Aproximación al estudio
del arte rupestre de Piedras Pintadas.
Comunidad de Icalupe, municipio de Somoto, departamento de Madriz, Nicaragua
RESUMEN
Este artículo tiene como fin principal el dar a conocer las manifestaciones rupestres de petroglifos y pictografías existentes en el lugar conocido como Piedras Pintadas, en el noroeste de Nicaragua. De este modo, el trabajo se estructura en una serie de apartados que pasan por la localización del lugar, el comentario del medio geográfico en el que se ubica, la descripción de los petroglifos y pictografías con mención de los escasos estudios e interpretaciones sobre los mismos, su posible vinculación etnohistórica y por último la relación de fuentes bibliográficas en las que se apoya este artículo, a lo que se añade una serie de mapas y fotografías ilustrativas.
ABSTRACT
This article is
dedicated to the rock art complex of Piedras Pintadas, in Northwestern Nicaragua.
It examines the localization of the complex and its geographical context,
the description of petrogliphs and pictograms, its posible ethno-historical
insertion; with a commentary on the scarce studies on this complex. The article includes maps, relevant
photos and bibliography.
I. INTRODUCCIÓN
El presente artículo se enmarca dentro del proyecto de cooperación entre el Fondo Extremeño Local de Cooperación al Desarrollo (FELCODE, asociación de Extremadura, España), en su X Programa Voluntarios Expertos, y la Alcaldía Municipal de Somoto, capital del Departamento de Madriz en Nicaragua, pues ambas contrapartes entienden el patrimonio, de forma sucinta, como un recurso y un instrumento útil y rentable para mejorar las condiciones de vida de la población y promover el desarrollo social y económico de la colectividad.
De este modo, la labor de quien escribe estas líneas bajo dicho programa, de apenas un mes de duración, ha consistido en la realización de un informe sobre el patrimonio histórico-cultural de Piedras Pintadas y, más en concreto, sobre las manifestaciones rupestres de petroglifos y pictografías que existen en mencionado lugar, que la Alcaldía Municipal de Somoto ha declarado, mediante la Ordenanza nº 001-2013 de 12 de julio de 2013 en que se aprueba y certifica, como Parque Ecológico Municipal del sitio de relevancia ambiental y cultural Piedras Pintadas, ya que
«el lugar conocido como Piedras Pintadas es un sitio de rasgo único por su importancia arqueológica, destacándose los petroglifos y pictografías que por sus colores y diseños demarcan parte de nuestra historia indígena y representa una zona especial de interés para el desarrollo eco turístico, científico, social, cultural, antropológico, por su belleza escénica, recursos hídricos, investigación, recursos geológicos, con alto potencial para conectividad entre ecosistemas y especies. Y este sitio es de especial importancia para la comunidad donde se encuentran localizadas y por no contar con protección, corren el riesgo de ser destruidos o alterados de forma definitiva, dañando con ello la identidad social y cultural del municipio».
Este Parque Ecológico Municipal de Piedras Pintadas, donde se localizan los petroglifos y pictografías que presentamos en este breve artículo y que dan nombre al propio parque, forma parte del circuito del área geográfica del proyecto de Geoparque Río Coco en el que actualmente está trabajando la Alcaldía Municipal de Somoto, de hecho constituye el segundo punto de interés del mismo detrás de su famoso cañón en dicho río, por lo que es prioritario su estudio pormenorizado desde un punto de vista arqueológico (1). En este sentido, hay que advertir que el autor de este trabajo no es un especialista en la materia, por lo que se remite a la bibliografía recogida al final del mismo y de la cual ha obtenido la información que aquí se contiene.
1. Hablamos únicamente de estudio arqueológico – y no se incluye el enfoque
etnográfico-antropológico – por cuanto hoy en día resulta imposible
recuperar la relación entre el arte rupestre y la población de la zona,
representada por la comunidad de Icalupe, por lo que se considera un lugar con
tradición extinguida. Véase a este respecto Seglie, D.: Arte rupestre y
escuela: la conservación preventiva,
en Rupestreweb: http://www.rupestreweb.info/escuela.html,
2004.
