Cuba


El petroglifo del Maffo. Un enfoque preliminar a su historia y funcionalidad

Divaldo Gutiérrez Calvache divaldo2004@yahoo.es, Racso Fernández Ortega y José B. González Tendero. GCIAR-Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre 

A la memoria de Rodolfo Payares
a cuya ética profesional podemos agradecer
 la conservación de los primeros documentos
 gráficos y escritos sobre el petroglifo del Maffo.

INTRODUCCIÓN

Quizás una de las imágenes mas divulgadas del dibujo rupestre cubano sea el petroglifo del Maffo, sobre todo desde que en enero de 1996 se convirtiera éste diseño aborigen en el logotipo que identifica al Anuario “El Caribe Arqueológico”, revista temática dirigida al conocimiento de la historia aborigen de la cuenca del Caribe, publicada por la Casa del Caribe de Santiago de Cuba con la gentil colaboración de Taraxacun S. A. y sobre todo por los solidarios esfuerzos de la siempre amiga de Cuba la arqueóloga Dra. Betty Meggers.

Lo curioso y significativo es que al revisar la literatura arqueológica y rupestrológica cubana no se encuentra una sola publicación donde se haga ni siguiera un acercamiento al estudio de este diseño del dibujo rupestre de nuestro país;, tan significativa es esta omisión que a pesar de haber sido reportado desde 1963 el petroglifo del Maffo no aparece mencionado en toda la vasta obra rupestrológica del Dr. Antonio Núñez Jiménez. Esta contradicción nos motivo al presente artículo inspirados quizás por nuestra última visita a Santiago de Cuba y los debates que sobre el tema sostuvimos con los colegas José Jiménez Santander y Jorge Ulloa Hung, a lo que abría que sumar, sin lugar a dudas, el haber entrado en contacto con el expediente del Sitio 639 (Petroglifo del Maffo) que se conserva en el archivo del Departamento de Arqueología del Instituto Cubano de Antropología (ICAN), el cual tuvimos la oportunidad de revisar y consultar gracias a la siempre atenta colaboración del colega MSc. Rafael Robaina Jaramillo Director de dicha institución.

Con estos antecedentes surge la iniciativa de realizar este estudio preliminar, donde además de actualizar al lector sobre toda la historia que rodea las visicitudes por las que paso este petroglifo desde su descubrimiento en el Maffo, Tercer Frente, Santiago de Cuba, en 1963, hasta su actual ubicación en el Museo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana; también presentamos un primer acercamiento hacia su función y significación dentro de la ideología y psicología de la cultura que le dio origen.


EL PETROGLIFFO DEL MAFFO. DESCUBRIMIENTO E HISTORIA.

En los meses finales de 1962 el profesor de la Escuela de Artes de Pinar del Río Roberto Figueroa, le comunica al arqueólogo Rodolfo Payares del entonces Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba, que él conocía de una talla antropomorfa hecha en una roca cerca del poblado del Maffo, en la antigua provincia de Oriente, hoy Santiago de Cuba. Con estos elementos Payares decide realizar una visita a dicho lugar, inspirado quizás por la opinión algo generalizada de que hasta ese momento no se conocía ningún petroglifo antropomorfo en nuestro país(1) como se señala en el artículo de prensa aparecido en la revista Verde Olivo, días después de su localización (Fig. No. 1).

Fig. No. 1. Nota de prensa aparecida en la Revista Verde Olivo, Año VII, No. 44
días después de la localización del petroglifo del Maffo  por Rodolfo Payares y su equipo
.


Esta visita se logra concretar entre enero y febrero de 1963, dando por resultado el hallazgo el día 8 de febrero de ese mismo año de una piedra de aproximadamente 1.0 m x 0.60 m x 0.35 m, donde se podía apreciar una talla petroglífica de un personaje antropomorfo.

Este descubrimiento es reportado por Rodolfo Payares al Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias en la cartilla 639 elaborada por él mismo el día 21 de febrero de 1963 donde dice:

“Petroglifo localizado al sur de Maffo…Junto con este petroglifo se encontró otro más pequeño y rústico aunque aparentemente presenta el mismo estilo”.

Junto a este informe Payares elabora un mapa de su ubicación que aún se conserva en los archivos del ICAN (Fig. No. 2).

Fig. No. 2. Mapa elaborado por Rodolfo Payares en febrero de 1963 con la localización
del petroglifo del Maffo (A) facsímile del original conservado en el Instituto Cubano de Antropología.

(B) Reconstrucción del original elaborado por los autores por medio de tecnología digital.


Es muy probable que la opinión sobre la primacía de este descubrimiento, desde el punto de vista morfológico y la muy segura convicción de que este podría ser un caso aislado o único de la arqueología cubana; así como el hecho de que el mismo estuviera realizado sobre una roca relativamente móvil (Fig. No. 3) motivó a Payares a organizar su traslado hacia a la Habana.

Fig. No. 3. Primeras fotografías obtenidas del petroglifo del Maffo
en su ubicación original, realizadas en febrero de 1963.
(A) Donde se aprecia la forma de la roca que sirvió de soporte al petroglifo en su posición natural.
(B) Donde se aprecia como sólo algunos hombres la movieron para facilitar la toma fotográfica.


El traslado fue realizado sólo días después de su localización y al llegar a la capital fue depositado para su exhibición en el Museo de Ciencias Naturales “Felipe Poey”, de la Academia de Ciencias de Cuba, lo cual consta en la cartilla 639 elaborada del 21 de febrero de 1963 donde en el acápite “otra ubicación” se observa la siguiente nota:


Durante años el petroglifo del Maffo estuvo en los depósitos de esta institución sin que fuera exhibido al público; en el año 1989, al desaparecer el Museo de Ciencias Naturales de la Academia de Ciencias de Cuba  y ser distribuidas las colecciones de esta institución por varios museos del país, la roca con el petroglifo del Maffo junto a otro número importante de piezas patrimoniales pasaron a formar parte del Museo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, lugar donde se encuentra en la actualidad expuesto a los visitantes, aunque no con las condiciones expositivas mínimas necesarias para la conservación y apreciación de este tipo de piezas.

    Fig. No. 4. Estado actual y ubicación del petroglifo del Maffo en las galerías del
Gabinete de Arqueología
de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana.


Aún así, es meritorio destacar la labor del colectivo de trabajadores e investigadores de esta institución, pues aún con las limitaciones de recursos propias de nuestra economía, decidieron y mantienen la convicción de que el petroglifo del Maffo por su importancia patrimonial y cultural no debe estar guardado en una bóveda de museo.

LA REUBICACIÓN DEL PETROGLIFO DEL MAFFO.

