Icamole. Iconografía rupestre de un sitio polisémico ubicado en García, Nuevo León. Pasado y presente
de un lugar mágico

Lorenzo Encinas. nichocolombia@gmail.com



Enclavado en el municipio de García Nuevo León, Icamole es uno de los sitios más representativos en la investigación de la gráfica rupestre en el noreste de México.

En este punto, situado a 50 kilómetros de Monterrey, los antiguos grupos de cazadores recolectores dejaron su huella en los frontones pétreos.

Por miles de años los antiguos habitantes de esta zona del norte de México marcaron en las piedras algunos de los elementos constitutivos de su sistema de creencias.

Icamole se localiza en la orilla del Río Salinas una fuente nutricia cuya riqueza origino un ecosistema muy rico capaz de sostener a un buen número de grupos humanos que radicaron en sus márgenes.

El sitio Icamole se encuentra en la orilla del Río Salinas.
Ubicación de Icamole en la zona de García Nuevo León.


A este cauce de agua se le conoce en Coahuila como Arroyo Patos y mantuvo por miles de años la vida de muchas especies de plantas y animales que sirvieron como base para la dieta de los arcaicos pobladores.

Es por eso la importancia que el agua tuvo para en la cosmovisión de los antiguos grupos de cazadores recolectores y sostenemos la premisa que el lugar se erigió como una especie de santuario para el vital líquido como fuente principal y dador de vida.

El espacio se encuentra ubicado muy cerca de la frontera con el estado de Coahuila y estilísticamente hablando es una combinación de varios estilos rupestres comunes en esta región del Desierto Chihuahuense.

Icamole es uno de esos sitios donde las rocas guardan en sus imágenes aspectos de su vida cotidiana como puede ser la caza y la recolección, aunque hay que acotar que algunos grabados guardan una estrecha relación con el movimiento de la Luna, el Sol y algunas estrellas, seguramente con el objetivo de conocer el ciclo de la lluvia y los periodos de celo del venado o de los borregos cimarrones, especies cazadas en los cañones y cadenas montañosas de la Sierra Madre Oriental.

Aspecto del sitio Icamole visto desde lo alto del paraje.

El sitio en si se ubica en una serie de cañones, un abanico aluvial que corre a lo largo de 8 kilómetros sobre el cauce del Río Salinas y el Arroyo de los Ranchos.

Consta de tres entradas, una de estas parte desde la comunidad de Icamole, (más adelante analizaremos brevemente la importancia de esta población en la historia nacional), a este acceso se le conoce como “La Presa”; otro ingreso es la denominada “Boca de Tranquitas” y se llega al punto de los grabados por la orilla del cauce de agua cerca de la comunidad de “El Milagro”.

Por ultimo tenemos el acceso por el denominado “Arroyo de los Ranchos”, un conjunto de corrientes de agua que son alimentadas por manantiales que nacen el pie de las montañas que corren de norte a sur en las cercanías del poblado “Chupaderos del Indio”.

En las crestas pétreas de Icamole se encuentran miles de petrograbados y abrigos rocosos con pinturas rupestres, se trata de nueve puntos, la mayoría cercana al río, donde los antiguos habitante dejaron su huella.

La antigüedad del sitio puede abarcar desde el periodo arcaico, es decir desde seis mil años hasta mediados del Siglo XIX, cuando los grupos Apaches y Comanches realizaron incursiones en esta parte del norte de México.

La magia de este sitio sigue vigente ya que la zona es visitada por cientos de personas cada fin de semana para sanar sus males y realizar paseos a pie por el desierto.

La vieja Hacienda del Muerto, la de Icamole y la Capilla del Anima de la Anacahuita son puntos muy socorridos por los visitantes.

De hecho, la magia milenaria del lugar sigue atrayendo a las personas a este lugar.

Mapa del sitio con los cuadros que indican los puntos con gráfica rupestre.

 

Medio Ambiente

A pesar de la sequedad, el calor y el frío extremos, los desiertos no son regiones muertas ya que después de las lluvias, la aridez da paso a una alfombra multicolor donde coexisten un buen número de especies vegetales y animales.

Desierto Chihuahuense.

Lo que conocemos como la zona desértica del poniente de Nuevo León, pertenece al gran Desierto Chihuahuense, compuesto por comunidades bióticas áridas y semiáridas. Con una superficie de 630,000 km2 en dos países, el Desierto Chihuahuense se extiende a lo largo de 10 estados de la República Mexicana - Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí y parte de Hidalgo, Querétaro y Aguascalientes- y dos de la Unión Americana -Nuevo México y Texas.

Flanqueado a ambos lados por las cordilleras Sierra Madre Occidental y Sierra Madre Oriental, misma que ejercen una influencia notable sobre sus condiciones ecológicas.

El Desierto Chihuahuense se encuentra dominado por paisajes de montaña y cuencas cuyos drenajes, al no tener salida al mar, han producido grandes abanicos aluviales y grandes zonas de inundación temporal, en las que la evaporación del agua conlleva la formación de depósitos de sales. El agua es escasa en este desierto, la precipitación anual es de menos de 200 milímetros en promedio.

Casi 400 especies de la familia cactáceas; estas plantas muestran diferentes tipos de espinas y cubiertas cerosas que les permiten almacenar agua y subsistir en condiciones de extrema aridez.

Flor de una cactácea


Resulta sorprendente como los seres vivos de estas zonas han logrado solucionar la escasez de agua, inclusive en algunas partes pueden pasar años sin que ocurra un aguacero significativo. Sin embargo, no sólo la carencia de humedad moldea al matorral, sino también el clima, que suele ser extremoso, con grandes cambios de temperatura, siendo las noches frías y los días muy calurosos.

Una cactácea crece en el suelo
Semilla de Anacahuita, alimento de las tribus antiguas.

Bajo estas condiciones, las plantas, para evitar la evaporación, desarrollan tallos gruesos como reservorio del codiciado líquido y espinas a modo de defensa contra los animales sedientos. Los animales han desarrollado ingeniosas adaptaciones a lo largo de millones de años.

La vegetación está constituida por arbustos que forman algunas veces matorrales cerrados. Las especies de pasto corto crecen en asociación con los arbustos, entre los que se identifican la gobernadora, la yuca, varias euforbiaceas y una gran variedad de especies de cactáceas.

Una higuerilla en la orilla del camino.

Las inusuales lluvias que se han dejado sentir en este parte de México han sido benévolas.

Luego del embate del Huracán Alex en el año 2010, la geografía de los lugares aledaños a Icamole cambiaron, sin embargo el ecosistema cobró auge nuevamente y aparecieron especies que no se encontraban, pero en la época de mayor humedad abundaban en la región, como es el caso de algunas aves y mamíferos que posteriormente abordaremos.

Flores amarillas, parte del paisaje multicolor en Icamole.
Tunas fruto del nopal, abundantes en Icamole.
Una tortuga se desplaza lentamente en el lugar.

Debido al calor las semillas sobreviven protegidas por sus duras cortezas; cuando llueve, torrencialmente, germinan con rapidez. Apresuradamente las plantas crecen, florecen y generan nuevas semillas. Las que no mueren enseguida deben resistir el clima seco y por un mecanismo de adaptación a la sequía absorben y conservan agua.

La fauna de estas zonas también ha desplegado corazas de protección, ingeniosos sistemas de almacenamiento de humedad y una alimentación que aprovecha al máximo el agua disponible; pero sobre todo ha desarrollado una forma de vida y un metabolismo que le permite sobrevivir y reproducirse en los años más difíciles.

Lluvia en la región de García, Nuevo León Foto Ariel Colín.

Una fuerte lluvia es un evento sumamente trascendental dador de vida ya que las semillas brotan con rapidez y las plantas salen de su letargo para crecer con rapidez. En el caso de las especies vegetales que no mueren, permanecen resistentes a las altas temperaturas y absorben el agua y la conservan en gracias a su naturaleza misma.A la par de la vida vegetal se renueva de igual forma la fauna. Aparecen numerosos insectos, arañas, escorpiones y ciempiés. En los charcos que se forman temporalmente se activan los huevos de crustáceos que han estado largo tiempo en estado latente.

Pequeñas arañas rojas, abundantes
en la temporada lluviosa.
Un ciempiés en la roca cerca
de los motivos rupestres.
Un alacrán toma en Sol en las rocas. Tunas, un alimento ancestral.