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Así pues, el objetivo fundamental de este artículo es la divulgación del arte rupestre de Piedras Pintadas que permita su posterior estudio más exhaustivo por parte de especialistas en arte rupestre que cuenten con los medios y recursos apropiados, dada la relevancia del lugar. Y ello tanto desde una perspectiva específica como más general que englobe las manifestaciones rupestres halladas en todo el país – en especial las de su entorno más inmediato, como es el caso de los petroglifos hallados en la cuenca del río Estelí y sus alrededores estudiados por Bayardo Gámez (2) - e incluso la realización de estudios comparativos con las existentes en los países vecinos, especialmente Honduras (3) por su cercanía geográfica y contactos comerciales evidentes, como veremos más adelante. De hecho, es significativa la ausencia nicaragüense en Rupestreweb, lo que se debe no a la carencia de este tipo de manifestaciones en el país sino a la falta de estudios sobre las mismas, inexistentes en el caso particular de Piedras Pintadas, de ahí, pues, la publicación de este artículo en mencionada publicación electrónica especializada en la investigación del arte rupestre de América Latina, si su dirección a bien lo tiene, y que ya desde aquí se agradece de antemano.
2. Gámez Montenegro, B.: Petroglifos de la
cuenca del río Estelí y sus alrededores, Estelí, Asociación para la
Investigación del Desarrollo Sostenible de Las Segovias (ADESO), 2004. Artículo
basado en los resultados de su investigación titulada: Registro arqueológico de los petroglifos de la cuenca del río Estelí.
3. En este sentido, se ha propuesto como modelo el trabajo llevado a cabo en este
país por el Proyecto de Arte Rupestre (PARUP) del Instituto Hondureño de
Antropología e Historia (IHAH). Véase Rodríguez Mota, F. y Figueroa, A. J.: Avances significativos en torno al Proyecto de Arte Rupestre (PARUP) del
Instituto Hondureño de Antropología e Historia, en Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/parup.html,
2007.
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Finalmente, en relación con nuestro objetivo especificado más arriba, el trabajo se divide en una serie de apartados que pasan por la localización del lugar, el comentario del medio geográfico en el que se ubica, la descripción de los petroglifos y pictografías con mención de los escasos estudios e interpretaciones sobre los mismos, su posible vinculación etnohistórica y por último la relación de fuentes bibliográficas en las que se apoya este artículo, a lo que se añade una serie de mapas y fotografías ilustrativas.
LocalizaciÓn
La comunidad de Icalupe
forma parte de la Micro Región I del
Municipio de Somoto, incluida dentro de las llamadas
comunidades de la frontera ya que se encuentra ubicada en el borde fronterizo con la República de Honduras, y situada a unos 30
kilómetros al noroeste de la capital departamental de Madriz, con la que la une
una pista o calzada de tierra que se encuentra en general en buen estado de
conservación teniendo en cuenta la zona montañosa por la que discurre la mayor
parte de su trazado. Icalupe cuenta con un total de 68 viviendas para un total
aproximado de 261 habitantes.
Por su parte,
las
manifestaciones rupestres del Parque Ecológico Municipal Piedras Pintadas se
encuentran aproximadamente a 3’5 kilómetros de la comunidad
de Icalupe y se
accede a ellas a través de un camino de tierra que está proyectado mejorar,
tarea por otro lado necesaria para fomentar la visita turística del parque en
su conjunto, al lado de una quebrada denominada Aguas Sarcas, que hoy en día
discurre seca o con poco caudal durante la mayor parte del año, y a la que se
baja por una serie de accesos de dificultad variable.
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Mapa Micro Región I – Icalupe.
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Vista general del farallón rocoso donde se ubica
Piedras Pintada. |
El medio geográfico
Como
puede observarse en el mapa de localización de Nicaragua, Piedras Pintadas se
encuentra en la zona noroeste del país, conocida generalmente como Las
Segovias, región de montañas muy variables con un drenaje dendrítico en parte
controlado por fallas y fracturas. La zona se caracteriza por el gran volumen y
predominio de rocas volcánicas del terciario que datan desde la época eocena
hasta el plioceno. El cuaternario volcánico se conoce en escala reducida y muy
dispersa. Dada su historia geológica la zona posee una gran cantidad de
yacimientos líticos que representaban recursos estratégicos para los grupos humanos
en tiempos precolombinos, además de los de oro que motivaron a los primeros
colonizadores españoles la conquista de estas tierras.
