones astronómicas. A detalle se pueden ver astas de venado, cuernos de borrego, infinidad de puntas de proyectil y algunos de los elementos gráficos corresponden al estilo La Mula Pelillal, toda una tradición que toma ese nombre por Presa de la Mula, en Mina y el Valle de Pelillal, en Ramos Arizpe; un estilo cuya extensión comprende 800 kilómetros cuadrados e incluye a los dos estados. Estilísticamente hablando La Mula Pelillal se define por representaciones de atlatls, cuchillos enmangados, puntas de proyectil, cornamentas de borrego, astas de venado, vulvas, huellas además de la recurrencia de pinturas y grabados de pies y manos. (Rodríguez, Rufino 2014).
Las cornamentas y las astas pueden tener una estrecha relación con el pensamiento mágico de los cazadores prehistóricos en su afán de obtener buenos resultados en la cacería. Llama la atención los espectaculares trazos de astas de venado, cola blanca y bura, esparcidas en las rocas de este territorio, lo que significa un culto localizado.
Otro punto donde se puede apreciar los motivos de atlats elaborados en puntos estratégicos es El Delgado, una comunidad de Mina Nuevo León donde los naturales emboscaban a sus presas. La presencia del borrego cimarrón y él venado se pueden apreciar en algunos petroglifos localizados en parte alta del cerro hasta la planicie donde se encuentran las casas del poblado En lo alto de una enorme pared rocosa se encuentran 16 atlatls, bastante bien detallados en la roca los cuales de acuerdo a lo esquemático del dibujo nos pueden dar una idea de su antigüedad. Los petroglifos del arma arrojadiza representan una de las mayores concentraciones de este motivo en el noreste de México, de hecho el lugar bien pudo ser un punto donde se lanzaba esta arma a las presas en sus persecuciones.
El hábitat de borrego cimarrón caracterizado por pendientes inclinadas y salientes rocosas, con vegetación baja y abierta se puede apreciar bastante bien en El Delgado, una localidad, ubicada a 30 kilómetros de García, Nuevo León, ciudad ubicada dentro de Monterrey y su Área Metropolitana. Puerto Cardonal, lugar que se encuentra en el kilómetro 42 de la carretera Saltillo Piedras Negras en Ramos Arizpe. Coahuila ilustra el mismo patrón de petrograbado de atlatls impresos en sitios estratégicos. Este lugar es conocido por la cantidad de esta arma tallada en las piedras. Sólo en una gran roca los grupos de cazadores antiguos grabaron 39 de estos y a lo largo de las crestas rocosas hay muchos más.
En una enorme roca, que domina el panorama, los antiguos habitantes del noreste de México plasmaron el armamento para llevar a cabo sus cacerías. En la roca de detalla muy bien los atlatls y su localización es por demás explicita por su ubicación en un lugar alto donde le daba ventaja al tirador de la lanza. En esta foto de José Flores Ventura se puede apreciar la varidedad del arsenal utilizado por los cazadores, además en otras piedras de Puerto Cardonal existen grabados de cornamentas de borrego, probable indicio de que ahí fue cazado.
Los trabajos de campo llevados a cabo por Héctor Lazcano y William Breen Murray se basan en la premisa de que las representaciones del átlatl en lo alto de los cerros indican los lugares donde se apostaban los cazadores. “La proposición de que los grabados se localizan en lugares que ofrecen ventaja a los cazadores, y que la cacería no sería individual sino en grupo”. De hecho los dos lugares que describimos como El Delgado y Puerto Cardonal fueron visitados por los dos especialistas pues ambos lugares son verdaderas trampas naturales que ofrecen ventajas para los cazadores para que se escondieran mientras cazaban a sus presas. Murray y Lazcano visitaron Boca de Potrerillos, Icamole, Presa la Mula, todos en Nuevo León. Durante varios meses estuvieron en diversos sitios en donde hay grabados de átlatl para llevar a cabo el experimento de tirar con uno de éstos desde donde había grabados.
