Perú


Petroglifos de El Mestizo: Museo Originario a Cielo Abierto. Propuesta Anarquista de Gestión Comunitaria de un Sitio Arqueológico

Mgs. Sc. Camilo Morón camilomoron@yahoo.es Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda. Maestría en Museología.

Introducción

El Estado Falcón cuenta en su Patrimonio Cultural Ancestral con una de las muestras más ricas y diversas de petroglifos en Venezuela. Se les halla en la línea costera –El Supí, Adícora, Playa de Cucuruchú–, en la sabana árida –El Mestizo, Piedra Pintada, Los Pozones, Piedra Grande, Cerro Frío, Tupure– y en el sistema montañoso de la Sierra de San Luis, región donde se encuentra el Parque Nacional Juan Crisóstomo Falcón, en cuya proximidad destacan las estaciones de Cabure, San Hilario, El Ramonal, Carayapa, Viento Suave, San José, Los Riegos y río Hueques. Hasta el momento se han registrado 20 estaciones de Arte Rupestre en Falcón (Hernández: 2000), un inventario que crece conforme se realiza la investigación de campo (Morón: 2011).  

Pese a la abundancia de estos testimonios del pasado y a la relativa cercanía de los centros poblados, es poco o nulo el conocimiento de que las comunidades poseen de este legado ancestral. Consideramos que el estudio y preservación del Arte Rupestre debe implicar activamente el compromiso de las comunidades organizadas (Morón: 2007; 2007b), de allí la propuesta de musealizar la estación de petroglifos de El Mestizo, sustentada en la organización comunitaria en un modelo anarquista de gestión sustentable, ello derivado de observaciones de campo y reflexiones teóricas sobre la gerencia comunitaria del Patrimonio Cultural (Morón: 2011).

Una aproximación orgánica a los petroglifos requiere oponerlos sobre la totalidad del pensamiento mítico, se requiere entonces de una arqueología de la oralidad. Las dataciones, las taxonomías, las caracterizaciones estilísticas han brindado valiosos hallazgos; pero al lado de estas metodologías, herederas todas del pensamiento decimonónico, se impone el recurrir a aquéllas que rescaten el carácter proteico del mito.

Ya lo apuntó Octavio Paz en un comentario a la obra de Lévi-Strauss: “Cada mito despliega su sentido en otro que, a su vez, alude a otro y así sucesivamente hasta que todas esas alusiones y significados tejen un texto: un grupo o familia de mitos. Ese texto alude a otro texto; los textos componen un conjunto, no tanto un discurso como un sistema en movimiento, en perpetua metamorfosis: un lenguaje. La mitología de los indios americanos es un sistema y ese sistema es un idioma.” (Paz: 1969, 72) Y más adelante declara: “Ninguno sabe que el relato es parte de un inmenso poema. Los mitos se comunican entre ellos por medio de los hombres y sin que estos lo sepan”. (Ibídem. Subrayado nuestro). Es como explorar un río desde su arribo al mar en un delta hasta sus remotas fuentes: una invitación a la sorpresa.

El estudio de la Etnología en Venezuela ha estado signado epocalmente por el enfoque positivista, marxista o estructuralista, empero una propuesta de gestión comunitaria de un sitio arqueológico desde la óptica ácrata no se ha hecho hasta ahora. Esta condición de originalidad absoluta es señal de un cambio de paradigma posible en las ciencias humanísticas en nuestro país.

Planteamiento del Problema

Musealizar una estación de Arte Rupestre a través de la gestión comunitaria sustentada  en el pensamiento y la organización ácratas.

Formulación del Problema

El Mestizo, Municipio Miranda, Estado Falcón, es una pequeña población situada en la llanura árida. En la vecindad de esta población, se encuentra una estación de petroglifos que posiblemente fue un antiguo observatorio astronómico de los antiguos amerindios. Nuestra propuesta es la musealización de este contexto arqueológico virtud al desarrollo de un museo de sitio gestionado por la comunidad en el marco de una propuesta anarquista de organización y gestión.

Objetivos

Objetivo General:

Musealizar una estación de Arte Rupestre gerenciada por las comunidades organizadas a partir de la organización y gestión inspiradas en el pensamiento anarquista.

Objetivos Específicos:

Fomentar la capacitación de talento humano en el área del estudio y preservación del Arte Rupestre a través de la participación protagónica de los Consejos Comunales.

Realizar el registro de la estación de Arte Rupestre empleando distintas técnicas de campo.

Cartografiar la estación de Arte Rupestre.

Realizar Seminarios, Talleres y Congresos en los cuales participen activamente las comunidades organizadas. Estas actividades comprenderán la instrucción científica, política y jurídica sobre la gestión del Patrimonio Cultural y el pensamiento anarquista.

Realizar documentales y publicaciones orientados a la divulgación del patrimonio arqueológico y etnográfico de la zona en estudio.

Propiciar la adquisición de una visión integral de la historia y el desarrollo de la investigación sobre el Arte Rupestre en Venezuela.

Desarrollar en los participantes las herramientas conceptuales y técnicas de campo y laboratorio que le permitan interpretar los diferentes enfoques disciplinarios de la investigación en el Arte Rupestre y adaptarlos a la realidad nacional y regional.

Propiciar el desarrollo teórico y práctico de la investigación y la preservación del Arte Rupestre a través de la gestión comunitaria.

Satisfacer las necesidades y demandas actuales y futuras de formación de talento humano en el área  de la investigación y conservación preventiva del Arte Rupestre en Venezuela a partir de una experiencia concreta en la cual las comunidades asuman el rol protagónico desde una perspectiva anarquista.

Propiciar el desarrollo de la investigación en las áreas de: educación, registro e inventario, investigación, curaduría, museografía, conservación preventiva y gerencia cultural, desarrollo sustentable vinculadas al Arte Rupestre.  

Estimular el desarrollo de estudios y trabajos interdisciplinarios en los diferentes campos de la investigación y la conservación preventiva del Arte Rupestre.

Justificación de la Investigación

Las nuevas tendencias en la museología conllevan a establecer relaciones interdisciplinarias con otras áreas del conocimiento humano, permitiéndole desarrollar una gestión museística amplia, acorde con las investigaciones que se llevan a cabo en los horizontes de las distintas ciencias del saber humanístico. Este proyecto, concebido en la modalidad de investigación-acción, está orientado a la solución problemas que limitan el desarrollo social de las comunidades rurales del Estado Falcón a través de una experiencia piloto en la población de El Mestizo y estimular un modelo de investigación de carácter incluyente y participativo en el que la comunidad organizada conozcan su legado cultural originario, haciendo de éste un motor para el desarrollo sustentable. El proyecto propicia la articulación entre diferentes actores sociales, disciplinas científicas y artísticas a partir de la socialización del conocimiento arqueológico y etnográfico, formando en las jóvenes generaciones cuadros científico-técnicos calificados en el estudio, preservación y difusión del Patrimonio Cultural Ancestral (Abreu: s/f), promoviendo el fortalecimiento de espacios para la ciencia, el arte, la tecnología y la innovación a partir del legado arqueológico representado en el Arte Rupestre. Promueve la articulación entre la academia y las comunidad organizada a través de los Consejos Comunales, transfiriendo tecnologías, capacitación, orientación e innovación, fomentando la participación equilibrada de científicos, el Poder Popular y entes gubernamentales en la toma de decisiones y la socialización del conocimiento, enfocados en la visión integradora para el desarrollo socioeconómico sustentable, humanitario, integrado desde una perspectiva anarquista.

