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Topando piedras, sumercé. Narraciones en torno a las piedras de Iza y Gámeza, Boyacá, Colombia. 2da. parte

Laura López Estupiñán. laloes2@gmail.com Universidad del Cauca. Facultad de Ciencias Humanas y sociales. Departamento de Antropología.

 

...Viene de la 1a. parte

 

1.2 Piedras Gámzas

Estaba buscando piedras y me hablaron de cuevas.

La existencia de una mol de piedra grabada desde hace mucho tiempo ha inspirado a Carmelo Fernández y otros artistas, historiadores, antropólogos y curiosos que a diario visitan el sitio conocido -por los zucos- como Piedra Pintada. Su cercanía con la vía principal -que lleva el mismo curso del río Chicamocha- facilita el acceso, permitiendo disfrutar de un baño y un tradicional almuerzo de olla.

Este lugar generó en mí un deseo de acercamiento en la búsqueda de los secretos que se guardan en las grandes peñas -que conforman el cañón del río Gámeza-. Al iniciar esta búsqueda realicé dos salidas, una como turista y la otra como estudiante de antropología, las cuales hicieron que eligiera este lugar para mi trabajo de campo, no pensando encontrarme tantas situaciones extraordinarias en la cotidianidad de los zucos.

Algunas de estas situaciones están íntimamente relacionadas con el material arqueológico que guardan las peñas desde tiempos de los indios chibchas; otras acatan a explicaciones convencionales de los desastres naturales, tales como el mohán estaba corriendo la tierra, él fue el que causo el deslizamiento (Sr. Pinto. Diario de Campo, Gámeza. Mayo, 2011), Y las más conocidas, están vinculadas con el discurso histórico de la ruta libertadora.

Para entender lo anterior fue necesario destinar dos meses de habitación en el municipio, recorriendo a pie todos los caminos que llegaban a las peñas y piedras mencionadas por los habitantes, las cuales se encuentran en Daita, Potosí, Villa Girón, Guanto y Satoba. También visité algunas piedras en los municipios de Tópaga y Mongua que -por su cercanía con Gámeza- eran conocidas por los zucos.

En los recorridos se establecieron conversaciones con los habitantes, algunos de ellos me llevaron a mostrar las calaveras y trapos que hay en las peñas. Fragmentos de cerámica y fibras fueron recolectados debido a su exposición, deterioro y al inminente saqueo del lugar. Para ello, continué con el registro fotográfico, la recolección superficial y posterior clasificación del material encontrado, la ubicación de los lugares y la sistematización de las narraciones contadas en relación con las piedras, como lo había hecho en Iza.

Los materiales recogidos superficialmente aún están en proceso de clasificación y registro, esperando realizar, en una próxima investigación, un estudio más completo de los materiales que aún se encuentran en las cuevas, tales como fragmentos óseos, cerámica, tejidos, semillas y fibras.

Fotografía 22. Piedra de Santo Domingo Fuente: Laura López Estupiñán, Junio 2011.

El municipio de Gámeza es referente en la historia de Boyacá debido a que en su territorio se efectuó el enfrentamiento entre realistas y patriotas el 11 de junio de 1819 -donde Bolívar fue triunfador- (Municipio de Gámeza s.f.: 2). Pero su importancia en la historia es anterior, si nos remitimos a su toponimia encontramos que la palabra Gámeza proviene del vocablo chibcha Gamza, “que significa siervo del Dios o del diablo” (Municipio de Gámeza s.f.).

Sus habitantes relacionan a Gamza con un poderoso Cacique que gobernó en el Siglo XVI el mismo territorio en el que hoy habitan. Según ellos, Siatoba era su mujer o esposa y a ella se debe el nombre de la vereda Satoba donde vivieron; el mismo lugar donde hoy se encuentran entierros, momias, piedras con jeroglificos, pedazos de tiestos y hasta cuevas con oros dispersas en un área de 116 Km2. Además de Satoba encontramos otras cinco veredas, la mayoría con toponimia Chibcha -Zasa, Guanto y Motuba- las otras dos corresponden a San Antonio y Villa Girón. Sus habitantes son en su mayoría personas mayores -herederas de sus padres- y mineros -de carbón- de otros municipios de Boyacá.

Aunque en la revisión de archivo Gámeza aparece como primera población que recibió a Bochica, muy pocos saben quién fue y mucho menos donde habitó. Sólo al hablar con algunos mayores, expresan la cueva de Toya, en coincidencia con lo relatado por Fray Pedro Simón (1981), la misma en la que se dice vivió Bochica. La más rica de Gámeza / pero con un encanto bravo (Don Roque. Diario de Campo, Gámeza. 24 de mayo, 2011).

Sólo dos poblaciones de Boyacá aparecen referenciadas como lugares en los que habitó Bochica, por Gámeza llegó y por Iza desapareció, haciendo parte de la mitología Muisca, generando múltiples interrogantes en la vida de quienes hoy conocen Boyacá. Este hecho determinó mi plan y área de trabajo, mostrando las narrativas de Iza y Gámeza para aportar en la comprensión de nuestra historia, como se verá en Piedras Escuchas.

Durante el trabajo de campo fue común encontrar -en las versiones de los habitantes y transeúntes- historias relacionadas con el diablo, los mohanes y los fuertes encantos que custodian las cuevas más ricas del municipio, tales como la Cueva de Toya y la de San Isidro; las cuáles serán descritas más adelante. Hay que aclarar que éste es un ejercicio de aproximación en las narrativas y dinámicas socioculturales de los habitantes del municipio de Gámeza, ejercicio que muestra las historias contadas en torno a las piedras, peñas y cuevas ubicadas en tres sectores: Piedra Pintada, Satoba y Daita.

 

1.2.1 Piedra pintada

El lugar donde los animales son de piedra y las piedras son animales.

Cuando uno va de Sogamoso hacía Corrales se encuentra con un puente vehicular amarillo llamado “Puente Reyes”, el cual permite cruzar sobre el río Gámeza que metros abajo va a desembocar en el río Chicamocha. Al pasar el puente se observa una desviación de la carretera a mano derecha que muestra un monumento réplica de la iglesia de Gámeza, el cual da la bienvenida al municipio. Desde allí hasta donde comienza un enorme bosque de eucaliptos, los lugareños llaman “Piedra pintada”, debido a que se encuentran múltiples piedras pintadas de animales que la administración municipal denominó como Zoológico de piedra, principal atractivo turístico del municipio. Este zoológico se actualiza cada año con el concurso municipal “Piedra Pintada” donde los participantes escogen una piedra a la que le ven una forma de animal que luego es pintada.

En las primeras salidas -realizadas en el 2010- estaba acompañada de Ana Lucía Flórez, quien había trabajado con los petroglifos del Sibundoy. Ella me ayudó a distinguir los petroglifos de acuerdo al tipo de grabado, no olvidando observar el contexto en el que se encuentran. Con ella observamos “la Piedra Rajada”, “Piedra con jeroglíficos”, “Piedra grabada” o la “Piedra de Gámeza”, la misma piedra que Carmelo Fernández pintó en la II Expedición de la Comisión Corográfica, en el año de 1851 (ver figura 10).

Figura 9. Zoológico de piedra (Contemporáneo) Fuente: Laura López Estupiñán., 2010.

 

Fotografía 23. Piedra de Gámeza (2010) . Fuente: Laura López E., Julio 2010
Figura 10. Acuarela Piedra Grabada (1851) Fuente: www.colarte.com consultada el 25/10/2010

Fotografía 23b. Detalle del petroglifo de la Piedra de Gámeza (2010) . Fuente: Laura López E., Julio 2010

Esta misteriosa piedra, de forma piramidal, cuenta en la parte baja con una serie de 40 grabados o petroglifos de distintas formas, en su mayoría figuras zoomorfas. Entre los grabados se encuentra una cruz que supera los 70 cm de largo, la cual no aparece registrada en la acuarela de 1851, lo que nos hace pensar que es posterior (ver círculo negro de la fotografía 23). Los habitantes cuentan varias historias relacionadas con encantos y mapas contenidos en los dibujos que señalan un túnel, donde está el tesoro (Diario de Campo, Gámeza. Agosto, 2010). Para ellos y para la administración los grabados corresponden a jeroglíficos que dicen algo, queriendo saber cuál es su verdadero significado, preguntando a cualquier persona que se acerque a ver con detenimiento la piedra. Don José Rojas cuenta que al lado de esta piedra había un sol de oro que permitía que el agua del pozo no se secara,

Cuando andaba en la empresa [Acerías Paz del Río] le dije a tres franceses que conocía un pozo, que estuviera en invierno o en verano, nunca se secaba. Esos dijeron Llevar y yo les dije que listo. Dijimos que nos veríamos en Puente Reyes y así se hizo. Yo los espere en el puente, nos subimos en el carro y subimos al pozo. Eso sí lo miraron por todo lado, lo examinaron con unos aparatos y me dijeron. Haber un sol, el agua está muy turbia, pero hay un sol. Yo creo que a uno de ellos no le dio vaina, ni cosa alguna, menos me demoré en llevarlos y al poco tiempo comenzó a secar, eso fue que se sacaron el sol, quen sabe (José Rojas. Diario de Campo, Gámeza. 8 de junio, 2011).

La historia del pozo acompaña a “la Piedra Rajada”, pues al hablar con los mayores, hombres y mujeres, todos mencionan un pozo que había al lado de la piedra -donde está el cercado de piedra-, que vieron desde niños, cuando no existía la nueva carretera y les tocaba ir a Sogamoso. Algunos dicen que era sembrado y cuando sacaron la ofrenda se secó, otros dicen que luego del verano de los 50s comenzó a escasear el agua y muy pocos dicen que se secó por intentar guaquearlo. El hecho es que ya no hay pozo al lado de la piedra. Sin embargo al hacer la revisión de los documentos, acuarelas y fotografías del lugar, me encuentro con un texto de Cabrera, el cuál expone:

En la piedra de Gámeza que visitamos el año pasado para verificar la exactitud de los signos y la conjuncion, según Triana, de las pinturas y los grabados, pues a un buen señor se le había ocurrido cavar un gran hueco al pie de la roca para sacar el “oro” y, claro está, la cavidad se lleno de agua y hoy día no se pueden ver sino unos poquisimos signos correspondientes a la parte superior (1946: 236). Ello explica la imagen del pozo, que aún los abuelos y habitantes de Gámeza conservan en su memoria. Estando en Piedra Pintada me encontré con la Piedra de las Costillas del Diablo, la cual se encuentra frente a la Piedra Grabada, en la margen derecha de la carretera. Esta es una de las piedras con mayor importancia para los transeúntes y habitantes de Gámeza, cuenta con una serie de más de 60 grabados horizontales a los que se le atribuyen ser las costillas del diablo.

En su parte derecha se observa una cruz, la cual fue marcada para ahuyentar al Diablo, para proteger el lugar y sus transeúntes. La Piedra está escondida entre el monte y la hierba, tapada en la parte posterior con una enredadera, como se evidencia en la fotografía 24. Es quizás la piedra con mayor influencia en el control social del lugar, de allí que no se encuentre gente después de las cinco de la tarde, cuando comienza a oscurecerse. Algunos viajeros y visitantes pasan muy rápido por el lugar, generalmente en vehículos o motos, teniendo como mal agüero vararse en el transcurso de Piedra Pintada, hasta pasar Puente Reyes, pues el Diablo puede aparecerse en forma de gato o perro con cadenas pesadas atadas a su cuello. De las costillas, se cuenta que,

El Diablo tenía que cargar las piedras para construir un puente antes de que amaneciera, que cantara el gallo, pero como iba adelantado y le faltaba una piedra, se acostó a descansar y cuando se dio cuenta ya iba a amanecer, entonces se fue a parar y no pudo, quedando sus costillas marcadas en la piedra (Doña Ana. Diario de Campo, Gámeza. 17 de Mayo, 2011).

Al cantar el gallo, “al Diablo le hacía falta una piedra. Como no alcanzó a terminar el puente, el Diablo cayó y sus costillas quedaron plasmadas en la piedra que cargaba, donde hoy se ven las 32 costillas” (Municipio de Gámeza s.f.). Esta Piedra es tan conocida en la región, que en Iza me encontré con Doña Bersabé, quien expresó: Cuando uno se mete al río que baja de Gámeza, más de 15 minutos, él empieza a remolinarse y a crecerse, eso por los lados de la Piedra del Diablo, entonces uno tiene que salirse, eso sí que tiene su misterio, su mérito (Diario de Campo, Iza. 10 de Marzo, 2011).