A lo largo del cauce de agua existen puntos que se han convertido en verdaderos oasis naturales.

A pesar de la sequedad y el calor extremos, los desiertos no son regiones muertas. Al amanecer o al atardecer comienzan a mostrarse aves, reptiles, roedores.

Durante el recorrido en el área aledaña donde se encuentran los grabados la vida animal se desarrolla de manera natural, al ir caminando una “chachalaca”, una especie de gallinacea nativa, no dejaba se hacer barullo conforme se avanzaba, el eco del ave se escuchaba con fuerza en los cañones.

Una chachalaca, (Ortalis vetulas) posa sobre un mezquite.

El Río Salinas es un cuerpo de agua que nace en las sierras aledañas de General Cepeda, en Coahuila, para luego pasar por Ramos Arizpe y Mina, Hidalgo, El Carmen, Abasolo, para desembocar en el Río Pesquería en el punto conocido como Las Adjuntas para luego unirse al Río San Juan.

Río Salinas una constante en el panorama del sitio Icamole.

Al recorrer el cauce, a parte de las tonalidades verdosas del agua, se pueden apreciar el colorido de las flores de algunas cactáceas y escuchar el canto de las aves, especialmente del llamado “Cardenal Zaino” y del “Zenzontle”, especies que anidan en la orilla del río.

Cardenal zaino. Centzontle o ave de las cuatrocientas voces.

Al caminar cerca de la orilla del río se ven, desde tortugas de agua, culebras, especies de patos salvajes, garzas y huellas de algunos carnívoros que aprovechan el paso del agua como un sitio ideal para capturar sus presas.

Una tortuga de agua, réptil abundante en Icamole.

Las lluvias que se han dejado sentir en los últimos dos años se han reflejado en la distribución de la fauna en el lugar.

Antes era sumamente difícil el observar a réptiles acuáticos, terrestres como la temible “cascabel” y aves acuáticas pues solo hay que acercarse al río para verlas.

Un pato rel. Una serpiente de cascabel.

Este es uno de esos sitios arqueológicos donde el ecosistema circundante va acorde con los motivos rupestres grabados en las rocas.

Al adentrarnos más en Icamole parece como si se retrocede en el tiempo, el silencio es roto por el canto de las aves y el viento que se escucha al mover las ramas de los árboles.

La soledad y sentimiento de estar lejos de todo y cerca de nada es una emoción difícil de describir.

Dos pares de ojos nos miran fijamente desde la sombra de un sauce en la orilla del río, un par de búhos no dejan de perder la vista a todos los extraños que caminan por sus dominios.

Un par de búhos expectantes..

No cabe duda que el agua es una carnada especial donde los depredadores y los cazadores antiguos solían ultimar a sus presas escondidos en las rocas.

Caminado hasta hacía el norte del río se llega a la vieja Hacienda de Icamole. Una vaca muerta, tal vez debido al ataque de un felino, yace muerta en la orilla, mientras un grupo de zopilotes se dan un manjar. Estampas citadinas que no cambian al paso de los milenios y que son la prueba irrefutable que la vida se impone pese a las condiciones más adversas.

Zopilotes en la zona de Icamole.

Mucha de la fauna ha desaparecido del lugar o bien fue reducida a lo más mínimo. Con la llegada de los españoles a la zona en el Siglo XVI comenzaron las presiones para algunas especies de mamíferos como el borrego cimarrón, los venados y bisontes, que, al introducir las cabras, vacas y ovejas, compitieron por los pastos y trajeron enfermedades, además algunos depredadores, que cazaban a la fauna original, encontraron en al ganado traído de Europa una fuente de alimento, en respuesta el colonizador comenzó el extermino a las poblaciones de lobos, pumas y con ello afecto el ecosistema.

A la par de lo anterior inicia el declive de las poblaciones de bisontes, venado bura y en cierta medida el venado cola blanca, bisontes y del borrego cimarrón que fue extinto a principios de los años cuarenta.

Bien podríamos decir que fueron las presiones de la nueva población europea las cuales ejercieron bastantes limitaciones sobre la fauna nativa, sin omitir el cambio climático que terminó por confinar las a lugares recónditos a muchas de especies de la fauna nativa y otras fueron extirpadas de este hábitat.

Actualmente, en esta intrincada serranía, esporádicamente pueden ser vistos grandes depredadores como el puma o el lince, ya que los rancheros de los poblados suelen matarlos ya que merodean las comunidades en busca de presas como las cabras, borregos y terneras.

Pumas y linces han sido cazados en la región. Foto Especial.

En los recorridos por los sitios con manifestaciones rupestres es común que nos encontremos con algunos depredadores como coyotes y la zorras, en ambos casos se trata de mamíferos que se adaptado a la presencia de los humanos.

Un coyote en la zona de Icamole, expectante de nuestros movimientos.

La imagen se repite en muchos lugares donde escurridizos ambos canidos escapan al acercarnos un poco.

Desde hace miles de años algunas especies nativas han enfrentado un proceso de extinción derivado del cambio climático, (desertificación) y además de las presiones derivadas con la llegada del colonizador y el progreso en esta región de Nuevo León y Coahuila.

Venado bura, extirpado de la región hacia
mediados de los años cincuenta. Foto Especial
.
El elk seguramente la primer especie
extinta en la zona de Icamole y la frontera
entre Nuevo León y Coahuila. Foto Especial.

La Arqueozoología es la disciplina que se encarga del estudio de los restos animales que se encuentran en contextos arqueológicos. Esta disciplina puede aplicarse al estudio de todos los períodos de la historia, en los cuales los seres humanos se han relacionado con los animales. Esta analogía hace referencia tanto al consumo alimenticio de estos, como al uso de algunos productos El objetivo final del estudio es aportar información sobre las sociedades humanas a través de los restos faunísticos que estas han dejado.

Hay que repetir una y otra vez que el clima ha cambiado notoriamente en los últimos milenios y ciertamente en la época de mayor humedad, cuando el agua se encontraba literalmente en todas partes de esta región de Nuevo León, la flora y la fauna era abundante, contrastando con los eriales secos que hay en la actualidad.

La gráfica rupestre en cierta medida es una prueba de la presencia de la fauna original y constituye un testimonio de la coexistencia con los grupos de cazadores recolectores ya que convirtieron a sus presas en parte muy importante de su cosmología y obviamente de su dieta.

 

Cambio Climático

Es muy importante hacer hincapié en las condiciones climatológicas imperantes en el pasado ya que el clima ha cambiado mucho y donde antes había bastante agua, hoy en día no se compara con la que antes había, si la medimos en la época cuando habitaron el sitio las tribus arcaicas.

El cambio climático en la región ha sido documentado por William Breen Murray, quien afirma que en América del Norte, esta zona latitudinal corresponde a los desiertos de Sonora y de Chihuahua.

“Hasta fechas muy recientes, la ocupación humana en esta región era mucho menos intensa. Durante la prehistoria la Aridoamérica correspondía a pueblos nómadas que carecían de agricultura y asentamientos urbanos, y aun en la época colonial sigue siendo una frontera poco poblada. Como consecuencia, a veces los procesos de desertización pueden ser documentados en la historia y la memoria de un pueblo, y la arqueología permite destacar el contraste entre presente y pasado a largo plazo. Este es el caso de la región que consideraremos a continuación”. (Murray, 1997).


Gráfica del basin and range. Ilustración Especial.

La topografía del terreno es determinante y su configuración Breen Murray la identifica como basin and range (en inglés) que presenta un contraste entre serranías escarpadas de hasta 1 800 m de altura que representan una extensión discontinua de estratos sedimentarios de la Sierra Madre Oriental, y valles aluviales en medio entre 900-600 m de altura con drenaje general de poniente a oriente que desembocan en las llanuras costeras. (Murray, 1997)

La característica morfológica principal de esta terreno es un sistema de sierras alargadas y valles angostos paralelos que son producto de una tectónica distensiva cenozoica. (Murray, 1997)

Tomado en cuenta los cambios en el clima de la región es claro afirmar que los sitios de arte rupestre se asocian con fuentes de agua superficial, y su gran número y amplia distribución, cerca de los cauces de agua es indicativo de una población móvil y dispersa.