Limitaciones

Las limitaciones son de diversa índole, pudiendo discriminarse en: a) Investigación: La investigación sobre Arte Rupestre en Falcón es relativamente escasa si la comparamos con otras áreas del país, como el área arqueológica del Lago de Valencia, los Andes o los llanos, ello se explica en parte por el contado número de investigadores especializados en la región. b) Documentales: En las bibliotecas públicas de la cuidad de Coro y en la bibliotecas de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM) es poca o nula la bibliografía sobre temas de Arqueología, Etnología y Museología, máxime aquella actualizada e integradora de esta disciplinas científicas. Por lo demás, es una bibliografía dispersa y de difícil consulta, pues exige viajar a las bibliotecas de la Universidad de Los Andes (ULA), la Universidad Central de Venezuela (UCV) o el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). c) El Mestizo es una población remota, distante de las principales vías de comunicación, para llegar hasta allí es menester transitar por caminos de tierra que se deterioran continuamente como consecuencia de las lluvias estacionales y la falta de mantenimiento de las rutas de acceso. d) Presupuestarias: la investigación arqueológica y etnológica de campo requiere insumos logísticos, técnicos y financieros que no siempre son bien comprendidos por los entes gubernamentales y las instituciones académicas en las que priva una visión “utilitaria” de la investigación científica.

Antecedentes de la Investigación

Las estaciones de Arte Rupestre en el Estado Falcón han sido estudiadas desde fines del siglo XIX (Hernández: 1995; 2000). Entre algunos de los investigadores, cabe destacar los nombres de Richard Ludwig (1887), Pedro Manuel Arcaya (inicios del s. XX), J. M. Cruxent (1950 - 1980), Miguel Ángel Perera (1970), Janine Sujo Volsky (1975), Janine Sujo Volsky y Ruby de Valencia (1987), Adrián Hernández Baño (1970 - 2000). A esta relación hemos de añadir nuestras propias investigaciones desarrolladas en el campo desde 2000 hasta el presente (Morón: 2007; 2007b; 2008, 2011).

Entre las investigaciones más importantes, apuntemos las realizadas en la estación Cueva del Indio, en el Parque Nacional Morrocoy, visitada por Perera en la década de los setenta y descrita en la revista de la Sociedad Espeleológica Venezolana (1970); o los petroglifos del cerro Santa Ana, península de Paraguaná, que ocuparon la atención de Pedro Manuel Arcaya a comienzos de la pasada centuria; o, bien, la estación de petroglifos cercana a Taimataima, que fueron registrados y descritos por Cruxent; o los petroglifos cercanos a la población de El Mestizo, municipio Miranda, visitados por Adrián Hernández Baño, asociados a una significativa tradición oral, a tal punto que se les conoce como Los Santos, evocando ecos de sacralidad (Hernández: 1995; 2000). Los petroglifos tienden un puente entre la sensibilidad primieva amerindia hasta la plástica de las vanguardias, suerte de vasos comunicantes, como lo testimonian las obras de J. M. Cruxent y Oswaldo Vigas y Henry Curiel.

Sin embargo, y pese a esta remota data en cuanto a investigación científica, es poco el conocimiento de este legado fuera del círculo reducido y hermético de los especialistas. A través de la metodología de la investigación-acción se procura la socialización del conocimiento, haciendo del legado indígena un baluarte del desarrollo sustentable de las comunidades rurales.

Bases Teóricas

Los petroglifos en el Estado Falcón han sido documentados desde finales del siglo XX. Los primeros registros de autores venezolanos se remontan a las investigaciones pioneras de Pedro Manuel Arcaya y Gumersindo Torres en la década de los diez de aquella centuria. Hacia 1924, se realiza la primera fotografía de un petroglifo en suelo falconiano; sus autores fueron Agustín García –autor de la célebre novela regionalista Urupagua– y Félix Beaujón –pionero de la farmacopea venezolana y director fundador de la revista Farmacia–. Hacia la segunda mitad del siglo XX, J. M. Cruxent, Miguel Ángel Perera y Adrián Hernández realizan valiosos estudios, sustentados en criterios modernos de la Antropología y en numerosas expediciones de campo, cuyos resultados se publicaron en revistas y libros especializados (Morón: 2008). En la década de los ochenta, Jeannine Sujo Volsky y Ruby de Valencia publican importantes obras sobre los petroglifos venezolanos en las cuales destacan las manifestaciones rupestres que encontramos en suelo falconiano. Si bien, en nuestro caso, el estudio de las estaciones de Arte Rupestre es una investigación casi centenaria, adolece de discontinuidad generacional en la elaboración de una base de datos científicamente estructurada. A este panorama debemos añadir las estaciones que recientemente se han reportado y que carecen de un registro científico. Estas estaciones resultan completamente nuevas para la ciencia antropológica en Venezuela. El proyecto de investigación procura tanto la elaboración de un archivo de datos como dirigir los resultados de la investigación a las comunidades vecinas a las estaciones, fomentando la gestión comunitaria de un sitio arqueológico.

En general, la investigación de las estaciones de Arte Rupestre en el Estado Falcón debe ser abordada desde un enfoque multidisciplinario: historia, etnología, arqueología, folklore y geografía deben ser algunas de las varias disciplinas científicas que han de converger en su estudio. Desde la metodología formalmente científica el trabajo puede ser desglosado en cuatro (4) fases: La primera fase de esta investigación comprende la recolección de los datos derivados del trabajo de campo, en ella se recopilan informes geográficos, registros fotográficos y tradiciones orales. En la segunda fase, estos datos se clasifican y ordenan según su naturaleza y entre ellos se procura establecer posibles relaciones. En la tercera fase, se publican los resultados orientados a dos horizontes: el público especializado (historiadores, historiadores del arte, antropólogos, arqueólogos, historiadores de las religiones) y al gran público, esencialmente a las comunidades vecinas a las estaciones. La cuarta fase comprende un trabajo muy cercano entre los investigadores y las comunidades campesinas con miras al estudio, resguardo y potencialidades de las estaciones de manifestaciones rupestres.

El anarquismo al mismo tiempo que es una filosofía de vida, es también una concepción de la sociedad y de las formas de organización. El pensamiento anarquista se presenta en este trabajo como uno de los fundamentos teóricos y prácticos de una investigación que pretende al mismo tiempo que ser un aporte teórico al tema de la investigación, conservación preventiva y gestión comunitaria del legado ancestral, la materialización de un proyecto de musealizar un sitio arqueológico específico: los petroglifos de El Mestizo. 

Las estaciones de manifestaciones rupestres pueden constituirse en fuentes de riqueza material y espiritual: pueden ser un reclamo para el turismo científico y artístico –por otro concepto llamado una industria sin chimeneas–, produciendo empleos e ingresos en las comunidades cercanas a estos patrimonios; y a la vez fungir de elementos de cohesión social y espiritual de las comunidades campesinas al demostrar sus hondas raíces históricas. En El Mestizo puede edificarse un Museo in situ dedicado al pasado amerindio que comprenda en su perímetro una estación de petroglifos, siendo un atractivo turístico y un centro cultural que bien podría prestar valiosos servicios de la más variada índole a las comunidades cercanas.