Fotografía 24. Costillas del Diablo. Fuente: Laura López E., Junio 2011.

 

Figura 11. El Púlpito del Diablo. Fuente: Laura López Estupiñán., Junio 2011.

Frente a esta piedra, en la pared de “La Peña de las Águilas”, límite natural entre los municipios de Tópaga y Gámeza, se observa “El Púlpito del Diablo”, una roca en forma de puerta que da entrada a una cueva (ver figura 11), en donde la gente dice haber encontrado “calaveras”. A este lugar se llega por un camino estrecho y riesgoso, que parte de la falda de la montaña, por el municipio de Tópaga, pero muchos prefieren escalar por la peña, iniciando en la parte alta. Desde la carretera se observa una hamaca o chinchorro rojo dentro de la peña, lo cual ha generado múltiples versiones de los lugareños, quienes afirman:

Cuando era pequeña, mi papá y mi hermano se metieron en unas cuevas que quedan en la mitad de la peña y se encontraron una calavera, con los dientes enteriticos y parejitos, eso si bien bonitos. Como la cueva estaba tan profunda, ellos sacaron la calavera, revolcaron la tierra pero no encontraron más. Al otro día volvieron a subir pero la cueva ya estaba tapada y no pudieron entrar. Por ahí mi hermano sube a cada rato (Estudiante del Colegio Inocencio Chinca, 14 años. Diario de Campo, Gámeza. Junio, 2011).

Hace poco encontraron otras calaveras en el Púlpito, dicen que eran escaladores, pero yo no creo porque esos suben, bajan, caminan, se amarran, pero en la tarde vuelven y bajan. Los que estaban ahí, duraron como 3 meses, esos se enguacaron (Minero de 37 años. Diario de Campo, Gámeza. Junio 2011).

En semana santa bajaron dos muchachos a Piedra Pintada con costales de huesos y ropas viejas, esos se encontraron unas esmeraldas grandes como del tamaño de una botella de vino, pararon un bus y le pasaron una esmeralda al conductor para que no fuera a decir nada, ni hacer escándalo, a esos sí que les fue bien, llevaban harto tiempo viviendo ahí (Carlos Acevedo. Diario de Campo, Gámeza. 1 de junio, 2011).

Las cuevas encontradas en las peñas efectivamente cuentan con restos óseos y de cerámica, generalmente fragmentados. Pero, en las ranuras de las peñas, todavía es posible observar algunos pedazos de telas, huesos, chorotes y piedritas, que según los campesinos, eso es de los indios y se tiene que dejar ahí, eso es mejor no coger esas vainas que pueden estar rezadas (María y Pablo, 80 años. Diario de Campo, Gámeza. Junio, 2011). Al hablar con el Secretario de Planeación de Gámeza -acerca de la guaquería en el Púlpito- me contaba que,

El chinchorro del Púlpito causó muchos escándalos, eso llegaba la policía a Gámeza, le decían al alcalde, pero como eso es de Tópaga, no podían hacer nada. Yo llamé a mis amigos que estaban abriendo la ruta para el concurso de escalada y me dijeron que eran ellos. Eso dijeron que había desplazados que vivían ahí, que eran prófugos de las cárceles y hasta guaqueros (Daniel Bayona. Diario de Campo, Gámeza. 16 de mayo, 2011).

El hecho es que desde hace un año el chinchorro está colgado (ver figura 11) y que el Púlpito hace parte de una cueva donde hay restos óseos y algunos tejidos –restos de mantas y fardos-, observándose actualmente la presencia y asistencia de muchachos -en su mayoría hombres jóvenes- que con o sin protección escalan hasta el Púlpito, ya sea entrenando, en búsqueda de diversión o de algún tesoro.

 

1.2.2 Satoba

El imponente paisaje es fuente de inspiración en la creación de múltiples narrativas
que conmemoran la magia, el pasado, la historia y la riqueza.

Satoba es la vereda con mayor número de cruces y capillas, resultado de las misiones evangelizadoras del lugar. Es uno de los lugares de Gámeza en que los habitantes han encontrado mayor número de cuevas que contienen calaveras, trapos y tiestos de los indios chibchas, situación que ha llevado a algunos mineros y curiosos a “capacitarse” en la exploración de cuevas; en el manejo del susto; la diferenciación en el trato de encantos, entierros y guacas; así como en la ventilación de los lugares. Todas las cuevas visitadas han sido saqueadas, llegando al punto en que al transitar los caminos se encuentran fragmentos óseos y de cerámica, de allí que optara por recolectar el material más representativo.

En esta vereda identifiqué siete sitios con evidencias de material arqueológico y paleontológico, siendo común encontrar piedras completas de fósiles vegetales y animales, las cuales están dentro del río, al lado de los caminos o abandonadas en los potreros. Esta situación es común para algunos municipios de Boyacá y Santander, donde a diario se encuentran fósiles de todos los tamaños, formas y consistencias. En Satoba los fósiles suelen ser vistos –por sus habitantes- como Piedras con letras y números, desconociendo su importancia.

Existen, también, otras Piedras con letras más grandes que corresponden a petroglifos; y algunas piedras que forman cuevas en la parte inferior o lateral, donde se encuentran algunas fibras y restos óseos –algunos con evidencias de momificación-.

La existencia de una singular piedra grabada tiene en incógnita a los habitantes de la vereda, quienes aseguran que son unas letras árabes que están ahí desde siempre. Pero a pesar de las múltiples visitas de conocedores en el tema, ninguno se ha arriesgado a dar su interpretación porque, en su mayoría, no guardan similitud con los grabados de “la Piedra Rajada de Gámeza”, sólo existe un grabado en las dos piedras, -la Rajada y la de Satoba-, que único en su forma, se asemeja con los Petroglifos de Iza, las pictografías de Cuitiva y del Pedregal -Sogamoso- (figura 6).

Este grabado antropomorfo se encuentra en la cara posterior a los demás grabados -viendo hacia el río Gámeza-, mientras que la mayoría de grabados se encuentran en la cara superior y anterior de la piedra (ver fotografía 25). Además de estos grabados o petroglifos la gente señala que hay otras dos piedras con dibujos y letras, pero al acercarme encontré que las piedras estaban bastante descuidadas, llenas de maleza, hongos y líquenes, por lo que se hace necesario un Plan de manejo y protección de las mismas, antes de cualquier intervención.

En el mismo predio donde están los petroglifos, se encuentra una pila de mayor importancia para los lugareños, -según ellos-, allí bañaban a los niños cuando estaban enfermos, pues el agua que se acumulaba en la piedra tenía propiedades curativas, atribuidas por los mayores. Allí mismo, se encuentra una de las cuevas más saqueadas, hacia la margen derecha del río Gámeza, en la ladera de la peña. Allí existen tres mojones de piedra que superan los seis metros de altura, cada uno con una capillita o cruz en la parte superior, como se evidencia en la fotografía 26.

Fotografía 25. Petroglifos de Satoba Fuente: Laura López E., Junio 2011.

 

Satoba.
Piedra Rajada
Pedregal, Sogamoso
Figura 12. Petroglifos y Pictografías Antropomorfos. Fuente: Laura López E., Junio 2011

 

Fotografía 26. Mojón de piedra con capilla Fuente: Laura López E., Junio 2011.

 

Figura 13. Saqueo en "La Cueva" Fuente: Laura López E.; Junio 2011.

 

Figura 14. Cerámica de la Cueva. Fuente: Laura López E., 2011.

 

Figura 15. Tejidos en la Cueva. Fuente: Laura López E., 2011.

 

Hacía la mitad de la peña que se observa al fondo de la fotografía 26 se encuentra una cueva que aún aguarda evidencias de material arqueológico, sus conocedores suelen relacionarla con la Cueva de Toya -donde durmió Bochica- debido a que en ella se encontraba buena cantidad de torteros de piedra y husos de macana, restos de ropas de los indios y chorotes. Según los lugareños,

Cuando uno venía de Mongua, se alcanzaba a ver la cueva, eso había buen camino, tanto que el Padre Cely venía seguido con grupos de turistas y ellos eran los que se encontraban los torteros, ahora el camino está muy feo y peligroso (Don José. Diario de Campo, Gámeza. 8 de junio, 2010).

Eso allá sólo hay calaveras, no ve que don Floro fue el que guaquió eso y no ve lo que le pasó, se fue con todo y volqueta y cayó sobre la casa, quen sabe cuántos no mato, y una hija no le salió sorda, eso les pasa por coger esas vainas sin necesidad. Dicen que eso sacaron harta cosa porque disque era la cueva de un cacique, se robaron collares y quen sabe que más, yo no sé como no les da la coscojina (Señora de 40 años. Diario de campo, Gámeza. Mayo, 2010).

Un señor de allí abajo iba y sacaba las calaveras de la cueva, algunas las vendió en Sogamoso y una la tiene guardada en la casa, pero eso es más celoso, eso no las deja ni ver (Jóven de 14 años, Diario de Campo, Gámeza. 9 de junio, 2010).

Al escuchar a Anderson me causo curiosidad la mención de los canastos, entonces le pedí que me acompañará y el accedió. Al subir me encontré con un cercado de piedra, justo en frente de donde se evidencia el saqueo abrupto y desmedido, encontrando en el suelo y las grietas de la peña fragmentos óseos correspondientes a cinco individuos –algunos con evidencias de momificación- (ver figura 13), fragmentos de fibras, cerámicas y tejidos (ver figuras 15 ). Algunos fragmentos de cerámica parecen ser muy antiguos, pues no coinciden con la tipología de cerámica Muisca, como se observa en las muestras de la figura 14.

Además de la Cueva, existen otras cuatro cuevas en donde aún se encuentra uno que otro fragmento óseo. Dicen los habitantes que los individuos estaban completos y que debido al hallazgo de una esmeralda en una de las cuevas –hace 50 años-, la gente comenzó a ir el domingo a guaquear. Don José Rojas, actual dueño del predio, en conversaciones esporádicas, manifestó,

Los domingos esto era un desfiladero de gente, como el dueño vivía por allá en Potosí y casi nunca venía, toda la gente venía, cogía y patiaba esas claveras, bravos porque no encontraban el oro.

En ese tiempo sí que se encontraban vainas. Yo era uno de los primeros en ir a buscar la riqueza. A mí me dijeron que uno debía quitarle la segunda muela de la carraca izquierda al cachaco y luego él me decía dónde estaba la riqueza. Llegué a tener como 20 muelas pero nunca me dijo nada. Eso la gente ha jodido tanto con eso, que cuando uno llega, encuentra el reguero de lienzos con pita remendados, huesos y pedazos de tiestos […] Hace como 50 años yo llevé a vender en Sogamoso dos calaveras, eso me dieron como 20 mil, que era harto en esa época.

Eso por aquí hay mucha cosa, yo me leí la leyenda de la Cacica que vivía en una cueva tapada con piedra de río, con esos cantos rodados. Duré buscándola mucho rato pero no la encontré. A mí me gustaba la riqueza, yo quería ser brujo y compré un libro en el llano de las cuatro magias, llegué a la segunda cita con el cachaco, pero no pude más. Yo sentía que la tuste se me corría, veía visiones, eso no pude. Y mis hijos salieron lo mismo, esos por allá trepaban la peña y una vez se encontraron dos indios bocabajo, con los pies pa´rriba. Se asustaron y bajaron corriendo, al otro día subí con ellos, pero no los encontramos.

Yo también vi un cachaco así, con los pies pa´rriba, tenía el cráneo entre una piedra, lo cogí de la espalda como pa´ echarlo pa´ lante, pero totió muy feo y cogió a oler feo. Me salí un rato, como 10 minutos y volví a entrar pero no tope riqueza, sólo unos pedazos de tiesto. Eso cuando la riqueza no ´ta pa´ uno, no hay nada que hacer, yo que tanto busqué. Un día cogí una calavera y la eche a rodar, de ahí pa´ ca nada más de esas vainas. Lo que siempre tope fue tiestos, chorotes puros pedazos y lienzos con pita remendados, de eso si había cosas. Y puros huesos, esqueletos completos acostados y parados como le digo (Diario de Campo, Gámeza. 8 de junio, 2011).

