Perú


El ornamento-símbolo, su elaboración y significado.
El análisis de la ornamentación de las lajas pintadas de Pampacolca, departamento de Arequipa
(1)

Renata Faron-Bartels, arqueóloga. rfaronb@t-online.de

Resumen

El análisis comparativo de alrededor de 500 lajas intactas con ornamento pintado, obtenidas en cuatro sitios examinados de las vecindades de Pampacolca, ha permitido lograr interesantes observaciones acerca de la elaboración de su ornamentación. La decoración de las lajas con figuras antropomorfas, zoomorfas, geométricas y otras, demuestra, en la mayoría de casos, un gran conocimiento de las técnicas de aplicación de la pintura, cuyo análisis nos permitió reconocer las varias técnicas de pintar empleadas, dándonos, al mismo tiempo, más informaciones sobre la gente que elaboró tales ornamentaciones. Teniendo en cuenta que, al igual que en el carácter de la escritura, cada persona tiene su propia técnica o manera de dibujar o pintar, con lo que se pudo confirmar que dentro de los intactos depósitos de objetos analizados, son reconocibles diferencias en las técnicas de pintar. Esta observación nos permite suponer que los ejemplares proceden de ofrendas hechas en diferentes momentos o por distintos grupos de gente. Sólo determinadas lajas de varios sitios estudiados muestran ornamentos elaborados por manos poco diestras en la pintura. Basados en las observaciones del carácter de la pintura, podemos deducir que una persona podía decorar más de una piedra y que la ornamentación podía ser hecha no solamente por gente con capacidades artísticas.

Las concentraciones intactas de lajas proporcionaron tanto fragmentos de cerámica como también ceramios casi completos, rotos intencionalmente, con rasgos de estilo Wari (Horizonte Medio) y de estilo local Chuquibamba (Período Intermedio Tardío). Hasta ahora no se han encontrado depósitos intactos de lajas asociados con cerámica incaica (Horizonte Tardío) en forma de ofrenda. El estado actual de estudio de este tipo de objetos arqueológicos no permite concluir con seguridad si la costumbre del ofrecimiento de lajas pintadas en los tiempos incaicos estaba totalmente abandonada. Es probable que el uso de las lajas como objetos de ofrenda y como elementos de expresiones religiosas haya sido entonces sólo menos frecuente.

Casi todas las fuentes escritas conocidas de la época de la conquista española y de los tiempos coloniales no brindan ningún detalle sobre la costumbre del ofrecimiento ceremonial de piedras pintadas; sólo el licenciado Polo de Ondegardo nos proporciona esta información, escrita entre 1560 y 1572(2): “...cuando auían yr á la guerra para hazer disminuir la fuerza de las huacas de sus contrarios [hacian un sacrificio que] se llamaua Cusco viça, ó Hualla viça, ó Sapa viça, ... tomauan muchos géneros de páxaros de la Puna ... y los echauan en el fuego, al rrededor del cual andauan los oficiales del sacrificio con ciertas piedras redondas y esquinadas, donde estaban pintadas culebras, leones, sapos, Tigres, diciendo (Vssachum) que significa succeda nuestra victoria bien ...”. Lastimosamente no se menciona el nombre del pueblo o región donde fue hecha esta observación.

Por otro lado, sobre la base de las informaciones obtenidas de los habitantes de los sitios examinados(3), se puede llegar a una sorprendente conclusión: que el significado de las lajas con pintura y su uso en algunas ceremonias religiosas perduró, en algunos centros (valles) de las provincias de Condesuyos y Castilla, hasta tiempos modernos. A falta de estudios más profundos de esta categoría de objetos, no se puede determinar hasta que grado las prácticas religiosas contemporáneas de uso de las lajas corresponden a prácticas anteriores.

Sobre los pueblos que habitaban la zona del Kuntisuyu en la época de los Incas, en el actual departamento de Arequipa, el historiador arequipeño Guillermo Galdos Rodríguez, en su libro “Kuntisuyu. Lo que encontraron los Españoles” (1985), e “Historia general de Arequipa” (1990), nos  proporciona abundantes datos históricos, logrados mediante minuciosos estudios de documentos de archivos de la época de la Conquista y la Colonia. A partir de estas fuentes se pudo saber que, antes de la llegada de los Incas y de la conquista del suroeste andino, habitaban allí varias etnias ampliamente extendidas que alcanzaron un alto grado del desarrollo cultural. Según dichas fuentes que aluden a las etnias de Kuntisuyu incaico, así como también por las informaciones arqueológicas, se podría asignar, con gran probabilidad de acierto, la etnia, o etnias, que practicaban el uso ritual de las lajas, tejas o cantos rodados con pintura. Pero, para lograr este objetivo, es necesario realizar análisis más profundos de los documentos coloniales, complementados por estudios comparativos del material arqueológico de la mencionada zona del Kuntisuyu.

Introducción

En el año 2001 se llevó a cabo el proyecto arqueológico “Lajas Pintadas de Pampacolca”(4), con el fin de analizar muy detalladamente las piedras o tejas pintadas. La cuestión crucial para nuestro trabajo era conseguir los artefactos, en lo posible intactos, procedentes de diferentes sitios arqueológicos, localizados en la vecindad de Pampacolca (Chuquibamba). Como resultado de la prospección arqueológica en cuatro sitios seleccionados, logramos recolectar abundante y diverso material de estudio. Las piedras pintadas, junto con objetos de cerámica, hallazgos de metal y otros encontrados entre las lajas, dan nuevas luces sobre la cronología y el valor cultural-religioso de este tipo de objetos.

Como material comparativo, o de referencia, adicionalmente empleamos lajas escogidas de piedra y placas de cerámica almacenadas en el Museo Arqueológico de la UCSM de Arequipa y recuperadas durante los trabajos científicos del Proyecto Arqueológico Condesuyos, efectuados en el período 1996-2000. Entre otros, se puede mencionar objetos procedentes de Andahua, Campanayoc, Chuquibamba, Ispacas, Pampacolca, Pintasayoc, Machahuay y Viraco.

1. Investigaciones y reconocimientos previos: un repaso

En este capítulo estoy muy lejos de querer hacer cualquier crítica de las síntesis o de otros trabajos escritos hasta ahora acerca de las lajas de piedra, cantos rodados o placas (tejas, planchas) de cerámica con pintura. Comparando el material arqueológico conseguido en el 2001 durante el Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca, con el material procedente de la zona de Chuquibamba, analizado hasta ahora por otros científicos, pude advertir que las dificultades de estudio o interpretación del significado de esta categoría de monumentos arqueológicos, se originan en un limitado, o superficial, conocimiento de este material, siendo resultado de la falta de excavaciones sistemáticas y de análisis comparativos de los hallazgos. Otro problema encontrado es que las piedras o placas cerámicas, incluso con pintura, tienen fuertes competidores, en tanto categoría de hallazgos arqueológicos, y que llaman más la atención, como, por ejemplo, cerámica, textiles y objetos de metal, por lo cual han sido frecuentemente tratados de manera muy marginal, o simplemente no se les menciona, por ser “poco interesantes”.

Se debe subrayar que hay muy pocos trabajos que profundizan el conocimiento de las piedras o placas cerámicas con pintura. El interés del mundo científico por esta categoría de objetos arqueológicos fue despertado, por primera vez, por el cirujano arequipeño, Edmundo Escomel, quien en un artículo publicado en 1934(5), con ayuda de unos fotos, llama la atención sobre este tipo de material arqueológico, y ensaya una primera interpretación de su significado. En su opinión, estos hallazgos “podían representar tejas para juegos o para indicar cantidades o monedas o para escritura”, así como, también, “podían indicar para los muertos o una cantidad ofrecida en su holocausto o la fortuna que dejaba al morir, fuese en plata (fajas blancas), o en oro (fajas amarillas), o en animales o en terrenos cultivables” (E. Escomel, 1940: 43). Las asigna a las tumbas, e indica que, frecuentemente, se las encontraba aparejadas cara a cara, a veces envueltas en hoja de achira, conteniendo, entremetidas de vez en cuando, cuentas de metal (oro, plata o cobre). Lastimosamente sus informaciones acerca de los lugares de proveniencia del material presentado son muy generales.

A inicios del año 1935, Leonidas Bernedo Málaga informa, en el diario católico “El Deber” sobre unos “Importantes centros arqueológicos en Chuquibamba”, mencionando, entre otros, unas “pizarras pintadas artísticamente y signos tan misteriosos que parece que ya se ensayaban en la «escritura jeroglífica», tejas redondas envueltas en hojas de plantas propias de esta región y atados con fibras vegetales” (L. Bernedo Málaga, 1935: 4). También repite la suposición de E. Escomel sobre que las lajas y tejas “fueron empleados -sin duda- con fines aritméticos” (op.cit). Es también interesante constatar que la cerámica encontrada en esta expedición de L. Bernedo se atribuye a la etnia Aruni. En el mismo año 1935, M. Súarez Polar, informa sobre “Sensacionales descubrimientos arqueológicos en el caserío denominado Cossco de Chuquibamba”, donde, entre otras cosas, fue encontrado “...un arte rupestre interesante y novedoso [...] es decir las rocas pintadas [...]. Se trata de unas lajas pizarrosas profundamente pintadas, con motivos geométricos, antropomorfos y zoomorfos” (M. Suárez, 1935: 4). Al contrario del criterio de E. Escomel, refiere que “Este arte posee un sentido nemotécnico ya que no es pictórico o simbólico” (op. cit).