Donde se comprobó cono válida la a hipótesis del Dr. Breen Murray pues muchos grabados indican puntos que en gran medida eran de suma de utilidad para la cacería. “Los experimentos de tiro en los sitios rupestres demostraron un patrón estratégico consistente. La cacería era una actividad colectiva en torno a blancos fijos y los grabados de atlatls marcaban los lugares estratégicos de los tiradores. El tiro era siempre de arriba hacia abajo, aprovechando así la gravedad para aumentar la distancia y velocidad del tiro. Los blancos en frente eran de 40-50 m. de distancia, el rango efectivo del arma. Normalmente eran riachuelos u ojos de agua donde los animales vendrían a tomar periódicamente. El paisaje en sí se convertía en una trampa natural, y la colocación de varios tiradores con distintos ángulos aumentaba la probabilidad de éxito y facilitaba la persecución posterior. Con esta táctica, aún el atento y escurridizo venado era una presa accesible para los antiguos cazadores de la Sierra Madre Oriental”, detalla, William Breen Murray. http://www.rupestreweb.info/chichimecas.html
En el ejemplo de la foto anterior podemos afirmar que ambos motivos tienen una estrecha relación y son motivos asociados a una arraigada creencia para obtener una buena caza. Además dado el motivo del atlatl en la roca suponemos que trazo es muy antiguo, anterior a la llegada del arco y la flecha. Aunque en muchos casos no construían verdaderas escenas, pero asociaron signos y figuras, elaborando sintaxis, basadas en secuencias lógicas y asociaciones metafóricas. En tal sentido el hombre se habitaba un ambiente hostil, en donde la magia desempeña una función primordial como forma de sometimiento de las fuerzas que actúan en la naturaleza. Pensamiento Mágico Las escenas relacionadas con la cacería nos brindan pistas de acerca de la existencia un culto al cimarrón, sin embargo, la poca evidencia arqueológica de restos de del borrego en la región es una limitante para poder realizar algunas afirmaciones sustentadas en base a vestigios.
De manera hipotética podríamos decir que en esta zona la caza tuvo periodos de escases y otras de abundancia; seguramente por las presiones climáticas, no obstante, los trazos de las cornamentas y el armamento son un fuerte indicativo del valor especial del animal y la carga simbólica añadida que tenía para las tribus. Lo difícil que significaba ultimar un borrego cimarrón para los cazadores prehistóricos simbolizaba un valor muy especial ya que en la práctica se trata de un animal dificultoso de prender debido a las características propias del óvido.
Para algunos investigadores las escenas de caza como en el caso de Coso Range en California tal vez representan acontecimientos que eran más simbólicos que literales. En el caso de nuestra área de estudio es difícil sustentar una afirmación, pero al menos en la evidencia gráfica podríamos aseverar que en la región de cazó el borrego cimarrón pues este patrón se repite en muchos sitios en los que aparecen los trazos de la cornamenta y el arsenal para cazar al escurridizo mamífero.
En los trazos del cimarrón en Coso Range se aprecian a los chamanes usado tocados parecidos a las cornamentas de borrego, en algunos motivos de esta región se ven figuras antropomorfas, probablemente chamanes dotadas de cuernos. Una de estos motivos lo apreciamos en el sitio Los Fierros en García, Nuevo León.
Podríamos decir que la figura del chaman buscaba asemejarse al borrego para facilitar su caza y adquirir sus características para trasmitirlas a los cazadores.
Por todo lo anterior la gráfica rupestre asociada al borrego bien podría significar una especie de magia simpática.
En la mayor parte de los sitios se observan las cornamentas al lado de los motivos de caza tales como los atlatls y puntas de proyectil.
Consideramos que la pátina en la roca denota que se trata de trazos muy antiguos ya que se pueden apreciar escenas de caza muy arcaicas por el uso del atlatl. Por lo anterior deducimos que la antigüedad corresponde a fechas que se abarcan desde tres mil a los siete mil años. Las cornamentas grabadas en la roca de alguna manera son la primera evidencia del culto al borrego cimarrón.
Para los antiguos grupos de cazadores recolectores la interacción con el medio ambiente y su conocimiento era fundamental para su existencia incluso su sistema de creencias era conceptualizado en base a su ecosistema circundante, sin omitir la influencia de los elementos y seguramente la manera en como interpretaban el paso del tiempo se basaba en la minuciosa observación del firmamento. Las manifestaciones rupestres de alguna forma pueden esbozar el papel importante que debió desempeñar la fauna, en su interrelación con el medio y el hombre. Ramón
Viñas, especialista español, investigador de la gráfica rupestre de la
península de Baja California, considera que las representaciones faunísticas demuestran
que los antiguos artistas tenían un conocimiento amplio de los animales representados.