La posición del cachaco mencionada por don José Rojas es reiterada por varios habitantes, quienes manifiestan haber visto que los pies de algunos esqueletos apuntan a la parte más alta del cerro Morro Rico. Este cerro sobresale en el paisaje, debido a su forma piramidal, a la variedad de entierros que presenta en su zona alta y media, así como al misterio que produce en los habitantes de Satoba, quienes dicen que en Morro rico hay una mano que el jueves santo o en menguante, a las 12 de la noche, se abre y se ve una iglesia de oro, con un padre. Dicen que el reto es entrar y sacar el padre, sin llevarse nada, sin sacar oro (Anderson. Diario de Campo, Gámeza. 9 de junio, 2010).

Fotografía 27. Morro Rico. Fuente: Laura López E., Junio 2011.

En las faldas de este cerro los habitantes mencionan hallazgos de “oros”, es decir, de Tunjos o figuras votivas dejadas entre las grietas de la cingla (12) que forma el morro, acompañadas de fragmentos de cerámica decorados.

12. Cingla es el nombre técnico de un escarpe rocoso o cortado, alargado y de poca altura.

 

1.2.3 Daita

El primer lugar que hospedó a Bochica y que recibió a Simón Bolívar
luego de que pasaran el páramo de Pisba y Paya.

El sector de Daita corresponde a la vereda Zasa. Allí también se escuchan a diario historias que retoman encantos y guacas encontradas en las peñas y piedras. Sin embargo, el sitio más mencionado por los habitantes de Gámeza es Cruz de Piedra, en donde murieron varios soldados de Bolívar luego de pasar el páramo de Pisba y Paya. Cruz de Piedra es el sitio más alto de la vereda, desde donde se puede observar el valle del río Gámeza (ver fotografía 28).

Fotografía 28. Valle del río Gámeza. Fuente: Laura López E., Junio 2011.

En Cruz de Piedra hay dos monumentos, uno a mano izquierda de la carretera que va para Labranzagrande -donde está la imagen de San Antonio- y el otro a mano derecha -donde está la imagen de la Virgen del Carmen-. Frente a cada monumento hay un altar, el de la izquierda es hecho en piedra y tiene una cruz de color rojo sobre la superficie. Pasando la carretera -a mano derecha- está el otro altar, en base de ladrillo y con una laja de 10 cm de grosor que hace de tapa. Alrededor de los monumentos se hallan piedras de todos los tamaños, grabadas con una y hasta tres cruces, como se observa en la figura 16.

Figura 16. Cruz de piedra. Fuente: Laura López E., 2011.

El lugar es muy frío, tanto que si no se va bien abrigado se puede sufrir soroche o hipotermia, males que han hecho morir a varias personas. Al llegar al lugar, sea de ida o de vuelta, la gente que pasa suele dejar una cruz, pidiendo que el páramo no afecte la vida de quienes transitan por el lugar. Al avisar a las autoridades sobre mi visita a Cruz de Piedra, lo primero que me recomendaron fue llevar la cruz e irme bien abrigada con ruana de lana de oveja virgen.

Cruz de Piedra es uno de los lugares más temidos, pues es allí donde han transitado las guerrillas –desde Simón Bolívar-, debido a que es el camino más corto para salir al llano desde el interior del país. Según Carlos, un joven de Zasa,

A 6 horas en caballo uno ya está en los llanos, por eso fue utilizada para la ruta libertadora. Yo recuerdo una vez que estábamos durmiendo en la sabana de Novaca, donde dicen que los indios echaron el sol de Sogamoso, más allá de Cruz de Piedra, dicen que la noche de menguante esa laguna ilumina muchísimo. Bueno, por allá mismo nos quedamos y recuerdo que llegaron, unos guerrilleros, todos asustados, a dormir ahí, contaban que por la Laguna hay unas lajas o piedras de esas bien planas, bien grandes y se acostaron, pero esas lajas empezaron a moverse, como para echarlos a la Laguna. Eso por allá tiene misterio.

Otro día, cuando iba para la finca en la bestia, vi en la peña una ventana que iluminaba, me quede viéndola buen rato hasta que comenzó a nevar. No la volví a ver, pero dicen que en esa peña esque hay una puerta de Macana que da a un túnel que disque sale por allá a Mongua. Yo no he ido porque no ha habido con quien (Carlos Acevedo. Diario de Campo, Gámeza. 8 de junio, 2011).

Al comenzar a bajar hacia Labranzagrande y las Salinas -cuentan habitantes-, se han encontrado momias y estatuas de las que hay en el museo de Mongua. Éste es uno de los lugares con más riqueza arqueológica, tanto en estatuillas, como en cerámica. Pues, a diario la gente de La Salina encuentra “estatuas de piedra”, cerámica decorada y material lítico. La mayoría de campesinos suelen volver a enterrar lo encontrado durante el arado de sus tierras, pero, algunos mineros y campesinos lo venden.

Si bien, en Piedras Gámzas se muestran las narrativas y evidencias arqueológicas encontradas durante el trabajo de campo, aún quedan muchos aspectos por trabajar, ya sea desde la bioantropología y la arqueología, especialmente en el estudio del paisaje y la relación con las diversas formas de enterramiento y momificación, así como la datación de cada uno de los lugares visitados, los cuales nos pueden dar luces de los grupos humanos que habitaron este lugar.

Es de resaltar que mis principales acompañantes en el trabajo de campo, eran habitantes de Gámeza que habían trabajado en minería de carbón, situación por la que ellos eran conocedores de las piedras y cuevas en donde habían restos que evidenciaban la presencia humana desde hace muchos años. La mayoría de ellos, aceptaron haber guaqueado mientras trabajaban, ratificando la riqueza que hay en el lugar y la importancia de un Plan Especial de Manejo In Situ.

Aunque la guaquería es común en esta área, encontré otros usos de las piedras y cuevas que revelan aspectos históricos y cotidianos, como se muestra en “Piedras Tocadas”.

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Y que diré cuando la naturaleza de Moschca, es decir el dios sol, hizo aparecer dos sabios, mujer y hombre, la mujer para que enseñara a hilar el oro y a cruzarlo, / es decir a tejerlo, y el hombre para tallar la piedra y hacer jeroglificos sobre ellas, hacer caras de hombre, de animales y aves; también hacer fetiches, cocodrilos y aves de oro con sus polluelos, cigarras, sapos, lagartijas, serpientes… Dichos escritos no los ha podido destruir la cólera de los siglos, ni las edades han podido acabar los fetiches de barro que prepararon amasados con leche de árboles, mis antepasados.

(Manuel Quintin Lame 1880-1967)

 

2. PIEDRAS TOCADAS

En el capítulo anterior mencione todas las narrativas que los habitantes manifestaron tener de las piedras de Iza y Gámeza. Ahora, voy a evidenciar todos los usos que los campesinos hacen de las piedras, los cuales corresponden con diversas actividades humanas que van desde el transformar los alimentos hasta el curar. La mayoría de piedras son de uso privado, es decir que son usadas al interior de la casa. Otras piedras como las cuevas (13) están relacionadas con prácticas ilegales, tales como la guaquería, la alteración del patrimonio arqueológico y el saqueo. De allí que me detendré en los usos más comunes para los dos municipios, tales como el cocinar, pesar, curar, proteger (cuidar) y abrigar.

13. Los habitantes de Gámeza suelen llamar cuevas a piedras que superan el metro de altura, que en su parte baja cuentan con hendeduras y socavones, los cuales aguardan desde restos de basura latas, botellas, cajas y ropa- hasta fragmentos de material arqueológico. Otras cuevas hacen relación a entradas en las paredes de las peñas, las cuales han sido saqueadas, como se indicó en Piedras Gámzas.

 

2.1. Piedras domésticas

En los patios y las cocinas de las casas se encuentran todo tipo de piedras, -que pueden ser utilizadas-, para partir la panela, afilar los cuchillos, lavar moler y alimentar los animales.

Las piedras y manos de moler son usadas por las mujeres para triturar los granos de trigo (cariópside, Familia gramináceas), cebada (Familia gramíneas), maíz (Familia gramíneas), haba (Familia papilionáceas), lenteja (Familia papilionáceas), fríjol (Familia papilionáceas), garbanzo (Familia papilionáceas) y arroz (Familia gramíneas), sirviendo de insumo para la preparación de harinas, sopas, cremas, cuchucos, chicha y amasijos, preparados tradicionalmente gracias a la interacción generacional entre abuelas-hijas-nietas, quienes son las principales maestras de la culinaria boyacense.

Aunque el molino industrial ha reemplazado a la piedra y mano de moler, en estos municipios fue maravilloso encontrar un gran número de mujeres que hacen uso de las piedras, especialmente en fechas importantes -cumpleaños, domingos y festivos, encuentros de la familia o visitas-, para preparar los deliciosos cuchucos con los que somos alimentados la mayoría de Boyacenses. Cuando algunas de las piedras de moler han perdido el picado -es decir, cuando ya no muelen, debido a que están muy lisas o desgastadas-, son usadas como comederos de animales: en ellas se vierte la sal para las vacas, los hollejos para los chivos y gallinas y, los sobrados para los perros.

Las pilas y pilones son usadas para dar de beber agua a los animales. Otras, sirven de cimientos para la construcción de casas y linderos, sino están abandonadas en los potreros, evidenciando en su desgaste, que alguna vez sirvieron para pilar el maíz, base de la chicha y el guarapo.

Los cuchillos, tijeras, machetes y otras herramientas de corte usadas por los habitantes de Iza y Gámeza, son afilados en piedras que varían de tamaño. Algunas han sido transformadas, otras están tal y como salieron de la mina. Pero, la mayoría evidencia su desgaste y cuidado. Contario a la piedra de moler, la piedra de afilar es usada, en la mayoría de los casos, por el género masculino.

Fotografía 29. Pilón Fuente: Laura López E., Febrero 2011.
Fotografía 30. Piedra de moler Fuente: Laura López E., Marzo 2011.

 

Fotografía 31. Lavadero Busagá. Fuente: Laura López E., Abril 2011
Fotografía 32. Lavadero Usamena . Fuente: Laura López E., Febrero 2011.

El lavadero de piedra es conformado por una laja gruesa o una piedra caliza (ver fotografías 31 y 32), con una de sus caras alisadas que permite lavar la ropa sin maltratarla. En la mayor parte de hogares rurales, es típico encontrar este lavadero al lado de un tanque para almacenar agua. Otra piedra, similar al lavadero, es la laja que funciona como asador de las arepas boyacenses. Están en las afueras de las cocinas, sobre una repisa que permite suministrar leña o carbón, para su cocción.

2.2. Piedras de peso

En los dos municipios fue común encontrar piedras usadas como indicadores de peso, ya sea para pesar la lana en las casas de hilanderas -residentes en su mayoría en las veredas-, que hoy mantienen viva la tradición de tejedores instruidos, según el mito, por Bochica. Estas piedras suelen usarse para pesar lana, granos y alimentos, a modo de un peso artesanal, siguiendo la estructura de una balanza (ver fotografía 33).

Fotografía 33. Piedra de Libra. Fuente: Laura López E. Febrero 2011

 

2.3. Piedras curativas y de protección

En el trabajo de campo fue agradable encontrar formas particulares de curar, algunas de ellas vinculan a las piedras en los tratamientos y en la curación de enfermedades como la trombosis. Dicen habitantes de Usamena que cuando pasaban los chircatones, ellos vendían piedras de Buchiga (14) y la gente las compraba para curarse de esta enfermedad, don Alfredo Torres me contaba: Yo si ví a mi tío utilizarlas, él se estiraba bien el cachete y se la pasaba por tres días, masajeando el cachete contrario al afectado por la trombosis y de verdad se curaba (Diario de Campo, Iza. 22 febrero, 2011). Los volantes de huso, también, son utilizados por los campesinos para curar esta enfermedad, frotándolos en la parte afectada.

14. Las piedras de Buchiga son piedras pequeñas de color negro y consistencia arenosa que al ser trituradas sirven para masajear las partes afectadas por la trombosis y la artritis.