Unos años después las lajas y placas pintadas de Arequipa fueron comentadas en forma muy superficial por P. Rada y Gamio (1950) y por T. Mejía Xesspe (1955), quien, posteriormente, basado en sus observaciones hechas durante 30 años de estudios, califica estos hallazgos como de “carácter único” en la cultura andina, y los describe como uno de principales elementos de la cultura Puquina. Los objetos por él descritos fueron encontrados “en las cuevas donde hay restos humanos, como las encontradas en las cuevas del pueblo de Toro, Provincia de la Unión” (T. Mejía Xesspe, 1978-79: 49).

Durante los trabajos arqueológicos realizados en la necrópolis de Cabezas Achatadas (Hacienda Huacapuy, Camaná), conducidos por Hans Disselhaff entre 1965/66, se pudo localizar un depósito de cuatro cantos rodados con pintura, enterrados en el espacio que separaba dos tumbas. Sobre la base del ajuar de los entierros examinados, el cementerio fue fechado en 135±65 años d.C., es decir de los tiempos de proto-Nasca o Paracas-Necrópolis. Lastimosamente, el conjunto de las piedras decoradas no se pudo asignar claramente a las tumbas cercanas y, por falta de material asociado datable, o por existir otras claras capas culturales, tampoco se pudo asignar con certeza a otra época. A partir de sus observaciones, hechas en otras oportunidades en Chuquibamba, durante sus prospecciones en Majes (pueblo Pitis), en la desembocadura del río Quilca y, finalmente, en la Mesa de Betancourt, H. Disselhoff constató que estos hallazgos partenecen a tiempos posteriores al período Paracas o Nasca, situándolos entre el Horizonte Medio y el Horizonte Tardío.

Un novedoso aporte al tema de las piedras pintadas lo dio el arqueólogo Rogger Ravines, quien, en 1967, examinando la cueva de Toquepala, encontró ocho lajas de piedra con ornamentación pintada que, según su opinión, serían similares a otras piedras o placas cerámicas ya conocidas, encontradas anteriormente en el departamento de Arequipa. Usando la datación con C14, se pudo asignar las capas donde se encontraban las piedras a la época situada entre 3 y 7(6) mil años a.C.(7) (R. Ravines, 1967: 3). En este artículo aparece también por primera vez el término de “arte mobiliar”: “Denominase arte mobiliar en el paleolítico superior europeo, a una pintura de signos embadurnados sobre guijarros o placas, y cuya función es asaz incierta o hipotética.” (op.cit.). En 1970, el mismo Ravines escribe nuevamente sobre el “arte mobiliar” de Toquepala, tomándolo como base para el análisis comparativo de los hallazgos de la colección de E. Escomel y de A. Zuñiga. El artículo, fuera de ser el primer análisis comparativo de “arte mobiliar” y su ornamentación, contiene también la primera clasificación del material, dividido en cuatro categorías: cantos rodados, lascas de cantos rodados, lajas de piedra y “planchas hechas de arcilla”. Considera a las lajas de Toquepala “como los más remotos antecedentes de las piedras pintadas de Arequipa”, ofrecidas en cultos de los cazadores o pastores (R. Ravines, 1967, 1970: 312-319).

Apoyados en los resultados de estudios posteriores, podemos concluir que esta última opinión es difícil de aceptar. Por un lado, los hallazgos de Toquepala tienen carácter único en esta región, con lo que, en consecuencia, faltaría el material comparativo que permita confirmar la observación de R. Ravines. Por otro lado, todos los sitios restantes con piedras o placas cerámicas con pintura conocidos hasta ahora, fueron fechados, con ayuda del material cerámico, como pertenecientes al período comprendido entre el Horizonte Medio y el Horizonte Tardío. Teniendo estos datos, la versión acerca de que el ofrecimiento religioso de dichos objetos, que se habría dado hace 4-5 mil años es bastante insegura. Por supuesto que esta opinión puede cambiar, a la luz de nuevos datos. Como ejemplo pueden servir hallazgos, procedentes de dos lugares examinados por nosotros, de Gentilar-Choquemarca (sondeo 1) y Huayaja (sondeo 2), que proporcionaron piezas aisladas en estilo formativo Soporo (cerca 1000-300 a.C), asociadas a las lajas pintadas. No obstante, en esta fase de estudio, aún no se puede decir con seguridad si las lajas o placas cerámicas con pintura ya tenían alguna función religiosa en el Período Formativo. Finalmente, vale la pena mencionar que los ejemplares de arte rupestre de formato pequeño, llamados en frances art mobilier (M. Lorblanchet, 2000: 21), encontrados en las cuevas y asociados a las capas culturales de paleolítico, son bastante frecuentes en todo el mundo. Ya H. Disselhoff (1968: 80) menciona hallazgos semejantes en, Arriège, Francia (8000 a.C.), pero también son conocidos, por ejemplo, los ejemplares de Parpallo, España (19000 a. C.), o La Marche, Austria (M. Lorblanchet, 2000: 21-29).

También en 1970 se publicó el artículo de Eloy Linares MálagaEl arte rupestre mobiliar en el sur del Perú”, re-editado en 1973, como parte del libro “Anotaciones sobre cuatro modalidades de arte rupestre en Arequipa”. La parte dedicada a las piedras y placas cerámicas con pintura contiene un análisis crítico de las fuentes conocidas hasta entonces, y, especialmente una crítica sobre las consideraciones de la iconografía de las piedras y placas con pintura como “documentos escritos”. E. Linares subraya que las lajas de piedra, cantos rodados y placas (tejas o planchas) hechas de cerámica, deben tratarse como representaciones del “arte rupestre mobiliar y no «arte mobiliar»” (E: Linares, 1973: 249). A propuesta de E. Linares, hecha dentro del IV Simposio Internacional de Arte Rupestre en Río de Janeiro, en el año 1973, fue discutido y aprobado el nuevo término para el “arte rupestre de este tipo [...], se le denominó «Arte Mobiliar con Tradición Rupestre»” (E. Linares, 1987-1990: 170).

En la continuación del libro “El arte rupestre mobiliar en el sur del Perú”, E. Linares enumeró algunos lugares arqueológicos con presencia de piedras y placas cerámicas con pintura, hallados en el departamento de Arequipa en los años 1969-1970, y ubicados a lo largo de los principales valles de Cotahuasi-Andamayo-Ocoña, Colca-Majes-Camaná, Sihuas-Vítor-Quilca y Tambo. Algunos de los sitios por él visitados fueron apuntados en el “mapa de principales centros de arte rupestre en el sur del Perú” (E. Linares, 1973: 252). Lamentablemente no menciona todos los sitios visitados y sólo algunos de los lugares mencionados están señalados en el mapa. Tampoco da descripciones más detalladas de los lugares con “arte mobiliar” visitados durante la prospección ni hace comparaciones de estos objetos procedentes de varios sitios. Escribe, por el contrario, más ampliamente sobre los trabajos realizados en Kupara y Tompullo o Tampu Ayllu, ubicados al noreste y al noroeste de Chuquibamba, respectivamente. Aparte de ello, anota que “este tipo de materiales abunda al norte de Chile, y esta asociado a la cerámica negro sobre rojo y también a los petroglifos [...] Sabemos así mismo que en Intihuasi, o sea al noroeste de Argentina, son frecuentes” (E. Linares, 1973: 249). Nueva, y lastimosamente, tampoco aquí cita los nombres de los sitios arqueológicos que proporcionaron tales objetos ni indica sus fuentes de información.

E. Linares (op. cit), menciona los hallazgos de las lajas de piedra, cantos rodados y “tejas” cerámicas, procedentes de las tumbas(8) y cuevas, subrayando su carácter mágico. También propone la idea de que el área de presencia de este tipo de objetos se extendía desde el departamento de Ica hasta norte de Chile y noroeste de Argentina, aunque no aclara el sustento de esta conclusión; igualmente señala la asociación de este material arqueológico con la cerámica negro sobre rojo y cerámica tricolor. Describe, en cortas palabras, los principales tipos de piedras usadas como base para las pinturas, enumerando también algunos pigmentos, utilizados para elaborar la ornamentación. Entre los varios motivos ornamentales consignados se ven perros y figuras humanas armadas de arcos y flechas, aunque no da una referencia suficientemente clara sobre si se trata de motivos de arte rupestre o de “arte mobiliar con tradición rupestre”. En cualquier caso, los mencionados motivos ornamentales no se encuentran en el estudio de unas 384 lajas de Chucu, obtenidas por F. Kauffmann (1992), de las 65 lajas del Proyecto Cotahuasi (2000-2003) ni en las alrededor de 500 lajas del Proyecto Lajas Pintadas (2001).