Por lo anterior y aplicado a los motivos faunísticos estas se perciben como señales de las diversas deidades a través de los cuales se manifestaba su propio mundo. Viñas acota que aspectos como la misma cacería debió estar
llena de peligros mágicos; pues el hecho de realizar acciones que pudieran
afligir a los dioses o interferir en el equilibrio cósmico establecido, debió
causar cierto temor, un desconcierto que fue compensado mediante ceremonias,
rituales, oraciones, danzas, propiciaciones y representaciones, realizadas en
las cuevas, abrigos y lugares de culto.
Para el investigador catalán a través de la gráfica rupestre es fácil inferir que los grupos de cazadores que cazan animales o los que desentierran raíces, o bien los que consumen serpientes, son entidades que interactúan entre sí, representaran regiones de lo sagrado que se tocan; constituyendo elementos del cosmos que entran en contacto y en movimiento conjunto. De tal manera Viñas deja entrever que si una criatura duerme de día será asociada con la noche; otra que emita un sonido especial, en cierta época del año, se relacionará con ese periodo. Tomando en cuenta lo anterior, el investigador español sostiene
que los ciclos de los animales también fueron puestos en relación con otros
ciclos: ciclos circadianos, ciclos estaciónales y ciclos vitales de diversas duraciones.
Algunas etnias de Baja California visualizan al borrego como un animal sagrado
hecho que a quedado plasmado en infinidad de mitos que han pasado de generación
en generación.
Constelación del borrego “Al señor de estas tierras le gustaba, más que ningún otro platillo, el tuétano de borrego. Su engendro, la criatura que se sienta en la tierra, solía cazar borregos para él. Pero después de un tiempo, la criatura que se sienta en la tierra pensó: "¿por qué no los cazo para mí mismo? me gustaría saber a qué saben". Probó un poco: "mmm... ¡absolutamente delicioso!" Así que se dio un banquete. Preparó una salsa con la sangre y doró las vísceras, y regresó a la casa de su padre, el señor de estas tierras.
El viejo señor buscó el tuétano del borrego entre la salsa y las vísceras fritas, y no lo halló. Se lavó las manos con tierra y se alejó. El hijo se sintió ofendido: "¿Por qué no comes lo que te he traído?" El padre no contestó y se alejó aún más. En verdad estaba enojado. El hijo pensó: "he ido a cazar para él en vano". Furioso, salió de nuevo a cazar. Buscó en el sur y no encontró un sólo borrego; fue hacia la costa del pacífico y el cimarrón lo eludió. Probó suerte en el este y no vio nada. Por fin divisó un hato cruzando las montañas del desierto de San Felipe. El mayor guiaba a las hembras y a los jóvenes por las crestas, hacia su hogar, en ascensión.
Les tendió una celada y disparó a un joven carnero que iba a la mitad del grupo. La flecha entró por una de las patas delanteras, se hizo astillas y luego comenzó a descascararse, mientras el resto seguía su viaje ahora presuroso y se lanzaba a través del Golfo de California, pues es ahí por donde aparece la constelación del borrego, en el cinturón de Orión. El joven borrego herido tampoco se detuvo. Desde entonces la maza que vemos en el cielo abierto es la flecha hecha astillas”. GrÁfica rupestre comparativa del borrego cimarrÓn En este apartado vamos a abordar un pequeño análisis comparativo de la gráfica rupestre del borrego cimarrón en otros lugares como es el caso de California (Coso Range), Península de Baja California y el Noreste de México. Lo anterior con el objetivo de brindar una introducción a la iconografía de este mamífero y la importancia que el óvido tenía para las culturas antiguas. En el caso de Coso Range, la mayor parte de los motivos rupestres del cimarrón fueron plasmados en la roca como petroglifos en donde se detallan escenas de cacería, algunos motivos detallan al animal completo, algunas veces flechado y en otras solamente aparece solo su cornamenta.
Las figuras de los chamanes están presentes y son uno de los motivos más recurrentes, junto al del borrego y el arsenal para cazarlo.
Alan Garfinkel, quien ha investigado a detalle algunos puntos como Coso Range llega a la conclusión que este lugar tiene connotaciones mágico religiosas relacionadas con el buen resultado en las jornadas de cacería. (Garfinkel, 2002) Para el investigador norteamericano las imágenes se elaboraron teniendo el deseo aumentar el número de animales para la caza, asegurando el suministro de alimentos mágicamente. Los paneles Coso están repletos infinidad de escenas de cacería en las que se aprecia a los borregos que salen de rocas y grietas de las paredes del cañón.
Coincidimos con Alan Garfinkel cuando afirma que los elementos narrativos de estas composiciones corresponden a las creencias de la mitología y aumento de borregos para dar alimento a la tribu y llevar de vuelta a la vida a los óvidos muertos en la caza.