Definición de Términos Básicos

Antropología:

La palabra antropología proviene de las voces griegas ánthropos (hombre) y logos (estudio, tratado o ciencia). Es frecuente que, como resultado de sus raíces etimológicas, la antropología sea definida como la Ciencia o el estudio del hombre. Según los modernos cánones comunicacionales que procuran erradicar la discriminación sexual en el lenguaje, así como la invisibilización del género femenino en la habla, esta definición es “políticamente” incorrecta y debería dar paso a la definición alternativa de “Ciencia de la Humanidad”. La antropología como ciencia es relativamente nueva ya que surge como tal en el s. XIX (Tejera: 1999). Si partimos de una definición generosa en su alcance, ésta ciencia debería conjuntar la arqueología, la etnología, la etnohistoria, la antropología física o bilógica, “porque todas indagan diversas manifestaciones del hombre” (Ibídem). La antropología también puede definirse como el estudio de la cultura o más exactamente como el estudio de la diversidad cultural, en tanto que cultura es “todo lo que el hombre hace” –aquí podría leerse todo lo que hacen el hombre y la mujer, o más breve y políticamente correcto: todo lo que hace la Humanidad. También podríamos invertir esta axiomática definición y decir con Briceño Guerrero que cultura es “todo aquello que no se explica sin el hombre” (…y la mujer…).

Arte Rupestre:

Se conoce como Arte Rupestre a los rasgos de la actividad humana o imágenes que han sido grabadas (petroglifos) o pintadas (pictografías) sobre superficies rocosas (Martínez y Botiva: 2004, 10). Una definición más inclusiva debe comprender las piedras míticas y geoglifos. “Su denominación como ΄arte΄ no significa que se trate de objetivos artísticos en los términos y las finalidades con que hoy los encontramos desde nuestra cultura occidental. Ésta es sólo una de las formas como se ha intentado definir su significado. Lo ΄rupestre΄ hace referencia al soporte en que se encuentra (del latín rupe: roca). Quizás sea más indicado el término manifestaciones rupestres, pues la palabra ΄arte΄ implica un sentido que no necesariamente coincide con el que le dieron sus ejecutores” (Ibídem).

Una protesta estudiantil en la que los estudiantes arremeten arrojando piedras contra una columna de policías puede ser calificada de una “manifestación rupestre”. Los petroglifos no son sólo documentos del pasado, son testimonios rigurosamente contemporáneos. La definición de Martínez y Botiva es clara, pero es necesario acotar que el concepto mismo de arte está en constante revisión y hoy trasciende con mucho los límites de las bellas artes. Los petroglifos, las pictografías o pinturas parietales –también llamados petrosimbolos, petrograbados, mitogramas por los académicos; calendarios, letreros, santos, vírgenes, muñecos, por las comunidades rurales; tepu mereme (piedras pintadas) por los Tamanacos–, las piedras míticas y los geoglifos (término acuñado por J. M. Cruxent en 1948) están en los orígenes de la expresión plástica que habría de dar curso al devenir del arte. En el estado Falcón se han registrado 20 estaciones de petroglifos y tenemos noticias de una estación de arte parietal en la vecindad de la población de Pecaya, municipio Sucre.

Anarquismo:

El anarquismo –que no es, quizás, la filosofía política más atractiva– puede procurar, sin duda, una base excelente a la epistemología y a la filosofía de la ciencia (Feyerabend: 1974). Los anarquistas –y, eventualmente, los sindicalistas y los marxistas– han confiado siempre en la desaparición del Estado o en su “agostamiento”, en la sustitución del “gobierno del pueblo” por la “administración de las cosas”; sin embargo, en otros sectores, este pronóstico ha sido considerado una utopía imposible (Caute: 1965, 21).

Como apunta Harris (1993), a juzgar por los ejemplos de bandas y aldeas que sobreviven en nuestros días, durante la mayor parte de la prehistoria nuestra especie se manejó bastante bien sin jefe supremo, y menos aún ese todopoderoso Rey Dios Inmortal que Hobbes creía necesario para el mantenimiento de la ley y el orden entre sus díscolos compatriotas. La vida del hombre (y de la mujer) transcurrió durante 30.000 años sin la necesidad de reyes ni reinas, primeros ministros, presidentes, parlamentarios, congresos, gabinetes, gobernadores, alguaciles, jueces, fiscales, secretarios de juzgado, cárceles ni penitenciarías (Ibídem). 

Según George Orwell, las Izquierdas –el anarquismo es una filosofía vital y política de extrema izquierda– han heredado la creencia de que la verdad ha de prevalecer y de que el hombre es bueno por naturaleza, aunque corrompido por lo que lo rodea (Caute: 1965). Como historiadores y etnólogos, consideramos que la naturaleza del hombre es cultural. Lo cual abre el abanico para distintos modos de organización social. El anarquismo propone un sistema de organización no jerárquico por oposición a una organización subordinada, una organización horizontal por oposición a una estructura piramidal, una organización de plena participación por oposición a una delegación de la responsabilidad. El anarquismo, como filosofía, se muestra esencialmente optimista respecto a sistemas alternativos de organización y participación ciudadana.

Como destaca Cappelletti (1990), decir que el anarquismo como filosofía política fue traído a América por emigrantes europeos hacia 1860 es casi acotar lo obvio. El anarquismo no fue sólo la ideología de masas obreras y campesinas paupérrimas. Fue muy pronto el modo de ver el mundo y la sociedad que adoptaron también masas autóctonas y aun indígenas, desde México hasta Argentina, desde Zalacosta en Chalco hasta Facón Grande en la Patagonia. Muy pocas veces se ha hecho notar que el pensamiento ácrata del colectivismo autogestionario coincidía con el antiguo modo de organización agraria de los indígenas de México y Perú, anterior no sólo al imperialismo español sino también al imperialismo de los aztecas y los incas. En la medida en que los anarquistas lograron llegar hasta los indígenas, no tuvieron que inculcarles ideas exóticas, sino sólo tornar conscientes las ancestrales ideologías campesinas del calpul y del ayllu (Cappelletti: 1990, X-XI). “El anarquismo tienen, pues, en América una amplia historia, rica en luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimentos teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc.” (Ibídem).

Los orígenes del anarquismo como filosofía vital pueden remontarse hasta el budismo, en su doctrina de que cada quien es artífice de su propia liberación, y el taoísmo, en algunos pasajes de las obras de Lao Tse y Chuan Tzu. El anarquismo moderno tiene sus autores clásicos en Godwin, W. Morris, Stuart Mill, P. J. Proudhon, Max Stirner, F. Nietzsche, P. A. Kropotkin, M. A. Bakunin, M. Nettlau, E. Reclus. Una importante renovación de este pensamiento ocurrió durante las revueltas generacionales de las décadas de 1960 y 1970. Actualmente, la vigencia del anarquismo está necesariamente vinculada a los movimientos ecologistas, la revolución informática, la búsqueda de alternativas de organización y participación, la autogestión social y económica. En su amplia variedad de formas, que van desde el anarquismo societario hasta el anarco individualismo, destaca un rasgo en común, que es su principio distintivo en el panorama de la filosofía política: el respeto esencial por la afirmación y los derechos del individuo.

El anarquismo tiene asimismo una base antropológica, que ilustraremos con un ejemplo: Cuando se preguntó a los !kung si tenían “cabecillas” en el sentido de jefes poderosos, respondieron: “Naturalmente que tenemos cabecillas. De hecho, somos todos cabecillas…cada uno es su propio cabecilla.”(Harris: 1993) 

Arqueología:

La palabra arqueología deriva del griego y está compuesta por el adjetivo αρχαιος, antiguo y λογος, discurso. Significa literalmente: discurso antiguo o, mejor aún, discurso sobre cosas antiguas (Perinetti: 1975). La palabra arqueología no es un neologismo, o sea, un término ad hoc sobre raíces griegas para el uso moderno. El término es antiquísimo y su empleo se remonta a la antigua Grecia. En efecto, hallamos por primera vez la palabra arqueología en Platón, quien la emplea en su diálogo Hipias Mayor con el significado de “historia de los antiguos héroes, de las razas, de los antiguos orígenes de una ciudad”. En Tucídides este término indica la historia más antigua de los griegos, anterior a las guerras del Peloponeso (Ibídem). La consagración definitiva de la palabra arqueología como el estudio de los monumentos antiguos, ocurre en Italia en 1821, al fundarse la Academia Pontificia Romana de Arqueología, cuya misión consistía en la búsqueda, examen, conservación, estudio de los testimonios monumentales. Perinetti define la arqueología como: “la ciencia de la Antigüedad que se ocupa de los monumentos de carácter no literario y que estudia las civilizaciones antiguas mediante la excavación y el examen de la documentación monumental de cualquier naturaleza, artística o no” (Ibídem).