El petroglifo del Maffo como ya expresamos antes, fue dado a conocer a la ciencia en febrero de 1963 por una expedición a cuyo frente se encontraba el arqueólogo Roberto Payares, del antiguo Departamento de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba.

En los escritos y noticias que se conservan en la actualidad se puede determinar que este petroglifo, según Payares, se ubicaba  en las tierras de la Granja Ramón Campa, Departamento de Arroyo Rico, Sección La Silla, en la falda de la Loma Azul, en el lindero con la finca La Leonor, Barrio Cambute, al Sur del Poblado del Maffo y al Este del Cruce de los Baños, en el Municipio del Cobre, provincia de Oriente. En las coordenadas 63 – 66, de la Hoja 4976 II del Mapa de Cuba Escala 1: 50 000 (Payares 1963 ms.).

Teniendo en cuenta los datos anteriormente expuestos, nuestro interés se centró en determinar la ubicación exacta del petroglifo en el momento de su descubrimiento por la indudable antigüedad de la información con que se contaba así como la falta de correspondencia con los términos y divisiones político-administrativas actuales de nuestro país; entonces decidimos emprender una serie de acciones que nos permitieran la reubicación del sitio original donde fuera localizado.

Fig. No. 5. Ubicación del petroglifo del Maffo mediante el Sistema de Información Geográfica (SIG)
 MapInfo Professional (Versión 8.0), en el Mapa Topográfico digital de Cuba a escala 1: 250 000 de GeoCuba.


Entre las acciones se ejecutaron la revisión detallada de la documentación existente en el Instituto Cubano de Antropología, la reelaboración de los mapas dibujados por Payares (Fig. No. 2), por medio de tecnología digital y a partir de éste, la reubicación del sitio por medio del programa MapInfo Professional (Versión 8.0), en el Mapa Topográfico digita de Cuba a escala 1: 250 000 de GeoCuba (Fig. No. 5), elemento que fue posible gracias a la correspondencia entre el sistema de coordenadas de ambas escalas cartográficas (1: 50 000 y 1: 250 000) del Archipiélago Cubano. Finalmente la ubicación obtenida por estos medios fue corregida con el empleo de imágenes digitales de satélites artificiales disponibles en el navegador Google Heart 6.

Con toda esta información y mediante el uso de un GPS Garmin modelo Etrex, se procedió a ubicar dicho sitio en el terreno, comparándose con los elementos paisajísticos disponibles de las fotografías realizadas por Payares hace 44 años; sorpresa sumamente agradable fue el hecho indiscutible de identificar el lugar exacto que tenía el petroglifo del Maffo aquel 8 de febrero de 1963.

Fig. No. 6. Ubicación definitiva del petroglifo del Maffo en el mapa topográfico de Cuba.


Esta ubicación nos lleno de satisfacción, pues durante muchos años sospechamos que el lugar original del petroglifo hubiera quedado bajo las aguas del Embalse “Carlos Manuel de Céspedes” (Gutiérrez, Fernández y González, 2007: en prensa), construido en el año 1967, cuatro años después del reporte de Payares y que sumergió bajo las aguas 433 Km2 del área aledaña al sitio de ubicación.

Después de todas estas acciones quedó definitivamente localizado el sitio original donde se encontraba la piedra que contiene el petroglifo del Maffo, en las coordenadas planas rectangulares X - 562900; Y - 166800, aproximadamente entre los 350 - 400 m de altitud (altura sobre el nivel medio del mar), a unos  10 Km. al Este del poblado de “Matías”, a 1,6 Km. al noreste del poblado de "El Chorro" y a unos 1.8 Km. al estesudeste del poblado de Arroyo Rico, Municipio Tercer Frente, Provincia Santiago de Cuba. Para este sitio sus coordenadas geográficas son 20°, 09', 09'' Latitud Norte con 76°, 13', 54'' de Longitud Oeste.

DESCRIPCIÓN MORFOLÓGICA.

La morfología del petroglifo del Maffo se puede describir como el de una figura antropomorfa que posee como características fundamentales estar dibujada en posición frontal, sin ninguna perspectiva de lateralidad, los brazos están extendidos perpendiculares al cuerpo, los mismos tienen bien representadas las manos así como la pentadictilia; las extremidades inferiores se caracterizan por tener unos pequeños abultamientos a la altura de los tobillos que recuerdan las bandas de algodón descritas por los Cronistas de Indias para los grupos agricultores de Cuba y la Española.

Fig. No. 7. Puntos morfométricos del petroglifo del Maffo.


El rostro de este diseño posee bien definido los ojos, los orificios nasales y la boca, los primeros formados por dos hoyuelos con diámetros casi exactos, rasgo muy poco común en los petroglifos antillanos; similar procedimiento se uso para el rasgo nasal, pero mucho menos profundos en la talla; por su parte la boca esta conformada por un trazo rectilíneo totalmente horizontal.

 CODIGO

 RASGO

 DIMENSIONES EN MM.

A-1

Ancho total de la cabeza (Bordes externos de oreja a oreja).

170

A-2

Ancho total del petroglifo (bordes externos brazos).

550

A-3

Ancho oreja derecha

50

A-4

Ancho oreja izquierda

50

A-5

Largo brazo derecho

280

A-6

Largo brazo izquierdo

260

A-7

Largo de la Boca

30

A-8

Alto oreja derecha

70

A-9

Alto oreja izquierda

70

A-10

Alto total del petroglifo (Pie izquierdo – borde superior de la cabeza).

310

A-11

Largo pierna derecha

200

A-12

Largo pierna izquierda

200

A-13

Diámetro del ojo derecho

12

A-14

Diámetro de la cabeza

130

Tabla No. 1. Dimensiones morfométricas del petroglifo del Maffo.


El rasgo más distintivo del petroglifo y que ha llamado la atención de los investigadores cubanos durante muchos años es el tamaño de las orejas (Fig. No. 7), las cuales no guardan proporcionalidad con el tamaño del rostro, ni del cuerpo como se puede apreciar de la Tabla No. 1. Esta característica determinó que el diseño se conozca en el argot arqueológico cubano como el “Orejón del Maffo”, sin embargo el conocimiento que hoy se tiene del dibujo rupestre antillano confirma que esta característica es bastante común en la representación de algunos personajes dentro del área.

La alta frecuencia de diseños similares al “Orejón del Maffo” en el Caribe insular puede ser descrita para Jamaica, Puerto Rico, La Española, Martinica y Guadalupe entre otros lugares. Algunos petroglifos que guardan relación con el que nos ocupa, en numerosos rasgos como son las orejas, el rostro, los dedos de las manos, la posición de los brazos, etc., aparecen comparados en la figura No.8.