Sobre la base de las observaciones hechas en trabajos arqueológicos realizados hasta entonces y su trabajo de prospección, E. Linares ha intentado formular una cronología de los hallazgos: “...hay elementos diagnósticos que nos están diciendo claramente que el «arte rupestre mobiliar», en el extremo del litoral sur avanza de por lo menos 500 a.C. (Toquepala), 100 d.C. (Cabezas Achatadas), y 1200 a 1500 años d.C. (Kupara-Chuquibamba)” (op. cit.:255). Según su opinión los “cantos rodados o pintados pertenecen a una etapa tardía y se asocian frecuentemente con lo que se viene llamando «estilo Chuquibamba» [...] principalmente se asocian también con cerámica tricolor o de «estilo Juli» [Churajón]” y difundiéndose en la época Inca (op. cit: 254, 259). Esta suposición cronológica es reflejada en todas las tablas cronológicas de su trabajos posteriores, mientras que, en el segundo volumen de su “Prehistoria de Arequipa” (1991-1992), podemos encontrar un “cuadro tentativo secuencial” de las lajas y placas con pintura, donde presenta como más antiguas las piedras de Toquepala, y cantos rodados (“sandwich”) de Cabezas Achatadas. Las lajas de piedra con ornamento grabado de Betancourt y las tejas pintadas son clasificadas como del tipo intermedio, mientras que las lajas de piedra con pintura son consideradas como más tardías (figura 1). Nuestras observaciones, hechas a partir del material accesible, no confirman esta clasificación(9).

Cuadro secuencial tentativo del arte mobiliar con
tradición rupestre, propuesto por Eloy Linares Málaga, 1987

Los dos volúmenes de la “Prehistoria de Arequipa” de Eloy Linares Málaga, editadas en 1987-1990 y 1991-1992, respectivamente, muestran algunos detalles más sobre los lugares con “arte mobiliar”, incluidos  dentro de las descripciones de las prospecciones, hechas por el autor, iniciadas en los años 1960. Para finalizar, se debe mencionar su trabajo “El arte rupestre en Sudamérica-Prehistoria”, publicado en 1999, donde, en forma marginal, fueron mencionados los artículos de E. Escomel y R. Ravines que tratan sobre “arte mobiliar con tradición rupestre”.

Un nuevo y sistemático análisis del “arte mobiliar” fue posible gracias a los trabajos de documentación en el macizo Cupara, Chuquibamba, realizados por Federico Kauffmann-Doig en 1986. En 13 cámaras subterráneas pudo recolectar cerca de 400 placas cerámicas y unas cuantas lajas de piedra con pintura; sólo una de las cámaras (la número 10) proporcionó hallazgos intactos. F. Kauffmann caracterizó Chucu como “un lugar de culto principalísimo: no vinculado a arquitectura ni a tumbas, y constituido por cámaras subterráneas donde fueron depositadas por centenares las placas con pinturas mágicas” (F. Kauffmann Doig, 1986-1987: 188). Una amplia síntesis de los hallazgos de Chucu fue publicada en 1992 con el título “Pinturas mágicas sobre placas de cerámica”. Este trabajo contiene un estudio de la morfología de los objetos, el análisis de los colorantes, una descripción previa de las técnicas aplicadas, un inventario-catálogo en dibujo y una corta descripción de todos los ejemplares recolectados. Aparte de esto, la iconografía de las placas fue más ampliamente descrita, comparando generalmente las imágenes con muestras ornamentales de otras regiones y culturas del Perú, siendo también clasificadas en cinco categorías ornamentales (F. Kauffmann, 1992: 21-34). Más adelante, F. Kauffmann consideró el significado de los objetos registrados dentro del contexto cultural andino, relacionándolos con la “tinca” o el “pago” (op. cit.: 34-38). Subraya el valor mágico de los objetos, cuya ornamentación “encierra simbolismos. Se trata, probablemente, de «textos» mágicos graficados en forma de letanías imploratorias, y dirigidas a los poderes sobrenaturales encarnados o residentes en el cerro de Chucu. [...] probablemente dirigida a Pachamama o a Illapa.” (F. Kauffmann Doig, 1986-1987: 190).

Tienen gran importancia en el conocimiento de la zona de Chuquibamba las tesis de grado elaboradas por estudiantes de arqueología, antropología y geología de la Universidad Nacional de San Agustín y de la Universidad Católica de Arequipa. Lastimosamente, aunque esto es frecuente, éstas son las únicas fuentes de información detallada existentes sobre sitios arqueológicos particulares pero, en gran parte, permanecen inéditas y poco accesibles. Dentro de este grupo vale la pena mencionar, por ejemplo, el análisis de Gualberto Tejada Bedoya (1976), Liliana Huaco (1987), Pablo de la Vera Cruz (1988) o de Augusto Cardona Rosas (1993), que proporcionan algunas informaciones sobre “arte mobiliar”, mencionado dentro de un enfoque cronológico.

Igualmente tienen gran importancia los informes sobre los sitios prospectados y estudiados dentro de Proyecto Arqueológico Condesuyos, llevado a cabo desde 1996, en la zona de Chuquibamba, y del Proyecto Cotahuasi(10), iniciado en 1999, cuyos datos me posibilitaron ampliar el catálogo de los sitios con piedras y placas cerámicas con pintura.

Un aporte interesante al tema del “arte mobiliar” como elemento de ofrenda fue hecho por Rómulo Pari Flores, en su ponencia “El estilo Wari Qoscopa: desarrollo y colapso Wari en los valles de Arequipa”, presentado en el 2001, dentro del III Congreso Nacional de Antropología, organizado por la Universidad Nacional de San Augustín en Arequipa. En La Real, sitio del valle de Majes, fueron ubicados algunos sitios rituales específicos, llamados “pozos de ofrendas”. Unos de ellos estaban conformado por una estructura parcialmente enterrada, con medidas de aproximadamente 8 x 5 m., donde, de manera particular, estaba acumulado, de manera continua, material cultural: cerámica quebrada ex profeso, diversas ofrendas puestas en cestos, conteniendo frutos, textiles, herramientas, adornos corporales, cuentas de spondylus y metales, así como también abundantes y disturbados restos óseos humanos (R. Pari, 2001: 4-5). Otra variedad de este tipo de “pozos de ofrenda” se presenta como una cámara subterránea, con los mismos objetos antes mencionados, pero con mayor abundancia de material óseo humano y, particularmente, de “cabezas-ofrenda”. A estos contextos los une una variable común que “es la presencia de textiles con técnicas similares y placas pintadas”. R. Pari subraya que el de La Real, es un ejemplo único en los valles del norte de Arequipa (op. cit.); lamentablemente no menciona qué tipo de cerámica se encontraba en estos “pozos de ofrenda” ni a qué  cultura o tiempo puede ser asignada.

En el 2002, fue editado el libro de Augusto Cardona Rosas, “Arqueología de Arequipa de sus albores a los Incas”, que, de manera breve, reúne mucha información importante para la arqueología del departamento de Arequipa, así como también datos de estudios de campo más recientes. En la parte del libro dedicada al arte rupestre, A. Cardona proporciona algunos apuntes básicos sobre las piedras y placas cerámicas con pintura. Como lugares de yacimiento de “arte mobiliar” escribe que “se encuentran formando grupos o aisladas, depositadas en pisos de las antiguas viviendas, en los patios y corrales, debajo de las huancas (peñascos), en medio de los campos agrícolas, en las tumbas, formando parte del ajuar como elementos asociados a los ritos funerarios, o en las cavidades de los cerros.” (A. Cardona, 2002: 159). También escribe que la presencia de las piedras y “tejas” pintadas se “encuentra muy extendida en los valles de Camaná, Majes, Colca, Cotahuasi, Chuquibamba y Siguas” (op. cit). Lamentablemente no menciona sus fuentes de información ni da más detalles sobre los sitios con hallazgos. Más adelante vincula esta categoría de objetos con “ofrendas en las ceremonias propiciatorias que se entregan a los cerros (apus) principales, como el Coropuna y Solimana, también a las fuentes de agua, y a la madre tierra (Pachamama)” (op. cit.: 161). En lo que toca a la cronología, A. Cardona constata que, aunque su antigüedad es aún discutida, se acepta que estos hallazgos son una expresión típica del Intermedio Tardío (1100 a 1400 d.C.). No obstante, observa que se han hallado contextos cerrados del Horizonte Medio, Wari local, que contienen estos elementos, así como también ciertas evidencias de haberse mantenido esta tradición durante del Horizonte Tardío (Inca). En lo que respecta al Horizonte Inca, sólo menciona el sitio Itac, estudiado por él en 1992-1993, mientras que otras informaciones no dan más detalles sobre su ubicación y fuentes de información.