Una de las piedras de mayor importancia en la curación y sanación de los campesinos de Iza, es el Divino Salvador de la Piedra, quién curó a Fray Agustín Camacho, a María de las Nieves religiosa de la Limpia Concepción del convento de Tunja- y a muchos de sus devotos.

La Piedra de las Cruces, en Iza, también actúa como protección para quienes transitan por el camino de herradura -que va del pueblo hasta la vereda Chiguata-, debido a la carga simbólica manifiesta dentro de la narrativa de la Piedra del Diablo. Si bien la primera cruz marcada en la piedra hizo ahuyentar al Diablo del lugar, los campesinos suelen repetir la acción pidiendo que el Diablo no se les aparezca mientras transiten por el camino.

Cruz de Piedra en Gámeza, también cumple una función similar a la Piedra de las Cruces, aunque en este lugar no ahuyentan al Diablo, los campesinos ahuyentan la muerte, pidiendo a la Virgen del Carmen y a San Antonio que los llene de fortaleza y vida para pasar por el páramo sin sufrir de hipotermia e hipoxia.

Algunas otras piedras son usadas para proteger a los animales de los espíritus, especialmente cuando están pequeños. En mis caminatas observé amuletos envueltos en bolsitas rojas, que amarrados con un cordón rojo al cuello de los chivitos y becerros, sirven de protección. Al preguntar a sus cuidadores el porqué del collar (Ver fotografía 34), ellos respondían que era para que el mohán o el duende no los mamara, ni los mordiera. En estas épocas esos andan alborotados y las pobres ubres amanecen abiertas y con sangre, eso toca protegerlos (Diario de Campo, Gámeza. Junio, 2011).

Las lagunas, los cerros, cuevas, piedras, cultivos y viviendas también son protegidas por cercados de piedra que muchas veces sirven como lindero, como piedras que demarcan un lugar, que vienen anunciando la llegada a un nuevo territorio, un territorio sagrado desde tiempos inmemoriales.

Fotografía 34. Amuleto de piedra. Fuente: Laura López E., Junio 2011.

Niños y adultos también son protegidos por algunas piedras. En Iza y Gámeza fue común encontrar relatos de personas que conocen piedras en donde bañaban a los niños para que gozaran del buen sueño y estuvieran protegidos de espíritus que podían hacer daño. Lo planteado ejemplifica el uso y acción de dos elementos: el agua y la piedra, donde el agua se convierte en la sustancia mágica y medicinal por excelencia; cura, rejuvenece, asegura la vida” (Eliade 1984: 182), y protege. Al revisar la historia de la piedra del Cacique, encuentro que los Muiscas conocían muy bien esta fórmula y por ello iban a raspar la piedra, como lo relata Montaña,

Monvita, la esposa de Piracá, tenía mala salud y parecía que la vida se le escapaba a cada paso. Los numerosos alumbramientos y la miseria teníanla al borde de la tumba. Cada vez que sentía el palpitar de una nueva vida en sus entrañas, acudía en devota peregrinación junto con Piracá a la sagrada piedra de Iza que guardaba la preciosa reliquia del pie estampado del dios Bochica, dejado allí al ascender el Gran Profeta a los cielos. Llegados al lugar bendito, Monvita después de largas plegarias y abundantes lágrimas, raspaba polvo de la mágica piedra y mezclándolo con agua de la laguna tomaba de la milagrosa y acostumbrada fórmula, que de seguro la sacaría con bien de su próximo alumbramiento (1970: 69).

El caso de Iza es ejemplo de otras áreas culturales donde las piedras “que se supone habitadas por los antepasados son instrumentos de fecundación de los campos y las mujeres” (Eliade 1984: 204). En Cuzco -Perú-, “rascan el cuerpo de Amaru con alguna piedra y sacan polvo de ella para emplearlos como remedio” (Arguedas 1975).

 

2.4. Piedras mojón

En Iza y Gámeza se evidencian demarcaciones territoriales que tienen como referencia hitos naturales, tales como peñas, ríos, filos y quebradas que funcionan como linderos, cercados y mojones, generando un control social del territorio, creando historias a su alrededor, historias como las ya mencionadas en la Piedra del Diablo o la Cueva de Bochica. Ejemplo de ello, es la piedra que llaman La Antigua, donde decían los antiguos que tenía fuentes por dentro y que era pintada por los indios (Rosalba. Diario de Campo, Iza. 10 de marzo, 2011). Esta piedra según lugareños-, la intentaron dinamitar para llevársela y construir la Iglesia de Firavitoba, pero por el poder de la piedra ella no se dejó y empezó a llorar sangre (Doña Ubaldina. Diario de Campo, Iza. 22 de marzo, 2011). Éste relato me motivo a ir en busca de la piedra, pues era coincidencia que muchas personas me hablaran de su magia.

Luego de visitar Piedra Gorda y almorzar en casa de doña Odilia Zarate, salí hasta La Piedra de Antigua. Al llegar, la vi muy desgastada, con piedras que cubrían una de sus entradas -por donde caminaban las personas, por debajo y dentro de la misma-. Según algunos señores de 50 y 60 años, cuando eran niños entraban por la cara que está sobre la carretera y salían por la parte de atrás. Estos y otros relatos revelan permanencias históricas, reales, imaginarias o atractivas a turistas y curiosos. Algunas narraciones mencionan fantasmas, guardianes y esqueletos que custodian o vigilan Piedra Antigua, apareciéndose alrededor de la misma. Cuentan señores del lugar, que en su infancia escuchaban de un esqueleto que se atravesaba en la carretera después de las seis de la tarde y por esta razón se abstenían de pasar cerca de la Piedra.

Piedra Antigua parece estar agrietada por los muchos intentos de dinamita, alrededor hay pedazos de varillas y, según lugareños, en sus adentros están las varillas que se ha comido la piedra, debido a que obreros que intentaban llevársela para Firavitoba, llegaban con sus varillas y cinceles a partirla, repelando, resbalando o absorbiendo la varilla, pero menos dejándose partir (Diario de Campo, Iza. 22 de marzo, 2011).

Un mojón es una “señal permanente que se pone para fijar los linderos de heredades, términos y fronteras […] para que sirva de guía (Diccionario Enciclopédico SALVAT, Tomo 8, 1964: 550). En Iza y Gámeza los mojones suelen ser piedras de gran tamaño, es decir que superan los dos metros de altura, situación por la que sobresalen en el paisaje adornado de cultivos, socavones, canteras y pastos para la ganadería. Actúan como puntos de referencia o límites. Casi todos han sido nombrados por sus habitantes, de allí que encontremos en Iza la Piedra Gorda, Piedra de la yuca, Piedra de la Luna (Carichana), Piedra Ahumada (Busagá), Piedra del Diablo (Chiguata). En Sogamoso, la Piedra Cargada y Piedra Antigua (Pedregal). En Gámeza, las Costillas del Diablo, Piedra Rajada (Piedra Pintada), Cruz de Piedra (Daita) y la Cueva (Satoba).

Algunas otras piedras mojón son usadas para hacer propaganda política, pintando logotipos, frases y números de candidatos a las alcaldías, a la gobernación, cámara y asamblea. La iglesia también ha hecho uso de estas enormes piedras, usándolos como bases de imágenes religiosas, cruces o mensajes bíblicos que quedan como insignia de las misiones evangelizadoras. Todos los mojones permiten un control político, social, religioso y territorial, modulando el comportamiento y la cotidianidad de quienes habitan o transitan por allí.

2.5. Piedras abrigo

Otras piedras han servido de abrigo a quienes trabajan la tierra, están en la mina o van de camino. Estas piedras hacen parte de múltiples abrigos rocosos que evidencian la estadía del hombre desde hace mucho tiempo, debido a las muestras de arte rupestre, especialmente, de pictografías. Pero también, estacas, costales, empaques de comida, enlatados y botellas de épocas recientes. Actualmente, muchos sirven de refugio para los animales -becerros, gallinas y ovejas-, sino son utilizados como lugares de almacenamiento de leña, costales, herramientas e insumos agrícolas.

2.6. Otros usos de las piedras

En la elaboración de tejidos, las piedras también cumplen varias funciones, una de ellas, la más común, está en la tintura de lanas, donde campesinas utilizan la barba de piedra. Para ello, se coge la barba, que da varios colores, café, naranja, rojo y verde, se separan por tonos y se pone a cocinar con la lana. Las abuelas solían agregar los orines a la cocción para que la lana no destiñera con las lavadas. Luego, se pone a secar al sol y se lava con agua fría, quedando la lana tinturada.

La Piedra del Diablo, la Cueva de Bochica, Piedra Rajada, Piedra Pintada y los petroglifos de Usamena son ejemplo de la nueva tendencia que hace del patrimonio algo turístico, público y accesible a quien le interese. Ello ha alterado el material arqueológico que se encuentra en sus proximidades, debido a la falta de un Plan de manejo, protección y promoción de los sitios arqueológicos.

Para los habitantes ha sido tradición asistir a muchos de estos lugares, ya sea a bañar, comer, jugar y compartir un buen rato con la familia o los amigos. De allí que este no sea el problema, sino que al promover un escenario como turístico, sin un estudio previo, el número de visitas aumenta, alterando el área y lo que allí se encuentra, afectando a su vez el control social del lugar, olvidando la cotidianidad de sus habitantes, irrespetando su memoria, su imaginario, promoviendo la guaquería, es decir, la alteración y el robo de los bienes materiales y el deterioro de lo inmaterial.

El decir y el que hacer de los campesinos en torno a las piedras ha sido mostrado en “Piedras Hablantes” y “Piedras Tocadas”, evidenciando la relación que Izanos y Gámzas tienen con su paisaje, con su territorio y con los lugares que habitan; Ahora mostraré, detalladamente, las interpretaciones u observaciones de las piedras culturales, comparando lo vivido en el campo y las interpretaciones de autores para establecer las permanencias y manifestaciones culturales hoy.

 

3. PIEDRAS ESCUCHAS

Este capítulo pretende contribuir al estudio etnográfico de las poblaciones de Iza y Gámeza a partir de la reflexión y el análisis de las formas de relación de los habitantes con las piedras y el material arqueológico presente en su territorio.

Si bien, los estudios del arte rupestre han desarrollado métodos y técnicas arqueológicas que dan una descripción del objeto, ya sea del grabado o la pictografía, de la roca en la que se encuentra y su georreferenciación. Algunos investigadores mencionan el vínculo del arte rupestre con sucesos que generaron cambios en las comunidades, por ejemplo, el dominio de la raza hispana (Triana 1972), ¿cómo pensaban en el paleolítico los cazadores-recolectores por medio de pictografías? (Ludlow 1979), y las relaciones con el arte y la religión para el caso de Europa (Leroi-Gourhan 1986).

Con el surgimiento de la Ley 163 de 1959, en Colombia se fortalecieron los trabajos de inventario y conservación de material arqueológico iniciado desde finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Ello se hace evidente para el caso de Boyacá en los estudios del Grupo de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), del grupo “gipri” y del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Sólo en los trabajos realizados por el “gipri” y de la UPTC (Pradilla 2001; Pradilla y Villate 2010), se encuentran narrativas de la gente que habita cerca de las piedras.

Los trabajos de inventario estuvieron marcados por la interpretación de los petroglifos y las pictografías. Algunas de estas interpretaciones referencian al arte rupestre de la siguiente manera: “Marcas territoriales de pescadores”, debido a que “se encuentran frente a corrientes de agua o directamente en rocas de raudales” (Botiva 2000: 11), “Formas de expresión artística desarrolladas por las culturas prehispánicas” (Rodríguez 2001: 84), y, formas de estructura para llenar la profunda necesidad de intercomunicación entre lo mítico y los sacerdotes y entre estos y los hombres comunes” (Grass 1970: 20).