    Fig. No. 8. Comparación del petroglifo del Maffo con otros similares de Cuba y La Española.
(A)Petroglifo del Maffo, Municipio Tercer Frente, Santiago de Cuba, Cuba;
 (B)Petroglifo de la Cueva de los Bichos, Maisí, Guantánamo, Cuba;
(C)Petroglifo de la Cueva del Puente, El Pomier, República Dominicana;
(D)Petroglifo de Las Caritas, Lago Herniquillo, República Dominicana y
(E) Petroglifo del Charco de Las Caritas, Chacuey, Dajabón, República Dominicana.

Por otra parte este tipo de diseño no esta restringido a los petroglifos como técnica de ejecución, todo lo contrario, personajes muy similares al del Maffo, pero realizados mediante la técnica pictográfica, también aparecen con mucha frecuencia en nuestra región, una pequeña ilustración de esto se puede observar en la figura No. 9.

    Fig. No. 9. Pictografías de orejones realizadas en la República Dominicana.
(A y B)Pictografías de la Cueva de Las Maravillas.
(C y F) Pictografías de la Cueva del Puente, El Pomier.
(D, G y H) Pictografías de la Cueva del Ferrocarril, Sabana la Mar.
(E))Pictografía de la Cueva del Hoyo de Sanabe.

Resulta para nosotros interesante el hecho de que la identificación del personaje que estamos estudiando no es sólo privativo del dibujo rupestre sino que sus representaciones son numerosas en los amuletos magistralmente elaborados en materiales como la concha y la piedra donde muchos pueden ser considerados pendientes por presentar algún orificio por el cual seguramente se pasaba una cuerda. Los ejemplares de que permitieron su invocación oportuna se han localizado tanto en P. Rico, como en R. Dominicana y Cuba (Fig. 10).

Figura 10.-  Pendientes de piedra y concha con la representación del personaje mítico
“El Orejón”.(a, b y c Cuba; d, e y f Republica Dominicana)

RELACIONES ARQUEOLÓGICAS Y CRONOLOGÍA RELATIVA.

Para el petroglifo que nos ocupa nunca han sido emitidas consideraciones de ningún tipo, a no ser las primeras opiniones publicadas en la Revista Verde Olivo (Año VII, No. 44) donde se afirma que este puede asignarse al grupo cultural Subtaino, con una antigüedad entre el 800 y el 1500 de nuestra era, y que en el entorno cercano al sitio no se conocían evidencias de ocupación indígena.

Es imprescindible admitir que en el año 1963 cuando es publicada esta pequeña nota de prensa, apenas comenzaban los estudios sistemáticos del dibujo rupestre cubano y todavía era escaso el conocimiento de éste en las otras islas de las Antillas, por lo que como se podrá apreciar, a la luz del conocimiento actual, muchas de estas opiniones iniciales son hoy desestimadas.

En la actualidad se puede decir que en el entorno cercano a la ubicación original del petroglifo del Maffo no se conoce ningún sitio arqueológico, pero si en el entorno remoto, donde la distribución de los sitios se presenta a distancias relativamente extensas; sin embargo, es importante considerar como fue la distribución del poblamiento indígena en el área y como pudo esta determinar la ejecución de este exponente de la gráfica rupestre cubana, considerando la capacidad de movilidad de las poblaciones aborígenes.

Al analizar esta problemática, así como la distribución de los sitios más relevantes en el entorno remoto del petroglifo del Maffo (Fig. No. 11), se puede determinar que la relación físico-geográfica más evidente se puede encontrar entre los sitios arqueológicos del Maffo y Ventas de Casanova, ubicado a unos 20,8 Km. al norte del primero y a sólo 2,9 Km. del pueblo de Contramaestre, yacimiento arqueológico que se conoce desde la década del 40 de la pasada centuria cuando fue reportado por el Dr. Oswaldo Morales Patiño. Dos décadas después (1970), el sitio es excavado(2) por la Sección de Arqueología de la Universidad de Oriente y el Grupo de Aficionados “Calizas de Baire” bajo la dirección del arqueólogo Dr. Felipe Martínez Arango.

Figura No. 11. Ubicación del los sitios del Maffo y Ventas de Casanova dentro del panorama
arqueológico de Santiago de Cuba, y su relación con la cuenca del río Contramaestre.

Tal relación esta sustentada en primer lugar, por la ausencia de evidencias de habitación de ninguna magnitud en el entorno cercano al Petroglifo del Maffo, lo que nos hacen inferir que este constituyó un sitio ceremonial periférico a sitios de habitación cercanos, elemento que inserta al sitio Ventas de Casanova como el mejor candidato por la factibilidad que impone la cuenca del rió Contramaestre, la cual pudo permitir el flujo entre uno y otro sitio de manera segura; en segundo lugar, las relaciones de intercambio, comunicación , o dependencia entre Ventas de Casanova y el Maffo podrían haber estado favorecidas por el hecho de que es muy probable que sea el área del Maffo y su entorno el extremo sur del área de interacción de los pobladores de Ventas de Casanova, pues como sugirió Nilecta Castellanos:

“No debemos descartar la posibilidad de que realizaran intercambios con los grupos costeros que habitaban el N, en especial con los asentados en la región de Banes, de los cuales pudieron obtener productos derivados del mar; este intercambio con el N es mas factible que el que se pudiera tener con sitios costeros del S, donde existe la barrera de la Sierra Maestra, de mas difícil acceso” (Castellanos, 1991:400).

Al valorar esta relación y sus argumentos físico-geográficos pensamos que los elementos hasta aquí discutidos no eran suficientes para asumir como hipótesis de trabajo una relación directa entre Ventas de Casanova y el Maffo, por lo que con estos elementos iniciales decidimos realizar una comparación entre los rasgos estilísticos del arte aborigen (rasgos faciales de algunas figurillas de barro y decoraciones cerámicas) del grupo agricultor que habitó el sitio Ventas de Casanova y los rasgos aislados para el petroglifo del Maffo, siguiendo aspectos conceptuales la propuesta realizada por Calvera y Funes (1991:79), para las pictografías de la región de Sierra de Cubitas en Camagüey.

Esta evaluación  permitió determinar una serie importante de rasgos que parecen corresponderse entre el conjunto de objetos a comparar. Por ejemplo uno de los rasgos más importantes del petroglifo del Maffo es la perfecta representación de los orificios nasales. Lo curioso es que esta particularidad ha sido ignorado en la mayoría de las reproducciones que del petroglifo se han realizado hasta la fecha (véase por ejemplo el logotipo del Caribe Arqueológico).