En la Península de Baja California, los borregos fueron representados de cuerpo entero y forman parte de la tradición de grandes murales de esta región del noroeste mexicano.
Algunas de las características las pinturas de manera general guardan semejanza con las pinturas del arte prehistórico europeo ya que las de Baja California no muestran detalles del cuerpo y suelen ser siempre mayores que el tamaño natural. En algunos casos la mitad del cuerpo se pinta roja y la otra negra, aunque también las hay de un solo color; todas muestran un ser humano de frente, con los pies separados.
Las manifestaciones gráfico rupestres del borrego cimarrón en el noreste de México guardan muchas similitudes con los grabados elaborados en California y en algunos puntos de Sonora en estos lugares predominan los grabados de cornamentas además del armamento con el que ultima van a los mamíferos lo anterior llama la atención y puede ser digno de un trabajo que analice el significado que tuvieron estos motivos para los antiguos grupo de cazadores recolectores.
En el caso del noreste de México predominan los grabados de las cornamentas del borrego, huellas y el armamento. Es decir estas manifestaciones rupestres estaban íntimamente relacionadas con aspectos rituales de la vida religiosa, incluso algunos motivos ligados a la cacería pueden ser vistos como metáforas para tener buen resultado en la caza.
Es fácil encontrar figuras antropomorfas que se puede tratar de chamanes en posición de trance y no sería dudoso, debido a que en las cercanías de los puntos abunda una cactácea alucinógena llamada peyote.
En caso de California y el noreste de México hay muchas similitudes en los trazos de las cornamentas el aspecto religioso relacionado al borrego cimarrón salta a la vista.
Algunos investigadores como es el caso de Breen Murray relaciona las astas de venado con el ciclo solar y ciertamente en algunos grabados hemos observado como los antiguos artistas plasmaron las astas del venado como si se tratase de un sol. Por otra parte, algunos investigadores en Baja California han vinculado al borrego cimarrón con el inicio de la temporada invernal, que es el inicio del periodo de celo del mamífero ocurre principalmente en los meses de noviembre.
Esta temporada es la época en la que se presenta el cambio de temperatura y marca el inicio de las noches más largas y concuerda con ciclos de mayor humedad y bajas temperaturas, por tal motivo no es de extrañar que la figura del borrego cimarrón tenga íntima relación con la luna y la aparición en el firmamento de la constelación de Orión.
Los estilos de grabados del suroeste de Estados Unidos tienen ciertas semejanzas y es palpable a simple vista y se relaciona con las técnicas de caza que practicaban los antiguos habitantes de la zona borreguera del noreste de México ya que utilizaban su conocimiento acumulado para ponerlo en práctica en sus cacerías.
En este sentido a través de la gráfica rupestres nos permite darnos cuenta qué tipo de técnica utilizaban para cazar al borrego esta técnica estaba basada en su sabiduría acumulada del medio ambiente y en el conocimiento largamente acumulado sobre el comportamiento del borrego.
A continuación, a través de ilustraciones, se muestra la variedad de estilos de grabados de cornamentas de borrego cimarrón en el noreste de México y que agrupan a la mayor parte de los 29 sitios documentados.
1. En meses pasados una nota periodística que advertía sobre la posible de extinción del borrego cimarrón en México causo revuelo a nivel nacional y en esta culpaba a la cacería ilegal sea la principal causa de la desaparición del cimarrón. Rápidamente los especialistas lo desmintieron, de manera urgente la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) dio a conocer que existen en México alrededor de nueve mil 360 borregos cimarrón en los estados de Sonora, Baja California, Baja California Sur, Coahuila y Chihuahua. Del total de los ejemplares, cinco mil 660 se encuentran en libertad y tres mil 700 en encierros o confinamientos autorizados. Sin embargo, atrás de lo anterior existe el fantasma de la cacería del animal, como si esta especie emblemática de México sea destinada para satisfacer a los cazadores y economía que rodea lo anterior. 2. A finales del 2014, un grupo de investigadores comandados por Carlos Viramontes Anzures presentaron los resultados de las expediciones llevadas a cabo en las serranías de los estados mexicanos de Querétaro e Hidalgo en donde encontraron infinidad de sitios nuevos y al parecer, al menos en la gráfica rupestre hay indicios de la presencia del óvido en esta parte de Mesoamérica.
La investigación está en ciernes y por sí mismo aporta datos importantes.