Al
mismo tiempo que los cerros altos se han ido formando algunos valles fluviales
y llanos que representan las únicas tierras planas de la región. Los valles más
grandes están formados por los valles de Somoto y Pueblo Nuevo, ya en el
departamento de Estelí, donde se concentran los suelos más aptos para la
agricultura, si bien están considerados de fertilidad moderada y en algunos
casos de baja fertilidad; se caracterizan por ser suelos franco-arcillosos de
color negro.
En
cuanto al sistema fluvial de la zona está conformado por dos cuencas
principales. La más importante pertenece al curso superior del río Coco, que
toma como afluentes a los ríos Inalí y Yari en el valle de Somoto y más abajo
recibe a los de Pueblo Nuevo y Estelí. La otra cuenca está formada por los ríos
que desembocan en el Pacífico, especialmente el río Queso.
Sin
embargo, la observación más importante sobre la ecología de la zona, para la
reconstrucción de la organización de los grupos precolombinos, está relacionada
con su ubicación en una zona de vegetación donde predomina el bosque de tierras
altas de pinos y robles, por lo que los grupos situados en estos parajes
tendrían acceso a ciertos recursos no disponibles en otras zonas y formaría la
base para iniciar y controlar redes de intercambio. En un documento de 1581 se
describe esta zona de la manera siguiente:
«En las montañas hay pinos altos y
robles y otros árboles diferentes y en parte de estas montañas se saca mucha
brea y alquitrán y trementina. Los ríos son abundantísimos de pescado de
diferentes géneros. Hay en ellos muchos caimanes. Hay en esta tierra muchos
venados, puercos de montes y conejos y armados y guatuzas y perdices y
codornices y tigres y leones y adibes (sic). Los indios tienen pesquerías en
los ríos… Las aves que aquí se han visto son garzas y patos y gavilanes y
alcatraces y palomas torcazas y tórtolas y papagayos y catalnicas. En los
montes hay ardillas y pavas y cógese mucha miel en los pinales… Los indios de
estos pueblos siembran legumbres y cogen melones y xicamas y camotes y batatas
y piñas, plátanos y tabaco y otras frutas (4)».
4. Espinoza Pérez, E.; Fletcher, L. y Salgado Galeano, R.: Arqueología de las Segovias: una secuencia cultural preliminar,
Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura y Organización de los Estados
Americanos, 1996, pp. 17-20. La cita la toman de Mª Eugenia Ibarra: «Los
Matagalpas a principios del siglo XVI: aproximaciones a las relaciones
interétnicas en Nicaragua (1522-1581)», en Vínculos,
vol. 18-19, nº 1-2, San José, Museo Nacional de Costa Rica, pp. 234-235.
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A
la par de estos recursos naturales de la zona, también por la propia naturaleza
geológica de la misma muchos yacimientos líticos debieron ser aprovechados, como
ya se ha comentado, caso por ejemplo del yacimiento de obsidiana ubicado en el
pequeño pueblo hondureño de Güinope, muy cerca de la actual frontera con
Nicaragua, y que pudo proporcionar cantidades suficientes para intercambiar con
otras áreas, de hecho aún es posible hallar restos de este material en
superficie en la zona de Piedras Pintadas. Además, metales como el oro fueron
muy seguramente utilizados por los indígenas para intercambios comerciales ya
sea en materiales trabajados o en forma bruta. Así, la presencia de metales
como el oro fue lo que motivó las primeras incursiones españolas en las
Segovias a partir de 1525 (5).
5. Espinoza Pérez, E. et al., op. cit.,
p. 20. |
DescripciÓn de los
petroglifos y pictografÍas
Las
manifestaciones rupestres de Piedras Pintadas constituyen uno de los ejemplos
más sobresalientes existentes en Nicaragua, pues además de aunar petroglifos y
pictografías, éstas están policromadas con cuatro pigmentos: rojo ocre,
amarillo-anaranjado, azul y violeta, siendo uno de los pocos ejemplos de
policromía que se conservan en el país y el único en el que se utilizan tantos
pigmentos. Además, hay que subrayar lo inusual del color violeta en el arte
rupestre pictográfico prácticamente a nivel mundial.
