Perú


La piedra “pintada” de Hinkiori en la Amazonía cusqueña.

Rainer Hostnig rrhostnig@speedy.com.pe SIARB. Cusco, Perú


Artículo publicado en el libro “La Amazonía en el Cusco”. INC-Cusco, Cusco, 2008. En esta versión para Rupestreweb fueron incluidas fotografìas y datos adicionales.

Introducción

Los petroglifos de Hinkiori, grabados en una roca grande de pátina oscura enclavada en medio del río Queros en la provincia de Paucartambo del departamento de Cusco, resultan ser, junto con los de Pusharo en la margen derecha del río Palotoa en el vecino departamento de Madre de Dios, las únicas manifestaciones rupestres halladas hasta la fecha en la cuenca del Río Alto Madre de Dios y el único sitio rupestre en la parte cusqueña de esta cuenca amazónica. Resalto este hecho ya que evidencia la distribución desigual de estos vestigios arqueológicos en la ceja de selva y en el llano amazónico adyacente a la cordillera de los Andes peruanos.

Aunque Cusco resulta ser uno de los dos departamentos con mayor concentración de sitios petroglíficos en la Amazonía peruana (el otro es Junín, colindante con el departamento del Cusco), éstos están localizados casi exclusivamente en las cuencas de los ríos Urubamba y Yanatile (Gamonal y Pineda 2007, Barriales 1982, Pardo 1957). Al sureste de esta zona sólo existen algunos sitios aislados, como los grabados de Hinkiori, objeto de este artículo, los de Pusharo, en la zona cultural del Parque Nacional del Manu (Hostnig y Carreño 2006, Vega C. 2003, Deyermenjian 2000, Baer et al. 1983), y los petroglifos de Bajo Madre de Dios en el distrito Las Piedras, provincia de Tambopata; estos dos últimos ubicados en el departamento de Madre de Dios. A estos yacimientos rupestres se suma el sitio Boca Chaquimayo en el piedemonte andino de Sangabán, Puno, registrado y documentado por el autor en 2007 (Hostnig 2009) y otras dos localidades, una cerca de la unión de los ríos Malinosquillo y Azul y la otra en las orillas del río Tambopata, en el Parque Nacional Bahuaja Sonene, Puno (INRENA, 2003). Recién en la parte amazónica de Bolivia hallamos nuevamente concentraciones mayores de petroglifos en los departamentos de Beni y Pando (Álvarez 2008; Tyuleneva 2004; Daillant 1997; Michel et al. 1997).

El propósito de este artículo es dar a conocer los petroglifos de Hinkiori mediante una síntesis de los datos bibliográficos recopilados y analizados. A través de la ilustración del texto con fotografías seleccionadas del archivo del autor y de otras fuentes, se pretende facilitar las comparaciones iconográficas y estilísticas con sitios rupestres de otras regiones del ámbito amazónico, para lo cual se presenta el ejemplo del motivo pan-amazónico denominado “curled shoulder” con sus múltiples variantes hallados en los países que forman parte de la cuenca amazónica.  

Nombre del sitio

Por carecer de un nombre específico el sitio donde aflora la roca con los petroglifos y la roca misma, su descubridor, el Padre Álvarez, le dio el nombre Queros, por el río que pasa al lado. Cuando a comienzos de los años setenta el antropólogo argentino Mario Califano preguntó a los Huachipaeris de la zona por la denominación del lugar, le contestaron que lo conocen como “Jinqkyori”, que quiere decir “roca”; no tenía otra connotación adicional para ellos (Fernández Distel 1972-73: 71). En publicaciones posteriores y diversas páginas web se lee “Shinkiori” o “Xinkiori”, traducido como “roca pintada o grabada”.

Usaré en adelante el nombre “Hinkiori” por corresponder al nuevo alfabeto de los Huachipaeri y para diferenciarlo del nombre del centro poblado de Queros y del río del mismo nombre en el distrito de Kosñipata. También para evitar la confusión frecuente con la comunidad campesina de los Queros andinos de Paucartambo.

Ubicación

Los petroglifos de Hinkiori se encuentran en el distrito Kosñipata, provincia de Paucartambo, en la margen derecha del río Queros, un tributario del río Kosñipata que, junto con otros ríos de la zona, forma el Alto Madre de Dios cerca del centro poblado de Pillcopata. El sitio se encuentra a una altura de 825 m.s.n.m. (Fig. 1).