Sobre la base del material recolectado en el Proyecto Cotahuasi, ya mencionado anteriormente, el jefe del proyecto, Justin Jennings, preparó, en el 2002, su tesis de doctorado titulada: “Prehistoric imperialism and cultural development in the Cotahuasi valley, Peru.” En este trabajo J. Jennings presentó un muy interesante estudio de los impactos culturales de los imperios Wari e Inca, al igual que un análisis de los cambios sociales y, particularmente, religiosos, relacionados con su influencias sobre las sociedades regionales de la zona de Cotahuasi y, en general, de las otras culturas del área andina. En un capitulo aparte, dio a conocer detalles sobre 64 lajas de piedra y una placa cerámica con pintura, que fueron recolectadas en 15 sitios y examinadas dentro del proyecto. Describe sus principales formas y ornamentación, así como los cinco lugares-categorías de yacimiento: derrumbes rocosos, entierros humanos, entierros de camélidos, en nichos naturales de la roca y enterrados bajo tierra. Adicionalmente, las piedras pintadas se encontraban en el relleno de los pisos de habitacionales; pero, como indica J. Jennings (2002: 369), estos hallazgos pueden tener un carácter secundario. Fuera de esto, constató, que el apogeo del uso de las piedras y placas cerámicas con pintura corresponde a la época de la intensificación de la agricultura en la región, que tuvo lugar en el Período Intermedio Tardío. Un año después, en el 2003, desarrolla este tema en dos artículos: “Inca imperialism, ritual change, and cosmological continuity in the Cotahuasi valley of Peru” y “The fragility of imperialist ideology and the end of local traditions, an Inca exemple”. Tomando como base la observación de que en tiempos incaicos se advierte el abandono o un menos frecuente uso ritual de las piedras y placas cerámicas con pintura, J. Jennings ha internado analizar las posibles razones de este fenómeno. Esto lo llevó a la conclusión de que el impacto incaico trajo consigo algunos cambios religiosos, reconocibles especialmente en otra categoría de ofrendas para dioses, lo, que, en efecto, provocó una lenta o rápida desaparición de estos objetos de la “lista” de ofrendas (J. Jennings, 2003 a y b).

2. Cuadro cronológico y características de los sitios arqueológicos con lajas de piedra pintadas, examinados dentro del proyecto “Lajas Pintadas de Pampacolca”

Los doce sitios examinados (Ampipuquio, gruta Antaura, Antaunco, Antimpampa, Huayaja o Llahuayoc, Piscopampa, Las Minas, Choquemarca, Huancor, Eucaliptuyo, Puka y Santa Maria) se encuentran en las cimas de los cerros que rodean Pampacolca, extendiéndose a altitudes que varían entre 2850 y 3500 msnm (figura 2).Cuatro de estos sitios (Huayaja, Choquemarca, Ampipuquio y Santa Maria) muestran típicos rasgos de habitaciones de grandes dimensiones. Los asentamientos están situados principalmente sobre las laderas o cimas de los cerros, fuera o en los bordes de las áreas de cultivo. Cerca de las casas se advierte la presencia de chulpas o tumbas subterráneas. Choquemarca y Ampipuquio, por su naturaleza, tienen carácter defensivo. Las estructuras arquitectónicas compuestas de Antimpampa y Antaunco, así como también una de estructuras del asentamiento Choquemarca, muestran rasgos de carácter ceremonial-religioso.

Figura 2. Pampacolca: lugares examinados dentro del proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca, 2001

Pisco Pampa, Las Minas, Gentilar-Choquemarca, Huancor y una parte de Ampipuquio presentan típicos ejemplos de entierros en la zona de andenería. Las tumbas, tipo chulpa o mausoleo, ubicadas en los sitios expuestos, se caracterizan por sus grandes dimensiones y por tener entradas orientadas hacia el lado norte. Los sitios de Gentilar-Choquemarca y Puca ofrecen hallazgos excepcionales, interpretados como un “pago”. Un similar significado como sitio de ofrendas podría también tener la Grieta-Antaura. Eucaliptuyo pertenece al grupo de tres lugares con presencia de arte rupestre conocidos en Pampacolca(11).

Los monumentos arquitectónicos, localizados cerca de Pampacolca demuestran, en su mayoría, rasgos locales. Los edificios, generalmente de planta rectangular, están construidos con piedra canteada, unida con argamasa arcillosa; los muros se conservan, en general, hasta una altura de aproximadamente 1,5 m. En muchos casos, también se preservaron algunos fragmentos de portadas, ligeramente trapezoidales, y nichos, ubicados en las paredes interiores.

Como excepciones arquitectónicas pueden considerarse las construcciones de Antimpampa  y las ruinas de Maucallacta o Huayllapampa(12). En el caso de Antimpampa se advierten estructuras escalonadas o piramidales, más características del período Formativo Tardío, mientras que en Maucallacta se nota una evidente presencia de arquitectura incaica, del Horizonte Tardío.

El cuadro cronológico, ordenado según los hallazgos cerámicos, se presenta de la manera siguiente:

La más antiguos son los complejos de Antimpampa, con fragmentos de cerámica de estilo Paracas, del Período Formativo Tardío; sin embargo, los objetos de estilo Chuquibamba, confirman la ocupación de este sitio también durante el período Intermedio-Tardío. Los hallazgos de Huayaja y Puca indican rasgos de estilo Wari del Horizonte Medio, y Chuquibamba, de los períodos Intermedio-Tardío y Tardío. El estilo Chuquibamba se manifiesta también en los objetos de Piscopampa, Gentilar-Choquemarca, Mamasque-Choquemarca, Huancor y Santa Maria. En el caso de Ampipuquio, Choquemarca-asentamiento y Antaunco, predomina el material cerámico de estilo Chuquibamba; algunas piezas aisladas muestran el estilo Inca Imperial o influencias del mismo. Queda sin datos cronológicos el sitio Las Minas.

La presencia de las lajas con pintura se puede admitir en Puca y Huayaja con cerámica Wari, en Antimpampa y Choquemarca (Gentilar y Mamasque), junto con cerámica en estilo Chuquibamba, y en Ampipuquio, con material Chuquibamba e Inca (hallazgos disturbados en superficie).

Los ejemplares de lajas de Antaunco no pueden relacionarse con material cerámico o de arquitectura. De Piscopampa, Las Minas y Santa Maria no tenemos muestras de lajas con pintura, aunque los habitantes testimonian su presencia.

En abril del 2001, en las cercanías de Chuquibamba, departamento de Arequipa, al realizarse trabajos agrícolas, fueron descubiertas unas 53 lajas con pintura, asociadas a las tumbas. Todos los hallazgos (lajas pintadas, ajuar de los entierros y tres bultos con cuerpos momificados) fueron expuestos en la Casa Municipal de Chuquibamba y presentados durante una conferencia de prensa a fines de mayo del mismo año. Unos meses después obtuvimos un permiso del Alcalde de Chuquibamba para hacer un registro fotográfico de los hallazgos. Aunque no se pudo hacer un estudio más exacto de las lajas con pintura, dicho registro fotográfico permitió hacer un análisis comparativo de su iconografía. Además, el ajuar cerámico con rasgos Wari-Chuquibamba y Chuquibamba con influencias incaicas, ayudó en la datación de estos objetos y atribuirlos al período Intermedio Tardío o a inicios del Horizonte Tardío.

Otro lugar prospectado está ubicado en una zona arqueológica del pueblo Yura Viejo, a poca distancia de Arequipa, donde, durante el terremoto ocurrido en junio de 2001, se destapó un hoyo con una probable ofrenda de lajas con pintura. Visitando el sitio el 21 de octubre del mismo año, tuvimos la suerte de documentar este hallazgo. El hoyo con dimensiones aproximadas de 70 x 50 x 30 cm (largo, ancho, profundidad), contenía, in situ, 28 lajas, puestas una sobre otra. Los ejemplares eran de tamaño pequeño y presentaban una ornamentación simple, compuesta de fajas de color rojo y verde. Por desgracia, dentro del hoyo no se encontró ningún material que ayudase a su datación.

Cerca del hoyo con lajas, y en las ruinas vecinas, encontramos grandes cantidades de lajas semejantes, con restos de pintura o totalmente despintadas, dispersas sobre la superficie. La cerámica fragmentaría que las acompañaba lleva rasgos de estilos Chuquibamba e Inca, llamada aquí fase Yura (R. Pari, 2001 b). Tanto las lajas recolectadas en superficie como el contenido del hoyo intacto, fueron detalladamente documentadas y los ejemplares fueron llevados al Museo de la UCSM de Arequipa(13).

3. Estudio de la pintura de las lajas(14)

La base de estudio de la ornamentación de las lajas estuvo constituida por aproximadamente 500 ejemplares encontrados in situ. Como material comparativo fueron analizadas unas 300 lajas procedentes de la superficie o de los sitios disturbados. La mayoría de los hallazgos procede de Pampacolca y una parte del material comparativo viene de otros sitios ya mencionados del departamento de Arequipa. Adicionalmente teníamos a disposición el registro de las 384 placas pintadas de Chucu (F. Kauffmann Doig, 1992) y de las 65 lajas recolectadas dentro del Proyecto Cotahuasi (cortesía del jefe del proyecto, Dr. Justin Jennings).