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Farallón rocoso de Piedras Pintada.
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Los
petroglifos y pictografías se ubican en un farallón rocoso de aproximadamente
15 metros de altura que posee forma de abrigo natural, por lo que su elección pensamos
que no fue casual para realizar las representaciones, que alcanzan los 8-10
metros de altura y un ancho de similar longitud en su parte baja aunque
disminuye en altura. También es significativo que, en general, los petroglifos
se sitúan en la parte baja mientras que las pictografías se localizan en las
partes más altas, lo que puede sugerir una idea de conservación y/o
perdurabilidad por parte de sus autores.
Los
petroglifos ocupan las partes más bajas del farallón, como se ha dicho, aunque
también se extienden a cierta altura, realizados creemos mediante la técnica del
rallado en aquellos casos en los que el trazo no es muy grueso y mediante la de
percusión en aquellos otros en los que el grabado es más profundo, aprovechando
en lo posible las formas de la roca. Muchos de ellos, sobre todo los que se
sitúan en las zonas más accesibles, se encuentran marcados en blanco con una
especie de tiza, lo que puede constituir una grave alteración de los mismos ya
que posee todos los indicios de no ser original. En cualquier caso, existe una
gran profusión de petroglifos, muchos de los cuales están superpuestos,
especialmente sobre muchas pictografías - lo que puede sugerir su realización
en diferentes momentos – y los hay de múltiples formas. Predominan, eso
sí, por una amplia mayoría además los grabados de caras o rostros, de
diferentes tamaños, que no sabemos a ciencia cierta si representan calaveras o
posibles máscaras ni obviamente su significado exacto, aunque algunos
especialistas (6) se refieren a Piedras Pintadas como un
lugar de sacrificios precisamente por la cantidad de este tipo de
representaciones que ellos identifican con calaveras, aparte de otros de índole
ritual como veremos; pero también existen representaciones zoomorfas, abstractas
y otras de carácter antropomorfo, donde sobresale una posible representación de
un sacrificio e incluso otra se cree que puede representar una figura
embrionaria, de todas las cuales se añaden ejemplos ilustrativos a continuación
(las fotografías son del autor a excepción de las indicadas de otro modo).
6. Gámez, B. y Larios, D.: Visitas de campo
sitios arqueológicos, Somoto, 2013-2014.
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También
en la propia comunidad de Icalupe existe en una finca propiedad privada una
piedra un poco menor de un metro cuadrado de superficie que contiene
petroglifos, en no muy buen estado de conservación pero todavía apreciables, lo
que hace necesaria la prospección arqueológica de todo el área circundante a
Piedras Pintadas.
Por
su parte, las pictografías suelen ocupar las zonas más elevadas y se utilizaron
cuatro pigmentos en su realización, como ya se dijo anteriormente, que fueron:
rojo ocre, amarillo-anaranjado, azul y violeta, lo que hace de Piedras Pintadas
uno de los escasos ejemplos de pintura rupestre en el que se utiliza este
último pigmento y que puede apreciarse en las manchas que adornan la figura de
un ganso, (7) una de las más espectaculares del
conjunto y que además posee la particularidad de tener su contorno grabado,
como podrá apreciarse en la fotografía que mostramos más adelante. Las
pictografías se restringen a figuras humanas (también se observan dos manos
pintadas en negativo) y de animales, predominando las primeras y entre las que
destaca una por encima de las demás – y esto desde un punto de vista
literal, pues se sitúa a mayor altura que el resto presidiendo la escena – que se asocia con la figura de un chamán o jefe tribal, tanto por su
ubicación como por su mayor tamaño, indicio de su superioridad jerárquica.
También su propia representación es reveladora, con los brazos en alto y,
aunque viste falda, se muestran sus grandes atributos masculinos, símbolo
asociado normalmente a la fertilidad; en su pecho han grabado posteriormente un
rostro, mientras que a ambos lados se representan dos recipientes cuyo
significado puede estar relacionado con la abundancia o incluso con el
comercio, pues se considera que Piedras Pintadas era un lugar de paso o al
menos próximo a una antigua ruta comercial precolombina, (8) como
atestiguan las diferentes escalinatas esculpidas en la roca alrededor de esta
zona.