En época de lluvias, el caudal del río Queros crece hasta 2 m. de altura y el sitio donde aflora la roca se convierte en una isla, o es cubierto totalmente por el agua.

 

 

 

Departamento del Cusco y
Provincia Paucartambo


 Fig. 1: Ubicación de Hinkiori  en la Comunidad Nativa de Queros (Promanu, 2004)

 

Zona de vida y geología

Según el Mapa Ecológico del Perú, publicado en 1976 por la ONERN, el sitio corresponde a la zona de vida bosque muy húmedo Subtropical (bmh-S). El clima es semicálido, muy húmedo, aunque puede haber fuertes descensos de temperatura en los meses de junio y agosto. Las precipitaciones anuales sobrepasan los 2,000 mm.

Geológicamente, la roca es un afloramiento de origen volcánico (andesita) que emerge hasta 3,5 m. por encima del nivel de la playa actual. Ha sido redondeada por la acción abrasiva del río.

Datos históricos y etnológicos

La zona donde se encuentran los petroglifos, ha sido ocupada desde tiempos inmemoriales por el grupo étnico de los Huachipaeri, de la familia lingüística de los Harakmbut, que durante siglos habrán tenido contactos esporádicos con pueblos andinos y luego entablado relaciones más continuas con los incas, de quienes obtuvieron instrumentos de piedra y artefactos de metal a cambio de productos de la selva.

En la zona de los ”Queros” amazónicos, aparte de los petroglifos, los únicos artefactos arqueológicos hallados hasta la fecha han sido hachas de piedra que evidencian la existencia de estos contactos anteriores a la invasión española (Fig. 2). Las relaciones comerciales entre incas y Huachipaeris (probablemente se trate de los Opatari mencionados por los cronistas) deben haber comenzado desde que Tupac Yupanqui logró pacificar la zona, trasladando luego mitimaes a Tono, Toayma y Avisca para el trabajo en los cocales.

Fig. 2: Hachas halladas por los Huachipaeris
en territorio de la actual comunidad de Queros
(Fernández-Distel, 1972-73)

Con la llegada de los españoles comenzaron las expediciones militares a la zona de K'osñipata, en busca de oro y otras riquezas. El primer español en atravesar el territorio de los Huachipaeri fue Pedro de Candia, en 1538. Los continuos enfrentamientos con grupos amazónicos y los problemas de navegación obligaron al capitán español a abandonar su objetivo para retornar al Cusco. El siguiente en probar suerte con la conquista de las supuestas riquezas de la selva de Madre de Dios fue Juan Álvarez de Maldonado, quien realizó varias incursiones a la zona entre 1567 y 1569 y debe haber tenido contactos con los Huachipaeri de K'osñipata (Promanu 2003 b).

Pasaron varios siglos hasta que en 1873 se llevó a cabo la fracasada expedición al río Madre de Dios del ingeniero alemán Herman Göhring y del prefecto del Cusco, Baltazar La Torre. En su diario de viaje, Göhring describe a los Huachipaeris de manera poco favorable, probablemente influenciado por el encuentro infeliz que los expedicionarios tuvieron con ellos, al parecer por la conducta prepotente del prefecto cusqueño:

Los huachipaeri son un grupo menos numeroso, que habita las riberas del Kosñipata y del Pillcopata, pero su territorio sigue hacia la zona de Marcapata. Son medio nómades, aunque mantienen caseríos cerca de los ríos. Rechazan la civilización y viven desnudos. Son de mirada viva y muy arrogantes, ya que se consideran dueños de esas tierras. Son traicioneros y en la época de las haciendas raptaban mujeres blancas, por ello hay algunos mestizos entre sus miembros. Con ellos hay enfrentamientos, aunque se cuidan de destruir Kosñipata para poder intercambiar lo que necesitan. Son agricultores y hacen armas muy buenas. (Göhring 1877).