En tanto que estudio y reflexión del pasado a través de documentos materiales no escritos, la arqueología en Venezuela puede remontarse a los pueblos indígenas ancestrales cuando proponían definiciones míticas de sus orígenes. Entre los Tamanacos, verbigracia, explicaban los petroglifos o tepu mereme (piedras pintadas), como obra de sus antepasados o de su dios creador Amalivaca, en tiempos de Kata Manoa, la Gran Laguna o la gran inundación genésica, in illo tempore, tal y como documentaron Salvatore Gillij y Alexander von Humboldt.  

Durante generaciones, los campesinos venezolanos han recogido en sus cementeras herramientas de piedra pulida, de bella simetría de lágrima, a las que comúnmente llaman “piedras del rayo” o “piedras centella”. Requena (1945) las describe como “armas cuya penetración es por acción de filo y aplastamiento. En la época primitiva parece que su forma hubiese sido la de una almendra, y de allí su nombre de amigdaloide; a medida que las necesidades las fueron perfeccionando, se hicieron más finas, talladas y pulidas. Los mangos que las hachas y destrales llevaban adaptados eran de diversos tipos: de horqueta, de bejuco que contorneaban los surcos, y de aplicación exclusivamente unilateral, fijándose estos marcos al hacha por diversos procedimientos y sistemas de ligaduras.” Apunta Cruxent (1967) que es muy posible que varios mitos y supersticiones sobre estos “litos”  daten de la misma época en que fueron fabricados. Los antiguos griegos les daban el nombre de ceraunia-gemma (del griego, keraunos, rayo). Según Henri Martín, los druidas consagraban las hachas líticas valiéndose de conjuros mágicos en los que las llamas “piedras del rayo”. Así, pues, la explicación campesina sobre el origen de las herramientas líticas de piedra pulida es virtualmente tan remota como las herramientas mismas. Hasta el s. XVI no se tuvo noticia sobre el verdadero origen de las “piedras del rayo”. Corresponde a Michele Mercati explicarlas como manufacturas de hombres antiguos. Sus investigaciones fueron publicadas en 1716, o sea, a los ciento veintitrés años de su muerte (Cruxent: 1967, 303).

Durante el s. XIX se iniciaron las primeras colecciones privadas de antigüedades en Venezuela, algunas de estas colecciones pasaron después a las colecciones de los museos de ciencias,  antropología y arqueología que posteriormente se crearían en el país. En Venezuela, los primeros trabajos conocidos sobre arqueología corresponden a Adolfo Ernst, uno de los primeros representantes del positivismo. “Bajo la influencia de esta corriente del pensamiento, los intelectuales venezolanos comienzan a interesarse por las sociedades aborígenes extintas y por las vivientes” (Vargas: 1997, 236). Las primeras excavaciones sistemáticas datan de 1877, se deben a Vicente Marcano junto con Carlos Villanueva y Alfredo Jhan, quienes se dedican a estudiar la cuenca del lago de Valencia. Gaspar Marcano publica  en 1889 las conclusiones de estas investigaciones, además de algunos resultados sobre la arqueología del área del Orinoco (Ibídem).

En Venezuela carecemos –es notable– de monumentos antiguos que capturen inmediatamente la imaginación del lego en historia, arqueología o etnología. Ello hizo pensar a algunos espíritus desprevenidos que en Venezuela no había arqueología o, en el mejor de los casos, nada que  pudiese reclamar el estudio de quienes siguen este capítulo de las ciencias. Incluso en aquel período que cabría llamar de los anticuarios, cuyo más acabado ejemplo es D. Arístides Rojas –autor de un temprano Estudios Indígenas–, una pieza arqueológica era evaluada por su belleza y por su estado de conservación: si la pieza estaba intacta y la decoración que la acompañaba resultaba evocadora y exótica, despertaba algún interés. A. Requena en su Vestigios de la Atlántida, obra sustentada en una de las primeras excavaciones arqueológicas documentadas en Venezuela, acusa la misma tendencia. A tal punto, que la pieza catalogada en su colección como N° 1 es una monumental vasija funeraria, donada por el Presidente Gral. Juan Vicente Gómez. Requena agradece en su obra cumplidamente al Gral. Gómez la autorización para las excavaciones arqueológicas realizadas en sus tierras en los alrededores del Lago de Valencia. Lo difícil, y que nos debiese llamar a maravilla, hubiese sido excavar en tierras venezolanas que no fuesen de Gómez, entonces el mayor latifundista del país.

Con la llegada de las compañías petroleras –más señaladamente la Creole Petroleum Corporation–, esa situación cambia significativamente. Cuando Wendell C. Bennett, Alfred Kidder II, Cornelius Osgood –antropólogos norteamericanos invitados por Requena entre 1932 y 1934–, George D. Howard, Clifford Evans, Betty J. Meggers, y los geólogos Douglas Taylor, Edward S. Deevey, G. D. Jhonson, Wolf Petzall inicien sus investigaciones, se comenzarán a echar los fundamentos de la arqueología moderna en Venezuela, aunque de manera esporádica e inconexa.  

J. M. Cruxent comenzó sus estudios  de campo en 1942; su primera publicación científica data de 1944: Espeleoarqueología, en: Memoria de la Sociedad de  Ciencias Naturales La Salle, Caracas, Tomo IV, N° 11, p.p. 3-14–, ella es el inicio de una faena de quince años de infatigables exploraciones científicas que coronará en An Archeological Chronology of Venezuela, en co-autoría con Irving Rouse, arqueólogo de la Universidad de Yale, la obra fue publicada por Panamerican Union, Science Monographs, Washington D.C., 2 vols., 550 p.p., en 1958.  La primera edición castellana de Arqueología Cronológica en Venezuela está fechada en 1961, corrió a cargo de los mismos editores de la versión en lengua inglesa. Nosotros hemos consultado para este estudio la edición de 1982, Ediciones de la Unidad Prehispánica de la Asociación “Juan Lovera”, Ernesto Armitano Editor, 2 vols., 806 p.p. Un incremento nada despreciable de 256 páginas desde la edición príncipe. Cruxent se sirvió para sus exploraciones del “reciente y rápido desarrollo de la red de carreteras, que no sólo abrió nuevas regiones a la exploración sino que también produjo el descubrimiento de importantes yacimientos.” (Cruxent y Rouse: 1982).