Figura No. 12. Ilustración de los rasgos nasales en el petroglifo del Maffo y su comparación con
diferentes elementos del arte aborigen del sitio Ventas de Casanova, Segundo Frente, Santiago de Cuba.

La importancia de la representación de las fosas nasales en el petroglifo radica en que la utilización de este rasgo en el dibujo rupestre cubano y antillano es bastante escasa y en la mayoría absoluta de los diseños de petroglifos orejones que hemos revisado este rasgo no esta presente (Figs. No. 8 y 9); situación similar se presenta al revisar gran parte de la cerámica utilitaria, figurillas de barros y demás piezas antropomorfas del agroceramista antillano, donde el modelado de la nariz y la aplicación por incisión de los orificios nasales son relativamente escasos en comparación con el número total de los ejemplares de la industria alfarera como apuntan E. Jardines y J. Calvera (1997) al decir:

En ocasiones los rostros son desproporcionados y con pocos detalles, falta la boca y la nariz solo se marca, las orejas son minimizadas por un pequeño detalle” (Jardines y Calvera 19997:51).

Sin embargo una particularidad que asiste a la cerámica aislada en el sitio Ventas de Casanova, es que tiene una presencia bastante constante del modelado nasal en los diseños antropomorfos, rasgo que en muchas ocasiones está bien definido y presenta los orificios nasales (Fig. No. 12).

Otra curiosidad del arte aborigen del sitio Ventas de Casanova, es la significativa presencia de rasgos o apéndices que parecen representar las orejas de diferentes motivos tanto zoomorfos como antropomorfos vinculados a la alfarería colectada en el sitio (Fig. no. 13). Este rasgo también presenta una importante definición en las figurillas de barro que han sido recuperadas en el mismo sitio (Fig. No. 13), donde son apreciables además orificios que sugieren representar perforaciones en las orejas; en otros casos las orejas aparecen decoradas pero sin orificios o perforaciones. Estos elementos han sido pocas veces tratados en la arqueología cubana y antillana; en realidad, la presencia mayoritaria o ausencia de las orejas en uno u otro conjunto arqueológico del área no ha sido analizado con detenimiento hasta la actualidad, y sólo que conozcamos, un autor se han limitado a señalar el probable sentido decorativo de las perforaciones en las orejas de las figurillas de barro del área nororiental de Cuba (Valcárcel 2000:25).

Figura No. 13. Ilustración (izquierda) de los rasgos o apéndices que parecen representar  las orejas en fragmentos cerámicos del sitio Ventas de Casanova, Santiago de Cuba y (derecha) orejas perforadas de las figurillas de barro del mismo sitio. (Las flechas negras señalan las formas auriculares y las rojas las nasales).

Como quiera que no es nuestro propósito aquí establecer un debate sobre este rasgo en particular; solo anotaremos que la intensa y extensa representación de las orejas muchas veces perforadas o decoradas en el arte aborigen antillano (cerámica, figurillas, ídolos, petroglifos, pictografías, etc.) hacen de este rasgo un elemento que a partir de futuros estudios podría aportar mucha más información sobre la ideología y psicología de las comunidades agroceramistas de nuestra área geográfica y dejar de ser como hasta ahora un “elemento de probable sentido decorativo”.

Un tercer elemento que puede ser aislado de la comparación iniciada entre los rasgos del arte aborigen del Sitio Ventas de Casanova y el petroglifo del Maffo es el conocido en la literatura como “ojos de grano de café”, este presenta una amplia distribución dentro del modelado y tallado del arte aborigen cubano y antillano, su presencia hasta ahora en conjuntos arqueológicos ha sido descrita en combinación con otras formas o estilos de modelados como las incisiones, el punteado o las aplicaciones como el tetón o botón. En este sentido hay que decir que en toda la literatura referente al sitio Ventas de Casanova no aparece una referencia a la aplicación del ojo de grano de café, y en su lugar se presenta una alta frecuencia de los modelados por incisión o punteado dentro de la formación de los rasgos oculares de las 106 piezas antropomorfas, las 66 zoomorfas y las 2 antropozomorfas que integran su colección (Castellanos 1991:476).

La importancia de esta relación es que tanto los rasgos oculares como nasales del petroglifo del Maffo fueron realizados mediante incisiones circulares obtenidas por devastación de la roca que le sirvió de sustrato de realización; esta solución estética en el modo de ejecución en los petroglifos antropomorfos antillanos es bastante frecuente, como también lo es el grano de café; sin embargo, la ausencia total de este último modelo en el arte aborigen de Ventas de Casanova, nos puede estar dando un referente a su vínculo conceptual con el petroglifo del Maffo.

Después de todo lo comentado en este acápite estará claro para el lector que se hace imposible asumir conclusiones definitivas en cuanto a la vinculación directa entre ambos sitios; no obstante,  cuando de arqueología se trata y en especial, cuando tratamos de encontrar respuestas a las representaciones rupestres de nuestros aborígenes, es necesario el planteamiento de hipótesis que propongan nuevas vías de investigación.

En este sentido creemos oportuno admitir que la frecuencia de los rasgos nasales y auriculares (orejas) y el uso sostenido de la decoración por incisión en Ventas de Casanova son elementos que parecen corresponderse con los criterios de modo que determinaron la morfología del petroglifo del Maffo, elementos que de conjunto con la factibilidad físico-geográfica para establecer la comunicación entre estas localidades hace posible enfrentar como hipótesis de trabajo la relación - sitio de habitación ↔ sitio ceremonial - entre estos yacimientos arqueológicos del oriente cubano. En este sentido no puede ser despreciada la posible vinculación con otros sitios del entorno, por ejemplo, futuros estudios podrían indicarnos relaciones similares con la cerámica de algunos sitios de las zonas de Bayamo y Jiguani al oeste del Maffo, y que podrían haber distribuido sus criterios de modo de ejecución por toda la cuenca del Río Cauto, como ha sugerido el colega Pedro Pablo Godo, quien ha estudiado parte de las evidencias de estos sitios (Godo, Com. Pers. 13 de septiembre de 2007).
                                                                        
Aceptada esta propuesta como hipótesis de trabajo, entonces el petroglifo del Maffo se puede enmarcar entre los siglos XV y XVII según los fechados radiocarbónicos obtenidos para el Sitio Ventas de Casanova, con toda probabilidad entre el 1.403 y el 1.654 d. n. e. según los calibrados (2GMA) publicados recientemente por Daniel Torres Etayo (Torres 2006:36).