Según Duque, los petroglifos aparecen generalmente en las regiones fronterizas del territorio muisca con pueblos de distinto origen como eran los Panches, Muzos y Colimas, o que por lo menos disputaban a aquellos sus dominios(1976: 154). Camargo refiere a los petroglifos como elementos que permiten “intimas correlaciones con el origen del hombre americano y con el estudio de las distintas migraciones que poblaron estos territorios” (1968: 148). Sin embrago, al revisar la documentación de arte rupestre de Iza y Gámeza, sólo existe bibliografía relacionada con el inventario de petroglifos y no de pictografías. Respecto a los petroglifos de Iza, se ha publicado un informe realizado por el ICANH en el año 2000, que fue reportado por Frank Flórez. Él dice que los petroglifos de Usamena corresponden a:

la unión de los ejércitos muiscas, [donde] cada figura representa un pueblo de la provincia de sugamuxi, está ubicada hacia el norte con la cara hacia el valle como la placa de entrada al valle […], constituye una muestra valiosa de arte rupestre de carácter ritual que datan entre los años 500 y 800 d.C. (Cristancho s.f.).

Pero al revisar bibliografía sobre los petroglifos de Usamena, encuentro en Correa (2004) una fotografía de las “pictografías de la planada en Iza”, llamada pictografía por el color naranja de la cara en que se encuentran los grabados. Avella y Zorro (1992) hablan de “piedras superpuestas con formas geométricas que dan la impresión de haber sido manipuladas por el hombre en remotas épocas, donde se encuentran también geroglificos que asombran a especialistas, los cuales están en la Planada, Carichana” (85). Estos autores mencionan “la Planada” como el lugar en el que se encuentran las piedras, debido a que, hasta hace cinco años aproximadamente, “La Planada era un sector de la vereda Carichana, que posteriormente fue dividida en lo que hoy es Usamena y Carichana.

Teniendo sólo estas fuentes de información y luego de múltiples visitas al lugar, pude observar que la cara grabada de la piedra está mirando justo hacia el sur, es decir, hacia Cuitiva, hacía la laguna de Tota, como si indicara el camino, ya fuera el de Bochica o el de la laguna. También, se puede observar una diferencia en el tipo de grabado. En la cara de la piedra, se evidencian cuatro grabados similares (ver detalle de círculos blancos en la figura 17), es decir, que no solamente conservan la forma, sino, que además, es el mismo tipo de grabado, elaborado con técnica de percusión y superficie de bajo relieve. Mientras que los otros dos (ver detalle de círculos amarillos en la figura 17) son elaborados con técnica de abrasión, pareciendo ser posteriores.

Ello me ayudó a comprender la interpretación de Frank Flórez, quien habla de la unión de los ejércitos Muiscas. El número de grabados coincide con los cuatro Cacicazgos Muiscas, “gobernados” por el Zipa de Bacatá, el Zaque de Hunza, el Iraka de Sugamuxi y el Tundama de Duitama y no con los pueblos de la provincia del Sugamuxi, que son más de siete, como lo menciona Flórez. Pero por qué la piedra que simboliza la unión de los ejércitos está en Iza?

Si ojeamos la mitología Muisca, una vez más tenemos que mencionar la importancia de Iza, debido a que allí vivió y desapareció Bochica, el mismo, al que según relatos de cronistas, fueron a visitar los caciques a su cueva. Puede ser parte de una interpretación que el momento de unión de los ejércitos estuviese influenciado por Bochica, o a lo mejor presidido por él, grabándose en la piedra que mira hacia el lugar de su desaparición, permitiendo perpetuar este acto en la memoria y en el andar. Desafortunadamente no contamos con posibles fechas que conmemoren la existencia de Bochica, lo cual hace que esta interpretación quede en sólo eso, una interpretación.

Figura 17. Diferencias en los grabados, Petroglifos de Usamena. Fuente: Laura López E., 2011.

Tanto en Iza como en Gámeza, campesinos y habitantes han encontrado vestigios arqueológicos cerca de las piedras correspondientes al período Herrera y Muisca. Algunos han denunciado y otros han callado, debido al demorado proceso de reconocimiento y registro que altera las licencias de construcción por años. Por tal razón, son muy pocos los hallazgos publicados y divulgados. En Iza, investigadores reportaron el hallazgo, en 1995, del sitio arqueológico “Itzamaná”, metros abajo del petroglifo. Ana Josefa Cristancho, historiadora, con quien tuve la posibilidad de conversar, cuenta como fue este hallazgo.

De día se veía la retroscavadora trabaje que trabaje allá, al lado de “Comamos Trucha”, y yo de bruja me fui y vi que habían muchos tiestos y huesos. Entonces me vine a llamar del fijo a Alvaro Botiva, y no me lo vas a creer, pero me contestó aquí en frente, entrando al local. Acordamos irnos al predio, pasándonos por casados, interesados en comprar el lote. Y así fue que empezó todo el papeleo y el proceso jurídico, hasta que después de tanto joder logramos parar la construcción, luego de legalizar el registro de los petroglifos y de otras cosas que habían en Iza, todas del período Herrera (Diario de Campo, Iza. Ana Josefa Cristancho. 3 de marzo, 2011).

De este proceso, se publicó el siguiente informe:

Al parecer el valle del municipio de Iza fue ocupado por una comunidad precolombina dentro del período o la época bautizada por los arqueólogos como “Herrera” antecesora al período Muisca y comprendida entre los siglos II a.C y V d.C de acuerdo al diagnóstico arqueológico brindado por el ICANH, de fragmentos cerámicos y manos de moler encontrados en la vereda Usamena en Octubre 5 de 1998. De igual manera y de acuerdo a la arqueóloga Margarita Silva, directora del Museo Arqueológico de Sogamoso, pertenecen a este período la recolección de ollas, posibles volantes de huso y un cráneo que fueron encontrados en este mismo año en la vereda de Carichana del municipio de Iza (Iza s.f.).

Por otra parte, Cuellar (2010) argumenta que “teniendo en cuenta las características geográficas del lugar, el sitio marca un límite natural del valle (se estrecha), límite que no sólo marca la montaña sino el cañón que lo rodea” (74), lo cual confirmaría que la función de los Petroglifos de Usamena es demarcar un lugar en el territorio. Los Petroglifos “se encuentran en una zona en donde no hay asentamientos nucleados”, ni presencia de materiales culturales en los predios que los rodean (Cuellar 2010: 74), situación que nos hace pensar en éste como un lugar de paso, como lo señalan los habitantes del municipio.

Aunque de Gámeza no se han publicado estudios arqueológicos y antropológicos recientes, encontramos múltiples interpretaciones dadas desde la academia- hacia el arte rupestre, especialmente de los petroglifos de la Piedra Grabada de Gámeza (ver figura 10), Piedra con mayor cantidad de elucidaciones que permiten recrear el paisaje, así, como la importancia de los petroglifos para el patrimonio arqueológico colombiano. Algunas de estas interpretaciones, a mi parecer, son atrevidas, puesto que debido a la forma del grabado y su iconografía señalan representaciones propias del ámbito académico en que trabajaba cada intérprete. Para el caso de Cabrera,

Las tres ranas de la tercera serie inferior representan los tres caciques. La figura extrema de la segunda serie parece simbolizar el tesoro. En la primera serie aparecen dos lunas; siguen figuras con rayas de a siete: de modo que la idea de siete esta repetida cuatro veces. Esta reminiscencia, es hebrea y confirma lo que dice Miguel Triana, que varias tribus indígenas son de procedencia judía (1946: 236).

Esta interpretación es una muestra de las múltiples narrativas manifestadas por los habitantes de Gámeza en el presente, quienes relacionan los vestigios arqueológicos con indicios de tesoros que guardaron nuestros indígenas, una visión alimentada y sustentada en la leyenda del Dorado que aún sigue en apogeo. Otra interpretación relacionada con los cataclismos e inundaciones del altiplano Cundiboyacense, la hace el escritor y periodista Manuel Ancizar, la cual es retomada por Restrepo (1972), un historiador aficionado quien expresa que:

La pirámide monolita de Gámeza fue dispuesta, sin duda, para recordar el cataclismo que produjo el súbito desagüe del espacioso lago de Sogamoso. En ella se ve grabada la figura de la rana con las patas abiertas y cola, signo de las aguas abundantes, y para indicar que esas agua sobrevinieron repentina y desastrosamente, fueron grabadas también figuras de hombres en ademan de subir, extendidos hacia lo alto de los brazos y en actitud de espanto (208).

Y en su visita a Gámeza, el Ingeniero e historiador, Miguel Triana (1984), manifiesta:

En la circunvolucion de la frontera, vuelven a aparecer las piedras pintadas en el rincón nordeste, en el territorio de Sogamoso, donde la más celebre es la de Gámeza, por cuya abra se precipita el río Chicamocha hacía las tierras bajas, invadidas hasta Covarachia por los Tunebos u otras tribus congéneres de la llanura oriental. (211).

Con el objeto de estudiar la piedra de este nombre […], tuvimos la sorpresa de ver que ella representa una especie de transacción de mitos entre la nación invasora y la invadida, con la circunstancia interesante de que allí, por una complacencia recíproca, aparecen las figuras no solamente grabadas sino pintadas en rojo al mismo tiempo. Este proposito transaccional, claramente manifestado en el asunto del jeroglifo, nos ha inducido a darle a esta piedra el carácter de sitio de ferias.

Los dos mitos fundamentales de los Chibchas, la rana que le es propio y el mono sin cola que acogieron de los Panches, alternan y se mezclan en esta piedra simbólica del mestizaje, con un mito nuevo, desconocido por los americanistas y que no vuelve a aparecer en ninguna parte. Este mito raro parece un leoncillo rampante, coronado con cuatro puas, y predomina en la festiva mezcolanza .(221-222).

Podemos observar que estos autores hacen sus interpretaciones de los grabados desconociendo todo lo que rodea la Piedra, su contexto. Sólo Triana intenta relacionarla con pueblos indígenas, haciendo alusión a un nuevo territorio, de “Tunebos y otras tribus congéneres de la llanura oriental” es decir, que la Piedra estaría actuando como límite territorial entre dos culturas, los Chibchas y los Guicanes, como se observa en la figura 14. Sin embargo, para realizar interpretaciones de estas piedras se deben hacer múltiples estudios arqueológicos e históricos del entorno en el que se encuentra la Piedra, pues como lo mencioné en Piedras Gámzas, en Piedra Pintada se encuentran sin número de cuevas con fragmentos óseos y tejidos, como ocurre en el Cañón de Colca (Perú), que podrían dar las primeras pistas para la formulación de hipótesis sobre los límites territoriales entre culturas de los Andes y la llanura.

Figura 18. Territorio Chibcha según Triana. Fuente: Triana (1984: 213).

Lo expuesto anteriormente hizo que este trabajo se fijara en las dinámicas y narrativas que los habitantes de Iza y Gámeza tienen en torno a las piedras culturales, puesto que realizar una investigación basada en estudios arqueológicos, etnográficos, históricos y astronómicos llevaría más de una vida entera. Sin embargo, en el análisis de material me encuentro con aspectos toponímicos que revelan una geografía sagrada vinculada con la cosmovisión andina, tan similar en todas las culturas de los Andes.

Si bien, Eliade (1984) nos presenta varias funciones de las piedras a través del mundo, algunas de ellas relacionadas con ser instrumentos de acción espiritual, centros de energía destinados a su propia defensa o, por llenar una función mágica. Ello puede dar pistas para comprender los múltiples significados dados por los grupos humanos en el sentido de su existencia, en sus relaciones con el paisaje, evidenciadas en el transcurso de su vida. Algunos de estos significados están vinculados con aspectos religiosos, históricos, territoriales y sagrados, como se manifiesta en la toponimia de las piedras Izanas y Gámzas.

En Iza y Gámeza encontramos piedras que dan cuenta del proceso colonizador y evangelizador sufrido desde el siglo XVI, especialmente durante el siglo XVIII, donde el carácter religioso del cacicazgo de Sugamuxi “determinó una especial insistencia en su evangelización para erradicar su importancia” (Sotomayor 2004: 37), re-significando y re-construyendo los imaginarios existentes en las piedras, “endemoniando” o “sacralizando” a las piedras con evidencias de manipulación humana, ya fuera de arte rupestre o de asistencia ritual. La “sacralización” de algunas piedras se evidencia en sus nombres con vínculos cristianos como lo son la Piedra de las Cruces, Santo Domingo, La Custodia, Divino Salvador de la Piedra y Cruz de Piedra.