3. María de la Luz Gutiérrez Martínez, investigadora de los grandes murales en la Península de Baja California propone que en sitios emblemáticos los grupos de distintos linajes se juntaban para el intercambio de materias primas, cacería comunal, arreglos matrimoniales y la celebración de rituales de veneración a los muertos, ancestros y seres mitológicos.
Ahí, los indígenas celebraban ceremonias en las que los especialistas rituales plasmaban las pinturas en estos recintos, otorgándoles gran valor simbólico-identitario. A partir de la deconstrucción de la imaginería, la arqueóloga ha podido distinguir alrededor de 17 linajes. La vinculación de los motivos rupestres como símbolos de forma de agregación es una reflexión novedosa en México y puede ser una fundamentación teórica para futuros trabajos. 4. En cuanto a la especie que plasmada en las rocas del noreste de México la mayoría coincide que se trata del Ovis Canadiensis Mexicana.
Sin embargo la evidencia, algunos trazos de la cornamenta tienen semejanza con el Ovis Canadensis Nelsoni, que bien en la prehistoria pudo haberse desplazado hasta el noreste de México, o bien se pudo tratar de otra especie ahora extinta. Queda mucho por investigar.
5. Son pocos los restos óseos de borrego cimarrón, la investigación está en sus inicios, sin embargo en algunos poblados del municipio de Ocampo, Coahuila, algunas personas tienen cornamentas del óvido en exhibición, no sabemos si se trata de especímenes muertos en cacerías en ranchos cinegéticos o bien sean vestigios antiguos del mamífero.
—¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
2015
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
A. A. Goldenweiser, "Totemism, an Analytical Study", en C. Lévi-Straus, El totemismo en la actualidad, Fondo de Cultura Económica, México, 1978. Arroyo Cabrales, J., Polaco, O.J. Y Johnson, E. La Mastofauna del Cuaternario Tardío en México. INAH SNIB-CONABIO proyecto No. G012. México 2005. Baegert Juan Jacobo. Noticias de la Península Americana de la Baja California. Ed José Porrúa e Hijos. 1942. Bergúa, Historia de las religiones, 3 Vols., Clásicos Bergúa, Madrid, 1964. Brodrick, A. Hougliton, La pintura prehistórica. Fondo de Cultura Económica., México, 1956. Brandon, S. G. F., Diccionario de religiones comparadas, "animales". 2 Vols. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975. Clottes, Jean y Lewis-Williams, David. Los chamanes de la Prehistoria. Ariel. España, 2001. Costa, Jean-Patrick. Los chamanes. Siglo XXI. 2003. Eliade, Mircea. El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México, 2009. Garfinkel et al. The Identification of Prehistoric Aboriginal Groups through Study of Rock Art, in Pictographs of the Coso Region Bakersfield College Publications in Archaeology, 1982. Garfinkel, A.P. Dating ‘‘Classic’’ Coso style sheep petroglyphs in the Coso Range and El Paso Mountains: implications for regional prehistory. Society for California Archaeology Newsletter , 2003. Garfinkel, A.P. Paradigm shifts, rock art theory, and the Coso sheep cult of eastern California. North American Archaeologist. 2006. Garfinkel, A.P., 2007. Archaeology and rock art of the eastern Sierra and Great Basin frontier. Maturango Museum Publication Number 22. Maturango Museum. 2007. Garfinkel, A.P., Austin, D., Earle, D., Williams, H. Myth, ritual, and rock art: Coso decorated animal humans and the animal master. Rock Art Research. 2009. Garfinkel, A.P., Marcom, G., Schiffman, R.A., 2007. Culture crisis and rock art intensification: Numic ghost dance paintings and Coso representational. In: Christensen, D., Whitehead, P. (Eds.), American Indian Rock Art, vol. 33. American Rock Art Research Association, Tucson, Arizona, 2009. Harner, Michael. Alucinógenos y chamanismo. Ahimsa Editorial. 