3.1. Rasgos técnicos y estilísticos

La pintura de las piedras o placas cerámicas fue frecuentemente descrita de forma muy general. Algunos científicos (como R. Ravines, 1970, F. Kauffmann Doig, 1992) dan algunas descripciones sistemáticas de la iconografía, y sólo F. Kaufmann Doig (op. cit) elabora un catálogo de los hallazgos incluyendo una breve descripción de los rasgos característicos de cada un ejemplar. Por ello, con excepción de la gruta de Chucu y unos sitios intactos de ofrenda ubicados dentro del Proyecto Cotahuasi, la mayoría de los ejemplares de piedras o placas cerámicas con pintura, procedía de sitios disturbados, no siendo posible un estudio más exacto de sus rasgos “individuales”(15). Los hallazgos sueltos, sin una procedencia clara, sólo permitían una comparación iconográfica o estilística superficial o general. Era igualmente difícil hacer una datación exacta. Del mismo modo, los objetos encontrados en Chucu, aunque intactos, podían ser asignados dentro de un espacio del tiempo muy amplio, entre los horizontes Medio y Tardío (Kauffmann, 1992), lo que no permitía hacer observaciones sobre los cambios estilísticos, iconográficos y otros ocurridos a lo largo de siglos. Esta situación cambió en gran medida cuando dispusimos de nuevos datos proporcionados por los lugares intactos o poco disturbados examinados dentro de Proyectos Lajas Pintadas de Pampacolca o Proyecto Cotahuasi.

Dentro de del Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca pudimos registrar grandes cantidades de lajas, que permanecieron intactas, in situ, desde el momento de la colocación. Esto nos posibilitó un análisis muy particular de los objetos dentro de varios “grupos”(16), ubicados en el mismo sitio de yacimiento, y su comparación con los hallazgos de otros sitios. También disponíamos de ejemplares procedentes de diferentes lugares, fechados de la misma época, como, por ejemplo, las lajas de un abrigo rocoso y de dos tumbas, asignados a la época del Horizonte Medio (con cerámica de estilo Wari), y dos tumbas fechadas como del período Intermedio Tardío (con cerámica de estilo Chuquibamba).

Los límites de este artículo no permiten una presentación detallada del análisis o comparación de los grupos particulares de objetos y sus vinculaciones; por eso quisiera aquí presentar algunas observaciones, hechas sobre la base de análisis detallados de las técnicas de elaboración de las lajas y de su ornamentación, así como una comparación con hallazgos semejantes procedentes de Chucu y Cotahuasi.

3.1.2. Tipo de la base para pintura

Es importante subrayar que en los alrededores del valle de Pampacolca se encuentran principalmente lajas de piedra con decoración pintada; las placas de cerámica son más raras, mientras que los cantos rodados con pintura no aparecen absolutamente en esta zona. La mayoría de las piezas estudiadas está hecha en piedra arenisca de grano fino. Sólo algunos ejemplares de Huayaja, sondeo 2, y de Ampipuquio, sondeo 3, están hechos en granito; una pieza, de Puca, abrigo I, está hecha de cerámica.

Generalmente se usaba piedra laja que, en forma natural, aflora en las cercanías de todos los sitios estudiados. Las lajas tenían tamaño y peso diferenciados: junto a objetos muy delgados, de apenas unos milímetros de grosor, se encontraron ejemplares con espesor de 10 centímetros. Mientras algunos ejemplares medían  entre 5 x 7 cm y tenían peso de algunos gramos, otros alcanzaban 90 x 50 cm, pesando cerca de 50 kilogramos.

En la mayoría de casos, las lajas de piedra fueron labradas por percusión, hasta obtener las dimensiones y formas deseadas. Muy raramente la superficie o los bordes de la piedra estaban alisados o pulidos. Se puede advertir que, para pintar, se eligieron las caras más planas de la piedra. Aparte de las formas básicas descritas por Kauffmann (1992) para las tejas de Chucu (cuadrangulares, rectangulares, circulares, elípticas, trapezoidales o irregulares), podemos además agregar una forma en abanico (figura 3).

Figura 3. Morfología de las placas cerámicas de Chucu, según F. Kauffmann, 1992

Cabe señalar que la tipología de “arte mobiliar de tradición rupestre” de E. Linares, propuesta por él en un cuadro tentativo secuencial(17) (E. Linares, 1991-1992: 72) (figura 1), no se confirma a la luz de nuevos datos cronológicos. A partir del material asociado a las piedras y placas cerámicas con pintura, puede ser fechada como perteneciente sobre todo al Horizonte Medio y al Período Intermedio-Tardío. Adicionalmente, observando los sitios y las categorías de hallazgos denominados “arte mobiliar de tradición rupestre”, se puede advertir que, en el departamento de Arequipa, las lajas de piedra o placas cerámicas con pinturas se encuentran principalmente en el triángulo formado entre Iquipi(18), al oeste, Yura(19) al este, y Cotahuasi y Alca al norte, mientras que, al sur de esta zona, se encuentran con más frecuencia cantos rodados con pintura. Algunos autores(20), mencionan, dentro de algunos contextos particulares, por lo menos dos categorías de objetos, por ejemplo, lajas de piedra y placas de cerámica, algo que nosotros también pudimos comprobar, al realizar nuestro proyecto en Pampacolca-Puca.

En muchas fuentes bibliográficas sólo se citan los nombres de lugares arqueológicos con presencia de “arte mobiliar”, pero no se dan más detalles sobre su categoría o sus contextos arqueológicos. Este hecho produjo dificultades al elaborar un catálogo más detallado de sitios, con tipos particulares de hallazgos. No obstante, a la luz de los datos accesibles, se puede considerar que el uso de las lajas de piedra, cantos rodados o placas de cerámica como base para aplicar pintura, dependía sobre todo del área geográfica y del material allí disponible: así, por ejemplo, los cantos rodados abundan en la región de los valles de la costa, mientras que en la sierra es más fácil obtener piedra laja o pizarra. Lo interesante es que en la parte costera se pudo encontrar lascas labradas de cantos rodados(21) que, por su forma, recuerdan las lajas de piedra de la región serrana. El uso de las tablas o placas cerámicas como superficie-base para el ornamento pintado, en el actual de conocimiento del material y su cronología, no es suficientemente claro y exige más estudios.

3.1.3. Pigmentos, pintura y fijadores

El estudio de la pintura permitió concluir que se usaron pigmentos obtenidos de arcilla de color o de minerales pulverizados, como óxidos de metales (S. Schlosser, 2003) (figura 4). En algunos casos se advierte el uso de un colorante morado, transparente y muy líquido, que parece tener procedencia vegetal (probablemente jugo del fruto de molle). Este colorante aparece muy frecuentemente como base (¿fijador?) para pigmentos con tonos metálicos, obtenidos de la especularita. Una observación semejante fue hecha por Kauffman (1992: 22), examinando sus lajas de Chucu.

Figura 4. Puca: algunos de los pigmentos asociados a las lajas y usados a manera de ofrenda

La pintura se aplicaba directamente sobre la superficie de la piedra. Sólo en el caso de algunas lajas de Antaura y Puca, la superficie de la piedra está cubierta, por debajo de la pintura, por una capa de color blanco o crema, cuya naturaleza, suponemos, es más natural que artificial. Los colorantes terrosos se rajan, desfolian o despegan muy fácilmente al tacto con el dedo, lo que puede indicar que, probablemente, fueron mezclados sólo con agua. Una excepción: algunas lajas de Puca, Abrigo I, donde a la pintura celeste se añadió un fijador fuerte de procedencia desconocida, produciendo un efecto parecido al de la pintura al óleo.

Pudimos hacer otra interesante observación al analizar las 53 lajas de la alcaldía de Chuquibamba, (registradas en el año 2001, y erróneamente expuestas durante un mes en una vitrina insolada y caliente), que muestran pintura quemada, bronceada, en una reacción que normalmente muestran las pinturas de base orgánica con pigmentos diluidos en jugo de plantas, leche, orina, huevos, etc. (figura 5).

Figura 5. Chuquibamba-alcaldía: laja de piedra con pintura quemada por el sol

Las pinturas son usadas en forma “pura”. Esto significa que no se advierten mezclas de varios pigmentos para obtener otros colores, como, por ejemplo, mezclando pigmentos azul y amarillo para obtener el color verde.

Los colores de las pinturas fueron comparados con el libro de colores de A. Kornerup y J. H. Wanscher (1963), habiéndose evidenciado el uso de los siguientes colores: blanco, crema, rojo claro, rojo anaranjado, rojo oscuro, rojo marrón, rojo morado, rosado, rosado gris, morado, morado gris, marrón claro, marrón oscuro, marrón chocolate, negro, verde claro, verde oscuro, verde gris, azul, celeste, amarillo, amarillo anaranjado, anaranjado, brillo metálico. Son más frecuentes los colores rojo y verde; se advierte que el color rojo muchas veces es acompañado por el verde. Con menos frecuencia aparecen los colores azul, celeste “brillo metálico” y rosado. El color morado en la forma diluida casi siempre es aparejado con pigmento brillante de especularita. Los demás colorantes son utilizados con menos frecuencia.