Este proceso se hace más evidente en el Divino Salvador de la piedra, una “piedra rayo” -desde la cosmovisión andina-, que “ayudó a la apropiación de instituciones como la cofradía”. Pues, según Sotomayor, en esta región “la utilización de las imágenes religiosas y los sitios de milagros fueron recurrentes […]. Sin embargo, la imagen por sí misma sólo logró los objetivos propuestos hasta que arraigo en las cofradías que le dieron la proyección total, tanto religiosa como económica, política y social” (Sotomayor 2004: 37), permitiendo su centralización, no olvidando que el hallazgo de la piedra (1748) está escrito en el “Libro de la Cofradia del Santisímo Sacramento, hísolo siendo cura doctrinero el Padre F. Juan Augustín Camacho”, lo que confirma la tesis de Sotomayor (2004).

Por otra parte, la asociación con el diablo -que en el área de estudio se asocia con un pasado indígena-, se evidencia en las piedras de las costillas, sentaderas y púlpito del Diablo, generando narrativas que se desprenden del proceso evangelizador, sustentando la presencia del Diablo y del mal en los lugares en que se encuentran las piedras.

Otros nombres de piedras están relacionados con un pasado que refiere, en su mayoría, a aspectos mitológicos muiscas que conmemoran la existencia e influencia de Bochica -su legado y carácter religioso-, encontrando así la Cueva de Bochica, las piedras del Cacique, la Chichería de Bochica, la Piedra Antigua, la del Indio y los petroglifos de Gámeza, Usamena y Satoba.

La piedra del Gallo, Piedra Ahumada, Piedra Gorda, Piedra Pintada, Piedra de la Yuca, Piedra Rajada y Puente Moyas refieren a denominaciones comunes para los habitantes que permiten caracterizar o determinar un lugar específico, demarcando un límite territorial.

La clasificación anterior me permite analizar la relación de la toponimia y las narrativas de las piedras, comprendiendo que -excepto las que funcionan como límites territoriales-, todas las piedras mantienen un vínculo con lo sagrado, sea desde un pasado-antiguo o un pasado-reciente, es decir desde una época prehispánica y desde una época colonial. Las narrativas en torno a las piedras del Divino Salvador, la de las Cruces y las del diablo evidencian representaciones del imaginario Cristiano; las demás hacen alusión a un pasado-antiguo que vincula el mito de Bochica y el imaginario de los campesinos que caracterizan a los municipios como una geografía de lo sagrado,

alimentada por una batalla de signos históricos que establece conexiones plurisemánticas con la memoria arqueológica, la historia, la semiología, la cultura, la geografía; con procesos de comunicación, poblamiento, mestizaje y conflicto; con el arte, la economía y la política, con la fiesta y el juego (Ferro 2004: 16).

Iza y Gámeza hacen parte de una geografía sagrada por su pertinencia en el mito de Bochica, por las narrativas, las prácticas y las evidencias de material arqueológico en torno a las piedras y por el proceso de re-significación de las mismas que nos permite estudiar no sólo a las piedras sino su contexto. Piedra Gorda, Piedra del Diablo, las piedras del Cacique (Iza) y las piedras donde bañaban los niños (Gámeza) están en cercanía de fuentes de agua, situación que les da un sentido aún más sagrado, debido a que “el agua se convierte en la sustancia mágica y medicinal por excelencia; cura, rejuvenece, asegura la vida eterna” (Eliade 1984: 182). Ello es reflejo de algunas narrativas que atribuyen a las piedras propiedades medicinales y de protección en niños y mujeres en embarazo, como se mostró en Piedras Hablantes.

En Gámeza la toponimia refleja un pasado indígena que no especifica a Bochica, contrario a lo sucedido en Iza, donde encontramos el pozo o balneario de Bochica (15) -lugar donde Bochica se iba a bañar-; la Cueva o piedra de Bochica -donde comía, dormía y posiblemente instruía a los sacerdotes-; y, las piedras del Cacique: una que hace relación a lugar de baño y, la otra, al lugar en donde dejó plasmada su huella al momento de desaparecer. De la cueva o piedra de Bochica no se encuentran detalles en las crónicas, sólo se hace mención. Pero al visitar el lugar, encontré gran cantidad de fragmentos de cerámica expuestos sobre el camino, algunos de ellos, de cerámica delgada y fina, con decoraciones y policromía (ver figura 8). Ello me lleno de mucha alegría, pues era como si el mito se materializara, como si se comprobará que alguien muy importante estuvo allí, en el mismo lugar donde yo estaba.

15 Esta toponimia es reflejo y producto de la Declaratoria de Bien de Interés Cultural otorgada al municipio de Iza, donde se inicia el proceso de reconocimiento y sensibilización de los lugares que pueden ser atractivos a turistas y visitantes, ya sea por su historia o por su accesibilidad.

En conversación con Mayra Cuellar, arqueóloga de la Universidad de los Andes, quien realizo su tesis de maestría en el municipio, manifestó que en el camino a la cueva y muy cerca de ella, se recolectaron herramientas líticas de corte y raspadores cóncavos, manos de moler fragmentadas, desechos de corte y cerámica de tipo local Carmelito Burdo (equiparado al tipo Busbanzá Carmelito Burdo), Policromo, Fino Rojo sobre Naranja, Fino Habano y los Herrera” y de tipo foráneo: “Naranja Pulido, Naranja Fino, Arenoso, Desgrasante Gris y colonial o moderno”. Para Cuellar,

la presencia de materiales del tipo Polícromo y de materiales decorados respecto a la presencia del mismo tipo de materiales para otros sectores y agrupaciones del valle señalan que este tipo de materiales es casi exclusivo de este sector sugiriendo la existencia de una única ocupación que podría ser Muisca Tardío por el hecho de encontrar materiales asociados al tipo Carmelito Burdo y al tipo Policromo con materiales del tipo Naranja Pulido (2010: 67)

Por otro lado, se destacan los hallazgos hechos por pobladores que me facilitaron el acceso a sus colecciones de torteros o volantes de huso, los cuales superan 30 unidades, en su mayoría con incisiones, como se evidenció en la figura 5. La existencia de los volantes y de la cerámica local y foránea- asociada al tipo Policromo y Carmelito burdo confirmaría el mito de Bochica, pudiendo ser la cueva el lugar de instrucción elegido por él. Para el caso de Gámeza, Simón (1981) dice respecto a Bochica,

Al primer pueblo que llegó en este valle fue al de Ganza, en un sitio que llaman Toyú, donde estuvo tres días en una cueva. En los cuales le fueron a visitar el Cacique de Ganza, que ahora se dice Gámeza, el de Busbanza, Socha, Tasco, Tópaga, Monguí, Tutasá, Mongua, Pesca, Yaconí, Bombaza, Tota, Guaquirá, Sátiva, todos por el orden dicho (1981: 411).

La cueva de Toyú hoy es desconocida para muchos de los habitantes de Gámeza -contrario a lo ocurrido en Iza, sólo algunos “viejos” saben de ella-. Al preguntar por su ubicación, fueron dados varios lugares, distintos entre sí. La administración municipal habla de la cueva de Toya, referenciada en la vereda de Satoba, mientras que los “viejos” dicen que la cueva está en Potosí. Sin embargo, al acercarme a los lugares, sólo en Satoba me encontré sorpresivamente con fragmentos óseos, fragmentos de cerámica, fibras y totumos, todo estaba destruido debido al saqueo del lugar.

Los saqueos en el municipio son desmedidos, ello por la falta de control de las autoridades, la inaccesibilidad a las cuevas y el desconocimiento de la riqueza arqueológica en el lugar. Ello genera un nuevo campo de acción en la antropología, campo que ha sido inexplorado desde la academia, permitiendo que saqueadores y coleccionistas sigan haciendo de las suyas.

Si tenemos en cuenta los cambios culturales y ambientales que la región ha sufrido, como el proceso de colonización, la explotación minera y la industrialización, es necesario estudiar mediante la etnografía los conocimientos locales que permanecen y se vinculan a conocimientos ancestrales (16) relacionados con el calendario agrícola, las artesanías y las creencias religiosas. Estos y otros conocimientos ancestrales son expresados en las narraciones cotidianas de quienes mantienen “otras” relaciones con el paisaje y con las piedras, evidenciando una visión de mundo que retoma aspectos mitológicos muiscas y chibchas -es decir de lo dual, de lo matrilineal y patrilineal, de la luna y el sol (ver figura 19)-, visión que se expresa en la concepción del paisaje y de los seres que lo habitan.

16. Retomo el término “conocimientos ancestrales” para referirme a los conocimientos o saberes aborígenes, en este caso al conocimiento muisca-chibcha, que ha sido heredado por algunos de los campesinos del altiplano Cundiboyacense, manifestándose en las formas de cultivo, de curar, de proteger el entorno en que viven, de transformar los alimentos, entre otros.

En Iza, solamente las piedras del Divino Salvador y las del Cacique están en el valle, la primera en el relicario o custodia de la Iglesia y las otras dos a orillas del río que baja de Tota. Los petroglifos de Usamena, la Piedra de las Cruces, la Piedra del Diablo, Piedra Gorda y la Cueva de Bochica están en las partes altas del valle; mientras que en el páramo están las piedras de Busagá protegidas por el arco, la lechuza, los duendes, mojanes y tunjos (ver Anexo 2 no incluido en esta versión electrónica).

Figura 19. Cosmovisión comparativa del área Fuente: Laura López E., 2011.

Para el caso de Gámeza las piedras están muy cerca de las cuevas y del cañón del río Gámeza. La cueva de Potosí y la de los indios se hallan en las partes altas del cañón del río Chicamocha, pero en todas se manifiesta la existencia de duendes y mojanes (Ver Anexo 3). Sólo oyendo -en cercanías del páramo y de algunas piedras- hablar del sitio y el arco. El sitio sólo fue manifiesto en Gámeza por habitantes que tienen conocimientos de guaquería, quienes manifiestan que “antes de entrar a las cuevas se debe regar agua bendita, alcohol y quemar tabaco para que el sitio no lo coja” (Diario de Campo, Gámeza. 25 de Mayo, 2011). Si ello no se realiza, es probable que “el sitio lo brote y le tulla los huesos”. El sitio es conocido en otras zonas de Boyacá como el susto, una enfermedad que,

le quita gran parte de su espíritu vital y lo reemplaza por un frío que anuncia la muerte cercana. Los curanderos de la milenaria relación andina, son los únicos que conocen el remedio contra este mal porque saben llamar al espíritu de la persona para que regrese al cuerpo usando plantas como el guascón, lítamo real, las más poderosas de estas alturas para sacar el frío y recalentar a la persona (Faust 2004: 25).

Respecto al arco (compadre o pantano), el sitio y los duendes es importante señalar que a lo largo de los Andes, estos seres son concebidos como seres espirituales que pueden causar enfermedad debido al contacto y exposición de los individuos (Portela 2000 y Tabares 2003) en los lugares en que habitan los seres. Este hecho permite a los habitantes caracterizar a los seres como guardianes a los que hay que solicitar permiso antes de entrar en su territorio, si no se quiere sufrir de las molestas enfermedades. Al arco se le atribuye picar (granos o manchas en la piel), orinar (brote), coger (dolor de cabeza, vómito, brote y manchas en la piel) y joder (todos los anteriores), cada acción corresponde a un tipo de lesión que aparece en la piel. Según Correa 2004,

el arco iris recordará a las gentes su estructura pero, sobre todo, el origen mismo del cosmos, el poder del sol, la descomposición de la luz sobre la tierra y el efímero tránsito por ella de las gente que deberá ser alentado por la entrega de la vida, el sacrificio al sol (57).

Figura 20. Concepción de mundo en torno a las piedras de Iza y Gámeza Fuente: Laura López E., 2011.

Lo anterior nos permite establecer una relación entre las piedras con el mundo de los espíritus, ya sea de los guardianes o de los seres que dejaron allí sus huellas, pues los campesinos consideran que las montañas, los páramos, bosques, cuevas y las fuentes de agua son los los umbrales que comunican el más allá de los ancestros con las gentes […] son los sitios de enterramiento de los caciques, cuyos cuerpos se disponían a las puertas del más allá, donde iban los seres después de esta vida” (Correa 2004: 53). El hecho mismo de que las piedras estén en los umbrales, hace que el hombre encuentre “una realidad y una fuerza que pertenecen a otro mundo” (Eliade 1984: 92), atribuyéndoles fertilidad, protección y mediación con los poderes del más allá.