Fig. 3: Primera fotografía de Huachipaeris tomadas por un miembro
de la expedición de Göhring y La Torre a Kosñipata en 1873
(Foto del Archivo de la Municipalidad de Paucartambo)

Por su carácter bélico, al igual que otro subgrupo Harakmbut llamado Amarakaeri, resistieron a los diversos intentos de contacto y de evangelización, hasta la época del caucho, cuando fueron víctimas de las llamadas “correrías de indios” organizadas por el ancashino Carlos Fitzcarrald entre1890 y 1894.

En la década de los cuarenta del siglo XX, los Huachipaeri de Queros fueron agrupados por los dominicos en la margen izquierda del río Queros, para facilitar la evangelización del grupo. Según la memoria colectiva de los pobladores de Queros, el contacto con los misioneros causó fuertes estragos entre la población, por causa de la transmisión del virus de la viruela que mató aproximadamente al 65% de ellos, dejándolos al borde de la extinción. Los sobrevivientes adquirieron el estatus de Comunidad Nativa en 1974, bajo el nombre de Queros. Actualmente, la comunidad de Queros está integrada por 7 familias que suman 38 personas (Figs. 4 - 6). Por sus relaciones estrechas con los quechuas inmigrantes de la sierra y asentados en Pillcopata, han cambiado su tradicional forma de vida y sólo los pocos ancianos la conservan todavía. La migración de los jóvenes a los centros urbanos cercanos ha traído como consecuencia la desarticulación social del grupo y una acelerada pérdida de conocimientos ancestrales y prácticas vernaculares (Promanu 2003 a).

Fig. 4: Huachipaeri anciana cruzando el río cerca
del centro poblado de Queros.

 


 Figs. 5 y 6: Huachipaeris de Queros (Fotos: Rodolfo Tello)

Descubrimiento y antecedentes de estudio

Se adjudica el descubrimiento de los petroglifos al Padre dominico José Álvarez (1943), de nacionalidad española, quien inició la misión evangelizadora entre los Huachipaeri en el año 1940 y llegó al sitio de los petroglifos el 13 de diciembre de 1942, guiado por jóvenes de la zona. Álvarez menciona su hallazgo brevemente en la revista “Misiones Dominicanas del Perú”, acompañando la descripción con una foto donde se observa a cuatro jóvenes Huachipaeris sentados en la parte alta de la roca frente a varios petroglifos tizados (Fig. 7). El dominico fue el primero en realizar calcos de los petroglifos, los que fueron publicados por Luis Pardo en la Revista del Instituto Arqueológico del Cusco, con una somera descripción de los motivos (Pardo 1957: 627- 628) (Fig. 8).

Fig. 7:  Primera fotografía de los petroglifos de Hinkiori,
tomada por el Padre Álvarez en 1942

En 1982, el Padre Joaquín Barriales, perteneciente a la misma congregación, reprodujo los dibujos y los incluyó en su trabajo sobre los “Petroglifos en la cuenca del Alto y Bajo Urubamba”.

Fig. 8: Calcos hechos por el Padre Álvarez
(Barriales, 1982)

En 1967, el antropólogo argentino Mario Califano llegó a Kosñipata acompañado por la arqueóloga Alicia Fernández Distel, para realizar estudios sobre el horizonte mítico de los pueblos Huachipaire, Amarakaeri y Zapiteri, trabajo que incluía prospecciones arqueológicas en la zona (Califano 1982). El sitio arqueológico más interesante resultó ser la roca con los petroglifos en el río Queros. Seis años más tarde apareció en los Anales de Arqueología y Etnología de la Universidad de Cuyo en Mendoza, Argentina, el hasta hoy más completo artículo sobre los petroglifos de Hinkiori, bajo la autoría de Fernández Distel (1972-73).

En 1996, la entonces estudiante de Arqueología de la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, Patricia Vega Centeno documentó los petroglifos de Pusharo, en el Parque Nacional del Manu (Madre de Dios) y de Queros, en Kosñipata. Ella, al parecer, no tuvo acceso a la publicación de Fernández Distel y realizó nuevos calcos de los grabados mediante la técnica del tizado y frottage (Vega 1997). Interpretó los íconos como fosfenos y como lenguaje simbólico que transmite un significado espiritual-cultural y dejó claro que los autores de los grabados no serían de afiliación inca, sino de pueblos amazónicos. Concluyó que los motivos parecen ser “ilustraciones mitológicas” que estarían referidas a la cosmovisión de los autores de los petroglifos (Vega 2003).