La obra tiene dos fines principales: Primero, ofrecer un panorama de la arqueología venezolana; para ello se sirven no sólo de sus propias y numerosas investigaciones, acuden a la bibliografía conocida sobre el tema: realizan una encuesta científica,  generosamente reconocieron su deuda con todos aquellos que han desempeñado un papel activo o han colaborado directa o indirectamente al progreso de la arqueología venezolana. Entre ellos: Adolf Ernst, Alfredo Jahn, Gaspar y Vicente Marcano, Lisandro Alvarado, Julio C. Salas, Karl von den Steinen, Elías Toro, Theodoor de Booy, Luis R. Oramas, Herbert J. Spinden, Mario Briceño-Iragorry, Wendell C. Bennett, Alfred Kidder II, Hno. Nectario María, Gladys Nomland, Cornelius Osgood, Vicenzo Petrullo, Rafael y Antonio Requena, Bartolomé Tavera Acosta, Miguel Acosta Saignes, Walter Dupouy, George D. Howard, Gilberto Antolínez, Arístides Rojas, Pedro Manuel Arcaya, Hans Baumgartner, Adelaida Díaz de Ungría, Amílcar Fonseca, J. A. Mata de Gregorio, Robert L. Hall, Ernest Harburg, Diego Hernández, George Hill, Pedro Jam, José  I. Lares, Tulio López Ramírez, Allan Rafael Lugo González, Gornés Mac Pherson, Samuel Darío Maldonado, Guillermo Zuloaga, Hno. Ginés, Eugenio De Bellard, Luis Carbonell, Alberto Méndez A., Hilarión Ortinski, Oriol Pi Suñer, Carrol L. Riley, González Rincones, Jesús María Rísquez, Jesús Rojas Velásquez, Everett Bauman, Gabriel Chuchani, Eddie Romero, Frederic Ernest Prince de Saxe-Altembourgh, Miguel Shon, James Silverberg, F. F. Ferrer, Barbosa de la Torre, Briceño Valero, Pablo Vila, Julio de Armas, De Venanci, Royo y Gómez, Col. B. Lewis, J. Marrero, Francisco Tamayo, J. Pelan, Ernesto Sifontes, Sara Orestes, Marcel Roche y J. Odenal.

En segundo lugar, los autores elaboran una detallada cronología de los yacimientos arqueológicos en Venezuela,  con el objeto de conseguir una base sistemática que sirva para organizar e interpretar el material arqueológico. Esta cronología consiste en una serie de áreas y períodos: Saladoide, Barrancoide, Dabajuroide, Tocuyanoide, Arauquinoide, Ocumaroide, Tierroide, Memoide y Valencioide. Estas series están fundamentalmente definidas por estilos cerámicos.

Si bien Arqueología Cronológica de Venezuela es considerada como la obra capital de la esta ciencia en nuestro país, los autores la concibieron con un espíritu abierto y antidogmático: “No pretendemos –escriben los autores–  puedan considerarse como definitivos los Períodos propuestos, ni sus valores absolutos, pero tenemos la impresión de haber establecido una sólida base sobre la cual pueden construir los futuros arqueólogos.” (Cruxent y Rouse: [1958] 1982).  

Etnografía:

(del griego, ethnos —εθνος, "tribu, pueblo"— y grapho —γραφω, "yo escribo"—; literalmente "descripción de los pueblos") es un método de investigación de la Antropología Social o Cultural (una de las ramas de la Antropología que facilita el estudio y comprensión de un ámbito sociocultural concreto, normalmente una comunidad humana con identidad propia). Para el sociólogo Anthony Giddens (1972), la etnografía es el estudio directo de personas o grupos durante un cierto período, utilizando la observación participante o las entrevistas para conocer su comportamiento social para lo que es imprescindible el trabajo de campo como herramienta básica.

La investigación etnográfica pretende revelar los significados que sustentan las acciones e interacciones que constituyen la realidad social del grupo estudiado; esto se consigue mediante la participación directa del investigador. Con frecuencia, el investigador asume un papel activo en las actividades cotidianas de una comunidad, observando lo que ocurre y pidiendo explicaciones e interpretaciones sobre las decisiones, acciones y comportamientos. Por extensión, el término 'etnografía' también se utiliza para denominar a la obra escrita una vez finalizado el trabajo de campo (p.e. Etnografía de Los Nuer). Ejemplos clásicos, y en algunos casos literarios, son los trabajos etnográficos de Bronislaw Malinowski (Los Argonautas del Pacífico Occidental, 1922) y Edward Evans-Pritchard (Los Nuer). La etnografía es un proceso sistemático de aproximación a una situación social, considerada de manera global en su propio contexto natural. El objetivo fundamental y el punto de partida que orienta todo este proceso de investigación es la comprensión empática del fenómeno objeto de estudio.

El método etnográfico ha sido considerado como uno de los procedimientos cualitativos de investigación más novedosos y eficaces para estudiar la realidad social, debido a su carácter flexible, holístico, naturalista, amplio, subjetivo, inductivo y descriptivo. Este método trata de comprender la complejidad estructural de los fenómenos que viven y sienten las personas involucradas en los ejes problemáticos asociados a su cotidianidad, involucrándolos como co-investigadores de su propia realidad y de su propio medio. En este sentido, busca la participación activa de los grupos sociales en la organización, movilización, desarrollo y participación de sus recursos y potencialidades.

Y, siguiendo a Giddens (Ibídem), la etnografía, cuando tiene éxito, proporciona una información sobre la vida social mucho más rica que la mayoría de los restantes métodos de investigación. Una vez que sabemos cómo se ven las cosas desde dentro de un determinado grupo, es probable que alcancemos una comprensión más profunda de por qué determinadas personas actúan de una manera dada. También podemos aprender más sobre los procesos sociales que se solapan con la situación que estudiamos. Con frecuencia se considera que la etnografía es un tipo de investigación cualitativa, porque le preocupan más las interpretaciones subjetivas que los datos numéricos. La etnografía también proporciona al investigador más flexibilidad que otros métodos, ya que le permite adaptarse a circunstancias nuevas e inesperadas y aprovechar las oportunidades que pudieran surgir durante el estudio.

Petroglifo:

La voz petroglifo  la encontramos en el Diccionario de la Real Academia Española, donde leemos: “(Del gr πέτρα, roca, y un der. -γλυφς, del verbo que significa cincelar, grabar) m. Grabado sobre roca obtenido por descascarillado o percusión, propio de pueblos prehistóricos.” La referencia más remota a los petroglifos en Venezuela es un documento fechado en 1729 por el p. j. Juan Rivero, intitulado Historia de las Misiones de los Llanos de Casanare y los ríos Meta y Orinoco. En esta relación, Rivero narra que los misioneros que llegaron en 1671 a la confluencia de los ríos Sinaruco y Orinoco encontraron “unos peñascos muy altos en los cuales había unas figuras esculpidas… con tal arte y  disposición que no es posible haberse formado en ellas tales imágenes o ídolos sino por arte del demonio, porque si atendemos a la altura y lo inaccesible de las peñas, no era posible subir a ellas, así por la mucha altura como por lo tajado del risco.”

El primer escrito sobre Arte Rupestre realizado por un autor venezolano lo debemos a la pluma de  Arístides Rojas. El 3 de febrero de 1874, en las páginas de La Opinión Nacional, Rojas publica la primera de tres entregas de este trabajo  pionero. Siguiendo la prolija descripción hecha por Pedro Grases, sabemos que el artículo está estructurado por: Un paisaje de las Costas de Puerto Cabello. –El jeroglífico de Campanero, en San Esteban. –Los Jeroglíficos de Guataparo, San Pedrito y Yaritagua. –Dilatada Región con jeroglíficos del Orinoco y Esequivo. –Región del Amazonas. –Humboldt, Schomburgk, Wallace. –Veneración de los Indios por los Monumentos Jeroglíficos. –Opiniones de Humboldt. Las otras dos entregas aparecieron en las ediciones  del 4 y el 5 de febrero de 1874. Este ensayo fue premiado por la Academia de Ciencias Sociales –Caracas– en el Certamen Literario  del 28 de Octubre de 1877, financiándose su publicación por este gremio académico; desde entonces, este ensayo ha conocido varias ediciones conjuntamente con otros estudios indigenistas del autor. La más reciente está fechada en 2008. Establecer con precisión la primera edición de este texto  no es un solitario ejercicio de erudición; au contraire: arroja datos cruciales sobre el registro y conocimiento de las estaciones de petroglifos en Venezuela; nos permite, por ejemplo, fechar hacia 1873 la acuarela que Anton Göering hiciese del petroglifo de Campanero, en la región central del país,  y que éste obsequiase a Rojas en vísperas de la publicación del artículo en La Opinión Nacional;  asimismo permite remontar en el tiempo los artículos sobre petroglifos venezolanos que desde Caracas, Adolf Ernst remitiese a la revista Globus en Berlín.