Esta amplitud en la cronología de más de 250 años de ocupación en el sitio de Ventas de Casanova, así como la envergadura del sitio que fuera descrita en 1952 por Felipe Martínez Arango, como: “…uno de los asientos subtainos mayores de Cuba con más de treinta y tres montículos-basureros visibles.. (Martínez 1952-70) son elementos que favorecen, sin lugar a dudas, la extensión del radio de acción de esta comunidad y de hecho, la posible vinculación del sitio ceremonial del Maffo a la misma. Desde el punto de vista sociocultural tanto Martínez Arango (1952-1970) como Castellanos (1991:482) consideran que las evidencias recuperadas en el residuario se corresponden con un subtaino bastante evolucionado o tardío; esta última investigadora expone que la alfarería de Ventas de Casanova parece estar fuertemente influida por rasgos Chicoides (Castellanos 1991:482). Entonces, si existe en el sitio una fuerte presencia de rasgos Chicoides (Taino clásico) las comparaciones iniciales con los diseños de orejones de República Dominicana, cobran mayor validez, pues un número importante de estos diseños quisquellanos tienen una fuerte  relación espacial con evidencias del grupo agricultor que produjo ese estilo cerámico. En este sentido, es preciso recordar que desde que Pichardo Moya lo enunciara en 1949, no son pocos los autores que han cuestionado la denominación de subtainos; Marcho Veloz Maggiolo, por ejemplo considera  que:

“A nuestro juicio  las alfarerías que Harrington primero y Rouse luego, así como muchos arqueólogos cubanos han llamado sub-tainas, deberán ser en realidad, modelos de influencias mutuas entre tainos y macoriges…” (Veloz 1991:187).

Atendiendo a los elementos expuestos, nosotros preferimos asumir la posición expuesta por Lillian Moreira y considerar que tanto Ventas de Casanova como el sitio del Maffo son representativos de las comunidades agricultoras pertenecientes al tronco lingüístico de los aruacos y vinculadas a los patrones del área cultural amazónica (Moreira 1999:98) las que deben haber arribado a nuestro archipiélago entre el siglo IX y principios del XVI (a juzgar por los fechados radiocarbónicos obtenidos hasta hoy).

LAS ACTIVIDADES SUBSISTENCIALES EN LA CUENCA DEL CONTRAMAESTRE Y
S
US RELACIONES FUNCIONALES CON LAS ARTES PRECOLOMBINAS DEL ÁREA

Después de ilustrar al lector sobre los elementos que a nuestro juicio permiten enfrentar como hipótesis de trabajo la relación arqueológica (espacial, temporal y cultural), sitio de habitación ↔ sitio ceremonial, entre estos dos yacimientos, entonces se impone la necesidad de realizar un acercamiento preliminar a la función que tuvo el petroglifo del Maffo dentro de la vida cotidiana de esta comunidad y cuales fueron las posibles normas culturales que determinaron su ejecución.

La interpretación de la función como norma cultural que determina la ejecución de un diseño dentro de un contexto sociocultural (Gutiérrez y Fernández 2005:93) ha sido desde hace muchos años un reto para los rupestrólogos de todo el mundo, la escasa información que se posee sobre la vida, ideología, creencias y comportamiento de las culturas indoantillanas es sin lugar a dudas una barrera en el trabajo diario de los investigadores, sin embargo dicha realidad no puede limitarnos al intento científico de efectuar un acercamiento a estos fenómenos sociales en todos y cada uno de nuestras estaciones rupestres.

En este sentido y partiendo del presupuesto anterior, la ubicación original del petroglifo en cuestión es sin lugar a dudas el elemento mas llamativo al realizar el análisis de sus relaciones con el entorno cercano. Hasta donde conocemos en la actualidad y después de revisar los registros de las  211 estaciones del dibujo rupestre cubano es el petroglifo del Maffo, el único elaborado sobre la cara de una roca aislada en el terreno que esta orientada directamente al cielo, ósea, éste en su posición original miraba directamente a la bóveda celeste (Fig. No. 3A), debe tenerse en cuenta que en la visión cosmogónica de estas comunidades, el cielo tenía vínculos con numerosos fenómenos relacionados con su vida diaria como la lluvia, las fases lunares, los huracanes, los relámpagos, sucesos que estaban relacionados directamente con el conteo del tiempo, los partos y la reproducción, la caza, la recolección, la agricultura, etc.

Esta ubicación hace pensar inmediatamente en la posibilidad de estar ante un personaje vinculado a algún rito propiciador del agua (lluvia), esta inferencia cobra mayor fuerza cuando se analiza las decoraciones cerámicas encontradas en el sitio de habitación asociado (Ventas de Casanova) donde del total de decoraciones definidas como antropomorfas (106 piezas) 14 asas con diversos diseños han sido relacionadas al “Llora Lluvias” (Castellanos 1991:478) pues en la generalidad de los casos portan las líneas incisas que parten de sus ojos que varios autores interpretan como la idealización de la lluvia benefactora (Ortiz 1947:33-35, Jiménez 1981:1).

En este caso particular, la presencia en el mismo contexto de varias figurillas femeninas asociadas con cultos a la fecundidad imbricados en ritos agrarios (Dacal 1972:90) apoyan la relación de los “Llora Lluvia” con la evocación o la imploración de la lluvia como líquido vital, y aunque esta función propiciatoria ha sido aceptada históricamente no se puede desconocer en esta línea de pensamiento que la variedad de los contextos de referencia de este personaje, al menos para Cuba, parecen demostrar que en muchas ocasiones este rebasa ampliamente la elemental función de benefactor y propiciador (Celaya y Godo 2000:83).

El comentario anterior es algo más que una especulación, sus relaciones abren un espacio u opción a la investigación en la necesidad de hallar respuestas para la comprensión de los procesos ideológicos de las comunidades agricultoras precolombinas del Caribe insular. Si aceptamos que el petroglifo del Maffo tuvo posibles funciones propiciatorias o mágicas vinculadas a la necesidad de incrementar los niveles de lluvia, entonces es elemental admitir su probable escasez - al menos eventualmente - durante el período de ocupación de esta área de nuestra geografía, por lo que cualquier evaluación debe comenzar por el análisis de los registros históricos del régimen de lluvia, considerando todo el entorno cercano y remoto del Maffo y de Ventas de Casanova.

Nilecta Castellanos en un breve párrafo dedicado a los aspectos geográficos y climáticos del área donde se encuentra ubicado el sitio de Ventas de Casanova nos dice:

“… la temperatura media anual es de 26 oC, con una precipitación media anual de 1 200 mm; la dirección media del viento es de ENE con una velocidad de 12 Km por hora. La cercanía del sitio al gran río Contramaestre, y el hecho de que esa área estuviera cubierta de bosques hasta el siglo XIX hicieron que el medio ecológico fuera propicio para el asentamiento del aborigen agroalfarero” (Castellanos 1991:472).