El sitio de Hinkiori fue registrado bajo el nombre de Queros en la primera edición del inventario nacional de arte rupestre, publicado por el autor en 2003.

Descripción de los petroglifos

La peña con los petroglifos tiene 3,5 m. de alto (ápice), 20 m. de largo y 6 m. de ancho, con el eje mayor transversal a la corriente. (Figs. 9 - 11)

Los petroglifos fueron tallados en las caras superior y laterales de la roca. Se distinguen 22 motivos, pero por algunos surcos muy borrosos (probablemente vestigios de grabados erosionados por la fuerza abrasiva del río en épocas de crecida), es de suponer que el número fue mayor. En la figura 8 se puede ver que la roca ha perdido por completo la pátina oscura en la base expuesta a las corrientes de agua.

 

Fig. 9: La piedra  “Hinkiori”
durante la época seca.

Fig. 10: La roca con los
petroglifos en 1999.

Fig. 11: Vista de la piedra “Hinkiori”  tomada
desde la margen derecha del río Queros. Julio 2004.

Los motivos se encuentran repartidos sobre la superficie de la roca, separados entre sí por una distancia promedio de 50 cm. La mayor concentración de motivos se encuentra en la parte superior de la roca.

La ausencia de superposiciones y el tratamiento homogéneo de los grabados permite sostener que han sido producidos por el mismo grupo humano, en un lapso más o menos corto.

La técnica empleada ha sido la de percusión y posterior pulido. Los surcos producidos son de aprox. 1 cm. de ancho con 0, 5 a 1 cm. de profundidad, aunque es posible que hayan sido originalmente más profundos y que su perfil actual sea el resultado de varios siglos de acción erosiva.

Fernández Distel supone que los grabados fueron confeccionados con hachas precolombinas (de posible procedencia andina) u otro tipo de instrumentos hechos de piedra, aunque no se han podido encontrar las herramientas usadas en el entorno del sitio.

Los tres investigadores que han aportado calcos sobre los grabados de Hinkiori (Álvarez 1943, Fernández Distel 1972-73, Vega 1997, 2003), no sólo han arribado a resultados diferentes en cuanto al número de petroglifos, sino también a maneras diferentes de representar algunos de los íconos.

Barriales (1982) nos da a conocer los 16 motivos documentados por el Padre Álvarez en los años cuarenta,  mientras que Fernández Distel (1972-73) y Vega Centeno (1997) registraron 22 y 21(1) íconos, respectivamente. Sobre la base de sus calcos y descripciones, así como de las fotografías tomadas en mis tres visitas al lugar entre los años 1999 y 2004 y del análisis iconográfico realizado sobre la base del material gráfico recopilado, clasifiqué los motivos en las siguientes categorías y subcategorías:

1. Motivos geométrico-abstractos

La casi totalidad de los motivos corresponde a esta categoría. Los motivos identificados son:

Motivos basados en líneas curvas:

  • Líneas paralelas formando un arco (Fig. 18)
  • Círculo concéntrico (3x) (Figs. 12:2, 12:6, 12:10)
  • Doble espiral opuesta e invertida (Figs. 12:11; 19)
  • Figura de simetría axial y contorno ondulante (Figs. 12:22; 34; 38)
  • Doble línea curva formando un gancho (Fig. 12:15)

Motivos basados en líneas quebradas o rectas:

  • Dos triángulos opuestos, unidos por el vértice. Mide 62 cm de largo.  (Figs. 12:14; 21)

Motivos compuestos por combinación de motivos curvilíneos y rectilíneos:

  • Cruz contorneada (2x) (Figs. 12:4, 12:10; 16, 36)
  • Espiral que termina en línea recta que se enlaza con otra espiral (Fig. 12:7; 20)
  • Círculo concéntrico que se conecta con una espiral mediante una línea recta (Figs. 12:13; 22 der. Arriba; 26). Mide 1 m de largo.
  • Dos círculos concéntricos unidos por una línea recta (Figs. 12:5; 22, 26, 34). Este motivo, conocido como “ring and bar”,  mide 1.1. m de largo.
  • Dos círculos concéntricos unidos por una línea formando un meandro. Largo: 98 cm. (Fig. 12:21; 24)
  • Tres círculos concéntricos unidos por una línea recta. Es con 1,5 m de longitud el motivo de mayor tamaño. (Fig. 12:19; 25)
  • Dos cuadrados de diferente tamaño unidos por una línea curva (Fig. 12:16)
  • Círculo concéntrico unido, mediante una línea recta, con otra línea, formando un ángulo recto, y cuyos extremos opuestos terminan en espiral y gancho (Fig. 12:17)