“Estos sitios llegan a cubrir hasta varios kilómetros cuadrados con miles de petroglifos. Se localizan en puntos estratégicos dentro de las cuencas hidrográficas, muchas de ellas actualmente intermitentes o inactivas.

“Estas circunstancias sugieren que en algunas épocas prehistóricas, estas cuencas eran activas y formaban presas naturales o ciénagas húmedas en estos puntos, permitiendo mayores concentraciones humanas durante temporadas más largas. (Murray, 1997)

“El patrón de asentamiento en las cañadas de la Sierra Madre parece obedecer más a la relativa actividad de estas cuencas hidrográficas en determinados periodos cuando el clima era evidentemente más húmedo que hoy”.

Mapa satelital de la región aledaña a Icamole, clara topografía basin and range.


Nucleación Cíclica; Espacios Sagrados

Consideramos que los antiguos pobladores de Icamole tuvieron una vida parcialmente nómada pues habitaron el lugar por espacios temporales, donde regresaban al paso del tiempo.

Solveg Turpin, siguiente foto, sostiene que transición entre las sociedades igualitarias de cazadores y recolectores a sociedades complejas requiere una serie de transformaciones estructurales cuyas huellas materiales a menudo son obscuras y ambiguas, de tal manera que ambos, los procesos subyacentes en sí y sus manifestaciones, quedan abiertos al debate. Siguiendo a Schaedel propuso un modelo arqueológicamente comprobable que describe cómo los cazadores y recolectores se encaminaron desde el forrajeoen bandas dispersas a la nucleación cíclica, y de allí al cuasi-sedentarismo, para así preparar las precondiciones del paso final al sedentarismo, que puede darse o no. (Turpin Solveig, 2009).

“En el centro del modelo de Schaedel se encuentra el altar –el espacio sagrado– que constituye el núcleo alrededor del cual orbita el patrón del asentamiento cíclico y que ofrece la prueba arqueológicamente más visible de esta progresión hipotética. Consultar a Richard Paul. Schaedel. “The Temporal Variants of Proto-State Societies.”, 1995: 47–53.

“Por “nucleación cíclica” se entiende una especie de agregación programada o estacional mediante la cual gente dispersa se reunía o congregaba para diversos propósitos, y que solía basarse en el ritual que les permitía comunicar y reificar su condición social.

La actividad ritual, por su parte, contribuía a la consagración de los centros o nódulos de nucleación cíclica y definía los espacios o sitios sagrados reconocidos por la comunidad y que influyeron en su configuración física y social. Éstos forman las bases de una estrategia de asentamiento, centros de agregación programada”,

Turpin escribe: “Aun cuando los manantiales y corrientes de agua permanentes son contados en esta región, las peculiaridades de la topografía local compensan la aridez al canalizar las escasas y esporádicas lluvias por cuencas donde se filtran hasta formar estanques en las estrechas bocas de los cañones.

“Ya concentrada en esta forma, la mayor accesibilidad al agua y a la biota que la acompañaba habrá dado un ímpetu funcional al uso estacional o programado de ciertos lugares, condicionado en buena medida por las épocas de lluvia. Los elementos y artefactos domésticos estratificados y fechados por radiocarbono atestiguan la larga duración de la ocupación humana en estos sitios”. (Turín, Solveg, 2002).

Icalome se ubica en la orilla del Río Salinas, sitio habitado por miles de años.

Los altares, o espacios sagrados, incluyen una gama amplia de elementos naturales y artificiales que la definición debe enfocarse en los restos materiales que pueden ser reconocidos por la arqueología.

Turpin recalca que tradicionalmente, la santidad o los poderes especiales son atribuidos a aspectos inusuales o dramáticos del paisaje, tales como montañas, manantiales, acantilados o cuevas.

La manera más visible de dejar una impronta cultural sobre algún sitio o punto natural consiste en pintar o grabar imágenes en un medio semipermanente, como la piedra. Por su parte, la redundancia de los temas y la iconografía regida por reglas identifican a las imágenes de este tipo como arte ritual que manifiesta ciertas convenciones sociales al mismo tiempo que contribuye a la consagración de esos sitios venerados.

Cresta rococa a la altura de “La Presa”.

La investigadora de la Universidad de Texas acota que dos los criterios los que deben satisfacerse antes de poder aplicar el modelo de propuesto por Schaedel:

1) el patrón de asentamiento debe evidenciar ocupaciones estacionales o programadas de poblaciones agregadas o relativamente grandes;

2) un espacio sagrado debió haber sido marcado por una actividad ritual que haya dejado indicios arqueológicamente visibles.

En la llamada Nucleación Cíclica, la actividad ritual en forma de un elaborado arte rupestre que ilustra la participación en un sistema de creencias unificado que también fungió como un principio de organización en la estructura de estas sociedades, presumiblemente igualitarias. (Idem)

De hecho, la autora insiste que aunque están realizados en dos diferentes medios, tanto los petroglifos como las pictografías constituyen los vestigios físicos de rituales que definen el espacio sagrado y crean los núcleos o centros en torno de los cuales gira un buen caso para la nucleación cíclica, la actividad ritual y la emergencia de altares en centros de reunión y que con frecuencia se presenta en las orillas de la Sierra Madre Oriental en los estados de Nuevo León y Coahuila en el norte de México: “ahí encontramos una relación consistente entre grandes campos prehistóricos abiertos, petroglifos y abanicos aluviales ubicados sobre las bocas estrechas de los valles de las cordilleras”, sostiene Turpin.

Motivo abstracto en Icamole, probable relación con el agua.


Las tribus de cazadores recolectores que habitaron en Icamole probablemente que hayan vivido por miles de años teniendo la nucleación cíclica como una forma de vida y se trasladaban de un lugar a otro plasmando en la roca los elementos de su cosmología.

Pensamiento religioso donde detallaron fielmente la fauna, la flora, la tecnología usada en la cacería y la forma de medir el tiempo, entre otros motivos más.

El sitio de Icamole es un conjunto de nueve puntos con grafica rupestre esparcidos a lo largo de varios cañones en las orillas de dos corrientes de agua.

Son varios espacios con motivos variados lo que hace indicar que la temporalidad se puede remontar desde el periodo arcaico hasta época de la colonia.

En la ruta para llegar a los lugares con gráfica rupestre se pueden ver los restos de fogones y fogatas, puntas de proyectil, bifaciales, raspadores, tajadores, muelas, manos, metates, gubias del tipo Clear Fork, raspadores del tipo Coahuilo.

 

Utensilio del tipo Clear Fork.

Icamole es un sitio polisémico, que tiene muchos significados e interpretaciones, debido a que puede ser analizado desde variados puntos de vista: ya sea desde el enfoque meramente arqueológico, el punto de análisis antropológico, etnohistórico, el semiótico, aun a pesar de los múltiples perspectivas, queda mucho por investigar y ciertamente lo que se ha hecho de alguna otra manera nos brinda breves nociones acerca del sitio.


Antecedentes de investigaciÓn arqueolÓgica en la regiÓn

Los primeros trabajos en esta zona se remontan hacia los sesentas.

Pese a los numerosos sitios con grafica rupestre en esta zona del poniente de Nuevo León pocos son los estudios que se han realizado en esta materia.

La mayor parte podríamos decir que se trata de reportes internos del INAH, sin embargo estas investigaciones son desconocidos para el público en general.

García Nuevo León es un municipio que limita con Monterrey y su área Metropolitana por lo que es urgente el documentar y preservar los sitios ya que la modernidad, al menos en esta parte de México y pensamos que en todo el México, no le sienta bien al arte rupestre.

Los dos primeros estudios se llevaron a cabo en el sitio Cueva Ahumada, un lugar con pinturas rupestres petrograbados ubicado a unos 25 kimometros de Icamole.

Entre 1960-1967, un grupo de arqueólogos de la Universidad de Texas, en Austin, encabezado por Jeremiah F. Epstein, foto anterior, emprendió un amplio programa de investigación en toda el área

La investigación derivo en varios artículos y años más tarde colegas del investigador continuaron con los trabajos.

Fue hacia 1965 cuando John W. Clark Jr., llevo a cabo una investigación: Arte en la Cueva Ajumada, como parte del Proyecto Arqueológico del Noreste de México, dirigido por el doctor Jeremiah F. Epstein. Clark encontró que se trata de un solo estilo de arte en la Cueva Ahumada tanto en las pictografías como en los petrograbados. Esto sugiere que un grupo de gente elaboró las pinturas y grabados durante un breve periodo.