En la conservación de la pintura influyen muchos factores. La fuerza y la resistencia de los colores dependen sobre todo del tipo de la superficie pintada, de la consistencia de la pintura, de los fijadores y de las condiciones ambientales. Más resistentes a los daños son las pinturas sobre piedra arenisca y cerámica que, en gran parte, absorben los colores. Más fácilmente se despinta la ornamentación aplicada sobre lajas de granito y canto rodado, como también la decoración hecha con pinturas líquidas, más transparentes o sin fijadores. Las pinturas muy densas o mezcladas con fijadores dan colores más fuertes y resistentes. Por otro lado, las pinturas densas sin fijadores tienen tendencia al exfoliado y a separarse de la superficie pintada. Los mayores daños son causados por la humedad y la luz solar. Por esto, los sitios secos y protegidos de la luz diurna son los más óptimos para la conservación de la pintura.

3.1.4. Técnicas de pintado

Las lajas llevan principalmente pintura sólo en una de sus caras. Entre las lajas examinadas por nosotros no hay ejemplos de pintura en ambos lados. En algunos casos (grieta Antaura, Puca), las caras posteriores de las piedras llevan huellas de pintura, con rasgos de manchas estampadas de otras superficies pintadas. Esto permite suponer que la decoración de las lajas fue hecha en cercanía o en el sitio de la deposición, y las lajas estaban puestas en pila poco tiempo después de ser pintadas.

El análisis de la ornamentación de las lajas nos permitió diferenciar varias técnicas de aplicación de la pintura. La más frecuente es la pintura con brocha (figura 6) o un utensilio semejante. Menos frecuente es la ornamentación hecha con dedos embadurnados de pintura (figura 7) o el dibujo con un terroncito de pigmento (figura 8); muy rara vez se encuentra el ornamento estampado.



Figura 6. Chuquibamba-alcaldía: una
laja de piedra decorada con ornamento pintado



Figura 7. Chuquibamba-alcaldía: laja de piedra con
ornamentación hecha con dedos embadurnados de pintura



Figura 8. Cotahuasi: laja de piedra decorada mediante
la técnica de dibujo con terroncitos de varios pigmentos
(Foto cortesía del jefe del Proyecto Cotahuasi, Dr. Justin Jennings)

Las figuras ornamentales fueron ideadas en el momento, sin un croquis previo. Parece que, en muchos casos, varios colores de la ornamentación fueron puestos antes de que se sequen. Para mantener la limpieza de las partes pintadas se dejaban espacios sin pintar, de apenas un milímetro de grosor. En estas condiciones, era importante el uso de pintura bastante densa, aplicada con una brocha fina, u otro utensilio bastante suave o semi-duro.

Se puede advertir la perfección en la aplicación de los colores. Raramente se puede reconocer huellas de mejoramiento de las líneas. Frecuentemente se observa la tendencia del pintor a rellenar con ornamento toda la superficie de la piedra, hasta el último centímetro cuadrado, incluso si esto llegaba a deformar las figuras. Se nota, en la mayoría de los ejemplares, un excelente sentido del equilibrio en el ornamento y la calidad de la pintura, lo que permite suponer que los autores de las pinturas tenían cierto conocimiento de las técnicas pictóricas.

Llama la atención el alto grado de simetría y equilibrio del ornamento, logrado por la composición de las figuras o la combinación de los colores. La repetición de los colores no parece tener un orden casual, mientras que lajas ornamentadas en las fajas paralelas, recuerdan las cuerdas de los quipus.

Por las condiciones climáticas que tiene Pampacolca no se pudieron conservar brochas u otros utensilios para pintar, elaborados en material orgánico. No obstante, durante el trabajo de gabinete pudimos hacer algunas observaciones sobre varias técnicas de aplicación de pintura y de la técnica de pintar, confirmadas luego en una pintura y un dibujo experimentales(22).

No pudimos recolectar mucha información acerca de los recipientes o de la preparación de la pintura. En Ampipuquio, sondeo 8, llegamos a ubicar un fragmento de olla con restos de pintura amarilla. En Huayaja, sondeo 2, y en Ampipuquio sondeo 1, encontramos algunas lajas pequeñas que muestran anfractuosidades naturales rellenas con restos de pintura roja (Figura 9).



Figura 9. Huayaja, sondeo 2: laja de piedra con un
hundimiento natural y con restos de pintura rojo oscuro

Sobre las técnicas de aplicar la pintura a las placas cerámicas de Chucu, también tenemos unos apuntes de Kauffmann, quien escribió que cada objeto tiene un valor individual, estaba pintado en una de las caras y que los colores son vivos y fueron aplicados a las placas después de la cocción. También sugiere que los colorantes estaban preparados con una mezcla con agua, usando para este fin unos fragmentos de cerámica como “paletas” (Kauffmann, 1992: 21-22). Más ampliamente escribe sobre el uso de un pigmento brillante, hecho de especularita que “era salpicado sobre una sustancia untuosa oscura, que fijaba el pigmento” (Kauffmann, op. cit.).

Usando las fotos a color de algunas placas, publicadas en su libro, pueden advertirse muchas semejanzas con las técnicas de elaboración del ornamento conocidas para otros sitios de los alrededores de Chuquibamba. No obstante, llama la atención el hecho de que el ornamento de muchos ejemplares no tiene la finura y el acabado que caracteriza a la mayoría de las lajas de Chuquibamba-alcaldía, Pampacolca o Cotahuasi. Muchas placas están decoradas por manos poco diestras en la pintura, y que aplicaban colores de manera descuidada, presentando muchas huellas de posteriores retoques.

Un elemento muy saltante de las placas de Chucu, raramente encontrado en la decoración de las lajas de Chuquibamba-alcaldía, de Pampacolca, Viraco y Cotahuasi, es el relleno de los espacios libres entre los elementos figurativos del ornamento, con filas compuestas de puntos, hechos, al parecer, con ayuda de los dedos embadurnados con pintura. Otra característica es el frecuente uso del color blanco y el muy escaso del color verde.

El material procedente de Cotahuasi y Alca no fue analizado anteriormente, considerando sus técnicas de elaboración e iconografía. La completa documentación fotográfica, que dejó a mi disposición el Dr. Justin Jennings, me ayudó a advertir el uso de por lo menos dos técnicas de ornamentación. En el primer caso se trata de una pintura, cuyos rasgos recuerdan la técnica de la ornamentación de la cerámica. Algunos de los ejemplares mejor conservados de lajas muestran unas figuras ornamentales finas, pintadas por mano muy diestra en este trabajo. Fue usada una pintura bastante líquida, pero no tenue, aplicada con brocha suave. Al contrario de las lajas examinadas en el Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca, donde, entre las figuras imaginadas, comúnmente se dejaban espacios libres para la limpieza, aquí se advierte, frecuentemente, que los elementos decorativos están ubicados directamente uno al lado del otro; sin embargo, las pinturas de diferentes colores no se mezclaron. Otro rasgo interesante de la pintura cotahuasiense es el de ejemplares de lajas donde la superficie de las delgadas fajas ornamentales, o contornos de las figuras, fueron adicionalmente decoradas con puntos finos de otro color, lo que, como resultado, permitió lograr otros efectos artísticos (figura 10). La segunda técnica ornamental es un dibujo simple con terroncitos de pigmentos (figura 8), que recuerda un dibujo hecho con tizas de diferentes colores. La sencillez de la técnica aplicada no impidió diseñar una combinación bastante complicada de las figuras ornamentales, compuestas de círculos concéntricos de varios colores.

Figura 10. Dos ejemplares de lajas con pintura, procedentes de Cotahuasi.
(Foto cortesía del jefe del Proyecto Cotahuasi, Dr. Justin Jennings)

Entre las formas de la piedra utilizada para pintar, llama la atención la frecuente presencia de la forma discoidal, perfectamente labrada y principalmente relacionada con imágenes de círculos concéntricos.

3.2. Iconografía

Las imágenes iconográficas de las lajas, examinadas dentro del Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca, muestran formas antropomorfas, zoomorfas, geométricas y simbólicas. No se identificaron figuras fitomorfas. Las formas geométricas incluyen puntos, rayas, cuadrángulos o círculos. Más frecuentes son las rayas rectas, simples o agrupadas, onduladas, en zigzag o arqueadas. Un rasgo característico de este tipo de ornamento es que todas las rayas están ubicadas paralelamente unas junto a otras. Entre las formas simbólicas se pueden reconocer motivos radiales o solares. Los motivos zoomorfos representan zorros, llamas y, muy raramente, pájaros (cóndores o lechuzas), que se encuentran sobre todo en el material procedente de Viraco. Los motivos antropomorfos aparecen frecuentemente junto con los zoomorfos y geométricos. Muchas lajas muestran varias formas ornamentales, ubicadas sobre una superficie pintada. No hay ejemplares de lajas que contengan a la vez todas las formas ornamentales descritas.