2001. Hiendleder, S., B. Kaupe, R.Wassmuth and A. Janke. Molecular analysis of wild and domestic sheep questions current nomenclature and provides evidence for domestication from two different subspecies. rspb.royalsocietypublishing.org 2002. Instituto Nacional de Ecología. Estrategias de conservación en México para el borrego cimarrón (Ovis canadensis) y el berrendo (Antilocapra americana), México, 2000. Köning, Franz, Diccionario de las religiones Sección de Teología y Filosofía, "Totemismo". Editorial Herder, Barcelona, 1964. Kordos L. Fossil ovinae in the Carpathian basin. International .In:Proceedings of the third International Symposium in Mouflon, ed. Náhlik A y Uloth. Sopron, Hungary, 2000. Lazcano, Fernández, Héctor. El átlatl en la historia. CiENCiAUANL. Vol. III, Núm. 1, Ene.-Mar., 2010. Lee, R. The Desert Bighorn Sheep in Arizona. The University of Arizona Press. Tucson. 1989. Lee, R. Bighorn sheep hunting. in R. Lee, editor. The desert bighorn 1989. Lee, R. Status of bighorn sheep in Mexico. Desert Bighorn Council Transactions.2000. Lee, R. Mexico’s wild sheep. Desert Bighorn Council Transactions Desert Bighorn Council Transactions. 2009. Lee, R., and E. Mellink. Status of bighorn sheep in Mexico. Desert Bighorn Council Transactions. 1996. Lee, R., and J. Segundo. Status report on desert bighorn sheep in various states in Mexico. Desert Bighorn Council Transactions. 2011. Murray, Breen. San Bernabé, Nuevo León: lugar de cazadores, en Expresión y memoria: pintura rupestre y petrograbados en las sociedades en el norte de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México, 1999. Murray, William and Héctor Lazcano. Átlatl Hunters of the Sierra Madre Oriental (México). American Indian Rock Art, Vol. 27, 2001. Narby, Jeremy y Huxley, Francis. Chamanes a través de los tiempos Quinientos años en la senda del conocimiento. Kairós. 2005. Pijoan, José, Arte de los pueblos aborígenes. Suma-Artis, Historia General del Arte, Vol. I, Espasa-Calpe, Madrid, 1966 Poveda, José y otros (1997). Chamanismo, el arte natural de curar. Temas de Hoy. 1997. Ramírez Almaraz, Jesús Gerardo. Los grupos indígenas en Monterrey Municipio de Monterrey. Monterrey 2009. Ramírez Almaraz, Jesús Gerardo. Naturaleza y Cultura en el Noreste de México. UANL-UDEM,. Monterrey 2013. Rivals F et al. The Middle Pleistocene argali (Ovis ammon antiqua) assemblages at the Caune de l'Arago (Tautavel, Pyrénées-Orientales, France): were prehistoric hunters or carnivores responsible for their accumulation. Articulo en línea, 3 de octubre 2014. Rodríguez Garza, Rufino. Coahuila Rupestre. Municipio de Saltillo, 2014. Rodríguez Rodríguez, Mario Antonio. Caracterización y Análisis de la Genética del Borrego Cimarrón. UNAM, 2010. Rubio i Mora Albert El yacimiento arqueológico de la cueva de El Ratón. Una cueva con pinturas en la sierra de San Francisco Baja California Sur, México. Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia Facultat de Geografia i Història Universitat de Barcelona Septiembre de 2012. Sandoval Rodríguez Yadira. Experiencia en la Conservación del Pueblo Indígena Comcáac. El Caso del Borrego Cimarrón (Mojet). Tesis para obtener el grado de Maestra en Ciencias. Colegio de Sonora, Hermosillo, Sonora Junio 2010. Santos, Joel y Ramón Viñas. Los petrograbados del norte de México. Centro INAH Sinaloa 2005. Tapia Landeros Alberto. Cimarrón: del culto a la cultura del borrego. Universidad de Baja California. UABC, 1997. Tapia Landero Alberto. Homo Ovis Universidad de Baja California. UABC, 2008. Uriarte Castañeda María Teresa. Arte prehispánico en la región del Pacífico, Editorial La Muralla, Madrid, 1982. Uriarte Castañeda María Teresa. Pintura rupestre en Baja California. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 1981. Valadez Azú a Raúl. La domesticación animal UNAM-Plaza y Valdez Editores, 2003. Viramontes, Carlos Et Al: Expresión y Memoria: Pintura Rupestre y Petrograbado en las Sociedades del Norte de México. Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 1999. Viñas Ramon, La Cueva Pintada. Proceso evolutivo de un centro ceremonial, sierra de San Francisco, Baja California Sur, México, Monografías del SERP 9, Seminari d’Estudis i Recerques Prehistòriques/SERP, Universitat de Barcelona, Barcelona, 2013. Viñas Vallverdú
Ramón Las representacions Rupestres de la Fauna de la Cueva Pintada Institut
Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES). Pl. Imperial
Tarraco. Tarragona, España, 2010. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||