“Por lo general los diseños son variaciones de una línea vertical con líneas diagonales a lo largo de cada lado. También se presentan zigzags y grabados de cadenas con formas de diamantes y se incluyen círculos y series de puntos. Sólo pueden hallarse dos figuras humanas en las pinturas y una en los petrograbados. En una roca cerca de la cima del talud se halla la representación de dos puntas de flecha”. (Breen Murray, 2007 Pag.12).


El autor sostiene que las diversas proyecciones y recesiones de la superficie pintada se utilizaron para dar una ilusión de espacio. Por lo que concluye que el muro se utilizó para comunicar movimiento al observador.

“Estas pinturas parecen estilísticamente idénticas a las pinturas y petrograbados en las porciones expuestas del lugar. Puede haber relación entre este sitio y las pinturas en la región lagunera en Coahuila y Chihuahua, pero un trabajo posterior en esta área tendría que demostrar una relación definitiva”, (Murray Breen 2007, Pag.12).

María Antonieta Espejo

Otra investigación realizada en la zona la llevo a cabo Antonieta Espejo, quien hacía 1968 llevo a cabo una visita y exploración de algunos sitio ubicados en la orilla del Río Pesquería en los cañones de la Sierra
Madre Oriental. Torres llevo a cabo el trabajo como parte y fue publicado por la Revista Humanitas editada por la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Moisés Valadez

Arqueólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia de la en la delegación Nuevo León realizado varias investigaciones en este lugar.

Valdez Moreno ha realizado una serie de trabajos relacionados con la lítica encontrada en esta región y en varias temporadas ha trabajado en el área y sus reportes de investigación son los primeros elaborados desde el ámbito de la arqueología profesional. (Valadez Moisés 1999).

Sus aportes se han convertido en documentos verdaderamente valiosos pues contienen información técnica y detallada acerca de los materiales que se han encontrado en el lugar.

Materiales que van desde los instrumentos líticos y elementos materiales que conforman parte de esa cultura que floreció hace miles de años.

William Breen Murray

Hacia la década de los ochentas realizó visitas al lugar vínculo los grabados con algunas cuentas numéricas que el investigador de origen norteamericano las equipara con conteos astronómicos. (Murray, Breen, 1982, 1992,1997).

William Breen Murray.        

Sobresalen los trabajos realizados en Presa de la Mula donde puso especial atención en los puntos ya que son similares a las de otros sitios cercanos como “La Mula” y Boca de Potrerillos.

Además el antropólogo norteamericano llevo una exhaustiva investigación acerca de las cornamentas de venado que fueron plasmadas en la roca y llega a la conclusión que se puede tratar de conteos astronómicos.

Cristina Corona Jamaica

Ha realizado investigaciones en Cueva Ahumada, una tesis de licenciatura y otra de posgrado avalan la labor la especialista en la región. La arqueóloga estudio con detenimiento el área y relaciono la gráfica rupestre con el medio ambiente circundante, de alguna manera da continuidad a los estudios llevados en este sitio (Corona Jamaica, Cristina 2001, 2005).


Carlo del Razo Canuto

Es quien más ha trabajado en este sitio y sus estancias en el lugar se han visto reflejadas en una serie de artículos y un trabajo de tesis de licenciatura en Arqueología. (Del Razo, 2005, 2007, 2008).

Sus trabajos son un punto y aparte que abren una brecha y sobretodo constituyen estudios que a futuro abren la posibilidad de más investigaciones en este punto.

Carlo del Razo llega a bastantes conclusiones y además realiza un análisis de otras investigaciones que se han llevado a cabo, no solamente en García sino otros sitios de Nuevo León lo que enriquece el trabajo debido al rigor metodológico lo que abre el abanico para la realización de más investigaciones.

Varios estilos

Son diversos los estilos identificables de petroglifos que existen en Icamole.

Por un lado tenemos la tradición “Cueva Ahumada” lugar que se ubica aproximadamente a unos 20 kilómetros, en el espacio sobresalen círculos y líneas onduladas, además de infinidad de motivos fitomorfos relacionados con la flora que existe en la zona.

Pintura rupestre en Icamole. Foto cortesia Alejandro Arizpe Montemayor.

Aunque es mínima en un lugar ubicado cerca del Arroyo de los Ranchos, poco antes de llegar a la zona de grabados en donde desemboca el citado cauce de agua con el Río Salinas se encuentra un panel con pintura rupestre, en un abrigo rocoso muy cerca del nacimiento de un venero natural. Las pinturas se encuentran bastante deterioradas debido a los efectos del medio ambiente.

Otro estilo identificable es el relacionado con Boca de Potrerillos que consiste en líneas punteadas que bien pueden tener relación con conteos lunares o las estaciones del año.

Cuentas en Icamole, estilo Boca de Potrerillos.

Otra tipología que encontramos en Icamole es el denominado La Mula Pelílal y corresponde a motivos rupestres muy extendidos en la frontera de Coahuila y Nuevo León.

Representaciones del armamento para las cacerías, grabados de pies, manos, cornamentas de borrego, astas de venado, huellas de animales, cuchillos enmangados hacen de Icamole, el punto más oriental de este estilo.

Cuchillos enmangados un motivo
identificado al estilo La Mula-Pelillal.

 

Puntos de caza


Fogones, cocinas prehistóricas.

En Icamole podemos apreciar un patrón de grabados en la roca muy similar al toda esta región: lugares en la orilla de los cauces de agua con abundantes restos de fogones en las planicies cercanas a los puntos donde hay pinturas y grabados.

Estos puntos seguramente fueron utilizados como antiguas cocinas o bien para celebrar mitotes, el caso es que en Icamole son varios lugares como La Presa, Campo V donde se aprecian abundantes fogones.

En la entrada a Icamole, por el acceso de La Presa, dos atlatls reciben al visitante, como si el motivo representan una especie de guardianes del sitio.

Un par de atlatls.

Su explicita manera en cómo fueron elaborados no deja nada a la imaginación pues se trata de esta arma arrojadiza, tecnología muy antigua y efectiva en las largas jornadas de caza.

Icamole era un sitio ideal para la caza y en las paredes de las rocas se puede apreciar como los antiguos cazadores recolectores semiotizaron los frontones con el arsenal con el que cazaban.

En las bocas de los cañones el motivo es recurrente y podía indicar el punto exacto cuando el animal estaba a tiro del cazador; un proceso de error y acierto aprendido y perfeccionado a lo largo de miles de años.

Cazador lanzando un atlatl.

En el trabajo de los borregos cimarrones ya habíamos abordado el tema, sin embargo es importante acotar que los cazadores antiguos eran todos unos expertos en el arte de la caza grupal y aprovecharon al máximo la geografía del sitio para ultimar a sus presas.

Venados, borregos cimarrones, berrendos, bisontes, elks, seguramente habitaron esta porción del noreste de México y fueron cazados utilizando una técnica de caza muy bien definida, misma que quedo especificada en la roca.

 
Huella de venado.

Es fácil conocer el proceso de cacería en función de la gráfica rupestre, en este caso contempla el rastreo de la presa, que lo podemos ver en los motivos de las huellas grabadas en la roca.

Además, las huellas tenían una connotación importante en la cosmología ya que se puede tratar de la magia simpática, una forma de plegaria mágica para obtener buen resultado en la caza.

Es frecuente el encontrar huellas de venado junto a petroglifos de pies humanos, en el contexto de la caza lo anterior tendría significado muy especial ya que partimos del supuesto de que el cazador puede adquirir las habilidades del animal.

Los antiguos cazadores salían en busca de venados, borregos cimarrones y todo aquello que formaba parte de su dieta.

 
Astas de venado.

Es claro entender la importancia que tenía la caza y las maneras que utilizaban para valerse de un buen resultado.

El hecho de no poder ir al supermercado, como nosotros para comprar alimentos, los obligaba a ser muy certeros en sus excursiones de caza.

Astas y cornamentas pueden ser vistas en Icamole y son parte de un culto muy extendido que puede descansar en la necesidad de obtener su sustento diario.

 
Grabados Incisos.

Luego de una buena caminata es que comienza el ascenso al pequeño puerto que se encuentra a unos 50 metros de altura, ahí los antiguos naturales elaboraron una serie de grabados incisos en la roca.