7. A este respecto, cabe señalar que según Julián Guerrero y Lola Soriano el
topónimo de Somoto significa precisamente “pueblo o valle de los gansos”. En Madriz (Monografía), s.l., 1971, p. 9,
quienes al igual que el de Icalupe lo creen de origen náhuatl. En cambio, no
piensa lo mismo Jaime Incer, pues refiriéndose al documento del viaje de Fray
Alonso Ponce de 1586 dice que «los nombres de los pueblos ulúas por donde pasó
el fraile-comisario, tales como Ola, Colama, Lamaciuy (Namasique), Zazacalí,
Condega y Somoto, corresponden claramente a las toponimias Matagalpa (chontal)
cuyos vocablos geográficos son todavía abundantes en los actuales departamentos
de Nueva Segovia, Madriz, Estelí y Matagalpa». Citado en Espinoza Pérez, E. et
al., op. cit., pp. 23-24.
8. Gámez, B. y Larios, D., op. cit. En
cuanto a su posible datación cronológica y adscripción etnohistórica nos
ocupamos en el siguiente epígrafe. |
VinculaciÓn
etnohistÓrica
Si
la distribución de los grupos indígenas que habitaban Nicaragua al tiempo de
los primeros contactos con europeos, en los siglos XVI y XVII, puede ser
fácilmente establecida, según Jaime Incer, (9) a partir de las cartas
y crónicas escritas por navegantes, exploradores, conquistadores, frailes y
cronistas, quienes fueron los primeros en recorrer las costas o internarse en
el país con el objeto de cristianizar a los indios o entablar comercio con ellos.
En cambio, las fronteras de esta distribución étnica en Nicaragua aparecen aún
difusas en gran medida para los momentos previos a la conquista y colonización
española, tanto que incluso la información etnohistórica de primera mano que
permita reconstruir los grupos que ocuparon Las Segovias, donde se localiza
Piedras Pintadas como ya sabemos, al momento de la conquista es muy escasa.
9. Véase su mapa de dicha distribución en Grupos
Indígenas de Nicaragua en los Siglos XVI y XVII, Boletín Nicaragüense de
Bibliografía y Documentación, Nº 69, septiembre-octubre 1991, Managua, Banco
Central de Nicaragua, p. 5.
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En
cualquier caso, Incer ha establecido en líneas generales que el modelo de
asentamiento indígena fue de invasión a los mejores territorios que
encontraban, desplazando a los vencidos hacia lugares ecológicamente menos
fértiles. En otras palabras: de la región del Pacífico a la meseta central, o
de ésta a la costa atlántica. Así, históricamente hablando, los nicaraos desplazaron
a los chorotegas de las tierras planas de Rivas a las secas colinas de Nicoya.
Éstos anteriormente habían expulsado a los chontales y corobicis hacia las
mesetas y serranías centrales de suelos más pobres. Las tradiciones de los
actuales indígenas de la costa atlántica recuerdan un más antiguo éxodo: de
Rivas a Chontales y después a la selva y costa del Caribe. Todos estos
movimientos poblacionales tuvieron lugar en los setecientos años que
precedieron la llegada de los españoles, durante los cuales el actual
territorio nicaragüense experimentó la invasión sucesiva de tribus del norte y
la retracción de los grupos sureños hacia terrenos más inhóspitos y selváticos.
Lo singular del caso es que los invasores norteños, que bajaron del centro de
México y de la región de Chiapas, eran a su vez tribus sometidas y expulsadas
durante los trastornos sociales que se produjeron a la caída de Teotihuacán y
de Tula (10).