Está mediación se correlaciona con las nuevas tendencias que buscan las “dimensiones del más allá”, de “planos etéricos” y de fugas a otras dimensiones. Tendencias que son retomadas por el movimiento Nueva Era y el Gnosticismo, atrayendo a estudiosos y aprendices, quienes han venido visitando el continente americano en búsqueda de estas piedras. El municipio de Iza no es ajeno a esta situación, en varias oportunidades me encontré con aprendices de esoterismo que buscaban la Piedra de Bochica, donde desapareció el Maestro, pues, según ellos, esta piedra es la puerta de fuga al Continente de Mu, específicamente a Lemuria. Según Hunt (s.f.),

La verdadera destrucción de Mu y su subsiguiente hundimiento en el mar empezaron 30.000 años antes de Cristo. Esta acción prosiguió durante muchos miles de años hasta que la última parte del antiguo Mu, a la que se conoce con el nombre de Lemuria, también quedó sumergida en una serie de nuevos desastres que tuvieron fin entre 10.000 y 12.000 A.C. Esto sucedió justo antes de la destrucción de Poseidonis, el último resto del continente atlántico, Atlantis. El Señor Aramu-Muru (el Dios Mer) fue uno de los grandes sabios lemurianos y el Guardián de los Rollos durante los últimos días de la condenada Mu […] Muru, como uno de los maestros de Lemuria, fue delegado por la Jerarquía para llevar los rollos sagrados que estaban en su posesión junto con el enorme Disco Solar de Oro a la zona montañosa de un lago recién formado en lo que ahora es la América del Sur.

Gloria Pérez, aprendiz de esoterismo, dice que Bochica pertenece a la Raza de los Mayores, provenientes del Continente de Mu (Diario Auxiliar, Sogamoso. 20 de Junio 2011). De donde también provienen Viracocha y Tunapa -Perú-, Quetzacoalt -México-, Pay Zume Brasil y Paraguay-, Amalivaca Venezuela- y Huanalipu e Ixbalambauque de los Mayas-Quiché. Todos ellos “héroes civilizadores e instructores de la humanidad aborigen […] que cumplieron una misión cultural semejante en diversas regiones de América” (Silva 2005). Estos “héroes” son retomados por los cronistas como pesonajes extranjeros, peregrinos que enseñaban doctrinas a los indígenas, como se reafirma en lo planteado por Gonzales,

Las tribus de los Zarsas y las de los Paltas en la Provincia de Loja, y las de los Purhuas en Ambato y en Lafacunga señalaban unas piedras grandes, en las cuales se veian impresas las huellas de un pie humano, que manifiesta ser de varón. Esas piedras eran muy veneradas por los indios, por que decían que sobre ellas se había solido parar un personaje misterioso, que enseñaba doctrinas religiosas nuevas y desconocidas. Este personaje era extranjero, andaba como peregrino […] (1980: 265).

Relacionar las piedras con el más allá, también, fue evidente en la gente de Sogamoso e Iza, quienes asociaron algunas pictografías con “alienígenas ancestrales”. Esta asociación nos muestra la influencia de los medios de comunicación -tales como National Geographic e History Channel- en la re-significación del arte rupestre.

Históricamente las piedras han tenido un importante valor simbólico que no es ajeno en el área de estudio. Las piedras hacen parte del paisaje, las pictografías y petroglifos hacen parte del patrimonio nacional. Pero algunas piedras hacen parte de patrimonios locales expresados en la cotidianidad campesina -como se mostró en Piedras Hablantes-, afirmando sentidos culturales y sociales que se legitiman a través del tiempo por personas que atribuyen a las piedras funciones y significados diversos.

Los pobladores de Iza y Gámeza conservan la elaboración de tejidos, especialmente de lana, situación que nos remite de nuevo- al mito de Bochica, quien les enseñó a pintar en las rocas y en las mantas y que dejó sus ordenanzas (17) en las piedras (Xieguazinsa Ingativa. Sogamoso, septiembre 2011). Lo curioso es que Iza y Gámeza no presentan un número considerable de pictografías, como ocurre en otros sitios de Boyacá y Cundinamarca; permitiendo establecer que, el hecho de Bochica haber habitado en estos dos municipios le permitió transmitir su legado mediante la convivencia con los pobladores, sin necesidad de pintar sus enseñanzas en las piedras.

17. Ordenanzas es el término que los Chyquys dan a las diferentes pictografías que se encuentran en varios pueblos y lugares del altiplano […] Los Chyquys interpretan estos dibujos en piedra para saber lo que Bochica “dejó como legado” en cada territorio” (Gómez 2009: 92). De allí que para ellos, las pictografías de cada lugar marquen la labor que debe realizarse en cada territorio (Gómez 2009: 95).

Durante el trabajo de campo se pudo observar un diálogo continuo entre los habitantes de Iza y Gámeza con sus pueblos límites y Sogamoso, diálogo permitido por fuertes lazos de parentesco y compadrazgo, así como por razones comerciales, donde Sogamoso es el centro, llevándome a cruzar esas fronteras territoriales demarcadas en una división política-administrativa que muchas veces para el campesino no es visible, observando que habitantes de Iza y Gámeza bajan a Sogamoso para realizar trámites notariales, de registro y catastro, así como para el uso del servicio médico, predominando la concepción de provincia.

Para bajar a Sogamoso, la mayoría de las veces la gente se desplaza en bus, habiendo casos en donde las veredas quedan tan distantes de la carretera central, que es necesario transitar antiguos caminos de herrería, los cuales están al lado de piedras grabadas, pintadas y con oquedades. Estas piedras son usadas como mojón, sin saber su importancia arqueológica. Inclusive, hay casos en los que la gente no se da cuenta de las formas y figuras contenidas en las piedras, debido a que son transitadas de paso, casi que corriendo.

Al hacer los mismos recorridos -varias veces en compañía de los campesinos-, me detuve a observar las piedras, encontrando evidencias de pictografías (ver figura 21), oquedades (ver figura 22) y estatuillas (ver fotografía 35), que abandonadas en medio de predios deshabitados y habitados fueron dadas a conocer a sus propietarios, quienes se mostraron interesados en su conservación y existencia. Aunque de estas piedras no se dice nada, ni se escucha cosa alguna, el lugar en el que se encuentran no es ajeno a los habitantes y transeúntes, hacen parte de sitios que para el campesino exigen respeto, silencio, misterio y por supuesto, admiración.

Las oquedades, en su mayoría, están cercanas a fuentes de agua, sea río o pozo. Todas pasan desapercibidas por sus transeúntes, pensando que habían sido hechas por el agua. Al realizar varias visitas al lugar, limpiar las piedras y observar detenidamente las paredes de la oquedad es evidente que fueron hechas por gente. Pero, para qué?

Fotografía 35. Estatuilla. Fuente: Laura López E., Mayo 2011.

 

Figura 21. Pictografías encontradas en campo. Fuente: Laura López E., 2011.

 

Figura 22. Oquedades encontradas en campo. Fuente: Laura López E., 2011.

 

Fotografía 36. Oquedades Puente Moyas. Fuente: Laura López E., Junio 2011.

 

Fotografía 38. Detalle oquedad. Fuente: Laura López E., 31 de Mayo 201
Fotografía 37. Reflejo del sol a las 12: 20. Fuente: Laura López E., Mayo 2011.

 

Luego de observar día y noche las oquedades de Puente Moyas, llamado así por la piedra de la fotografía 36, evidencié que cada oquedad (moya) funcionaba como espejo de agua, es decir que reflejaba el movimiento del sol. Cada dos horas el sol cambiaba de lugar, reflejándose en una oquedad distinta. Por ejemplo, el 31 de mayo, después de limpiar las oquedades -que estaban llenas de tierra, arena y piedras-, y realizar la medición de cada una -Las cuales oscilan entre los 30 y 35 cm de profundidad y entre los 25 y 30 cm de diámetro-, fueron llenadas de agua, observando que el sol reflejaba en una de sus moyas (ver fotografía 37), mientras que en la noche era posible ver el reflejo de algunas estrellas en las oquedades. Lo anterior me llevo a pensar en el uso astronómico de las piedras por las culturas aborígenes de este territorio,

La visión cósmica de los chibchas tuvo otras manifestaciones […] Otras piedras pintadas o grabadas pueden ser consideradas como jalones direccionales hacia uno o varios puntos del horizonte. Al noroeste del “infiernito” se halla una gran piedra de 4,80 m. de altura y 7,60 m. de ancho que exhibe varias pictografías en color rojo entre las que se destacan la de un sol y varias figuras antropomorfas y zoomorfas en actitud dinámica, como también la representación de la planta del maíz (Silva 2005: 293).

Investigaciones en astronomía prehispánica (18) se están realizando en Cundinamarca y Boyacá, especialmente en Bacatá (Guadalupe y Monserrate), en el Templo del Sol (Sogamoso) y en los Cojines del Zaque (Tunja), en el mal llamado “Infiernito” (Villa de Leyva) y en el Valle de Saquenzipa (Bonilla 2011). Aunque Iza y Gámeza aún carecen de estos estudios, el uso desconocido de las moyas me permite revisar estudios etnoastronómico (19) y arqueoastronómicos (20) (Milla 2006, 2007; Broda, Lwaniszewski y Maupomé 1991) que consideran a las oquedades como medios de observación astronómica, como es el caso de Milla (2006),

Nuestros antiguos astrónomos proyectaban en espejos de agua las constelaciones que veían en el cielo aplicando las leyes de la óptica [Refracción y reflexión] […] Cuando un punto de luz “en el infinito” incide en el espejo de agua de un recipiente circular cóncavo, se forma entonces por capilaridad un halo plateado en el borde, porque todos los ángulos reflejados a la periferia son iguales. Además este fenómeno óptico se debe a que si el recipiente es cóncavo en el fondo, las diferencias hidráulicas de presión y la capilaridad, hacen que el borde del perímetro circular del líquido también sea semicóncavo, formando un espejo que concentra los rayos luminosos en la periferia de la superficie liquida (71).

18. La astronomía prehispánica es entendida como los estudios de “la construcción y uso de monumentos líticos -realizados antes de que América fuera conquistada por los españoles- en relación con el cosmos” (Bonilla 2011).

19. Los conocimientos astronómicos de los grupos humanos son estudiados por la etnoastronomía (Agreda 2009).

20. Similar a la astronomía prehispánica, la arqueoastronomía estudia las construcciones que vinculan usos astronómicos de los diversos grupos humanos (Charry 2011).

Aunque las oquedades de la piedra de Puente Moyas no tienen la base cóncava, como se ve en la fotografía 38, encontramos que las demás oquedades inventariadas en el presente trabajo, como aquellas en la Piedra del Diablo, si cumplen con esta condición. Ello nos permite pensar que las oquedades de la Piedra del Diablo no son las sentaderas del mismo sino que podrían hacer referencia a espejos estelares que, utilizando algún metal y al ser expuestos a la luz solar bien podían reflejar y demarcar la continuidad de los caminos a Chiguata -el balneario de Bochica- (ver número 3 en figura 23), a San Miguel y Cuitiva -la Cueva y la Piedra de Bochica, la laguna de Tota- (ver número 2 en figura 23) y hacia Carichana y Sogamoso -pictografías- (ver número 1 en figura 23).

Figura 23. Oquedades piedra del Diablo, Iza. Fuente: Laura López E., 2011.

Ésta es sólo una de las múltiples interpretaciones que se pueden hacer alrededor de las piedras con evidencias de manipulación humana, como ocurre con las moyas, petroglifos y pictografías, esperando profundizar -en un próximo trabajo- en conocimientos etnoastronómicos, arqueológicos y semióticos que permiten ir tejiendo los sentidos y significados guardados en estos monumentos líticos, de épocas prehispánicas. No sin antes aclarar que el presente trabajo es un estudio de aproximación a las dinámicas y narrativas que los habitantes de Iza y Gámeza tienen con las piedras, estudio realizado a modo de inventario para saber que hay, en qué condiciones y cómo se podrían desarrollar próximas aproximaciones; permitiendo mostrar todo un panorama que puede ser abordado desde la religión, la astronomía, la arqueología, la bioantropología, la historia, la etnoecología, la lingüística y, porque no, de la etnociencia.