Estos grabados seguramente tuvieron un valor especial para sus autores debido a que se encuentran ubicados en un sitio preponderante, un lugar especial donde se domina el panorama de esta zona.

 
Motivos incisos en el llamado Campo V Abajo.
 
Un Sol desde alto.

El reconocido arqueólogo mexicano Luis Aveleyra Arroyo de Anda, quien realizo algunos estudios en Loma Bola, a 30 kilómetros de Icamole, comentaba que este tipo de grabado era único en el mundo. Aveleyra estudio este tipo de grabado en un punto con grafica rupestre en Parras, Coahuila.

Esta forma de grabado la hemos visto en el sitio Paso de Guadalupe al pie del Cañón de Eslabones, en Ramos Arizpe, Coahuila y sitos cercanos como Los Fierro, El Delgado en Nuevo León.


 
Dos piedras con grabados incisos en la parte alta del denominado Campo V.

La mayor parte de este tipo de grabados la encontramos en el lugar conocido como Campo V, justo en la desembocadura del Arroyo de los Ranchos con el Río Salinas.

Por su ubicación en el conjunto de motivos podemos suponer que tenían un significado especial para los grupos arcaicos por la demora en su elaboración y su ubicación con respecto a otros petroglifos.

Se trata de una serie de grabados incisos que, en su mayoría, están alineados al amanecer, siendo iluminados desde varios ángulos durante el día.

 
Muestra de un motivo inciso en la roca en Icamole.


Iconografía del agua

El agua es sin duda uno de los elementos principales que podemos apreciar en los motivos rupestres en Icamole.

Lo anterior lo podemos verificar a simple vista debido a que el vital líquido es una constante en el panorama de este sitio ubicado en los cañones de la Sierra Madre Oriental.

 

 
Las aguas con tonalidades verdes resaltan sobre la aridez del terreno.

Recorrer este lugar es como una especie de caja de sorpresas ya que desde que comienza la ruta hacia el lugar donde se encuentra la principal concentración de petroglifos, la belleza y el detalle con la que fueron elaborados los grabados asombran al visitante, sin embargo los motivos relacionados con el agua son los más recurrentes.

 
Grabados en la orilla del río.

Es entendible que una cultura que mantenía una estrecha relación con el medio ambiente le diera un lugar preponderante al agua en su cosmología.

En el lugar denominado Punto 2 (La Presa) se ven infinidad de motivos relacionados con el vital líquido muy cerca del cauce de agua.

 
Motivo relacionado con el agua.

Breen Murray ha realizado una serie de observaciones en diversos puntos del sitio arqueológico donde llega a interesantes conclusiones. (Murray, Breen, 2012)

La relación de algunos motivos con el agua es evidente por la abundancia de grabados.

Al investigar la gráfica rupestre de Icamole, Murray encontró, que a diferencia del Río Salinas, que es más o menos permanente, el Arroyo de Los Ranchos, que se une a estas alturas, es un afluente intermitente por lo que los círculos concéntricos están en realidad tallados en las caras de roca desnuda dentro del curso de la corriente misma.

 
Círculos concéntricos en lo alto e la loma. Foto William Breen Murray.

El investigador detalla que los círculos concéntricos marcan literalmente el curso de agua y muchos son claramente desgastados por el agua y se sumergen durante y después de las fuertes tormentas.

“Para los cazadores, los círculos concéntricos marcan la presencia de agua que atrajo a su presa en una trampa. Algunos de los motivos concéntricos se colocan al pie de las pozas más profundas que marcan la posición específica del cazador. Otros están tallados más arriba en la roca en los puntos de tiro del cazador”.

 

El antropólogo sostiene que los motivos concéntricos pueden no ser los únicos símbolos de agua presentes en Icamole pues algunas figuras geométricas también pueden ser símbolos naturales de agua.

 
Cauce del Arroyo de Los Ranchos con gráfica rupestre.

Conjuntos de líneas onduladas, a menudo acompañan a los círculos concéntricos, pueden ser símbolos naturales de las ondas de viento o el agua que fluye en la corriente más que el agua plácida en una piscina de pie. Una línea curva ondulante puede ser un símbolo natural de un curso serpenteante del arroyo, sobre todo como el del Arroyo de Los Ranchos en su unión con el curso de la corriente principal del Río Salinas.

 
 
Ondas de agua, círculos concéntricos.
Probable representación del símbolo de agua.

Murray aclara que siempre hay que tener en cuenta que la geometría natural de movimiento del agua puede ser una constante universal (como la forma circular del sol), pero su representación gráfica en el arte rupestre sólo puede determinarse en relación con el contexto ambiental y el complejo rupestre asociado.

“Círculos concéntricos y líneas onduladas son formas geométricas simples que pueden tener cualquier número de significados. Ellos son de ninguna manera parte de un código fijo o una traducción a la espera de vocabulario gráfico universal.

“Símbolos naturales se refieren a fenómenos universales, pero su reconocimiento en el arte rupestre depende de la congruencia de su contexto natural e iconográfico en cada sitio en particular. En Icamole, los dos elementos parecen encajar bastante bien”, recalca Murray.

Aunque no se han llevado a cabo estudios relacionados con el clima en esta parte del noreste de México ser importante que se lleven investigaciones de tipo etnohistórico utilizando los archivos para darnos una idea acerca del cambio climático que ha tenido la zona limítrofe de Nuevo León y Coahuila.

 
Circulo concéntrico en “La Presa”, Icamole.

Vale recordar que hasta mediados del siglo pasado en esta región se producía caña de azúcar y la mayor parte de la cebada que se cultivaba en la zona era utilizada en la producción de la cerveza elaborada por la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey. La bonanza es parte del pasado, como toda esta zona de García y Mina, Nuevo León, es una tierra del olvido.

Las lluvias recientes han aumentado el caudal de Río Salinas sin embargo, como ya lo hemos comentado anteriormente, no es ni la mínima parte del caudal que llevaba hace miles de años cuando los antiguos grupos de cazadores recolectores habitaron esta región.

Astas, cornamentas, clanes, mitotes y abundante peyote

A lo largo de las crestas rocosas pueden ser vistos motivos que tienen una estrecha relación con el agua y se encuentran en lugares estratégicos ya sea junto a cuentas numéricas o representaciones de algunos bailes de los integrantes de las tribus llamados mitotes.

Mitote grabado en la roca, ubicado en lo alto del campo 5.
Dibujo que detalla el grabado anterior. Cortesía de José Armando Martínez Cerda.

Un mitote elaborado en la piedra detalla una serie de elementos que conforman parte de los rituales que los antiguos grupos llevaban a cabo en Icamole ya que se aprecia a figuras antropomorfas en plena actividad dinámica con algunos motivos como lo es una cornamenta de venado y una serie puntos que bien se pueden asociar con el agua.

Al respecto, Alonso de León, cronista de la época anterior escribe lo anterior y nos brinda algunos elementos que ilustran la forma en como los lugares de caza en alguna medida eran espacios sagrados.

“La cosa más común y que frecuentan los indios de esta tierra, son sus baile y mitotes; los cuales sirven en todas ocasiones, porque ellos lo hacen para sus regocijos, alzamientos y guerras, así como también para hacer las paces, particularmente en verano. En cualquier género de mitote es costumbre tener cogido mucho peyote y los que hacen el baile, todos aquellos días cazan; buscan sus comidas; y hacen muchas barbacoas, y que sacan aquella tarde y ponen allí, y llámanle montón. En amaneciendo, como a las nueve, que ya están recordados, y quieren irse los convidados; les van repartiendo aquella comida y algunos cueros de venado”. (De León, Alonso, 2006).

Por lo tanto, la concepción de la sierra de Icamole como un sitio que simboliza la actividad de la caza, y que probablemente la ritualiza desde un punto central –Icamole V–, debe considerarse, ya que cuanto más crece la definición de un objeto, en este caso la sierra en su totalidad, como sitio cultural, más se aleja de su uso y prevalece lo simbólico. Si tomamos en cuenta, además, que el presente está lleno de pasado suscitado o resucitado por la actitud asociativa de los sentidos, también es probable que el espacio sagrado y los motivos pictográficos relacionen todo un contexto relacionado con la caza. La elección de los sitios debe considerarse no sólo una estrategia de apropiación, sino un medio de comunicación simbólica, que hace posible la estructuración de la cosmovisión a partir de todos los lenguajes, teniendo en cuenta que la comprensión del espacio no está fuera del individuo, sino que se incluye dentro del paisaje.