Fernández Distel ha documentado dos motivos adicionales compuestos por líneas curvas (Figs. 12:3 y 12:9).

Predominan claramente los motivos curvilíneos sobre los rectilíneos. Una característica marcada la constituye la unión de dos o más motivos por una línea recta.

2. Motivos figurativos

Existen dos motivos que, a pesar de su grado de abstracción, pueden ser asignados a esta categoría: una línea serpenteante de 1,25 m de largo, que probablemente represente un ofidio (Figs. 12:1; 14) y la figura denominada “curled shoulder” por Baer et al (Figs 12:12; 30), de 45 cm de largo, que al parecer es la abstracción de una cara o máscara humana (Urbina 2000). Vega registra una figura lagartiforme, que no aparece en los calcos hechos por Álvarez y Fernández-Distel. La arqueóloga argentina, a su vez, describe un grabado en forma de flecha o dardo “grabada con gran nitidez” (Fig. 12:8), que no figura en los dibujos de Vega y que tampoco he logrado localizar entre los petroglifos de la peña (Fernández-Distel, 1972-1973).

 

Fig. 12 (1-22): Calcos de los 22 motivos registrados por
Alicia Fernández Distel (1972-1973)en base a fotografías de Mario Califano

 

 

 Fig. 13: Símbolo pan-amazónico
conocido como ”back to back”.

 Fig. 14: Posible representación
de una serpiente.

 

 Fig. 15: Espiral de tres vueltas

 

 Fig. 16: Cruz contorneada

 

Fig. 17: Espiral perfecta, grabada por un maestro
en el uso de las herramientas de piedra

 Fig. 18: Líneas concéntricas formando un arco

 

Fig. 19: Doble espiral

 Fig. 20: Espirales entrelazadas

Fig. 21: El símbolo de los triángulos invertidos

 

 Fig. 22: Círculos concéntricos y espirales interconectadas por líneas rectas.

 

 Fig. 23: Figura de simetría
axial y entorno ondulante.

 

 Fig. 24: Dos círculos concéntricos unidos por una doble línea quebrada.

 Fig. 25: Tres círculos concéntricos unidos por una línea recta.

Fig. 26: Vista de la cúspide de la peña
grabada con un brazo del río en el fondo


Presencia de motivos pan-amazónicos

Aunque existen motivos en la peña de Hinkiori que por su carácter universal (espirales y círculos concéntricos) también se encuentran en petroglifos y pinturas rupestres de la parte andina del Cusco, la mayoría de los grafismos pueden considerarse característicos del ámbito amazónico. Baer et al. (1983), quienes estudiaron manifestaciones rupestres en diferentes países amazónicos, entre ellos Perú (Cusco y Madre de Dios) y Colombia, llegaron a establecer 13 motivos recurrentes que ellos llaman “pilot motifs”, es decir motivos piloto o diagnósticos. Estos son: 1) círculos concéntricos, 2) camélidos, 3) “curled shoulders” (línea almenada con enroscamientos o volutas en los extremos), 4) “back to back” (dos ganchos dobles opuestos e invertidos), 5) cruz contorneada (o cruz concéntrica), 6) ave con alas desplegadas, 7) “ring and bar” (círculos unidos por líneas rectas), 8) antropomorfos asidos de los manos, 9) líneas en zigzag, 10) doble espiral, 11) ranas, 12) círculos concéntricos con piernas y 13) “stick figures” (figuras humanas de cuerpo filiforme). En Hinkiori están presentes seis de estos 13 motivos mencionados (1, 3, 4, 5, 7 y 10), evidencia contundente del origen amazónico de los petroglifos, como ya había concluido Vega Centeno (1999, 2003) en su trabajo sobre el sitio.