Las figuras humanas, al igual que las zoomorfas, están representadas de manera muy esquematizada. En la mayoría de los casos, las imágenes antropomorfas están en una posición estática, frontal, con pocos detalles anatómicos, con las manos extendidas, puestas a los costados del cuerpo y con pies en posición de descanso. Tienen cabezas redondas, casi siempre están provistas de ojos pero sin otros detalles faciales o de la cabeza. Excepcionales son las figuras humanas de las lajas registradas en Chuquibamba-alcaldía, donde las figuras antropomorfas tienen cabezas esquematizadas semejantes a la letra “T”. A veces tienen rasgos masculinos o femeninos y raramente son representados en movimiento, con las manos levantadas y en posición de caminar, correr o saltar. Un caso particular lo representa una laja de Viraco, cuyo foto me fue proporcionada por el Ingeniero Rodolfo Talavera Zúñiga y que muestra tres figuras antropomorfas, paradas frontalmente, con piernas ligeramente extendidas, ojos inmensos que ocupan toda la parte facial, y, en lugar de manos, las tres figuras tienen alas como pájaros (figura 11). El ornamento aquí presentado es un caso único, dentro de todas imágenes humanas hasta ahora conocidas (o publicadas), de ornamentación de piedras o placas cerámicas con pintura.

Figura 11. Viraco: una de las lajas con imágenes antropo-zoomorfas:
llama la atención que tres personajes antropomorfos tengan, en lugar de brazos, alas.
(foto cortesía del ing. Rodolfo Talavera Zuñiga de Viraco)

Las figuras zoomorfas (llamas, felinos o pájaros) se caracterizan por sus contornos corporales bien delineados, pero sólo los pájaros tienen ojos. Cabe resaltar que los ojos de las figuras humanas y de las aves son de grandes dimensiones, ocupando gran parte de la cara. Frecuentemente las cabezas o cuerpos de las figuras zoomorfas o antropomorfas están rodeadas por “aureolas” de un color diferente al del cuerpo.

Casi en todos los sitios estudiados se encontraron lajas con escenas narrativas. En algunos casos se pueden observar escenas compuestas por animales colocados en fila. Más comunes son las escenas donde las figuras humanas aparecen solitarias, agrupadas, en filas, en compañía de las figuras zoomorfas o rodeadas por objetos de forma redonda o cuadrada (figura 12). Las lajas no muestran escenas de la vida cotidiana o de caza.

Figura 12. Viraco: ejemplar suelto. Llaman la atención las figuras de pájaros, los objetos circulares alrededor
de las figuras antropo y zoomorfas, así como la división vertical de la escena por medio de un par de las
líneas onduladas (Ejemplar recolectado dentro del Proyecto Arqueológico Condesuyos)

En las escenas narrativas se observa la falta de perspectiva; sólo en algunas de las lajas de Puca Huaqueo, Ampipuquio Sondeo 6 y de Viraco se puede observar una perspectiva linear o topográfica. En este sentido, resultan muy interesantes escenas que muestran la mayoría de las lajas de Chuquibamba-alcaldía y de Viraco, donde las superficies alargadas de las piedras están llenas de grupos de imágenes antropomorfas y zoomorfas, ubicadas a ambos lados del ornamento, compuesto de líneas onduladas de varios colores y situado en la parte central (figura 12). Una de las lajas de Chuquibamba muestra una escena excepcional, donde, en la parte central de la piedra, están representadas dos figuras antropomorfas y dos zoomorfas (¿félinos?), rodeadas por líneas onduladas a manera de una isla rodeada por dos ríos (figura 13).

Figura 13. Chuquibamba-alcaldía: una de las lajas con una escena figurativa

Las formas decorativas de las placas de Chucu, examinadas por Kauffmann en 1992, son semejantes principalmente a las analizadas dentro del Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca. El ornamento ajedrezado podría señalarse como predominante; son también frecuentes los puntos de color, tanto como elemento de relleno de fondos ornamentales como ornamento principal de las placas. Las figuras humanas están muy esquematizadas, mostrando las partes principales del cuerpo: ninguna tiene representados ojos o rasgos de sexo. Como ornamento particular se deben mencionar las representaciones figurativas –interpretadas por Kauffmann (op.cit) como fitomorfas– y las representaciones en forma de “m”, interpretadas como pájaros.

La colección de lajas de Cotahuasi y Alca llama la atención, sobre todo por sus imágenes antropomorfas y zoomorfas. Las figuras humanas son casi siempre representadas con los brazos levantados. Los cuerpos dan la impresión de ser más “compactos”, presentados a manera de troncos, con cortos piernas y brazos. Las cabezas están marcadas sólo como una prolongación del tórax, sin estrechamiento en la parte del cuello (figura 14, 15). Una de las lajas completas muestra una muy particular serie de figuras con rasgos antropomorfos, donde cada una de ellas tiene los brazos levantados y está rodeada por círculos concéntricos que, al juntarse y rellenar toda superficie de la piedra, forman cuatro filas horizontales (figura 15). Otra particularidad de la iconografía cotahuasiense son las figuras de, al parecer, unos seres zoomorfos, que aparecen sobre algunas lajas completas o fragmentadas. Se caracterizan por tener un cuerpo parecido al de un reptil visto de arriba, con patas estiradas, una cola larga y cabeza alargada con orejas (u ojos) redondas. Las patas tienen dedos o garras bien marcados. Algunas lajas muestran figuras semejantes, con cuerpos cubiertos con marcas a manera de escama de pez. De otro lado, uno de los ejemplares lleva la imagen de este mismo ser zoomorfo, situada en la parte central de la piedra, y rodeada de figuras humanas y formas circulares o discoidales (figura 16). 



Figura 14. Cotahuasi: una de las lajas con figuras antropomorfas.
(Foto cortesía de jefe del Proyecto Cotahuasi, Dr. Justin Jennings)


Figura 15. Cotahuasi: una de las lajas con ornamento figurativo.
(Dibujo, cortesía del jefe del Proyecto Cotahuasi, Dr. Justin Jennings
)


Figura 16. Cotahuasi: una de las lajas con figuras
antropomorfas y zoomorfas. Llaman la atención las figuras
humanas que rodeana un ser zoomorfo (Foto, cortesía
del jefe del Proyecto Cotahuasi, Dr. Justin Jennings)

3.3. Observaciones.

Los nuevos datos sobre las piedras y placas cerámicas con pintura, recolectadas en lugares intactos cercanos a Chuquibamba y Cotahuasi, conducen a nuevas y sistemáticas informaciones acerca de sus diferencias y semejanzas técnicas e iconográficas, así como sobre su uso ceremonial en un amplio territorio del Kuntisuyu incaico. Aunque no se sabe con certeza en qué rituales se usaban estos objetos, lo cierto es que poco a poco sabemos más sobre la gente que los fabricaba. En este contexto, es importante admitir que, al igual que en el carácter de la escritura, cada persona tiene su propia técnica o forma de dibujar o pintar. En el ejemplo de las lajas, nuestro análisis de su ornamentación confirma la semejanza de las técnicas aplicadas dentro de los conjuntos de objetos. Por ejemplo, la bien conservada pintura de los ejemplares de Puca muestra semejanzas de iconografía, pintura y técnicas utilizadas dentro de los diferentes grupos de lajas. Las técnicas de pintar y los colores difieren entre los sitios que denominamos Abrigos I, II, y III. Esta observación nos permite suponer que los ejemplares proceden de diferentes momentos de ofrenda o que fueron ofrecidos por distintos grupos de gente.

Una situación algo diferente está dada por las 58 lajas encontradas en Huayaja, Tumba 2, también examinada dentro del Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca. Tomando en cuenta que estos objetos pertenecían al ajuar de la tumba, podemos constatar que fueron depositados en una sola oportunidad. Por eso también es interesante advertir las semejanzas en la técnica de pintar, ornamentación y los colores utilizados para decorar muchas de estas lajas.

La observación  de las semejanzas ornamentales nos permite afirmar que no todas las lajas fueron decoradas por manos diestras en la pintura, lo cual deja suponer que, al parecer, una misma persona podía decorar más de una piedra y que la ornamentación podía ser hecha no solamente por gente con capacidades artísticas.

Al escribir sobre las lajas de Chucu, Kauffmann (1992) no da información acerca de las semejanzas técnicas o estilísticas de las tejas, lo que habría proporcionado algunos detalles sobre sus autores. No obstante, la parte final de su trabajo contiene algunas observaciones etnográficas, recogidas de la gente de la zona, que califican estos objetos como ofrendas dadas a los dioses y diosas importantes para los trabajos agrícolas.