Por
lo que respecta a nuestra zona objeto de estudio y siguiendo de nuevo a Incer,
en la meseta central y extendiéndose hasta la región noroeste de Nicaragua vivían
los chontales, a quienes en principio hay que atribuir la realización de las
manifestaciones rupestres de Piedras Pintadas, así denominados en las primeras
crónicas y rebautizados como matagalpas por el lingüista Daniel Brinton a
finales del siglo XIX. Los documentos coloniales, así como la toponimia,
indican que este grupo estaba relacionado con los ulúa-lencas del sur y centro
de Honduras, más que con el tronco sumu-misquito, en donde algunos lingüistas
usualmente lo clasifican. Fernández de Oviedo y López de Gomara mencionan a la
chontal como una de las lenguas habladas en Nicaragua en el siglo XVI. Ambos
cronistas calificaron el idioma como “rudo y serrano”. Era tan difícil
vocalizarlo que las tribus de origen mexicano apodaban a los chontales “populucas”,
o sea, tartamudos. Oviedo ubica a los chontales al otro lado de los lagos: “moran
en las sierras o en las faldas dellas”, es decir, en las estribaciones
occidentales de la meseta central que miran hacia la depresión lacustre. Su
distribución original se extendía desde las alturas de Nueva Segovia hasta las
de Chontales propiamente dichas. Los chontales del extremo occidental de
Nicaragua también dieron guerra a los nahuatlatos, según lo supo Oviedo de boca
del cacique Ayatega. Los primeros españoles que fueron en busca de oro a los
ríos de Segovia sufrieron también el ataque de los chontales, quienes asaltaron
los establecimientos mineros en Olancho y junto al río Coco. A principios del siglo
XVII, sin embargo, ya habían sido sometidos, de ahí que el apelativo de
“bárbaros” con que se les calificaba fuese cambiado a “brutos”, según un
comentario de Vázquez de Espinosa:
«Los indios son los más rústicos de
aquellas provincias, en tanto grado que cuando en las otras se dice alguna
pesadumbre a alguno, le dicen que es un Chontal, que es cuanto se le puede
decir en razón de bruto» (11).
11. Citado por Incer, J., op. cit., p. 6. |
Los
chontales de la región de Segovia, sin embargo, siguieron hostigando a los
pueblos españoles de frontera, destruyendo la Ciudad Vieja en 1611. Fueron
también llamados xicaques, que al igual que chontales significa en náhuatl
bárbaros o extranjeros. Evidencias históricas demuestran que tanto éstos como
aquellos hablaban la misma lengua. La presencia de los chontales al norte del
Río Grande es confirmada por Oviedo cuando dice: “En la gobernación de
Nicaragua, entre los indios chondales, en aquellas sierras hay pinares”.
Las escasas referencias que los cronistas ofrecieron sobre los chontales, más
su aislamiento en una región casi desconocida en el siglo XVI, son responsables
que los etnólogos hayan fallado en reconocer cierto status para este grupo.
Lingüísticamente hablando, la toponimia chontal-matagalpa está relacionada con
la lengua de los ulúas que vivían alrededor del golfo de Fonseca. Así, Walter
Lehmann identificó que en los pueblos salvadoreños de Cacaopera y Lislique, al
otro lado del golfo, también se hablaba el matagalpa, cuya relación con el
lenca del centro y sur de Honduras parece más estrecha que con el sumu y el
misquito. En suma, todas las evidencias parecen confirmar que los
chontal-matagalpas del noroeste de Nicaragua estaban emparentados por lengua
con los ulúas del sur de Honduras y con los cacaoperas y potones del oriente de
El Salvador (12).
12. Ibídem, pp. 6-7. De hecho, según se
puede leer en la relación del fraile Fernando Espino sobre la reducción de los xicaques
de 1674, es posible que el término “lenca”, al igual que el de “chontales” y
“xicaque”, fuera utilizado en el siglo XVII en forma extensiva y generalizada
para referirse a todos los grupos lingüísticos que hablaban el matagalpa.
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No
obstante, los grupos chontal-matagalpas han sido clasificados lingüísticamente
de varias maneras. Por una parte se considera que ellos pertenecen al tronco
misumalpense como lo sostienen varios investigadores. Constenla afirma que: “El
matagalpa es una de las cinco lenguas integrantes de la estirpe misumalpense
cuya propuesta fue acertadamente hecha por Walter Lehmann, que incluiría a los
sumus, el misquito y el ulúa, y el matagalpa y el cacaopera”. Más adelante
afirma que estas lenguas se hablaban desde hace muchos años en el territorio y
no como se consideraba anteriormente como producto de migraciones recientes
desde Sudamérica. Por su parte, Eugenia Ibarra sostiene que los matagalpas
estaban emparentados con grupos chibchoides sudamericanos. Recientemente Werner
ha sugerido la posibilidad de que los matagalpas podrían estar más asociados
con grupos putun-mayas, afirmaciones basadas principalmente en algunos datos
etnográficos y lingüísticos, aunque él mismo sostiene que es muy prematuro para
conclusiones definitivas (13).