Un ejemplo de la gran extensión geográfica de determinados motivos-piloto amazónicos es el llamado “curled shoulder”, descrito por el investigador colombiano Fernando Urbina Rangel (2000) como “línea que enmarca un rostro humano y cuyos extremos se enroscan”, e interpretado por él como la representación de un mitema, la expresión gráfica, en diferentes variaciones y con alto grado de abstracción, del mito amazónico de la anaconda ancestral de cuya boca nacen los seres humanos. Este símbolo –con rasgos faciales como ojos y nariz– o sin ellos, ha sido registrado en distintos sitios rupestres de la Amazonía colombiana (Figs. 27, 28), en el Brasil (Fig. 29) y en Paucartambo, Perú (Fig. 30). En Colombia se ha encontrado también como elemento decorativo en telas de corteza de los Tukanos del río Caquetá (Fig. 31), y como monolito en el Parque Arqueológico de San Agustín, en el departamento de Huila (Fig. 32).

 

 

Fig. 27: Petroglifo con el motivo “curled shoulder” en territorio
de la etnia Muinane, cerca de Leticia, Colombia (Urbina, 2000)

 Fig. 28: Petroglifo del río Vides, en el piedemonte putumayense, Colombia (Urbina, 2000)

 Fig. 29: Motivo similar
en un petroglifo pintado en Jatuarana, Municipio
Prainha, Estado Pará.
(Foto: André Prous)

 Fig. 30: El motivo “curled shoulder” de Hinkiori (Foto: R. Hostnig, 2004)

 Fig. 31: El mismo motivo en una decoración sobre tela de corteza de los indígenas Tukanos del Vaupés, Colombia (Reichel, 1977)

 Fig. 32: Estatua de San Agustín, Colombia (Urbina, 2000)


En el gigantesco panel de petroglifos de Pusharo, en el Parque Nacional del Manu, se pueden encontrar varios íconos, sobre todo en el extremo izquierdo del panel, que guardan similitud con algunos de los grabados de Hinkiori, lo que sin ser necesariamente un indicio de su contemporaneidad o de la misma filiación étnica de sus autores, evidencia el uso difundido de los mismos códigos en la representación de determinadas ideas y mitos. En la figura 33 podemos observar cuatro motivos-piloto amazónicos  en este panel, que también existen, con ligeras variantes morfológicas, en Hinkiori: la espiral, el motivo denominado “back to back”, la serpiente y, en posición inversa, un ícono o grafema similar al llamado “curled shoulder”, descrito e ilustrado en el párrafo anterior.

Fig. 33: Motivos piloto en los petroglifos de Pusharo, Madre de Dios

Otros ejemplos de motivos recurrentes de la Amazonía son los círculos unidos por rectas (Figs. 26 y 34), la cruz contorneada (Figs. 16 y 36) y la “figura de simetría axial y contorno ondulante” (Figs. 23 y 38). Estos tres íconos, identificados en la peña de Queros, se repiten de manera similar en paneles de pinturas rupestres registrados y documentados por el estadounidense John Greer en la cuenca del río Orinoco, en la zona amazónica de Venezuela, a considerable distancia del piedemonte paucartambino, y por Dubelaar (1986) en diferentes islas del Caribe.

 
Fig. 34: “Motivo piloto “ring & bar” en Hinkiori.
 
Fig. 35: Círculos unidos por
rectas en pinturas rupestres del río
Orinoco según Greer (2002:49).

 
Fig. 36: Cruz contorneada de Hinkiori.
 
Fig. 37: Cruces con contornos.
Río Orinoco (Greer, 2002:48).

 
Fig. 38: Figura de simetría axial
y entorno ondulante, Hinkiori.
 
Fig. 39:  Motivo similar en pinturas rupestres del río Orinoco (Greer  2002: 48).