El proceso de investigación asumido para este trabajo nos ha permitido definir que el sitio Ventas de Casanova se puede ubicar entre las isoyetas de los 1.000 y 1.100 mm de precipitaciones al año, con un pico de mínima en la temporada de seca de (noviembre - abril) superior a los 500 mm; por su parte el sitio del Maffo se ubica entre las isoyetas de los 1.600 y los 1.800 mm anuales, con un pico mínimo de 600 mm (Fig. No. 14a) estos valores han sido obtenidos del registro de las estaciones pluviométricas de la cuenca del Cauto en un período de 59 años (1931 -1990) de lectura (Fig. No. 13b); estos datos ponen en duda la posible vinculación del petroglifo del Maffo con un proceso propiciatorio relacionado con la lluvia, aún aceptando la relación de este petroglifo como elemento ceremonial de las comunidades de Ventas de Casanova, pues en este enclave tampoco parece que hubo déficit de lluvia para las actividades de subsistencia.


            A                                                            B   

Figura No. 14 (A) Mapa de isoyetas pluviométricas de la cuenca del Cauto a partir de los regímenes de
lluvia desde 1931 hasta 1990. (B) distribución de los pluviómetros en toda la cuenca del Cauto.

Sin embargo, un elemento por el que se podría cuestionar el análisis realizado, lo constituye el hecho de que hasta hace unos pocos años se desconocía el paleorégimen (histórico) pluviométrico de esta área entre los siglos XIV y XVII, situación que ha sido superada con las últimas investigaciones de los especialistas del Instituto de Geografía Tropical. Estos nuevos estudios y registros paleoclimáticos, para el período antes señalado, han permitido asegurar que no sólo las temperaturas, sino también las precipitaciones medias anuales disminuyeron durante los siglos XV al XVII en todo el archipiélago cubano, fenómeno que fue más intenso en las regiones orientales en comparación con el occidente del país (Celeiro 1999).

Este cambio climático se produjo hace unos 600 años antes del presente - coincidiendo con los fechados radiocarbónicos calibrados (2GMA) obtenidos para el Sitio Ventas de Casanova, enmarcados entre los siglos XV y XVII - cuando Cuba se encontraba como el resto del mundo, bajo la influencia de la denominada en el continente europeo "Pequeña Edad de Hielo", caracterizada por un período bastante largo de mucho frío en Eurasia y Norteamérica y que repercutió en nuestro país con una mayor influencia de los frentes fríos y las altas presiones de origen continental, lo que se tradujo no sólo en que las temperaturas medias anuales disminuyeran substancialmente en todo el país, sino que además disminuyeron los valores generales de precipitaciones.  

Como quiera que el régimen de lluvia no puede ser enfocado unidirecionalmente en esta problemática, pues la necesidad de este, para las comunidades agricultoras debe vincularse con los tipos de suelos donde desarrollaron sus actividades subsitenciales (agricultura) se impone también un análisis de las características generales de los suelos de las áreas a que nos venimos refiriendo.

 En el caso del entorno al petroglifo del Maffo, se trata de un suelo tipo Lithosol (de acuerdo con la Nueva Versión de Clasificación Genética de los Suelos de Cuba). Estos son los suelos que anteriormente se clasificaban como Esqueléticos, debido a su muy poca profundidad efectiva (< 10 cm.), alta pedregosidad y contenido de rocas sueltas, gravas, etc. En general son suelos muy pobres, de muy baja productividad hasta improductivos desde el punto de vista agrícola (vocación exclusivamente forestal y en ocasiones ni eso incluso, sino sólo silvicultural o de protección ecológica en algunos casos). En términos clasificatorios internacionales se trataría de un suelo del grupo Leptosoles, subgrupo Leptosol lítico (FAO - Unesco, 1998 y del Soil World Reference Base 2003). Sin embargo hay que tener en cuenta que en el pasado (antes de 1492) este suelo era un Pardo Sialítico al parecer del subtipo Mullido (esto es Phaeozem en términos de las clasificaciones internacionales antes citadas) que se erosionó por la tala y el mal manejo del mismo, o sea que es un ejemplo de mala gestión y degradación del recurso suelo (Instituto de Suelos 1973).

Por su parte, el entorno de Ventas de Casanova, se trata de un suelo más productivo (Clase III o Medianamente Productivo) y está ubicado casi por encima del límite o contorno entre dos suelos diferentes: un Fluvisol gleyzado (antiguo suelo Aluvial) combinado con un Gley Húmico (en términos internacionales, sería un Fluvisol gleyco con un Gleysol éutrico). Estos son suelos profundos, con buen contenido de materia orgánica, reservas de Carbono y otros nutrientes para el desarrollo de los cultivos (N, P, K, etc.) pero en cambio, son suelos de mal drenaje hasta muy mal drenaje (drenaje insuficiente en el caso concreto del Gley Húmico o Gleysol), lo cual los convierte en medianamente productivos a pesar de sus contenidos de nutrientes para las plantas. Como quiera, esta combinación de suelos de Ventas de Casanova es mucho mejor desde el punto de vista agroproductivo que la que presenta actualmente el Maffo(3), y la degradación que en ella está ocurriendo es sólo hidromorfía (procesos redox) y mal drenaje, pero no hay erosión actual en este sitio.

Aún cuando todos los factores relacionados con la ubicación geográfica y los elementos superestructurales recuperados en el sitio de Ventas de Casanova, apuntan fundamentalmente hacia la explotación agrícola de la tierra como hemos explicado, queremos llamar la atención sobre un hecho particular apuntado desde los primeros reportes efectuados, y es que entre los objetos recuperados se encontraban, en número no despreciable, los sumergidores de redes como se puede apreciar del siguiente comentario:

En seguida comenzamos a trabajar encontrándose a los pocos momentos…sumergidores de piedra, así como huesos de jutía y escasas conchas de moluscos; un majador pequeño y algunos raspadores de concha. Pasamos a hacer otra excavación a unos 20 m. de la primera encontrando allí casi a flor de tierra cazuelas rotas, sumergidores….” (Rodríguez; Cepero et al. 1952:232).

Según la información aportada por las evidencias arqueológicas que así lo indican, también durante la visita realizada al sitio en el año 1970, de conjunto entre el grupo de Aficionados a la Arqueología “Calizas de Baire” y los especialistas de la Facultad de Historia de la Universidad de Oriente, bajo la dirección de Felipe Martínez Arango, se consigna que:

 “Se procedió a realizar una excavación arqueológica que arrojó en su nivel 0.25 – 0.50 m espinas carbonizadas de especies marinas; además de que en la exploración superficial se recuperaron, entre otros materiales, 5 sumergidores de redes, raspadores de concha y otros moluscos utilizados como pendientes” (Trujillo s/f:2 y 4).