Carlo del Razo Canuto



 
Astas de venado cola blanca, una representación del mamífero.

De hecho Icamole es un sitio donde la gráfica rupestre tiene fuertes connotaciones religiosas.

Los motivos de alguna manera retratan elementos del medio ambiente pero resulta evidente la relación de los grabados con la cosmología de los grupos de cazadores recolectores.

“En algunos bailes célebres que entre año hacían, usaban sacar una de esas cabezas de venado que con mucha reverencia solían guardar, en memoria del difunto que lo había muerto. Cuando ya estaban en su baile, uno de los viejos que a él presidían, echaba en el fuego (que siempre se enciende en el baile) unos pedazos de los huesos y astas de venado; persuadiendo a la gente, que la llama que con mayor resplandor salía cuando aquellos huesos se quemaban, era el ánima del difunto que a su llamado venía a comunicarles la virtud e industria que él en vida había tenido en matar venados. (Pérez de Ribas 2001)

La ecología del lugar es bastante rica en especies de plantas y animales, esa abundancia se ve reflejada lógicamente en infinidad de grabados en la que salta a la vista la gran importancia que tuvieron en la cosmología de las tribus arcaicas.

 
Cornamenta de borrego cimarrón uno de los animales cazados en Icamole.

En Icamole contabilizamos siete cornamentas de borrego cimarrón, esparcidas en las crestas rocosas y el puerto.

Las astas de venado son abundantes y para algunos investigadores tienen connotaciones solares, el tema es sugerente y lo abordaremos en un trabajo próximo, no obstante, tanto el óvido así como el venado fueron figuras importantes en su cosmología, ya que aparte de alimento se erigieron como una especie de tótem ancestral de filiación de los denominados clanes, como es el caso de dato siguiente que tiene que ver con el venado.

“La existencia de bandas de indios venado denota que el animal fue un símbolo de identidad para algunos aborígenes locales. Apuntala, además, la posibilidad de que se concibiera una relación sacra con la bestia; quizá, que se le considerara un tótem. Entendido éste como la representación simbólica de un lazo entre cierta colectividad y un protector o guía; un antepasado, un ser de la naturaleza u otro poder extrahumano. (López Carrera, 2001)

Sobre lo anterior no contamos con información entnohistórica suficiente sobre Icamole pero por la inferencia etnológica es fácil suponerlo.

Peyote sagrado

Escondido entre las rocas, el peyote abunda en esta zona arqueológica el peyote, una cactácea bien pudo ser la llave de la percepción mágica de estos grupos. Las sociedades de cazadores-recolectores carecían de una clase sacerdotal como la concebimos en la actualidad.

En Icamole seguramente debió existir algún tipo de chamán que intervenía en varios aspectos de su vida cotidiana.

El peyote abunda en Icamole.

Chamanes

En las sociedades de cazadores-recolectores no existía una marcada especialización entre los integrantes de las tribus. Lo mismo había individuos con habilidades para la caza y otros que tenían destreza para curar. Los chamanes seguramente eran los líderes de los grupos, solían ser personas muy respetadas en sus comunidades. La eterna lucha entre el bien y el mal, los llevaría a realizar ritos donde adquirían poderes para traspasar al mundo de los muertos y, otras veces, adquirir las características de animales como el venado, el oso, el coyote o las aves y serpientes, entre otros. Gran parte de los elementos contenidos en la mitología de las antiguas poblaciones del noreste de México fueron plasmados en imágenes rupestres. Como se puede inferir, los chamanes hacían de todo, pues se constituían en médicos, maestros, psicólogos, abogados, hecho que significaba un enorme respeto entre la gente. Algunos antropólogos creen que la mayoría de los chamanes eran personas con algún tipo de impedimento físico o bien padecían de cierto tipo de enfermedad mental a la que supieron sacar provecho.



Las manifestaciones rupestres modificaban la percepción de los lugares al dotarlos de un significado especial, compartido por los otros integrantes de la tribu.

El culto al peyote entre las poblaciones originarias del sur de Estados Unidos y el norte de México es reconocido por la mayor parte de los especialistas.

Alonso de León, cronista del Nuevo Reino de León, describe a estos grupos humanos como grandes conocedores de las yerbas, particularmente del peyote, y relata la manera como lo consumían en sus ceremonias rituales y mitotes.

 
Lophophora williamsii.

En muchos petrogabados se aprecia la figura del alucinógeno, por lo que no hay que descartar que algunos motivos rupestres seguramente fueran elaborados bajo el influjo del peyote.

El arqueólogo Carlos Viramontes Anzures, quien ha publicado trabajos sobre las manifestaciones rupestres en el desierto, sostiene que cuando se consume esta cactácea, en la mente del chamán aparecen visiones y alucinaciones, mismas que seguramente fueron plasmadas en la piedra.

 

Carlos Viramontes Anzures.

"Tal vez, primero hacían el ritual con toda la comunidad. Es posible que la mayor parte de los ritos tuvieran que ver con cuestiones terapéuticas, pues era el chamán quien pintaba y quien fungía como curandero. Cuando uno consume peyote o un alucinógeno se tiene la capacidad de entrar en trance de un viaje, y es un viaje porque se tiene la sensación de volar. En la primera etapa se ven muchas figuras geométricas, cuadrados, círculos, puntos, líneas en zigzag, retículas. En una segunda etapa, se empiezan a observar vórtices, túneles, figuras alargadas, deformadas de la figura humana o animal, y en la tercera etapa es cuando la persona que ha consumido el peyote trata de darle sentido a las visiones que tiene", menciona el arqueólogo.

Representación rupestre del Peyote en Icamole.

En este sitio es evidente que los grabados pudieron ser producto de la visión del chamán durante el trance inducido por el consumo del alucinógeno. "Era todo un ritual en el cual, durante el trance provocado por ingerir peyote, un espíritu auxiliar le decía al chamán cómo curar a la persona. Se supone que durante el trance el chamán iba al rescate del alma de la persona enferma, porque cuando alguien se enfermaba se suponía que se le había salido el alma. Entonces iban por el alma de la persona enferma y la traían de regreso", reconoce Viramontes Anzures.

Al ingerir el peyote, acota Francisco Mendoza Pérez, los indígenas entraban en un estado de trance acompañado de alucinaciones cromáticas, por lo que esta experiencia tenía una relevancia mística que llegó a convertirse en el eje de sus expresiones mitológicas, la magia y rituales que influyeron en su vida diaria y sus costumbres.

Peyote planta mágica.

"El ritual iniciaba con invitaciones previas a las bandas vecinas amigas o enemigas, acopio de peyote, agave, tunas, carne de venado, leña, alimentos, entre otros. Al finalizar el día, hombres y mujeres se embijaban (teñían) el pelo, se pintaban el cuerpo, para bailar en torno a una fogata con música de tambores, güiros y flautas".

Mendoza sostiene que después ingerían peyote entre ellos, los danzantes no dejaban de bailar y cantar, a veces hombres y mujeres, otras separados, después sus dirigentes hablaban al público, contaban sus historias, mitos y leyendas, de acuerdo muy probablemente al tipo de celebración, pues es posible que algunos "mitotes" fueran por la guerra, la paz, la unión de personas, la presencia de muchos alimentos, etc.

“Al amanecer, la banda o nación que invitaba daba comida o pieles a sus invitados, quienes sin más se retiraban, probablemente el lugar escogido para su realización era cercano a donde se encontraban los grandes morteros en donde ellos molían mezquite, tunas, preparaban el peyote y en donde podrían haberse juntado más de trescientas personas”. (Mendoza, 2013).         

 
Francisco Mendoza Pérez.
Varias formas de Peyote.

 

Campo V: Un recorrido visual

Campo V es tal vez uno de los lugares más especiales de gráfica rupestre en todo a lo largo de los nueve kilómetros del corredor de Icamole.

Aunque en la mayor parte de la totalidad que abarca el sitio, el visitante puede encontrar innumerables y variados motivos rupestres, pero sin duda es en el Campo V donde encontramos la mayor variabilidad de gráfica rupestre.

 
Círculos concéntricos tallados en una gran roca.