Estado de conservación

Tanto pobladores locales como visitantes foráneos siguen empleando la tiza para resaltar los petroglifos con el fin de facilitar su visibilidad (Fig. 19). Más agresivos que la costumbre del tizado resultan los graffiti grabados en la roca, con el nombre del visitante y la fecha de su visita. Uno de los motivos ha sido destruido en el intento de extraer el ícono mediante una herramienta metálica. El rayado del surco mediante una herramienta cortante (posiblemente machete) en el motivo de los espirales entrelazados representa un daño irreparable a este petroglifo. (Fig. 20)

Al estar parcialmente sumergida la roca en las aguas del río en épocas de crecida, los grabados siguen siendo afectados por el efecto abrasivo de la corriente de agua, que provoca el desgaste paulatino de los surcos de los petroglifos, lo que dificulta la lectura correcta de algunos íconos. La humedad del ambiente favorece el crecimiento de líquenes que ya han invadido algunos de los motivos. (Fig. 24)

 
Re-significación de los petroglifos

Hinkiori tiene en común con Pusharo, en Madre de Dios, y otros sitios de petroglifos de la Amazonía, el emplazamiento en o cerca de lechos fluviales como espacio preferencial, aunque los soportes rocosos pueden variar. En Hinkiori, un afloramiento rocoso en medio del río; en Pusharo, un acantilado cuya base es periódicamente cubierta por el agua del río Palotoa en época de lluvias; y cerca del centro poblado menor de El Triunfo, en el distrito de Las Piedras, cerca de la ciudad de Puerto Maldonado, un bloque pétreo originalmente ubicado en la orilla del río Madre de Dios (2).

La ubicación de piedras con petroglifos en el lecho de los ríos de la selva y cerca de los rápidos es también una característica recurrente de sitios rupestres de Bolivia, Brasil y del sureste de Colombia, donde Elisabeth Reichel (1977), en su levantamiento de petroglifos del río Caquetá, observó que “se atribuye un gran poder mágico religioso a los raudales, ya que en muchos casos son considerados el sitio de origen mitológico de la tribu y son parte del otro mundo bajo el agua con gente y pensamiento propio. Allí van, por ejemplo, los hombres cuando se ahogan”.

Según las observaciones del Padre Álvarez, en 1942, y del antropólogo argentino Mario Califano, a inicios de los años 70, los Huachipaeri ya no guardaban memoria alguna sobre el significado de los grabados. Resulta, sin embargo, que la peña y los petroglifos han sido objeto, en tiempos recientes, de una re-significación, cuando el carismático líder y chamán Huachipaeri Alejandro Jahuanchi, fundador del Centro Cultural Wanamey y muerto en 1998, comenzó a relacionar los grabados con la cosmovisión y mitología de su etnia. Al llenar con sentido y contenido estos grabados rupestres, él buscaba afianzar la identidad y cohesión de los miembros de la etnia y contrarrestar la galopante pérdida de los valores de la cultura Huachipaeri.

Vale aquí la observación de Elisabeth Reichel (1977) quien nos hace recordar que “el hecho de que ciertas culturas indígenas actuales incorporen los petroglifos en su mitología, no nos garantiza que se trate del código original de interpretación”. Por desconocer el contexto cultural de los artífices de los petroglifos, tendremos que aceptar nuestra incapacidad de comprender e interpretar el significado original de estos símbolos, que en tiempos pasados posiblemente fueron compartidos y entendidos por la mayoría de las etnias que poblaban la Amazonía, desde Colombia y Venezuela, en el norte, hasta Perú y Bolivia, en el sur.

Notas

1) En su artículo sobre los petroglifos de Pusharo y Queros, publicado en el año 2003, Vega Centeno menciona un aproximado de 25 figuras, probablemente incluyendo también las apenas reconocibles debido a la erosión de los surcos.

2) Recientemente, un fragmento del bloque pétreo con los petroglifos fue trasladado por el INC-Madre de Dios a un sitio más elevado en la margen izquierda del río para evitar su deterioro. Este fragmento está ubicado en el fundo del señor Maceda, distrito de Las Piedras, provincia de Tambopata, cerca del centro poblado menor de El Triunfo, Madre de Dios. (Donaldo Pinedo, comunicación personal).


Agradecimiento

A Raúl Carreño, por la corrección del texto de la primera versión de este artículo. A Mariana Creimerman y Donaldo Pineda por la revisión y corrección de la versión final. A Fernando Urbina y André Prous, por las fotografías del motivo “curled shoulder” de Colombia y Brasil.

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Hostnig, Rainer. La piedra “pintada” de Hinkiori en la Amazonía cusqueña.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/hinkiori.html

2009

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