13. Todas estas opiniones se recogen en Espinoza Pérez, E. et al., op. cit., pp. 24-25. |
Si
la filiación lingüística de estos grupos es problemática, la organización
socio-política de los matagalpas es más incierta todavía. Incer sostiene que
éstos estaban organizados en pequeñas bandas dispersas en las sierras y valles
de la región central, pero afirma que «no existen documentos que demuestren que
tales indígenas tenían centros poblados de importancia como los establecidos
por los chorotegas, maribios y nicaraos en la región del Pacífico de Nicaragua,
ni cuáles eran las costumbres por las que se les temían, o tenía como gente
atrasada». Por su parte, Newson cree que los grupos que conforman la zona no
mesoamericana de Nicaragua estaban más bien organizados por medio de sociedades
tribales. Conclusiones diferentes son las aportadas por Ibarra, quien cita
algunas características de estos grupos que son compartidas por las sociedades
organizadas a nivel de cacicazgo, los cuales estarían integrados en un sistema
tribal, y que estos podrían formas alianzas y confederaciones a las que
recurrieron para enfrentar las penetraciones coloniales en Las Segovias,
demostrando un sistema de organización militar bastante especializado. Este
modelo podría tener muchas similitudes con zonas del valle central y atlántico
de Costa Rica, es decir, dentro del área de “tradición chibchoide”. De acuerdo
con Lange, las culturas precolombinas que habitaron el sur de la actual
frontera con Honduras presentaban evidencias de haber sido entidades políticas
independientes, de tamaño relativamente pequeño, funcionando dentro de un
ambiente multiétnico sin ninguna organización política, económica o religiosa
para integrarlos. Contrariamente a Lange, Eugenia Ibarra propone que los
matagalpas estaban organizados socialmente dentro de un sistema de rango. Ella
lo define de la siguiente manera: «Es muy poca la información documental
respecto a la organización sociopolítica de los matagalpas, hasta el momento
podemos proponer un sistema cacical dentro de un nivel de integración tribal».
Esta inferencia es compartida por Lara Pinto, cuando afirma que al comienzo del
siglo XVI el sistema político de la parte central y oeste de Honduras se
caracterizó por cacicazgos y quedaron en los documentos etnohistóricos del
siglo XVI clasificados como “provincias”. Lara Pinto al igual que Ibarra da
importancia al rol que juega la etnicidad en la formación de alianzas entre individuos
del status de cacique con implicaciones que posibilitan relaciones económicas y
políticas (14).
En
cuanto a la región de Las Segovias en concreto, la presencia de lugares como
Guiligüisca, El Fraile y Las Tapias, todos clasificados como centros regionales,
parecen indicar la evidencia de un patrón de asentamiento que manifiesta una
tendencia hacia el desarrollo de una sociedad centralizada, con los requisitos
para la clasificación de cacicazgo simple o sociedad estatal no centralizada.
Estos tres centros podrían haber sido las cabeceras o sedes de grupos de élites
emergentes que controlaban a través de alianzas los sitios de rangos menores
como pueblos nucleados o aldeas dentro de su territorio. De acuerdo a los datos
cronológicos actuales, este fenómeno pudo alcanzar su máximo desarrollo en la
Fase Pueblo Nuevo tentativamente datados entre los años 600-800 d.C. Fenómenos
parecidos se pueden encontrar en las áreas adyacentes a Las Segovias,
principalmente se observa que en la parte sureste de Honduras aparecen sitios
que mantienen un control centralizado y además de la aparición de sitios que
presentan muros defensivos lo cual podría significar el desarrollo de
sociedades cacicales. Estos centros podían controlar el traspaso de mercaderías
y también como lo señala Dixon para el caso del sitio La Hoya y Tenampúa podían
controlar yacimientos de materiales líticos como la obsidiana. Hasseman por su
parte mantiene que durante el periodo 500-1000 d.C. se observa un crecimiento
súbito y de «una fluorescencia de patrones de organización más compleja» (15). En este sentido, pensamos que un estudio pormenorizado de las manifestaciones
rupestres de Piedras Pintadas puede ayudar en esta tarea constituyendo una
nueva fuente de información, pues la superioridad jerárquica de la figura que
hemos asociado con un chamán o jefe tribal es desde el punto de vista
pictográfico manifiesta, lo cual pensamos habría de tener su correspondencia en
la organización socio-política.