El sitio se encuentra en lo alto de una loma justo en la desembocadura del Arroyo de los Ranchos con el río Salinas.

 

 
Figuras abstractas tienen una significación especial.

Para llegar al espacio con la mayor densidad de grabados hay que sortear una serie de obstáculos y una vez en la parte alta se forma una planicie repleta de muchos y muy variados motivos relacionados con el agua, la astronomía, la caza, trazos donde salta a la vista el carácter eminentemente mágico y ritual de la producción simbólica de las tribus que habitaron el sitio.

Motivos que tienen un significado en conjunto.

El culto al agua es evidente, pero además Campo V está dotado de una connotación astronómica, algunos motivos son realmente espectaculares por la belleza del trazo.

Motivos varios en lo alto de Campo V.

Saber el significado de cada uno de los motivos tallados en la roca sería imposible pero, tomando en cuenta el medio ambiente, sería fácil una aproximación parcial de la significación del espacio.

Probable motivo solar.

Estos panales de sentido como le llama Carlo del Razo, también pueden ser comparados como cadenas de significantes donde cada motivo tiene que ser analizado en función de su ubicación y la relación que mantiene con el conjunto de manifestaciones rupestres.

Los cañones de Icamole gozan de una acústica que la envidiaría el más moderno teatro, pues en algunos puntos hasta el más pequeño ruido se escucha como si lo tuviéramos a unos metros.

La arqueo-acústica es un tema pendiente y este caso bien puede ser motivo de futuras investigaciones. En lo más alto del conjunto arqueológico una gran roca, con evidente desgaste, seguramente era un lugar donde los chamanes gritaban en sus rituales. Es fácil suponer la manera en cómo se escuchaba.

La acústica del sito es perfecta, y hoy solo se oye el canto de las aves, el aullido del coyote, las cabras y el eco de las voces de las pocas personas que pasan por ahí.

La acústica del sitio es envidiable.

Icamole tiene que ser analizado en su conjunto tomando en cuenta su estrecha relación con la naturaleza circundante desde sus connotaciones astronómicas y hasta el carácter ritual atribuido a la mayor parte de los grabados.

Se trata de un lugar mágico que no deja de sorprender a los pocos visitantes que llegan a esta paraje.


  Probable grabado relacionado con el Sol.
De cara al amanecer dos círculos concéntricos.

La antigüedad de Icamole se puede remontar hasta los 8 mil años de ocupación al menos así lo demuestran las investigaciones de los arqueólogos de la delegación del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En sitios cercanos como Cueva Ahumada y Boca de Potrerillos los restos encontrados fueron datados hacía los ocho mil años.

Restos de material lítico abundan en la zona, mismos que debido a lo aislado y lejano del terreno han quedado a salvo de los saqueadores.

La acústica del sitio es envidiable.

Al dibujar las figuras rupestres, los artistas expresaban su poder. En tal sentido las piedras grabadas no son rocas sin vida, al contrario, tienen vida, son portales que comunican la realidad con el mundo sobrenatural.

Un mortero ubicado en el punto conocido como “La Presa”.



Sabiduría milenaria: Conteos, la medición del tiempo

                                                         

Algunos de los petrograbados de Icamole son algo más que puntos y rayas, ya que a través de estos trazos se marcó el conocimiento matemático acerca del movimiento de los astros; sabiduría que sería mayormente desarrollada y sentaría las bases de la astronomía en las altas culturas mesoamericanas.

Si bien es cierto que para muchos son simplemente rocas talladas con figuras y símbolos indescifrables, para otros se trata de todo una serie de saberes ancestrales que acumulan conocimientos sistematizados a lo largo de miles de años.

De todo el conjunto de manifestaciones rupestres sobresalen los puntos que al parecer de William Breen Murray, (Murray 1985) se trata de cuentas astronómicas donde las tribus arcaicas contabilizaron el movimiento de los astros. Los petrograbados de acuerdo, al investigador, se realizaron de cara al firmamento y al horizonte, sobre las piedras que están en los cerros y podían estar marcando, por ejemplo, los equinoccios o solsticios.

La tesis central del investigador norteamericano consiste en el hecho de considerar algunas manifestaciones rupestres como anotaciones numéricas. Los grupos de cazadores recolectores utilizaban el punto y la raya para registrar la acumulación de cantidades.

Códice Dresde de los Mayas.

En este sentido Murray encontró en en Mina y García, Nuevo León puntos donde los petroglifos contabilizaron siete meses lunares, hecho que los relaciona con el códice Dresde elaborado por los mayas.

 
Conteos Mayas en el Códice Dresde.
Monolito en Presa de la Mula.

Al recorrer Icamole, el antropólogo se dio a la tarea de buscar a detalle, alguna conexión del sitio con las cuentas.

“En Icamole encontramos grabados en la piedra algunas motivos que detallan con mucha posibilidad el registro lunar, especialmente en un petroglifo, en el cual todas sus columnas suman cifras muy parecidas a medio mes lunar, y cuyo total es un intervalo muy común entre los eclipses”, comento Murray en entrevista personal.

“El glifo ésta intacto y simétrico y no presenta problemas de posibles elementos combinados. Cuando se lo ubica en el contexto de la cuenta lunar de Presa de la Mula, podremos decir que complementa el registro de todos los posibles intervalos del eclipse y confirma que los hacedores de petroglifos en Icamole tenían interés en el cálculo de los ciclos lunares.

Conteos en una roca de Icamole.

Breen Murray sostiene que algunos de los grabados están relacionados con conteos astronómicos.

“Con cielos despejados y un poco de práctica se puede establecer cualquier período, mediante la combinación de cuentas de días y observaciones del horizonte”, ( Murray, Breen, 1987).

Lineas punteadas, cuentas en Icamole.

Es claro el hecho de que los grupos cazadores/recolectores llevaban una vida parcialmente errante, la movilidad era una de sus características distintivas.

“Ahora si apagamos el GPS, quitamos el reloj y el calendario en la pared, y sobre todo apagamos las luces, de repente aparezca otra vez la oscuridad nocturna y el mundo celeste encima. Hoy en día, ese cielo es observado solamente por una pequeña banda de astrónomos y aficionados. Su presencia en el mundo actual se ha reducido a un presupuesto estratosférico de la NASA y una serie de símbolos y etiquetas comerciales que sirven como recuerdos efímeros de ese otro mundo ahora invisible a nosotros que durante milenios, sirvió de guía y reloj para el cazador/recolector”, (Murray 2007).

Los conteos coinciden con los cálculos Mayas en el Códice Dresde.

Para los antiguos habitantes de Icamole conocer el movimiento de los astros en el firmamento no era un hecho fortuito o meramente casual. La causa tenía mucho que ver con su existencia misma ya que su conocimiento acumulado les permitía con antelación saber la llegada de las lluvias, la recolección de frutos de temporada como las tunas o el mezquite y la temporada de celo de algunas especies.

Cuidadosos observadores del cielo.

“Los cambios estacionales determinaban la disponibilidad de recursos y las pautas de un ciclo migratorio que combinaba tiempo y espacio en un patrón anual. Aveni (1974), siguiendo a Evans-Pritchard, lo llama eco-tiempo, y bajo estas condiciones, el cielo se percibe como una brújula y calendario anual natural combinado, disponible para consulta cada noche para quienes aprenden a observar y medir sus ritmos. La redundancia iconográfica de los petrograbados también podría ser el resultado de observaciones repetidas del cielo en lugares seleccionados específicamente para este propósito”, (Murray 2007).

Es difícil catalogar el estilo predominante Icamole sin embargo se trata de tres formas diferentes que confluyen geográficamente en este punto.

Esta iconografía tiene mucho que ver con la cosmología de los antiguos grupos de cazadores recolectores que habitaron esta parte del noreste de México.

Pies humanos grabados en la roca.

En términos científicos, estas manifestaciones lo llamamos arqueoastronómicas, pero hay que aclarar que sus creadores/observadores no parecían nada a los astrónomos modernos, ni perseguían fines científicos con sus observaciones. La evidencia arqueoastronómica no consiste propiamente en artefactos sino la posible relación de estos artefactos con el cielo visible, el horizonte terrestre y el tiempo/espacio. En este sentido, el arte rupestre es tal vez una de las expresiones más antiguas que demuestra esta relación. El sitio rupestre más grande del noreste mexicano, Boca de Potrerillos (Nuevo León) es un destacado ejemplo. En este sitio, dan la cara hacia el este, el horizonte ascendiente del cielo, y las mismas crestas tienen una orientación natural norte-sur. El lugar en su totalidad enseña de inmediato su orientación a las direcciones cardinales, Estas orientaciones no son accidentales, sino que refieren directamente a la observación del cielo. A través de la experimentación replicativa, descubrimos que algunos grabados pudieron haber servido muy bien para observar y marcar la dirección cardinal norte, identificada visualmente por el movimiento polar del cielo y la estrella polar.