Los petroglifos del Estado Falcón han sido objeto de estudio desde 1887 (Vide Antecedentes de la Investigación, supra). El enfoque actual procura la integración de la ciencia, la gestión comunitaria y el desarrollo sustentable

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Museo:

El ICOM (Comité Internacional de Museos, creado en 1946) definió al Museo (del griego mouseion: de las musas) en 1974, como una “Institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, que adquiere, conserva, comunica y presenta con fines de estudio, educación y deleite, testimonios materiales del hombre y su medio”  (definición ratificada en 1989).  Esta definición también incluye:

  • Institutos de conservación y galerías de exposición dependientes de archivos y bibliotecas.
  • Lugares y monumentos arqueológicos, etnográficos y naturales y los sitios y monumentos históricos, teniendo la naturaleza de museo por sus actividades de adquisición, conservación y comunicación.
  • Instituciones que presentan especímenes vivientes tales como jardines botánicos y zoológicos, acuarios, vivarios, etc.
  • Parques naturales, arqueológicos e históricos.

En Culturas Híbridas (1989), García Canclini  alegóricamente ilustra el problema de abordar la ciudad desde distintas ciencias sociales, esta dificultad podemos aplicarla a los Museos, en tanto que espacios en los que convergen distintas lecturas provenientes de distintas disciplinas humanísticas: “El antropólogo llega a la ciudad a pie, el sociólogo en auto y por la autopista principal, el comunicólogo en avión. Cada uno registra lo que puede, construye una visión distinta y, por lo tanto, parcial. Hay una cuarta perspectiva, la del historiador, que no se adquiere entrando sino saliendo de la ciudad, desde su centro antiguo hacia las orillas contemporáneas. Pero el centro de la ciudad ya no está en el pasado.” (García: 1989, 25). Sustituyamos la palabra ciudad por la palabra Museo y tendremos, a nuestro parecer, una descripción certera de la contradicción entre los enfoques y el sentido de los museos desde distintas ciencias sociales. Esa contradicción no siempre es salvable y, eventualmente, es irreductible, siendo las contradicciones entre el antropólogo y el historiador, en una parte, y el sociólogo y el comunicólogo, en la otra, las más acusadas. El Museo, visto desde las perspectivas de la historia y la etnología, es un reflejo de los procesos sociales que conforman la identidad, desde la visión sociológica es escenario de reconocimiento de esa identidad, desde el punto de vista del comunicólogo los museos son referentes y en estos referentes hay contenidos que transmitir.



Museo Comunitario:

La dialéctica entre los museos y la sociedad es un proceso dinámico. Desde la  génesis de los museos, como instituciones que reflejaban el poder y los gustos de las clases dominantes, hasta el rol docente y espejo de los pueblos que actualmente asumen los museos modernos, el camino ha sido largo, tortuoso y complejo. Es una historia que se está escribiendo.

Consideremos las reflexiones hechas para México por Mansard (2008, 72): “Vistos de manera tradicional, los museos son sólo repositorios, bodegas, escaparates, lugares de culto “a la memoria y el olvido”…, acervos en manos de algunos curiosos y cuidadores, que carecen de significado para buena parte de la sociedad. Con todo y ello, no hay que descartar que estos thesaurus siguen teniendo hasta la fecha un encanto especial. Muchos turistas, sobre todo los que cuentan con una amplia cultura museal, no pierden la oportunidad de visitar el conjunto de monedas o los especímenes de historia natural desfilando uno tras otro en los gabinetes antiguos o en grandes y pesadas vitrinas. En la actualidad y ante los embates de la modernidad, el ofrecer estos museos de época no como bodegas, sino como productos culturales propios de un periodo histórico, se apunta hacia la recuperación de visitantes.” En México hay más de mil museos, y que estos forman parte integral de la oferta turística.

Sin embargo y pese a lo apuntado, el puente entre los Museos y las comunidades no está tan desarrollado como es de desear y aún amplios sectores populares no frecuentan los museos y menos aún se ven reflejados en ellos, sobreviviendo la imagen de instituciones acartonadas, prohibitivas y gélidas propias de los museos administrados con una orientación meramente coleccionista y adoradora del objeto por el objeto en sí mismo. No obstante, claras señales apuntan a una redefinición del papel social de los museos y de su imagen de cara al amplio tejido social. Una historia que, como ya dijimos al inicio de este apartado, se está escribiendo ahora, en el momento en que reflexionamos sobre estos temas. Como acota Galindo (2010, 6): “La comunidad es habitante, usuario y actor del museo comunitario, nunca un visitante o público, y es la comunidad uno de los factores determinantes en la concepción de su museo. Al ser el museo comunitario una acción de valorización del territorio y sus habitantes, la comunidad no podría ser público de su propia vida, es un actor en cuanto es el intérprete de la acción y sobre quien recaen las consecuencias de sus actos, es usuario en la medida que sabiendo las potencialidades del museo, lo utiliza conscientemente para el desarrollo social y colectivo” (énfasis nuestro).

La musealización de un contexto arqueológico, virtud la  gestión comunitaria, orientada filosóficamente por principios anarquistas de organización y participación, es expresión de un cambio de paradigma en cuanto al rol y el semblante futuro de los museos en el espejo social.

Mito:

Estamos plenamente convencidos  con  Pavese  de  que el mito es un lenguaje, un medio expresivo  –esto es, no algo arbitrario, sino una matriz de símbolos que posee, como todo lenguaje, una particular sustancia de significados que ningún otro medio podría proporcionar. “Cuando repetimos un nombre propio, un gesto, un prodigio mítico, expresamos en media línea, en pocas sílabas, un hecho sintético y abarcador, un meollo de realidad que vivifica y nutre todo un organismo de pasión, de estado humano, todo un complejo conceptual.” (Pavese: 1947, 92)

El mito es también una estructura lingüística que esconde otra estructura más profunda, la cual procura constituir, según Lévi-Strauss, respuestas claves a preguntas esenciales que se hacen los hombres universalmente. Clarac (1992) ha señalado que un mito es a menudo un relato  que conserva a través del tiempo unos hechos  históricos, los cuales van modificándose en el devenir del tiempo, llegando a mitificarse plenamente.

Para la clara valoración de los petroglifos, las fuentes y las piedras míticas y otras manifestaciones de nuestro legado indígena es preciso oponerlas sobre la totalidad del pensamiento mítico, se requiere entonces de una arqueología de la oralidad. “El mito –sostiene Marc de Civrieux– constituye la raíz de toda cultura natural, es decir, de toda cultura autóctona, desde la época arcaica hasta la época actual, ya que sobrevive en las habitaciones humanas no urbanas de la actualidad y nada ha cambiado en su mensaje universal ni en sus episodios anecdóticos, desde el tiempo de los babilonios o los egipcios…El mito no usa conceptos para expresarse, sino que relata escenas concretamente vividas y sus personajes son arquetipos que nunca mueren ni envejecen. Comunica enseñanzas fuera de los conceptos filosóficos de origen urbano, basados en hechos objetivos sin juicios de valor. Esos son sus símbolos.” (Civrieux: 2000, 97).