15. Ibídem, pp. 45-46. En cualquier caso, la zona Norte de
Nicaragua es una región que estaba vinculada de una manera todavía no definida
con las culturas mesoamericanas por lo menos durante el periodo Clásico, ya que
las semejanzas entre los complejos cerámicos de las zonas central y Sureste de
Honduras demuestran claramente la existencia de esferas de interacción. Pero,
al mismo tiempo, también existen evidencias de contactos desde épocas bastante
tempranas con regiones del Sur como la Gran Nicoya, de lo que constituye un
buen ejemplo el yacimiento de Tiscapa, donde aparte de la cerámica se
encontraron muchas lascas de obsidiana en el mismo contexto, lo que indica estos
contactos desde épocas tempranas de la Gran Nicoya y la parte Sur de Honduras,
donde Las Segovias pudo jugar un rol de intermediario o hasta ser el proveedor
directo de la materia prima. Además, en recientes trabajos en el sitio de
Acahualinca, próximo a Managua, se encontró en contextos arqueológicos del
periodo Bagaces (300-800 d.C.) evidencias de intercambios de cerámica y
obsidiana provenientes del Norte de Nicaragua y posiblemente del centro de
Honduras y El Salvador, pp. 108-109. En concreto, estudios sobre el análisis de
obsidiana reflejan que una buena cantidad de ese material provenía de Guinope,
un yacimiento que está cercano a Las Segovias, debido tal vez al acceso
directo, p. 112.
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Asimismo,
los estudios sobre patrones de asentamiento permiten inferir procesos
socioculturales en el pasado, lo que unido al control de la cronología, basada
principalmente en el estudio de los patrones decorativos de la cerámica y las
excavaciones arqueológicas, permiten realizar dataciones cruzadas con otras áreas
adyacentes, pudiéndose fechar la mayoría de los asentamientos de Las Segovias
entre los años 400-800 d.C., aunque son necesarios más trabajos para refinar la
secuencia cronológica (16) Precisamente dentro de este espacio
temporal se incluye en principio la realización de las manifestaciones
rupestres de Piedras Pintadas, datación que al parecer se vincula con cerámica
aparecida en las inmediaciones del lugar, pero a la que no hemos tenido acceso,
pues al menos en Somoto se desconoce su paradero exacto. Así pues, hemos de
considerar esta datación con muchas reservas e insistir en la necesidad de
realizar un estudio pormenorizado de Piedras Pintadas, pues en este caso la
cronología es un buen indicador de nuestra falta de conocimiento del lugar.
Además,
aunque de forma preliminar todavía, estos autores atendiendo a la distribución
espacial, la densidad de restos materiales en la superficie, el área de
actividades precolombinas y la cantidad de montículos presentes han clasificado
y jerarquizado los sitios arqueológicos en las siguientes categorías: aldea o
caserío, pueblo, centro local o pueblo nucleado, centro regional y sitio de
petroglifos sin otros vestigios culturales (17). En efecto, es en esta
última categoría donde habría que incluir a Piedras Pintadas - con la salvedad,
eso sí, de existir también pictografías además de petroglifos que lo convierten
en un lugar excepcional dentro de su contexto - pues no parece constituir un
lugar de habitación sino, en todo caso, un centro de carácter ceremonial.
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comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com—
Cómo citar este artículo:
Méndez Laso César. Aproximación al estudio del arte rupestre de Piedras Pintadas.Comunidad de Icalupe, municipio de Somoto, departamento de Madriz, Nicaragua.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/piedraspintadas.html
2015
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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WEB: http://www.esteli.info/
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