William Breen Murray

Más que puntos y rayas los trazos reflejan la cultura de los grupos autóctonos que lamentablemente desaparecieron hacia mediados Siglo XIX.

A lo largo de este trabajo buscamos brindar al lector algunas pistas acerca de la gráfica rupestre del sitio, dando prioridad a las imágenes de los grabados y al ecosistema circundante debido a que es muy importante mostrar una narrativa visual del sitio.

La magia de Icamole en el presente

Actualmente Icamole sigue siendo un lugar mágico, aún a pesar del paso del tiempo y del cambio climático que literalmente ha condenado a sus habitantes a vivir de la nada.

A pesar de lo adverso Icamole y la zona circundante sigue siendo un punto de atracción para los visitantes.

Semana a semana las familias acuden a este sitio ubicado al poniente de Monterrey, sus casas de adobe guardan el encanto de la arquitectura norestense, viviendas frescas en verano, cuando la temperatura supera los cuarenta grados y en invierno donde el termómetro suele descender a menos 4 grados bajo cero.

Casa de adobe en el poblado de Icamole.

Huracán Alex

Luego del embate del huracán Alex, a mediados del año 2010, la geografía del lugar cambió. La presa qué servía como abastecimiento de agua al Ejido de Icamole fue arrasada por la corriente. No obstante y pese a los Mil 200 milímetros de agua acumulada en la zona tras el paso del huracán resultó sin daño alguno. El peor daño son los vándalos que acostumbran llegar a los sitios y suelen dejar su huella depredadora junto a los motivos rupestres.

Icamole es una localidad que evoca nostalgia de tiempos mejores, rememora épocas donde la bonanza agrícola la convirtió en uno de los lugares donde se producía la mayor parte de la cebada de la Cervecería Cuahutémoc de Monterrey.

Ubicada al poniente de Monterrey, en el Municipio de García, la antigua Hacienda Fundada hacía la primera década del Siglo XVII, este lugar histórico fue centro de innumerables episodios muy importantes en la historia de Nuevo León, de hecho uno de los dueños de este asentamiento fue el General Jerónimo Treviño, quien llego a ocupar la gubernatura del estado y fue uno de los máximos líderes de las fuerzas liberales.

Hacienda de Icamole.

De acuerdo al pintor Luis Alfrérez Platán, dueño del inmueble, la Hacienda de Icamole fue un importante centro económico que surtía a las industrias de Monterrey de infinidad de productos.

"En Icamole se sembraba de todo, en los primeros años de la Cervecería en Monterrey, en la Hacienda se surtía casi la mayoría de la cebada para la cerveza", sostuvo Alférez Patlán.

Luis Alférez.

Pese a que es un poblado que ha sido olvidado durante muchos años, el legado histórico de esta población es muy importante a nivel nacional.

En la historia, Icamole ha sido muy importante a nivel nacional, En 1876 en plena Revolución de Tuxtepec, en Oaxaca, en Icamole tuvo lugar, tal vez una de las batallas decisivas, donde participaron las fuerzas de Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz.

La batalla se libró el 20 de mayo de 1876. La ofensiva fue comandada por las fuerzas lerdistas de Mariano Escobedo y Carlos Fuero, así como por las tropas de Porfirio Díaz. Tras dos horas de batalla, Díaz ordenó la retirada de sus fuerzas ante el inminente triunfo de los lerdistas federales. En esta sonada reyerta, las fuerzas del General Díaz fueron derrotadas y ante la impotencia del hecho, Díaz lloró de coraje por haber perdido la batalla, tras la derrota, A Porfirio Díaz se le conoció como “El Llorón de Icamole'".

  Caricatura de Porfirio Diaz.


Así mismo durante la Revolución, hacía 1915, la Hacienda fue testigo de otra batalla donde las tropas de Pancho Villa, siguiente foto, se enfrentaron a las de Carranza y fue una lucha bastante fuerte, en las inmediaciones del poblado se pueden encontrar los casquillos de las balas y los mayores contaban historias de lo terrible que fue el encuentro bélico.

Aspecto exterior de la Hacienda de Icamole, ahora es un hostal.

Fueron muchos años de abandono, ahora, la Hacienda de Icamole funciona como un Hostal y al paso de los años poco a poco revive la gloria pasada.

El Ánima de la Anacahuita

En este rincón de García, existe un peculiar culto a uno de los soldados del general Francisco Villa. A unos dos kilómetros de Icamole, existe la capilla del Ánima de Anacahuita, Roberto Cisneros, quien era un soldado militante de La División del Norte.

A este lugar acuden creyentes cada 20 se noviembre. Según se explica, las ánimas de revolucionarios entran en los cuerpos de “cajitas” o “materias” para “esperar las órdenes de mi general Villa, puesto que la Revolución no ha terminado

De acuerdo a la tradición los espíritus revolucionarios que se reúnen en la pequeña iglesia, en esta región hay un gran escondite con oro y joyas que el ejército de Pancho Villa ahí dejó olvidado, jurando regresar por él algún día.

Capilla al Ánima de la Anacahita.

Cada 20 de noviembre, diversos grupos religiosos se congregan en la anacahuita, en donde danzan, rezan, llevan comida y bebida a las almas de los difuntos.

Dentro, la 'anacahuita, luce una pintura del General Francisco Villa, mientras la tumba de Roberto Cisneros descansa entre papeles de colores, comida, cervezas, tequila y frutas.

Además de eso, están las famosas "cajitas del Niño Fidencio". Generalmente son jóvenes a quien el espíritu del Niño Fidencio escoge para seguir con sus ritos y procedimientos de sanación, además de curar causas perdidas.

Todo parece un montaje teatral armado con los mejores argumentos posibles. Un grupo de jóvenes a los que "los espíritus revolucionarios llaman para ser sus puentes terrestres", toda una parafernalia de idiosincrasias reales marcadas con la patente del misticismo de la cultura mexicana.

Pancho Villa entronizado en el interior de la capilla.

Este lugar se ha convertido en uno punto obligado de algunos fidencistas y forma parte de una serie de pequeños santuarios como esparcidos en los municipios de García y Mina en Nuevo León y Ramos Arizpe en Coahuila

La Hacienda del Muerto

En medio de la nada, en la inmensidad del desierto, se encuentra la Hacienda del Muerto, un lugar que reta al tiempo y los elementos que no perdonan.

El sitio en ruinas es una remembranza de tiempos mejores, cuando era el centro neurálgico del corredor Mina-García.

La antigua construcción es uno de esos lugares que esconden la magia y el encanto, donde el visitante puede dar vuelo a su imaginación.

Mencionada por muchos, conocida por pocos, este edifico vacío se ha convertido en el centro de un universo multifuncional al cual acuden turistas, creyentes y personas que buscan ser sanadas de algún mal ya que se cree que en este lugar habitan espíritus que alejan las malas vibras. No faltan los cazadores de fantasmas que llegan al lugar para tener una experiencia paranormal.

La Hacienda del Muerto formó parte de las tierras que le fueron entregadas a Bernabé de las Casas hacía 1604, este personaje fue muy importante en la época de la colonia y su figura fue clave en el poblamiento de lugares como Mina, El Carmen, Abasolo e Hidalgo.

En el tiempo de mayor bonanza en la hacienda se producía caña de azúcar, frijol, calabaza, maíz e infinidad de árboles frutales.

La riqueza del lugar, llego a ser tal, que las tribus de indios que habitaban la zona realizarán incursiones periódicas para robar provisiones y luego esconderse en el desierto.

La Hacienda del Muerto.


¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com


Cómo citar este artículo
:

Encinas, Lorenzo. Icamole. Iconografía rupestre de un sitio polisémico
ubicado en García, Nuevo León. Pasado y presente de un lugar mágico.

En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/cornamentassagradas.html


2015

 

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