Al inquirir sobre los petroglifos y las piedras míticas, el nombre del Diao Manaure se nos imponía de una y mil maneras (Morón: 2007; 2008). Las fuentes históricas (Castellanos: [s. XVI] 1944; Jahn: 1927; Antolínez: 1944; Alvarado: 1989) concuerdan en que la nación Curiana o Caquetía estaba dividida en multitud de cacicazgos independientes unos de otros, pero sometidos a la autoridad absoluta del gran señor de Paraguaná, el cacique Manaure, al cual consideraban sus súbditos depositario de la autoridad religiosa, y como de origen divino atribuírsele la facultad de disponer a su antojo la producción de fenómenos naturales y también de hacer abundar las sementeras. Frazer ha demostrado s que cuando todas estas circunstancias concurren en una sola persona, se trata de un Sacerdote-Rey, esto es, alguien que reúne en sí  poderes políticos y religiosos.  (Vide Antolínez: 1944). El de Manaure uno de los mitos fundacionales de la cosmogonía  ancestral de la región coriana. (Morón: 2011

Hipótesis

Nuestra hipótesis puede expresarse sintéticamente de esta forma: las comunidades organizadas, trabajando conjuntamente con la comunidad científica, están en capacidad de custodiar y gerenciar su Patrimonio Cultural Ancestral. En el caso específico que nos ocupa: la estación de  petroglifos de El Mestizo, virtud a la musealización sustentable y minimalista de un contexto arqueológico. La organización comunitaria estará orientada en su filosofía y praxis por el pensamiento anarquista.

Variables

Nuestras principales variables en cuanto a la investigación de campo de las estaciones de Arte Rupestre son: a) Espaciales y b) Sociales. Las espaciales comprende la distribución en el terreno los petroglifos: se encuentran dispersos en el terreno o están concentrados en una sola estación. Este factor topográfico es fundamental en el desarrollo de la musealización del contexto arqueológico, pues requiere de estrategias específicas diferenciadas para cada caso. Sociales: relativas a la organización de la comunidad, la base económica que sustenta dicha comunidad, y especialmente el conocimiento y valoración del Patrimonio Cultural de los pobladores.  

Nivel de Investigación

Según Arias (2006), la investigación explicativa es aquella que procura establecer el porqué de los hechos mediante el establecimiento de relaciones causa-efecto. En este sentido, las investigaciones explicativas tratan tanto la determinación de las causas (investigación post facto),  como los efectos (investigación experimental), mediante la prueba de la hipótesis. Sus resultados y conclusiones constituyen el nivel más profundo de conocimientos (Ibídem). Por su parte Ary, Jacobs y Razavieh, (citados por Arias: 2006, p. 26) consideran los estudios correlaciónales como un tipo de investigación descriptiva que trata de determinar el grado de relación existente entre las variables. Según estas caracterizaciones, nuestra investigación, concebida bajo los criterios de la investigación-acción, (musealización de un contexto arqueológico), en un enfoque etnográfico (observación participante) posee rasgos de estudios correlacionales (Vide infra: variables) y explicativas. Esta superposición y convergencia de niveles es común en la investigación etnográfica en la cual el instrumental teórico se desarrolla conjuntamente con la recolección y la interpretación de los datos de la investigación. 

Diseño de la Investigación

La investigación participa, como ya se ha dicho, de la convergencia de distintos niveles  y métodos, a saber: histórico, etnográfico e investigación-acción. El método histórico se aplica en la revisión detallada de la bibliografía y la hemerografía sobre el tema del Arte Rupestre en Falcón con el fin de compendiar una base de datos actualizada que esté disponible para los investigadores, los artistas, los artesanos, los estudiantes y las comunidades organizadas. El método etnográfico se expresa en la convivencia con las comunidades a través de la observación participante, en la que el investigador conjuntamente con la comunidad desarrolla estrategias para el estudio y la gerencia del legado arqueológico. La aplicación de la metodología de la investigación-acción implica que durante el mismo desarrollo de la investigación han de producirse resultados concretos que incidan sobre la valoración y el manejo del legado arqueológico como motor del desarrollo socialista y sustentable, en armonía con el medio ambiente y la legislación de la República Bolivariana en materia del Patrimonio Cultural. La investigación de campo, según Arias (2006, 31), es aquella que se basa en la recolección de datos directamente de los sujetos investigados o de la realidad donde ocurren los hechos (datos primarios), sin manipular o controlar variable alguna, es decir, “el investigador obtiene la información pero no altera las condiciones existentes” (Ibídem). Si bien la definición de Arias se ajusta en un primer momento a nuestra investigación, es claro que no comprende los cambios que esperamos producir como resultado de la misma (la  musealización de un sitio arqueológico por gestión comunitaria), lo que hace que nuestra propuesta de investigación a una vez un trabajo teórico y al mismo tiempo una acción social concreta.

Técnicas e Instrumentos de Recolección de Datos

Según Arias (2006), las  técnicas de recolección de datos son las distintas maneras o formas de obtener la información necesaria. Son ejemplos de técnicas: la observación directa –y su correlato etnológico: la observación participante–, la encuesta, la entrevista, la revisión bibliográfica, la crítica interna y externa del documento –un método propio de la investigación histórica–. Los instrumentos son los medios o implementos técnicos que se emplean para recoger y almacenar los datos (Ibídem). El componente etnográfico puede dar lugar al desarrollo de algunas alternativas de investigación acción puestas al servicio de proyectos de desarrollo comunitario o de proyectos de transformación de la cultura organizacional. En nuestra investigación, en la medida en que convergen distintos enfoques (histórico, etnológico, investigación-acción), se emplean distintos implementos, unos aplicados al trabajo histórico: fichas, resúmenes, catálogo de autores y publicaciones; etnológicos: entrevista no estructurada, observación participante, tablas de doble entrada para análisis de mitos y otras informaciones orales; y, finalmente, aplicados al trabajo de campo: GPS, grabador, cámara digital, frottages, mapas.

En resumen: los procedimientos de la investigación científica van desde el registro de las estaciones de  Arte Rupestre con el empleo de sistemas de posicionamiento global (G.P.S.) y fotografía digital hasta los métodos clásicos en la ciencia etnológica: conversación con los informantes, elaboración de un detallado diario de campo, aplicación de encuestas y estudios estadísticos; tendentes, tanto las tecnologías de punta como los métodos tradicionales, a obtener un registro lo más completo posible de las representaciones culturales –pasadas y presentes– asociadas a los petroglifos, piedras míticas y pinturas rupestres en el entorno.

Técnicas de Procesamiento y Análisis de Datos

El procesamiento y el análisis de los datos implica técnicas lógicas (inducción, deducción, análisis y síntesis) o estadísticas (descriptivas o inferenciales), que se emplearán para describir y articular en un discurso científico lo que revelan los datos recolectados (Arias: 2006).

La etnología es el arte de decir aquello que no está dicho expresamente en los seres y en las cosas, sino sugerido (Morón: 2007). Pero más allá de esta propiedad, específica de algunas disciplinas humanísticas, los datos serán clasificados, registrados, tabulados y codificados según los distintos requerimientos de la investigación.

Recursos: Humanos, Materiales, Financieros  

Los recursos humanos de esta investigación son, en primer lugar, los habitantes de El Mestizo, asistidos por la comunidad científica y los estudiantes del Programa de Servicio Comunitario de la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM), en alianza estratégica con el Museo de Arte Coro, la Casa del Artesano del Municipio Miranda, la Red de Arte Coro y la Red de Librerías del Sur. Los gastos pueden ser desglosados como sigue:

Materiales y suministros: 1.900, 00 Bs.