En este sentido y en atención a todos los presupuestos planteados, no dudamos que la pesca representara una actividad económica complementaria fundamental para los vecinos de este poblado intramontano, en función de los períodos de sequía - eventual - que indican los registros paleoclimáticos.

FUNCIONALIDAD IDEOLÓGICA. UN ACERCAMIENTO PRELIMINAR

Cualquier análisis que se realice sobre el sitio Ventas de Casanova, debe tener presente el alto nivel alcanzado en la ritualidad de sus fuerzas productivas como lo indica el estudio efectuado por Castellanos (1991) en el que de 2.151 fragmentos cerámicos 553 piezas - el 26 % de la muestra- representaban decoraciones por aplicación, de las cuales 106 fueron clasificadas como antropomorfas - el 19 %-, entre las cuales diversos diseños parecen representar al llorador de lluvias (14), 66 zoomorfas - el 12 %- y 2 antropozoomorfas - el 0,3 %- (Castellanos 1991:478).

El ceremonialismo de los habitantes del sitio objeto de estudio también se expresa en las vasijas (3) empleadas en las actividades litúrgicas y que fueran adornadas con asas sonajeras cuya función específica estaba determinada con la emisión de sonidos durante los rituales; unas con forma antropomorfa (2) y la tercera con una figuración antropozoomorfa (Castellanos 1991:476). Así mismo es preciso destacar que en distintas colecciones del país se conservan 36 figurinas antropomorfas de barro o sus fragmentos, de las cuales 8 son procedentes de este sitio (Castellanos 1991:478), particularidad que nos remite a la mitología y la cosmovisión de los pueblos agricultores que poblaron la islas Española y muy probablemente la región oriental de nuestro archipiélago, en cuyo panteón existían varias deidades femeninas(4), con rangos y funciones muy específicas que las distinguían.

No olvidemos que existe una relación directa entre la ritualidad o el ceremonialismo de los grupos vinculado a las decoraciones cerámicas, ya que como es sabido, el tiempo para la confección de estos útiles, no incluido en el dedicado a las labores propiamente productivas, requería, además del recurso tiempo, de paciencia y habilidad del hacedor para el cual esta constituía una de sus actividades fundamentales por su trascendencia en la transferencia de cualidades así como la perpetuación y evocación de las deidades y pasajes míticos con los que lograban la transmisión de los valores y controlaban la conducta del comportamiento humano.

Con todos los elementos expuestos debemos entonces preguntarnos ¿Existen argumentos para considerar al petroglifo del Maffo un diseño posiblemente vinculado a ritos propiciatorios de la lluvia? Sin dudas la respuesta a esta interrogante es todavía inconclusa.

Pero si admitimos, primero: La fuerte presencia en el sitio Ventas de Casanova de elementos asociados a ritos agrarios con su implicación directa sobre la necesidad de garantizar las cosechas, segundo: Que la posición (horizontal, mirando hacia el cielo) de este petroglifo es única en el archipiélago cubano y parece indicarnos su relación con fenómenos vinculados a la bóveda celeste; tercero: Que al parecer el régimen de lluvia durante los períodos de ocupación agricultora del sitio entre los siglos XIV y XVII d. n. e. fue inferior al régimen actual, lo que necesariamente provocó picos inferiores a los 500 mm en las épocas de seca para toda el área de la cuenca del Cauto y la premontaña periférica al valle; y cuarto: Que los suelos que rodean el entorno del petroglifo del Maffo en general son suelos muy pobres, de muy baja productividad hasta improductivos desde el punto de vista agrícola.

Entonces, es prudente considerar que en el espacio y el tiempo aquí analizado pudieron existir condiciones climáticas y ambientales adversas para el buen desarrollo de las actividades subsistenciales como la agricultura y la pesca,que favorecieran la creación de espacios sacros donde realizar la evocación de los cemíes para conjurar el preciado líquido, a fin de salvar y garantizar los cultivos.

En este sentido pensamos, que la respuesta a la interrogante formulada con anterioridad debe ser enfocada como línea de trabajo y no como conclusión, En nuestra opinión, disponemos hasta el momento de argumentos para proponer que en el desarrollo futuro de las investigaciones sobre el petroglifo del Maffo, y su funcionalidad hacia el interior de la sociedad ejecutante, debe tener en cuenta la posibilidad de que estemos ante el símbolo de un rito propiciatorio asociado a los procesos agrarios de las comunidades agricultoras de todo el Caribe insular, atendiendo a la recurrencia con que similares imágenes se localizan en este contexto, fundamentalmente en ejemplares relacionados con la superestructura como los adornos corporales, la alfarería y el dibujo rupestre señalados en un acápite anterior.

Considerando entonces la vinculación entre los sitios del Maffo y Ventas de Casanova, y asumiendo la autoridad de Martínez Arango (1952-70), Castellanos (1991:482), Moreira (1999:98) y Veloz Maggiolo (1991:187), sobre la posible identidad cultural de estos contextos relacionada con los agricultores del tronco lingüístico aruaco, entonces debemos admitir que en esta etapa del desarrollo social la determinación de los espacios sacros aparece como una parte esencial del proceso social de construcción de la realidad, determinada por el sistema de saber-poder de su organización socio-económica y como reflejo de su ideología la que se encontraba influida por el nivel de interdependencia existente entre los humanos y la naturaleza.

De esta manera, al decir de Criado Boado, son estos espacios donde se relacionan la “Naturaleza buena” -la agricultura, la pesca y la domesticación de animales- dominada y racionalizada por la cultura y la “Naturaleza mala” representada por las sequías, las tormentas e intensas lluvias, entre otras, a la que el hombre respeta por no encontrarle respuestas coherentes pero conviviendo en armonía con ella (Criado 1991:8).        

Por todo lo antes comentado insistimos en que nuestra propuesta funcional no debe ser entendida como concluyente, todo lo contrario, su formulación como hipótesis de trabajo debe arrojar en el futuro elementos que la reafirmen o la invaliden, pero aún quedando demostrada su invalidez debemos recordar que en arqueología, la no correspondencia entre un esquema inicial y el resultado final, es una de las vías por la cual se logra coherencia entre paradigma, teoría, metodología y resultado.