Así es que una vez más las piedras nos revelan un mundo por descubrir, una historia por comprender y una cotidianidad por vivir; Aunque “sus contornos no sean humanos, atestiguan una presencia que deslumbra, aterra, atrae y avanza” (Eliade 1984: 201). Una presencia que nos llama, convoca y muestra todo lo que hay por hacer.

CONCLUSIONES: HACIÉNDOME PIEDRA

Topando Piedras es fruto del compartir con el campesino Boyacense, que dejándose llevar por mi pasión se atrevió a andar en un sendero inexplorado, viviendo, sintiendo y transmitiendo un respeto hacía la diferencia, hacía la locura que para muchos implicaba sentarse a observar piedras; saliéndose de la cotidianidad laboral del campesinado para reencontrarse con nuestros ancestros, con la magia de la historia, con los encantos, con los colores que forman un hermoso paisaje y con la alegría de compartir junto al fogón un alimento sembrado por nuestras propias manos.

Al compartir con niños y adultos crece en mí la solidaridad y fraternidad, las ganas de seguir comprendiendo las relaciones que los campesinos establecen con su entorno, especialmente con las piedras que ellos usan, olvidan, abandonan y reviven. Aquellas a las que les atribuyen funciones, a las que les crean historias y, a las que les dan vida y poder.

En la búsqueda continua de posibles respuestas a ¿Cuáles son las representaciones socio-culturales generadas en torno a las piedras de Iza y Gámeza? Y ¿Cuáles son las prácticas activas hoy en la memoria de los habitantes de estos municipios, en relación con las piedras?, encuentro un sin número de narrativas que muestran los procesos de cambio -impulsados por la colonización, la evangelización y el desarrollo industrial en la región-, donde aún se evidencian permanencias culturales muiscas, tales como la personificación de los fenómenos naturales y cósmicos, del arco iris, la luna, el sol, la lluvia. Permanencias como el respeto hacia lugares sagrados muiscas, tales como las cuevas, lagunas, montañas, bosques y páramos, donde habitan espíritus que inconscientemente están relacionados con la mitología muisca, Bachue, Bochica, Huitaca y Cuchaviva.

Las piedras como uno de los componentes del paisaje, reflejan -en su toponimia e historias- el sincretismo Cristiano con la cosmovisión muisca, ejemplo de ello son las historias de las Piedras del Diablo, donde una piedra manipulada desde época prehispánica hace referencia al Diablo y no a eventos cósmicos, curativos o a lugares sagrados que sirven de “conexión” con el mundo ancestral. Algunas de las piedras están relacionadas con el mito de Bochica, convirtiéndose en las narrativas de los campesinos, en objetos sagrados, es decir en Hierofanías (Eliade 1984). Aunque en el actuar no se evidencie manifestaciones relacionadas con lo sagrado, ofrendas o rituales, los campesinos son conscientes de la importancia de las piedras, de allí su protección y cuidado, la reserva del lugar en el que se encuentran y, las historias que generan un control social del lugar.

Las evidencias del arte rupestre, pictografías, moyas y petroglifos se manifiestan a diario en cercanías de los ríos o algunas otras fuentes de agua, haciendo un llamado a ser observadas y contempladas, queriendo indicarnos que hay algo más que se esconde en sus formas, en el arte que representa algo ajeno para la gran mayoría o mágico y relevante para unos cuantos “locos”, arriesgados, que buscan disfrutar su vida en el misterio guardado por milenios.

Algunas de las narrativas son evidencia del cambio cultural generado por los medios masivos de comunicación, especialmente por el acceso a programas que dan cuenta de evidencias arqueológicas relacionadas con alienígenas ancestrales, modulando el imaginario que los campesinos tienen de los petroglifos y pictografías, dudando que seres humanos fueran los autores del arte rupestre.

La importancia de las piedras en el movimiento Nueva Era ha generado el desplazamiento de gente de otros países hacía Suramérica en búsqueda de las puertas que comunican con otras dimensiones, -con los continentes perdidos: la Atlántida y Mu-, es decir de aquellas piedras que funcionan como vehículo entre la tierra y los planos etéricos, siendo Iza, la laguna de Tota y la parte alta de Gámeza puntos de llegada y estudio de estos grupos.

Declarar al municipio de Iza como Bien de Interés Cultural ha promovido las piedras de Usamena, del Diablo y de Bochica como atractivo turístico, alterando el patrimonio arqueológico que las rodea, vulnerando el respeto y el control social que los habitantes tienen en relación con las piedras y sus caminos. Ello es resultado de las políticas patrimoniales que irresponsablemente promocionan el patrimonio como atractivo turístico, olvidando las relaciones que la gente ha tenido históricamente con el lugar. Estas políticas retoman la importancia del objeto, es decir de la piedra, desconociendo la carga simbólica del lugar en el que se encuentra, la cual fue evidenciada en las representaciones sociales y culturales mediante las narrativas recogidas durante el trabajo de campo.

Las dinámicas y narrativas en torno a las piedras de los municipios de Iza y Gámeza dan cuenta de patrimonios vivos que permiten entender los cambios culturales, la historia, la cotidianidad, la concepción del territorio y la conformación de una geografía sagrada en el departamento de Boyacá.

Arqueológicamente el altiplano Cundiboyacense es reconocido como área Muisca, sin embargo, en conversación con Xieguazinsa Ingativa -gobernador muisca- aclaraba que la palabra Muisca es asociada al legado matrilineal, es decir, que Muisca es asociado con Bachue, la luna -chía-, las lagunas y la “cucacuy” – los abrigos rocosos que funcionaron como la primera “institución sacerdotal”-; mientras que Chibcha es asociado con el legado patrilineal, con el sol y Bochica. El planteamiento de Xieguazinsa explica por qué la gente de Iza y Gámeza cuando habla de los indígenas, que vivieron en estos municipios, se refieren siempre a los indígenas chibchas y no muiscas, a Bochica y no a Bachué (21).

21.Este planteamiento es importante profundizarlo en un estudio posterior, debido a que ayuda a esclarecer algunos baches históricos y arqueológicos que han intentado unificar a los muiscas y chibchas. Además, ello nos aportaría en la comprensión de los de los mitos de Bochica y Bachue, de la construcción de templos solares y lunares que se extienden en el altiplano Cundiboyacense, así, como en la consolidación de la Nación Muisca Chibcha.

Los pagamentos y ofrendas realizadas por los chyquys de la Nación Muisca Chibcha, es una muestra de cómo están siendo re-significados los lugares con evidencias arqueológicas que datan del período Muisca, especialmente en los abrigos rocosos y en donde hay evidencias de pictografías.

Quienes me acompañaron en este andar, saben que el camino hasta ahora comienza, que los misterios están en cantidad de evidencias y pistas solo visibles para aquellos sin ansias de explotar o extraer aquello que la Pacha Mama nos guarda, nos inspira y evoca. De allí que esta aproximación sea el crisol que guiará próximos trabajos de astronomía, semiótica y antropología (arqueología) en el entorno y en las piedras de los municipios de Iza y Gámeza; trabajos acompañados, guiados y co-elaborados con quienes habitan, re-significan, conviven y re-crean estos territorios. Pues, es allí donde el conocimiento toma fuerza, donde la memoria da vida y donde la investigación hace su mayor aporte.

Por el inicio de este caminar, ¡Salud, Sumercé!

 

COMENTARIOS Y SUGERENCIAS

Los municipios de Iza y Gámeza cuentan con diferentes planes de manejo y administración turística de los recursos u atractivos, ello me permite plantear para cada municipio lo siguiente:

Para el municipio de Iza se sugiere:

• Diseñar un Plan de recuperación, manejo y protección de la Cueva de Bochica, de la Piedra del diablo, de Piedra gorda y de los Petroglifos de Usamena, debido a la abundancia y diversidad de material arqueológico que se encuentra cerca de las piedras y en sus rutas de acceso.

• Recuperar los senderos ecológicos trazados para el Encuentro de Caminantes, los cuales deben cumplir con estudios arqueológicos previos que permitan el salvamento y conservación del material cerámico y lítico, principalmente.

• Destinar un lugar adecuado para almacenar los hallazgos arqueológicos, fruto de las investigaciones realizadas en el municipio.

• Repatriar la Piedra de Bochica, donde se encuentra la huella de su pie.

Para el municipio de Gámeza se sugiere:

•Controlar la guaquería mediante un Plan de manejo, intervención y conservación del material arqueológico In Situ.

 

GLOSARIO

Arado: Terreno que ha sido labrado.

Avío: Provisión de alimento.

Barba de piedra: Tipo de liquen que se desarrolla en la superficie de las piedras.

Berraco: Valentía / Dotado de poder / Fuerte.

Bisguas: Cuero de las ovejas cuando va a ser deslanado.

Chibchas: Nombre dado a los indígenas que vivieron cerca de Sogamoso. Línea Patrilineal de los indígenas del altiplano Cundiboyacense.

Chivudo: Persona con barba larga, parecida a la del chivo.

Chorotes: Vasijas de barro cocido.

Chircatones: Denominación dada a los indígenas provenientes de Otavalo, Ecuador.

Coscojina: Miedo, temor.

Encanto: Fuerza que protege las cuevas, lagunas y bosques.

Guaras: Aves de rapiña que habitan cerca de las piedras.

Jutes: Alimento típico de las partes altas de Gámeza, preparado con papa criolla o amarilla que ha sido puesta a podrir dentro de una quebrada. Al lograr el punto de fermentación se ponen a cocinar con queso, hasta que queda un puré, y así es que se come”.

Madejiar: Hacer las madejas o grupos de lanas para ser tejidas.

Mana: Fuente de agua.

Múcura: Vasija de barro donde se almacena agua.

Mula: Refiere a la cara de las personas.

Moya: Oquedad, hueco, agujero o cúpula realizado en las piedras / Ollas de boca grande.

Nevar: Los campesinos de Iza y Gámeza llaman nevar cuando empieza a caer una llovizna muy fría que no permite ver al horizonte.

Pipitoria: Se llama pipitoria a la mezcla de arroz, arveja, trozos de víceras y carne entremezclada con la sangre del chivo o la vaca.

Sagrado rostro: Cabeza de cordero asada o frita lista para consumir.

Susto: Espíritu maligno que habita en las cuevas y lugares poco habitados, que puede causar daños físicos en el cuerpo.

Tabaco Chimudo: Tipo de tabaco traído del Putumayo que sirve para sobar

Tiestos: Cerámica de uso doméstico.

Topar: Encontrar, buscar, hallar.

Trapos: Lienzos, mantas o ropa que ya ha sido utilizada.

Tunjos: Figuras votivas de oro, piedra o carbón / Espíritus de aborígenes.

Tuste: Expresión que hace relación a la cabeza.

Vísperas: Fiestas / Celebración en la que se prende pólvora.

Zucos: Nombre dado a los habitantes de Gámeza por no tener cola.

 

Agradecimientos

A todos aquellos que hicieron parte del continuo caminar, del reír, observar, explorar y sentir. Del topar piedras, es decir del buscar y encontrar nuestra historia. Una historia resumida en los dibujos, grabados, oquedades y narrativas inspiradas por nuestra pacha.

A quienes se arriesgaron a tomar el camino no indicado sólo para ser cómplices en la alegría de lo inesperado, del encuentro con un nuevo arte.

A los que tomaron el riesgo de adoptarme, familia pazos serna en popayán; pérez chaparro, piragauta ruíz, luz marina, anebis, diana, camilo e iván en iza. A doña ana y nubia en gámeza.

A quienes iluminaron mi camino, anita y mayra, permitiendo desde la antropología compartir sus experiencias.

A toda mi familia, a pipe, carlitos, ana, tío juan, tía carmenza, papá y mamá.

A lucía y guillermo, mis maestros.

Gracias.

 

¿Preguntas, comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com

Cómo citar este artículo:

López Estupiñán, Laura.Topando piedras, sumercé. Narraciones en torno a las piedras de Iza y Gámeza, Boyacá, Colombia.
En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/topandopiedras.html

2012

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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