Servicios: 50.000, 00 Bs.

Viáticos: 55.860,00 Bs.

Equipos: 42.000, 00 Bs.

Total: 149.760,00.

Fuentes de Financiamiento: Pese a que el enfoque filosófico de este proyecto está sustentado en el pensamiento anarquista y promueve la autogestión comunitaria, es al mismo tiempo una iniciativa que procura mejorar las condiciones de vida de las comunidades.  Por ello consideramos que puede ser financiado a través de las políticas del Estado venezolano toda vez que la riqueza de la Nación debe ser considerada como el capital de los ciudadanos y no como el privilegio de los funcionarios del Estado  o los detentores del poder político en turno. Es por ello que proponemos algunas fuentes posibles de financiamiento, con la expresa salvedad que recomendamos la autogestión y el autofinanciamiento del proyecto y la gestión comunitaria del museo de sitio.

Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013:

A partir del 2 de febrero de 1999 se inició un proceso de cambios en Venezuela, orientado hacia la construcción del Proyecto Nacional Simón Bolívar, el cual continúa en esta nueva fase de gobierno para profundizar los logros alcanzados por las Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001 – 2007.  En este próximo período 2007- 2013, se orienta Venezuela hacia la construcción del Socialismo del Siglo XXI. Según el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2011, la suprema felicidad social es la visión de largo plazo que tiene como punto de partida la construcción de una estructura social incluyente, formando una nueva sociedad de incluidos, un nuevo modelo social, productivo, socialista, humanista, endógeno, donde todos vivamos en similares condiciones rumbo a lo que decía Simón Bolívar: “La Suprema Felicidad Social”. Para la construcción de esta sociedad posible es menester el cabal conocimiento de nuestro pasado arqueológico. Las bases de las políticas de la construcción de una nueva estructura económica y social incluyente están contenidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en las tradiciones de lucha del pueblo venezolano y en la voluntad política del actual gobierno de avanzar hacia la construcción del socialismo. En este sentido, es vital el protagonismo de las comunidades organizadas en el estudio y preservación de su legado histórico originario. Las relaciones sociales de producción del socialismo están basadas en formas de propiedad social, que comprenden la propiedad autogestionaria, asociativa y comunitaria. Los contextos arqueológicos son bienes patrimoniales de la nación venezolana, su gestión y manejo requiere del desarrollo de una conciencia socialista y  genuinamente patriótica 

Área Estratégica:

Dinámicas, tendencias y desafíos en  desarrollo urbano. Sub-áreas: 1. Desarrollo de sistemas de información para la ordenación del territorio y el uso del espacio. 2. Participación y cultura comunitaria en hábitat, vivienda y servicios (planificación, autogestión, atención a discapacitados). 3. Sistematización de experiencias de organizaciones de poder popular en la planificación, construcción y adjudicación de hábitat, viviendas y servicios.  4. Identidad cultural y desarrollo urbano.

LOCTI:

La Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) tiene por objeto dirigir la generación de una ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones, con base en el ejercicio pleno de la soberanía nacional, la democracia participativa y protagónica, la justicia y la igualdad social, el respeto al ambiente y la diversidad cultural, mediante la aplicación de conocimientos populares y académicos. A tales fines, el Estado Venezolano formulará, a través de la autoridad nacional con competencia en materia de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones, enmarcado en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de la Nación, las políticas públicas dirigidas a la solución de problemas concretos de la sociedad, por medio de la articulación e integración de los sujetos que realizan actividades de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones como condición necesaria para el fortalecimiento del Poder Popular.

Las actividades científicas, tecnológicas, de innovación y sus aplicaciones son de interés público para el ejercicio de la soberanía nacional en todos los ámbitos de la sociedad y la cultura.

Son sujetos de esta Ley:

1. La autoridad nacional con competencia en materia de ciencia tecnología, innovación y sus aplicaciones, sus órganos y entes adscritos.

2. Todas las instituciones, personas naturales y jurídicas que generen, desarrollen y transfieran conocimientos científicos, tecnológicos, de innovación y sus aplicaciones.

3. Los ministerios del Poder Popular que comparten, con la autoridad nacional con competencia en materia de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones, la construcción de las condiciones sociales, científicas y tecnológicas para la implementación del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social de la Nación.

4. Las comunas que realicen actividades de ciencia, tecnología, innovación y sus aplicaciones.

PEII:

El Programa de Estímulo a la Investigación e Investigación (PEII) es un programa del Ministerio del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias que se ejecuta a través del Observatorio Nacional de Ciencia Tecnología e Innovación (ONCTI), destinado a estimular y fomentar el desarrollo de la ciencia, tecnología e innovación, orientada hacia las áreas prioritarias establecidas por la Autoridad Nacional con competencia en Ciencia, Tecnología, Innovación y sus aplicaciones. Es aplicable a todos los actores del PEII, tanto a los (as) aspirantes, innovadores (as) e investigadores (as), como también a aquellos (as) que tienen la responsabilidad de ejecutar las actividades internas del PEII.

Fondos Internacionales:

Numerosas instituciones realizan convocatorias anuales con miras a financiar proyectos de gerencia cultural, a continuación una relación sumaria de algunas estas instituciones:

Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI).

Programas de Ayuda Directa de la Embajada de Australia.

Proyectos Comunitarios APC de la Embajada de Japón.

Fondos de la Unión Europea (UE).

Convenio Andrés Bello “Somos Patrimonio”.

Fondos  Regionales  y Nacionales:

El  museo comunitarios de sitio en El Mestizo, Municipio Miranda,  podrían ser co-financiado por la respectivas Alcaldía y el  Consejos Legislativo, previo estudio presupuestario y declaratoria del sitio arqueológico como  Patrimonial Municipal.

El Instituto Municipal de Patrimonio (IMP) podría disponer recursos para la promoción, conservación y gestión de los petroglifos de El Mestizo. El Instituto de Cultura del Estado Falcón (INCUDEF) podría capacitar y pagar un personal esencial para la custodia y promoción de las estaciones rupestres de ambos municipios. A la Corporación Falconiana de Turismo (CORFALTUR) corresponde crear las condiciones óptimas para el desarrollo del turismo cultural sustentable a través de la promoción,planes de capacitación e inversión en infraestructura que permita la musealización digna del Patrimonio Cultural. Empero, la fuente de financiamiento más adecuada a un museo de sitio de gestión comunitaria es la propia, aquella generada por la misma comunidad a partir de su legado cultural originario, la autofinanciación  a través de bienes y servicios ofertados por la comunidad organizada.

Cronograma de Actividades

1era Fase:

  • Enero: Registro cartográfico georeferenciado, registro de campo de la estación de petroglifos  y fotografía digital.
  • Febrero - Junio: investigación Etnológica y Arqueológica de la Comunidad de El Mestizo.
  • Mayo - Junio: búsqueda de financiamiento.
  • Enero - Mayo: Redacción de los primeros Informes.

2da Fase:

  • Marzo - Junio: reuniones con los Consejos Comunales.
  • Abril - Junio: Congresos, Talleres y Seminarios.
  • Mayo: propuesta de Declaratoria como Bien Patrimonial del Municipio Miranda.
  • Mayo - Junio: Redacción de informes.

3era Fase:

  • Junio: musealización de la estación de petroglifos de El Mestizo.
  • Junio - Agosto: Redacción de Memoria de Grado.

4ta Fase:

  • Publicación y Difusión de los Resultados.

 

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Morón, Camilo. Petroglifos de El Mestizo: Museo Originario a Cielo Abierto.
Propuesta Anarquista de Gestión Comunitaria de un Sitio Arqueológico
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En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/elmestizo.html

2012

 

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