SOBRE LA CONSERVACIÓN DEL PETROGLIFO DEL MAFFO

No quisiéramos terminar este trabajo sin dedicar unas líneas a reflexionar sobre la situación actual del petroglifo del Maffo. Cuando en 1963 Payares traslada este petroglifo al entonces Museo de la Academia de Ciencias de Cuba, en la Habana, primaban en el ámbito nacional e internacional el concepto museístico de protección del patrimonio y comenzaban a redactarse los convenios y acuerdos internacionales sobre el tratamiento al Patrimonio Arqueológico de las Naciones. Ya para ese momento los países miembros de la UNESCO se preparaban para suscribir la Carta Internacional sobre la Conservación y Restauración de Monumentos y Sitios que pasaría a la historia con el nombre de Carta de Venecia (Capablanca 1981:10).

Aún ante esta situación, Payares decide el traslado del petroglifo en cuestión, motivado quizás por su criterio de que este era el primer petroglifo antropomorfo hallado en Cuba, durante muchos años este permaneció en las bóvedas del Museo de la Academia, sin ser expuesto al público, lo que no sucedió como ya expresamos cuando fue trasladado al Museo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, donde se encuentra en exposición sobre una base de madera y casi a la intemperie (Fig. No.4), expuesto a los cambios de temperatura, humedad, salinidad y aerosoles ambientales, así como monóxido de carbono del escape automotor, ajenas a su entorno natural, condiciones que parecen no haber causado daños perceptibles hasta el momento, pero que por ser agentes agresivos cuando se hagan perceptibles ya habrán llegado a un grado posiblemente irreversible.

A esta realidad habría que agregar que en el momento de su descubrimiento existían muy pocas evidencias arqueológicas en el entorno cercano y remoto del mismo, situación que hoy es totalmente diferente, por lo que la ausencia del petroglifo del Maffo de su ubicación original, limita los estudios arqueológicos regionales, así como que las relaciones y su articulación con el entorno tienen que ser inferidas y nunca apreciadas in situ (este trabajo es una prueba evidente de tales limitaciones).

Finalmente, si hacemos una extensión de los derechos de las poblaciones autóctonas sobre los elementos patrimoniales a los actuales habitantes del Maffo y sus alrededores, no existe un solo argumento que justifique su permanencia en una institución de La Habana y los prive de contar en su territorio con una obra aborigen de tanta significación que es propiedad colectiva de la nación, pero ante todo, de la Cuenca del Contramaestre pues fueron los antiguos habitantes de estas tierras quienes lo concibieron, ejecutaron, invocaron y admiraron; entonces por derecho propio son sus pobladores quienes poseen prioridad para su posesión. Tengamos presente que esta pieza constituye parte integrante del patrimonio cultural del municipio Tercer Frente y reúne todas las condiciones para que la estación rupestre en su conjunto, pueda ser declarada Monumento Local según la Ley No. 2 para la Protección y Conservación del Patrimonio Nacional.

Ante toda esta realidad, queda claro que no estamos en los años 60 del siglo XX, y que hace mucho dejamos atrás los tiempos de Voillet-le-Duc y Camilo Boito, nuestra generación tiene la responsabilidad histórica de reparar acciones como esta, siguiendo los convenios internacionales y las experiencias y documentación de importantísimas instituciones dedicadas a la conservación del patrimonio, como IFRAO, ICOM, ICCRO, ICOMOS-CAR, La Getty Fundation, o el Centro Camuno di Studi Pristorici.

Con estos presupuestos como base, consideramos que sería una decisión histórica que el país y los cubanos agradecerían, si en el futuro reciente el Gabinete de Arqueología del la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, las instituciones culturales, patrimoniales y  gubernamentales del Municipio Tercer Frente y de la provincia Santiago de Cuba llegaran a un acuerdo para proceder a devolver y restaurar en su locación original al petroglifo del Maffo. Ante todo sería la primera vez que en nuestro país se procediera a una decisión de este tipo, lo cual promovería acciones similares por otras instituciones que atesoran no pocos petroglifos arrancados de sus estaciones  ceremoniales de origen, entre estos se pueden citar los que se exhiben en los museos Bacardí de Santiago de Cuba, Montané de la Universidad de la Habana, y el Instituto Cubano de Antropología.

Esta propuesta, sin lugar a dudas, implicaría la responsabilidad directa de las organizaciones locales por su custodia y protección para lo cual habría que crear las condiciones pertinentes para su traslado y colocación, así como la elaboración y puesta en práctica del Plan de Habilitación y Manejo de esta área. 

Y si para alguna persona esta propuesta puede ser interpretada como un exceso conservacionista, bastaría recomendarle la lectura del magnífico artículo Historia de un despojo. Mark Raymond Harrington y el ídolo aborigen de la Patana (Graña y Pérez 2003) donde se puede leer una cita del Dr. Antonio Núñez Jiménez:

“Algún día el pueblo norteamericano sabrá devolverlo al pueblo socialista de Cuba” (Graña y Pérez 2003:211).

Porqué entonces el pueblo y los investigadores capitalinos no procedemos a devolver a nuestros hermanos del oriente cubano una símbolo ceremonial del cual fue despojado su territorio; sin lugar a dudas una acción en esta dirección sería una razón más de orgullo para la ya valiosa obra emprendida por la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana y una gran satisfacción para el pueblo  y los investigadores santiagueros; esperemos entonces que esta sugerencia sea escuchada por oídos receptivos y dispuestos a proteger y conservar la riqueza patrimonial de nuestra patria allí donde les corresponde.

Notas

1. Tal afirmación, típica de la época, es errónea pues en 1933 el Dr. Salvador Massip había reportado los petroglifos de la Cueva del Jobo en Holguín y  en 1938 los arqueólogos René Herrera Fritot y Fernando Ortiz habían reportado los petroglifos antropomorfos de la Cueva de los Ídolos en Ceiba del Agua, Habana.

2. Ya en el año 1952 el Dr. Felipe Martínez Arango, junto con la Sección de Arqueología de la Universidad de Oriente, que él dirigía, había realizado excavaciones en el sitio.

3. Los estudios edafológicos sugieren que para el Maffo y su entorno pudo haber existido un suelo de Clase III en el pasado y hoy día es de Clase VII o tal vez incluso VIII, que son las de peores aptitudes agroproductivas, debido a la erosión que sufrió este suelo del Maffo por hallarse en una zona colinosa y haber sido desmontada la vegetación natural del lugar.

4. Según la mitología de los aruacos que habitaron el Caribe, Itibacahubaba, representaba a la gran paridora y la madre tierra; Atabeira, por su parte estaba relacionada con las aguas de arroyos y manantiales y, finalmente Guabancex, idealizaba a las tormentas, ciclones o huracanes.

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Gutiérrez Calvache, Divaldo; Fernández Ortega, Racso y
Tendero
, José B. Gonzále
z. El petroglifo del Maffo.
Un enfoque preliminar a su historia y funcionalidad
.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/maffo.html

2009

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