4. Conclusiones finales

Las lajas de piedra o placas de cerámica con motivos pintados o dibujados(23) tienen un valor particular para los estudios arqueológicos e históricos. A partir de los estudios hechos hasta ahora, parece que las lajas de piedra, cantos rodados o tejas con pintura tienen características regionales y propias para grandes áreas del departamento de Arequipa. Las escasas informaciones que tenemos sobre los pueblos o etnias que habitaban esta zona, y sobre sus costumbres religiosas, no permiten averiguar con claridad si esta costumbre de usar estos objetos era ejercida por alguna de las etnias asentadas en el Kuntisuyu, o si esta costumbre era común para muchas de ellas. Usando los datos etno-históricos, proporcionados por G. Galdos en sus libros, donde describe minuciosamente la historia del departamento de Arequipa y menciona sus principales grupos étnicos, preparé un mapa que nos da una orientación acerca de su ubicación. Adicionalmente, marqué casi todos los sitios conocidos hasta ahora con presencia de piedras y placas cerámicas con pintura; de esta manera tenemos un panorama más claro sobre este problema (figura 17). Igualmente, apoyándome en accesibles fuentes escritos, preparé un catálogo de sitios donde fueron ubicados piedras y placas cerámicas con pintura (mira el anejo).



Figura 17. Mapa de ubicación de sitios conocidos con presencia de piedras
y placas cerámicas en el área del departamento de Arequipa

Como primera impresión, parece que casi todas las etnias asentadas en el departamento de Arequipa tuvieron presencia en los sitios donde fueron encontradas piedras y placas con pintura. Pero, en realidad, debemos tener en cuenta que los pueblos anexados al imperio incaico eran frecuentemente trasladados de un lugar a otro, llevando consigo todos sus conocimientos y prácticas culturales. Por ello, en futuras investigaciones será muy importante realizar una comparación detallada con otros objetos encontrados junto con las piedras y placas pintadas. En dicho contexto, la cerámica tiene un significado muy particular.

Nuestros trabajos de campo permitieron identificar las lajas y placas con pintura no solamente como hallazgos característicos para cuevas sino, también, que se podía confirmar su cuestionada presencia en las tumbas, donde aparecen en gran abundancia. Aparte de esto, hemos ubicado lajas pintadas, enterradas debajo de abrigos rocosos, depositadas en los nichos naturales cerca de las fuentes de agua o bordes de arroyos; igualmente, dentro de los ceramios de ofrenda o dentro de las murallas de los andenes de cultivo, pudimos ubicar algunas lajas con restos de pintura roja.

La ubicación de los sitios con lajas pintadas, igualmente como material arqueológico que las acompaña (p.ej. ceramios, placas metálicas entremezcladas, fragmentos de concha, cuy, etc.), son un argumento muy fuerte a favor de su valor ceremonial, relacionado con distintas actividades de la vida religiosa de la gente.

La abundante presencia de alfarería decorada y de arquitectura, facilitó la identificación más precisa de la secuencia cronológica a la que pertenecen las lajas y placas con decoración pintada. Las concentraciones intactas de lajas están acompañadas por cerámica de estilo Wari (Horizonte Medio) y de estilo local Chuquibamba (período Intermedio-Tardío); hasta ahora no fueron encontradas lajas intactadas junto a cerámica Incaica (Horizonte Tardío).

Es probable que la finalidad del uso de las lajas, tejas o cantos rodados como objetos de ofrenda o portador de expresiones religiosas, esté relacionada con otras formas de ofrendas para dioses, practicadas en la época de los Incas (J. Jennings, 2003a). Tampoco se puede excluir la posibilidad de que la costumbre de ofrecer este tipo de ofrenda perduró en algunos centros (valles) hasta la llegada de los españoles. Hasta donde sabemos, la elaboración de lajas, tejas o cantos rodados con pintura se mantuvo hasta tiempos incaicos e, incluso, apoyándonos en informaciones de la época de la Conquista y de la Colonia sobre las etnias del Kuntisuyu incaico (G. Galdos Rodríguez 1990: 185-212), podríamos indicar, con gran probabilidad de acierto, la etnia, o etnias, que practicaban su uso ritual. Pero, para alcanzar este objetivo, es necesario un análisis más profundo de los documentos coloniales, seguido de estudios comparativos del material arqueológico de la mencionada zona del Kuntisuyu. 

NOTAS

1. El tema de las piedras y placas cerámicas con pintura, nombradas también “arte mobiliar de tradición rupestre”, fue previamente presentado durante del I Simposio Nacional de Arte Rupestre en Cusco, realizado en noviembre del 2004, en la ponencia “El poder de los símbolos - Lajas pintadas de Pampacolca. Nuevos datos sobre las lajas pintadas del sur del Perú”, la misma que, con apoyo del Ing. Rainer Hostnig (SIARB-Cusco) y de Raúl Carreño (Grupo AYAR-Cusco), fue publicada por el IFEA dentro del libro de ponencias. Gran parte del texto presentado en  el I SINAR fue publicada en la web a inicios del año 2006, en el sitio RUPESTREWEB (www.rupestreweb.info/lajaspintadas.html) y en www.incaperu.org, como también en la revista SACRUM, del Museo Arqueológico de la UCSM de Arequipa, Nr. 2, 2007. El texto presentado fue corregido por Raúl Carreño Collatupa (Grupo AYAR-Cusco) .

2. Polo de Ondegardo (1916) Informaciones acerca de la religión y gobierno de los Incas. Coleccion de libros y documentos referentes a la Historia del Perú, Tomo III, Lima.

3. P. ej. Don Luis Arias, de Pampacolca, nos contó que ayudando a su abuelo en la reparación de una vieja andenería, dentro de un muro, encontraron unas lajas con pintura simple de color rojo. Tras reparar al muro, las volvieron a colocar en su sitio, por pertenecer a los “gentiles”. El Dr. Augusto Belan Franco, consiguió otra información de viejos pobladores de Ispacas, según la cual, en algunos pueblos de la zona, se usaban las lajas con pintura en ceremonias practicadas hasta hace unos treinta años, y relacionadas con la muerte y el entierro. Este tema es descrito más ampliamente en mi trabajo doctoral titulado “Lajas Pintadas de Pampacolca. Nuevos datos sobre las lajas pintadas del sur del Perú”.

4. El proyecto “Lajas pintadas de Pampacolca” era parte del Proyecto Arqueológico Condesuyos, de la Universidad de Varsovia, (Prof. Mariusz Zió?kowski) y la UCSM de Arequipa, representada por el Dr. Augusto Belan Franco.

5. El mismo texto fue publicado nuevamente en 1940 (ver bibliografía).

6. Los restos orgánicos de Toquepala fueron datados en 9580 a. C. (J. Villanueva, 2001: 31)

7. Tienen un valor especial unos pinceles con restos de colorantes de óxido ferroso.

8. En especial de las tumbas de los niños, E. Linares, 1987-1990:169.

9. Ver capitulo: Estudio de la pintura

10. Más detalles sobre este tema se encuentran en la siguiente parte del articulo

11. Los dos restantes se encuentran en el valle Tastane, cerca de la grieta Antaura.

12. Las ruinas de Maucallacta no fueron prospectadas por nosotros. Este sitio arqueológico es estudiado dentro del Proyecto Arqueológico Condesuyos.

13. En el Museo de la UCSM, todo el material recolectado fue secado, limpiado, documentado y catalogado. Este tema fue descrito más detalladamente en el artículo escrito para IFEA y Rupestreweb (R. Faron-Bartels, 2006a, b).

14. algunas informaciones de este capítulo fueron presentadas dentro del marco del I Simposio Nacional de Arte Rupestre, realizado en Cusco en el 2004.

15. En este sentido los rasgos “individuales” incluirían, por ejemplo, indicios sobre la elaboración de las lajas por una o más personas, o la colocación de los objetos en uno o más momentos.

16. Por  ejemplo, en Puca, abrigos I-III, las lajas de piedra permanecieron en “grupos” bien definidos o en pilas de objetos, situados en pequeños hoyos o pozos, intencionalmente excavados para su colocación. Una descripción detallada de los sitios intactos del Proyecto Lajas Pintadas de Pampacolca fue presentada al I Simposio Nacional de Arte Rupestre, realizado en Cusco, en el 2004, que será publicado próximamente en el libro de ponencias por el  IFEA.

17. Para más detalles ver el capítulo “Investigaciones y reconocimientos previos: un repaso

18. En el valle del río Ocoña.

19. En el valle del río Yura, al oeste de Arequipa.

20. Por ejemplo,  H. Disselhoff; 1968, F. Kauffmann, 1992; A. Cardona, 1993.

21. Pueblo La Paz y la Lapa, valle de río Majes, en: R. Ravines, 1970: 313.

22. El experimento con pintura sobre las lajas fue descrito en la ponencia presentada al I Simposio Nacional de Arte Rupestre (Cusco, 2004) y que publicará el IFEA en el libro de ponencias.

23. El uso de las lajas de piedra, cantos rodados o tejas (placas) de cerámica como base de la pintura, representaría sólo una variación de la misma idea cultural, realizada en otras condiciones, o sobre la base de otro tipo de material accesible.

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

Faron-Bartels, Renata El ornamento-símbolo, su elaboración
y significado. El análisis de la ornamentación de las
lajas pintadas de Pampacolca, departamento de Arequipa.

En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/pampacolca.html

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